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Las cartas de la “Cuarta Transformación”
Si alguna vez creyó que no podíamos estar peor, se equivocó totalmente: en muy poco tiempo, el gobierno actual se ha empeñado en demostrarnos que sí. Saltar del sartén a la lumbre se hizo realidad.
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Informado lector, ¿alguna vez usted imaginó que sería testigo de tantos atropellos del gobierno en tan solo siete meses? Seguramente que no. Cada sexenio se nos ha vendido la esperanza de una vida mejor, que ahora sí habría una renovación total y un cambio verdadero, pero lo único que ha pasado es que los problemas se han acumulado y hecho más complejos y profundos. Si alguna vez creyó que no podíamos estar peor, se equivocó totalmente: en muy poco tiempo, el gobierno actual se ha empeñado en demostrarnos que sí. Saltar del sartén a la lumbre se hizo realidad. Para colmo de males, es sumamente interesante el mensaje de tres misivas que nos dan idea del estado de la política económica en estos confusos días. Los buenos ejemplos de tres personajes importantes de la “Cuarta Transformación” han quedado como evidencia escrita. Las cartas son de German Martínez Cázares, Carlos Manuel Urzúa Macías  y del propio Presidente. Comentémoslas en el orden en que se fueron publicando.

La primera carta fue del Ejecutivo a finales de marzo y en ella solicitó al rey de España que ofreciera una disculpa a México por las atrocidades que cometieron los españoles durante la ignominiosa conquista. La intención del mandatario pudo ser buena, pero fue totalmente a destiempo y fuera de lugar. Pero aun en el supuesto de que se ofreciera la disculpa, ésta no arreglaría nada. Nadie se beneficiaría en concreto con ella, ni los pobres, ni los desposeídos, mucho menos los pueblos originarios que hoy continúan en el abandono y la segregación. El único que ganaría presencia mediática sería el Presidente, ante la próxima celebración de los 500 años de la invasión de estas tierras, pues aparecería como el gran justiciero de un episodio que en nuestros días sigue siendo traumático por las fatales consecuencias que trajo para el progreso actual. Pero, además, para él resulta mucho más fácil hacer el show que ponerse a trabajar llevando justicia y bienestar real a los desventurados de carne y hueso, que suman 100 millones y que únicamente son objetos desechables para quienes se hallan en la parte más alta de la pirámide social del modelo económico.

Con la segunda carta, publicada a fines de mayo, renunció el exdirector del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), German Martínez. Los motivos, según Martínez, fueron la injerencia de la Secretaría de Hacienda en cuestiones cruciales como la compra de medicamentos, la disminución de presupuesto y el recorte de personal, que dejaron en crisis a esta empresa pública. Si agregamos a estos asuntos el ya de por sí grave problema del sistema de jubilaciones, el panorama es sombrío. Martínez tuvo razón al denunciar que el gobierno que se asume como extintor del neoliberalismo, en los hechos actúa más neoliberal que los  gobiernos anteriores. El sistema de salud ha sufrido un severo atentado al dejar sin atención a los más vulnerables: niños con cáncer, enfermos de VIH, embarazadas, ancianos y pobres en general, quienes para recibir atención ahora tienen que contratar servicios médicos privados o dejarse morir. Las personas que acuden al IMSS no lo hacen precisamente por la calidad de sus servicios, sino porque no tienen otra alternativa; pero ahora no podrán disponer siquiera de ese mal servicio.

La tercera carta contiene la renuncia de Urzúa a la Secretaria de Hacienda y se dio a conocer en los primeros días de julio; en ella se denuncia también la intromisión de gente cercana al Presidente; el aludido fue el asesor económico de Andrés Manuel López Obrador y probado empresario neoliberal, Alfonso Romo. Urzúa da más información de las improvisaciones del gobierno de la “Cuarta Transformación”; entre ellas cita, por ejemplo, la imposición de personas en cargos administrativos que no tienen el nivel ni el perfil profesional adecuado. Además, acepta que la política económica se va a la deriva, lo que resulta muy delicado, porque pone en aprietos a un Presidente que dice que todo va “requetebién”, mientras que las variables económicas del crecimiento y el desarrollo reportan lo contrario. El ya conocido periodo de estancamiento de los últimos años se agrava porque estamos entrando a una recesión; es decir, decrecemos, y varios analistas han advertido al gobierno de las graves consecuencias de no corregir política económica.

Las conclusiones saltan a la vista: no estamos viviendo una transformación del país, sino un retroceso sin precedentes en la economía y en la calidad de vida de las personas. Tratar de deslindarse de lo que está pasando solo reafirma la culpabilidad. El camino de la necedad y la ignorancia seguirán convulsionando al país y poniendo a prueba la paciencia de la gente. Solo que, rota la brida, no habrán disculpas que valgan. Al tiempo. 


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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