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Según la ONU-habitat: “La gentrificación sucede cuando existe un proceso de renovación y reconstrucción urbana y se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suele desplazar a los habitantes más pobres de las áreas de intervención”. Esto ocurre comúnmente en ciudades de atracción turística, por ejemplo, en San Miguel de Allende, en Guanajuato o en Cancún, Quintana Roo. No se trata sólo de que todos los servicios se amolden a las características de este tipo de cliente adinerado, encareciendo todo (por ejemplo, la vivienda), sino la consecuente apropiación de la vida cultural del lugar. Un avasallamiento completo y lógico para una sociedad que prioriza absolutamente la ganancia del empresario que ofrece mercancías y servicios antes que cualquier otra consideración social y cultural. Dicho en pocas palabras, la gentrificación es moldear un lugar para venderlo a los extranjeros.
Así que el reclamo del burgués hotelero contra la banda no es excepcional, es una de las tantas características que necesitan cambiar para continuar con el jugoso negocio. Lo interesante es que el debate de si estaba bien o no regular la música de banda, incluso por su contenido, reveló su aspecto clasista: el archisabido prejuicio de que la música popular es sinónimo de empobrecimiento cultural (manifiesto en la expresión: “música de nacos”) y que el desprecio por ella casi siempre es, supuestamente, sinónimo de gusto refinado, educación y posición económica holgada. He sostenido que en realidad esta frontera entre música “fina” y la popular es más bien laxa; que incluso la música popular en todos sus sentidos ha nutrido a composiciones más excelsas, y que esto ocurre en otros terrenos del arte. Pero más que esto, el desprecio por lo popular (ahora no sólo en la música) es una reproducción cultural que las burguesías inyectan en la consciencia de la población en general. Esto quiere decir que, aunque la mayoría de una población pertenece económicamente a una clase subyugada, se considera a sí misma una clase en ascenso, no pobre, y que piensa que su lugar estará (“saliendo adelante”) con los ricos. Una ilusión que mantiene una reverencia o adoración a los que son los verdaderos causantes de sus limitaciones económicas.
Sin embargo, apuntemos que la burguesía ocupada en el negocio del entretenimiento es flexible a este respecto. No aborrece los gustos de la masa, los compra y los revende. Esta industria no es exquisita; al contrario, es servil con los gustos de su cliente. Conocemos de sobra cuántas “estrellas” fueron prefabricadas para gustar a la “raza” pobre y cómo el contenido de sus canciones solapa o estimula aspiraciones que persisten en las clases trabajadoras; recordemos que mucho del contenido de su conciencia fue implantado para justificar su sometimiento material por parte de los empoderados. O sea, tenemos razones para afirmar que es falso, también, idealizar la música popular en este formato como una forma de resistencia al rico, en tanto la creación popular en la industria está influida casi en lo absoluto por la clase del dinero.
Bajo esta circunstancia, los artistas son formados con aspiraciones de ser, mediante su talento, un famoso glamoroso, millonario, merecedor de todos los excesos y con una vida social influyente de élite. Con todo, no olvidemos que la materia prima de su creación es de origen eminentemente popular y, en varios casos, aun con ese dominio avasallador del mercado, los trabajadores se oponen al dominio, aunque sea de forma inconsciente.
Por eso es importante fomentar más música popular al margen de la lógica del mercado en más espacios, donde se formen gratuita y profesionalmente muchos artistas. Espacios que sólo puede impulsar y sostener un Estado auténticamente social y no uno que recorta los presupuestos con fines sociales y educativos para concentrarlos sólo en la limosna periódica con fines electoreros.
Las condiciones de los trabajadores siguen empeorando. Cada vez son más los gobiernos del mundo que niegan el derecho a la huelga o a afiliarse a un sindicato.
En sus reflexiones sobre la posmodernidad, Friedric Jameson propone una afirmación provocadora pero rabiosamente pertinente sobre nuestro presente histórico: “vivimos en una época en las que las cosas no están demasiado claras”.
En la modernidad, el látigo de cuero ha sido sustituido por el del hambre. Por todo esto, el tan pregonado contrato libre en una pretendida relación de iguales no pasa de ser mera ficción.
Más allá de que el comercio mundial esté controlado por el 80% de las multinacionales, ¿cuál es el poder real de los que controlan el capital global? La contabilidad se vuelve más difícil por la misma internacionalización del capital, pero hay estudios a este respecto.
Las clases dominantes han procurado siempre convencer a sus súbditos de que su situación es voluntad de los dioses o, más recientemente, con el advenimiento del capitalismo y su filosofía, que éste es la encarnación de la razón eterna y que, por tanto, nada puede hacerse para cambiar.
Las Dos Sesiones han demostrado plenamente la ley de oro del desarrollo de China. Con las cinco letras de la palabra China, quisiera analizar las cinco señales transmitidas:
La historia cumplió, ha cumplido y cumple con diferentes funciones. Particularmente en México, la historia oficial ha sido utilizada por los diferentes gobiernos (es preciso decirlo) como una herramienta ideológica.
Más de cinco mil jubilados no reciben aún su pensión a pesar de haber trabajado más de 30 años al servicio del Estado. Así, llaman a todos los afectados a manifestarse el Toluca y exigir que se respeten sus derechos.
Las cosas están mal en la educación, ¿qué es lo que hay? Un desinterés criminal del gobierno de la 4T cuyos estrategas saben que si educan de manera científica a los mexicanos, en poco tiempo se les acabaría el circo.
Este año será difícil para el pueblo de México porque el modelo económico que el gobierno de Morena ha impuesto es conocido como neokeynesiano, que se caracteriza por fortalecer la capacidad de compra de los ciudadanos mediante el incremento de sus ingresos.
Mientras no se reviertan las deformaciones de la estructura productiva no podrá alcanzarse la soberanía alimentaria. Y ello no se logra formando dependencias decorativas o comprando votos, sino con transformaciones profundas.
¿Para qué tienen su vida los jóvenes? ¿A quién le van a entregar su esfuerzo? Cuestionó el Maestro Aquiles, para luego invitar a los jóvenes a ser como Tlacaélel, "que entiendan que dar la vida por los demás es mejor que quitarle la vida a los demás para uno vivir rico".
Europa rechaza las negociaciones de paz y bate tambores de guerra.
Ante el incremento constante de la violencia en México, este año electoral debemos analizar y utilizar nuestro voto para detener la masacre. Por ejemplo, en Guerrero surge la propuesta del PAC, un nuevo partido que nace de las colonias, de los pueblos de la montaña.
La valentía de Julian Assange y David McBride nos permite comprender el verdadero significado de la resistencia. Necesitamos resistir si queremos impedir que dobleguen nuestra conciencia. En esto todos podemos ser Espartaco, el líder rebelde de los esclavos de la Roma entre los años 71 al 73 a.C.
Estos son los 3 municipios en donde los mexicanos se sienten más inseguros
En Gaza las personas son “cadáveres andantes”: comisionado de la ONU
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Pemex no paga, pero Slim invierte: Carso seguirá en el negocio petrolero
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Rescatan al líder de la ACME en Edomex; detienen a seis
Escrito por Marco Antonio Aquiáhuatl
Columnista