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Existen ciertas conciencias, tanto individuales como sociales, que solo reflexionan bajo el peso de la desgracia. Es necesario que verdaderos cataclismos remuevan su ser entero para aceptar, ya con absoluta resignación, que los pasos dados hasta entonces los llevaron por el camino equivocado. Lamentablemente, nuestro pueblo ha sido educado y acostumbrado a no ver el mal hasta que se presenta en sus formas más desgarradoras, a dejarlo incluso crecer mientras no ocasione un daño fatal y evidente, y a tomar las cosas en sus manos cuando los estragos han causado ya daños difíciles de remediar. Se deja endulzar el oído con promesas, aunque la realidad le demuestre la tragedia a la que se encamina. No podemos culpar de esto a las consciencias individuales; es un daño histórico que se ha causado al ser social de esta nación después de 500 años de opresión y sometimiento.
Este estoicismo mal entendido permite que nuestro país sea hoy gobernado por una clase política sin escrúpulos que, a pesar de las desgracias que ha provocado, se mantiene inalterable en sus hechos y opiniones y no duda ni un momento en multiplicar los males, ignorando las consecuencias. La política morenista ha demostrado su ineficacia en la práctica; la estulticia de sus representantes ha logrado que un país que ya estaba encaminado a la tragedia se lance hacia ella con la avidez con que un náufrago bebe agua del mar, esperando saciar la abrasadora sed que lo consume.
Durante los primeros tres años de gestión, el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) supera al de Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto en el número de muertes violentas; somos el cuarto lugar en muertes por Covid-19 en el mundo, producto de la pésima gestión durante la pandemia; creció en 3.8 millones la población en condición de pobreza, pasando en tres años de 51.9 a 55.7 millones; se incrementó la fortuna de los más ricos del país en 35 por ciento, precisamente el mismo año en que se vivió la mayor contracción económica de los últimos 90 años, con la caída de 8.5 en el Producto Interno Bruto (PIB); se perdieron, solo el último año, 1.6 millones de empleos en el sector formal; y en educación, 5.2 millones de estudiantes abandonaron la escuela, sumándose a los 3.6 millones que no se inscribieron a un nuevo ciclo por la necesidad de trabajar.
Ésta es la realidad que el Presidente de México oculta, que disfraza con discursos vacíos, estériles y cínicamente mentirosos (en 589 conferencias mañaneras ha dicho más de 48 mil mentiras, el 85 por ciento de su discurso es falaz). AMLO se ha dedicado a buscar culpables, a perseguir a toda persona que trate de desenmascarar su farsa y a encubrir su ineptitud con argumentos como: “yo tengo otros datos” o “me dejaron un cochinero”. Decretó el fin del neoliberalismo en México como si un modelo económico, cuyas raíces permean hasta la médula de la sociedad, pudiera abolirse con una frase, una idea tan absurda como la de pretender salvar a un moribundo declarando el fin de la enfermedad que lo consume sin otorgar ningún remedio. Su política, cada vez más difícil de justificar, cuando se presenta con crudeza, pretende ser salvada por su camarilla de fanáticos que, como Cantinflas, manifiestan: “Estamos peor, pero estamos mejor, porque antes estábamos bien pero era mentira. No como ahora que estamos mal pero es verdad”. Si en el comediante, este discurso era hilarante, en el Presidente resulta trágico.
Ante esta realidad hay quienes alzan la voz, quienes en medio de la tormenta claman por una transformación que salve al país, que le gritan al pueblo: ¡no camines por ahí porque te conducen al abismo! ¡Despierta! Sin embargo, estos clamores pretenden ser apagados por el ruido de los gritos que, desde Palacio Nacional, salen cargados de veneno contra los detractores. Si algo debe reconocerse al señor Presidente es que supo ubicar correctamente a los verdaderos y posiblemente únicos antagonistas reales de su política.
Antorcha, la organización de masas más grande del país fue, es y será contradicción de Morena y el obradorismo, así como ellos lo son de la política antorchista. No tiene esto absolutamente nada que ver con cuestiones personales. Antorcha lleva luchando casi medio siglo, y seguirá, una vez que la fiebre morenista desaparezca. La esencia de la contradicción radica en la oposición de intereses existente: los antorchistas quieren transformar al país radicalmente, acabar con la desigualdad, madre de los peores males de la sociedad y distribuir la riqueza que hoy acumulan unos cuantos ricachos; quieren, a diferencia del morenismo, desaparecer la miseria y no perpetuarla con dádivas que encadenan al hambriento a la caridad del poderoso. Nuestra política es contraria a la del Presidente y sus antecesores; lo sabemos y él lo sabe.
Por esa razón, Antorcha es señalada ahora como el enemigo público número uno, es calumniada en cada oportunidad y ronda como una pesadilla que no deja dormir al Presidente y al morenismo. Esto, sin embargo, no solo no nos asusta ni preocupa; todo lo contrario, nos enaltece. Lo peor que pudiera pasarnos es ser halagados por el poder, ese poder que nosotros intentamos regresar a manos del pueblo a quien pertenece y que buscamos transformar. El afán de herirnos es la mejor prueba de que el gobierno es consciente de nuestra fuerza y nuestra razón. Cuando pase el vendaval, cuando se sienta la resaca de todo lo sufrido, cuando la niebla que hoy nos cubre se disipe y se vean las cosas tal y como son y solo cuando los ojos de quienes hoy son engañados puedan ver destrucción y miseria, ¿sabe el pueblo lo que hará el antorchismo en esos momentos de indignación? Tenderá su mano nuevamente a los humildes, hoy engañados por el poder, y será para ellos, sin hipocresía alguna, la luz que alumbre en el camino de oscuridad que hoy construyen los que nos calumnian.
En los primeros 18 días del mes de febrero se han cometido mil 325 homicidios, lo que equivale a un promedio de 73.6 casos por día, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad.
El desempeño de la 4T en estos casi cinco años ha sido ríspido y polarizante, lo mismo con maestros, estudiantes, médicos, empresarios, periodistas y magistrados, que con instituciones políticas, organismos autónomos y clases medias.
La destrucción de las instituciones de un país no es buena idea, y menos cuando se proclama a los cuatro vientos que Morena está construyendo el segundo piso de la “Cuarta Transformación”.
Los ataques de la 4T son sistemáticos y tienen como objetivo lo mismo desaparecer instituciones que enemigos políticos, como se vio en el caso reciente de panista Ricardo Anaya, a quien AMLO ve como serio rival de su partido en la elección de 2024.
Ricardo Anaya calificó como una ocurrencia y un fraude de más de dos mil 70 mdp a la Megafarmacia del Bienestar que inauguró AMLO el pasado 29 de diciembre.
La Secretaría de Hacienda (SHCP) y la 4T tienen realmente un problema con el paquete económico, algo muy complejo, porque se requieren pagar muchos proyectos con pocos recurso.
La sociedad humana sigue dividida en clases sociales; cada día la división se hace más profunda y ha llegado hasta a amenazar seriamente la existencia del género humano.
Los diputados locales demandaron que se inicien los procedimientos de investigación para determinar las responsabilidades y sanciones.
La pluralidad manifestada en estos foros demuestra la debilidad del argumento enarbolado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Con grandes pendientes e importantes problemas por resolver en materia de salud, educación, infraestructura y política fiscal, concluirá el sexenio de López Obrador, aseguró México Evalúa.
Raynel Ramírez Mijangos y su familia han gobernado durante 22 años al frente de seis administraciones, caracterizadas por actos de corrupción, prepotencia y violencia física en procesos electorales.
El “efecto AMLO” no solo sirvió al Movimiento Regeneración Nacional (Morena) para alcanzar la Presidencia, sino para lograr en Texcoco una votación excepcional, por ello no significa que les vaya mejor a los texcocanos.
Los responsables de las dependencias deberán explicar si informaron o no a tiempo al Ejecutivo Federal, sobre la peligrosidad del Huracán Otis, y por qué no se alertó a la población.
El INE les advirtió que las candidaturas correspondientes podrían no ser registradas.
La mayoría de los gobiernos estatales del partido oficial se han caracterizado por su alto índice de trabajo informal y los elevados niveles de endeudamiento público.
Putin actualiza doctrina que permite respuesta nuclear a un ataque contra Rusia
El teatro, un arte que debe despertar al pueblo
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Escrito por Abentofail Pérez Orona
COLUMNISTA