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Desde que se inició la cuarentena provocada por el Covid-19, sus semáforos han evitado este año la práctica de las tradiciones populares más arraigadas en nuestro país. Las pocas alegrías de los trabajadores son precisamente estas fiestas y sus francachelas. Es cierto que estas fechas implican reuniones con familiares y amigos, y que aumentan los riesgos de contagio. ¿Pero qué puede esperarse cuando el civismo que nos enseñan en la escuela no es aplicado por el Gobierno Federal? El pueblo, con justa desconfianza, ve que éste no respeta las reglas cívicas más elementales y cotidianamente manipula o “torea” las cifras negativas de la pandemia con la vista puesta en las próximas celebraciones “trascendentes” como el Día de Muertos, el 12 de Diciembre, las Fiestas Navideñas y Año Nuevo.
Si bien es cierto que estas fechas son muy importantes para nuestro pueblo, mucho más importante es la vida. El Covid-19 sigue cobrando víctimas. La pérdida irreparable de familiares, amigos y vecinos que, de un momento a otro, ya no están con nosotros, casi llega a los 100 mil, según las cifras oficiales, aunque éstas no son las reales. Además, vemos con pesar cómo los estragos se multiplican a causa de la pobreza material de la mayoría poblacional, debido a que el monstruo del Covid-19 ha rebasado a la ciencia. A diferencia de otros pueblos del mundo, México se encuentra vulnerable y a expensas de que alguien encuentre la vacuna y quiera vendérnosla. Una población fuerte a base del deporte, el arte y una buena alimentación nos hubiera ayudado mucho, pero los recursos nunca son suficientes y, como en los cuentos de Juan Rulfo, la gente siempre tiene hambre. En este atroz escenario se cortaron de tajo los fideicomisos, cuyo poco dinero estaba destinado a promover estas actividades. La ambición y el bajo razonamiento de los miembros de la “Cuarta Transformación” (4T) llevan al país al colapso.
Volviendo al tema de las tradiciones, no podemos negar la riqueza cultural de nuestro folklor, incluidos la gastronomía y los bailes, cuyas bellezas son insuperables. Pero, estimado lector, piense por un momento que, en ellas, intervienen las clases gobernante y empresarial, la primera para manipular y mantener entretenido al pueblo, y la segunda para además vender sus mercancías con sensiblerías y sin ningún escrúpulo. Desde hace dos milenios se denunció que hasta en la casa de Dios se vendían mercaderías, que éstas implican siempre enormes sacrificios y, las más de las veces, gastos innecesarios. Si pese a estos inconvenientes, se insiste en celebrar tales fiestas, por lo menos que la gente tome las debidas precauciones, guarde la sana distancia y se integre en grupos reducidos para no incrementar por liviandad la tragedia nacional. Es necesario que no caiga en las trampas de los empresarios y los gobernantes, quienes saben bien que la economía se halla en picada y están desesperados por alentar los hábitos de consumo del pueblo mexicano para salvar sus negocios. Por ello prefieren que la gente festeje, se contagie y muera, en lugar de mermadas sus ganancias o tener que invertir en el combate a la enfermedad. No es casual que los empresarios difundan que las pensiones son responsabilidad de los mismos trabajadores, que la edad de jubilación sea a los 75 años, que la jornada de trabajo aumente de ocho a 11 horas y que, con el mismo apetito por el dinero, el gobierno de la 4T haya extinguido los fideicomisos y autorice el aumento de precios de la telefonía celular y del Internet aprovechando que ahora las clases escolares son virtuales.
Conforme se profundice la crisis, escucharemos éstas y otras aberraciones, porque la recuperación y salvación económica de las empresas se finca sobre las espaldas de los trabajadores, que deben de estar alertas y no escuchar “el canto de sirena” de quienes históricamente los han explotado y utilizado como una mercancía más. No es tiempo de entretenerse con las tradiciones porque ha llegado la hora de luchar. Ya vendrán tiempos mejores, cuando el pueblo organizado tome el poder político y desarrolle el aparato productivo, la ciencia, el deporte y las artes. Mientras tanto, es indispensable que no caiga en el circo de la 4T; porque así como van las cosas, no sabemos si en esta ocasión esperaremos la visita de nuestros muertos o nosotros tendremos que ir a visitarlos.
Los campesinos de Yosoñama tienen más de medio siglo en propiedad, mil 740 hectáreas de tierra.
A pesar del agotamiento de la autognosis del mexicano, el nacionalismo contemporáneo replica en los discursos más alineados al status quo que surgieron bajo la doctrina de la mexicanidad.
Todo el proyecto de la 4T aparece definido por un irracionalismo que invierte e intercambia la realidad.
En estos días de gobierno de la 4T está agregando a su forma de gobernar la política del miedo, de la represión política y la del terror mediático.
Los decesos durante ese periodo fueron 108 mil 658, según la institución. Con ello, representó el 15.9 por ciento de los fallecimientos en el periodo referido.
En el ejercicio presupuestal de este año se vio reflejado mayores recortes, afectando el funcionamiento de las instituciones educativas.
Como lo demuestran los hechos, la "4T", ahora, según, “humanismo mexicano”, es una pálida repetición de la misma política en favor de la misma clase, pero ahora apoyada por los medios, difundida mediante una pavorosa agresión ideológica.
"Aquí no hay salidas fáciles, no hay milagros, aquí queda solo crear una fuerza nacional y tomar el poder político por la vía democrática".
López Obrador “no entendió” que debía erradicar la corrupción de las instituciones, no dedicarse a destruirlas; que tenía que fortalecer al Poder Judicial, no infiltrarlo.
La dependencia económica, la dotación de un presupuesto insuficiente y la impuntualidad en la entrega de éste han provocado desde hace años una crítica situación en la vida universitaria.
AMLO además de regañar a la población que va a sus eventos, quiere imponerse y obligar a los mexicanos a que digan que sí han recibido los apoyos.
El Producto Interno Bruto (PIB) del país sigue estancado; y lo único que vemos es cómo los empleos se pierden por miles.
Ciudadanos se metieron al recinto del evento presidencial y exigieron apoyos, ya que no han sido contemplados tras el paso del huracán Grace.
El Presidente carga ya sobre sus espaldas con 179 mil 185 homicidios, cifra que equivale a un asesinato cada 15 minutos y 95 diarios. En ninguno de los últimos cinco sexenios hubo tantos decesos. Esto no es paz, esto no es un juego.
Con casas de campaña, el movimiento ocupó la mitad de la Plaza de la Constitución desde el pasado 23 de septiembre.
Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA