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El primer contagio de Covid-19 se detectó en México el 27 de febrero de 2020; tres semanas después, el 18 de marzo, murió el primer paciente y, a partir de ese día, se desató una de las pandemias más devastadoras en la que, además del SAR-COV2, uno de los principales responsables es el Gobierno Federal.
Desde la aparición del Covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO); su Secretario de Salud, Jorge Alcocer y el Subsecretario Hugo López-Gatell desestimaron la gravedad del problema e incurrieron en peligrosos actos de negligencia. Según cifras oficiales, hasta el seis de marzo, el resultado de dos años de ineficiencia son cinco millones 534 mil 86 contagios y 319 mil 859 muertes.
Detrás de estas cifras catastróficas hay historias de dolor, lágrimas de frustración e indignación debido a que los citados funcionarios públicos desoyeron sus demandas de atención y las lecciones de varios países para aplicar la estrategia adecuada y mitigar el impacto de la pandemia mediante oportunos protocolos sanitarios.
Tras conocerse los primeros contagios, a AMLO únicamente se le ocurrió decir: “hay que abrazarse, no pasa nada”. Y al mes de que el Covid-19 había sentado plaza en México, afirmó que la curva de contagios se había aplanado e insólitamente agregó: “nos vino esto como anillo al dedo” para sugerir que la pandemia afianzaría la “Cuarta Transformación” (4T).
En ese periodo, los casos confirmados eran 17 mil 799 y los muertos más de 700; aun así, el 28 de febrero de 2020, en su conferencia de prensa matutina, aseveró: “no es algo terrible, fatal. Ni siquiera es equivalente a la influenza”.
Hasta el primero de marzo de este año, la Secretaría de Salud había contabilizado cinco millones 521 mil 744 contagios y casi 320 mil fallecimientos, cifras muy superiores a las de la influenza AH1N1 de 2009, cuando se registraron mil 172 muertes y 70 mil 715 contagios.
Por muchos meses, el Presidente desestimó el uso del cubrebocas y, en una ocasión, cuestionado por reporteros, declaró a modo de chascarrillo: “me voy a poner un tapaboca ¿saben cuándo? Cuando no haya corrupción. Ya entonces me pongo tapabocas”, lo que provocó la indignación de los trabajadores de salud y de la opinión pública, ya que para entonces la Organización Mundial de la Salud (OMS) había recomendado el uso del cubrebocas como medida eficaz para reducir los contagios.
El 30 de abril de 2020, tras casi 64 días de iniciada la pandemia, el número de pacientes aumentó, pues llegó a 19 mil 224 contagios confirmados y mil 859 fallecidos, cifras que representaron un incremento del nueve por ciento.
México ocupa hoy el quinto lugar de muertes por Covid-19 en el mundo y el decimosexto entre las naciones con más contagios; expertos en epidemiología que han dado seguimiento a la pandemia afirman que la cifra real de decesos puede llegar a 650 mil.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) informó, en mayo de 2021, que el gobierno de México era el país de Latinoamérica con menos recursos financieros para apoyar económicamente a su población y destacó que si lo hubiera hecho habría evitado la quiebra de decenas de miles de pequeñas y medianas empresas que necesitaban apoyos fiscales.
Tampoco otorgó apoyos económicos a las familias mexicanas, lo que obligó a muchas madres y padres a salir a trabajar en pleno confinamiento sanitario y a exponerse al contagio. Esta actitud negligente se debió, según asegura la microbióloga Laurie Ann Ximénez-Fyvie, a la estrategia de López-Gatell de esperar hasta que los mexicanos alcanzaran la inmunidad de rebaño.
La ineptitud del subsecretario de Salud
A pesar de las medidas de prevención aplicadas en otros países para evitar contagios masivos, el titular del Poder Ejecutivo únicamente se encomendó a unas “estampitas religiosas” y afirmó que su honestidad lo ayudaría a no contraer el Covid-19.
Pero su manifiesta ineptitud no se limitó a la emisión de este tipo de ocurrencias sino que, al inicio de la pandemia, AMLO nombró como responsable de su combate a López-Gatell, ya que el Subsecretario de Salud es epidemiólogo egresado de la Bloomberg School of Public Healt de la Universidad Johns Hopkins, e investigador miembro de varias comisiones editoriales de revistas científicas como Global Health Action; además, la actual sería la segunda pandemia que enfrenta.
En estos dos años, el desempeño de López-Gatell ha dejado mucho qué desear. En 2009, durante la administración del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, fue de los expertos en atender la pandemia de la influenza AH1N1; pero debido a sus pésimos resultados, fue removido de esa tarea.
En ese año fungió como director general adjunto de Epidemiología en la Secretaría de Salud. Su mal desempeño e ideas erróneas provocaron que la administración del entonces presidente Calderón lo destituyera de su cargo por considerarlo ineficiente. ¿La razón? Se opuso a realizar pruebas masivas del nuevo virus, así como a ordenar el cierre de establecimientos, ya que los consideraba un desperdicio de recursos.
En ese periodo, Gatell estaba a favor del modelo de vigilancia epidemiológica Centinela, método para recopilar sistemáticamente datos de los contagios mediante una vigilancia rutinaria en un número limitado de puntos, los cuales son elegidos como muestra representativa de la población general. Esta misma metodología fue aplicada en esta pandemia, que ha colocado a México en el quinto lugar mundial de muertes por Covid-19.
En este bienio ha encabezado el Comité para la Atención de la Pandemia por Covid-19 con el doctor José Luis Alomía, director general de Epidemiología y vocero técnico del comité; Manuel Cervantes Ocampo, titular de la Coordinación de Atención Integral a la Salud en el primer nivel del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y Ricardo Cortés Alcalá, director general de Promoción de la Salud.
Pero desde que López-Gatell asumió la responsabilidad de proteger a la población del mortal virus, iniciaron las incongruencias y los disparates que lo han exhibido como un funcionario ineficiente y locuaz; ya que los innumerables tropiezos en que ha incurrido el gobierno mexicano se atribuyen a sus decisiones y, sobre todo, a su obediencia ciega al Presidente.
Contrario a lo que afirmaba la OMS con respecto a la utilidad del cubrebocas para disminuir el riesgo de adquirir el virus SARS-COV2, en abril de 2020, López-Gatell aseguró que “usar cubrebocas tiene una pobre utilidad o incluso tiene una nula utilidad”. Sin embargo, seis meses más tarde, en noviembre, el funcionario llamó a los medios de prensa para que difundieran la gran utilidad que tiene el uso del cubrebocas.
El lunes 16 de marzo de 2020, AMLO realizó varias giras de trabajo de fines de semana, durante las cuales mantuvo contacto personal con muchas personas a las que abrazó y besó. Cuando los reporteros preguntaron a López-Gatell si el Ejecutivo Federal no era una fuente de infección, su respuesta fue: “no es una fuerza de contagio… la fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio, en términos de una persona, un individuo que pudiera contagiar a otros”.
Y pese a que, en ese mes, la cifra de fallecimientos por Covid-19 se encontraba ya elevada, López-Gatell y otros funcionarios del gabinete de AMLO subestimaron el grado de peligrosidad y letalidad de la nueva cepa. “No es, repito, según la información que se tiene, algo terrible, fatal, ni siquiera es equivalente a la influenza, para que todos los que están escuchando tengamos esta información”, afirmó el Presidente.
El cuatro de junio de 2020, cuando ya se contabilizaban 12 mil 545 decesos, López-Gatell aseguró que el escenario más catastrófico al que México podría llegar era de 60 mil fallecimientos. Hoy, esa cifra “catastrófica” fue superada con mucho sin que el funcionario se inmute o dé la mínima muestra de enmienda a sus yerros.
A López-Gatell únicamente le importa repetir el discurso del Presidente y justificar sus decisiones políticas sin importarle la vida de los mexicanos. En ningún momento aplicó las medidas básicas recomendadas por la OMS para contener el Covid-19 y otras enfermedades infecciosas: pruebas masivas, rastreo de casos y aislamiento selectivo de casos positivos.
La doctora Laurie Ann, destaca que la cifra de muertos en México es tres veces superior a la que hubo en nueve países (Vietnam, Japón, Tailandia, Corea del Sur, Australia, Singapur, Taiwán, Hong Kong y Nueva Zelanda) fue de 101 mil 802, pese a que tienen 414 millones de habitantes en conjunto. En México, cuya población es de 127 millones, han fallecido 319 mil personas.
Covid-19 evidencia desigualdades
La negligencia del gobierno de AMLO evidenció aun más la desigualdad socioeconómica que existe en México. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) titulado Primeras lecciones y desafíos de la pandemia de Covid-19 para los países del SICA, cita al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, quien reveló que la pandemia de Covid-19 exhibió “riesgos que hemos ignorado durante décadas: sistemas de salud inadecuados; brechas en la protección social; desigualdades estructurales; degradación ambiental; la crisis climática. Regiones enteras que habían logrado avances en la erradicación de la pobreza y la reducción de la desigualdad han experimentado, en cuestión de meses, un retroceso de años”.
El mismo Guterres aseveró que las personas en condiciones vulnerables (pobreza y pobreza extrema), que padecen alguna enfermedad o son personas de edad avanzada, pertenecen al sector social más frágil ante el virus. El documento destaca, además, que el primer golpe de la pandemia recayó en los sistemas de salud de todos los países, pero que afectó en mayor o menor medida a los más pobres.
“La mayoría de los países reveló su alta fragilidad y se vio desbordada ante las oleadas de personas infectadas, pues no tenía los equipos sanitarios suficientes para atenderlas ni los medicamentos y equipos necesarios para curarlas, y tampoco había –y aún no hay– una vacuna para impedir el contagio”.
La socióloga argentina Maristella Svampa aseveró que la pandemia del Covid-19 evidenció problemas que antes eran minimizados, incluso invisibilizados. “Por un lado, puso al desnudo las desigualdades sociales, económicas, étnicas y regionales y los altos niveles de concentración de la riqueza, haciéndolos más insoportables que nunca”. El sistema neoliberal evidenció el retroceso de los servicios básicos, en la salud, la educación, el acceso a la vivienda y la degradación del hábitat, enfatizó.
China fue el primer país en aplicar medidas mucho más drásticas como la realización de pruebas masivas en su población –incluidos los asintomáticos– el distanciamiento social y el confinamiento en ciudades enteras.
Los gobiernos de algunas naciones también desarrollaron sus propios antídotos. La Federación de Rusia fue la primera en registrar su vacuna anticovid. De acuerdo con la agencia de noticias Sputnik, ésta fue desarrollada por el Centro NITsEM N. F. Gamaleya. Sus investigaciones fueron publicadas en la revista internacional Vaccines, aunque sin el reconocimiento de la OMS. La primera oficialmente reconocida fue la vacuna Pfizer.
Sputnik V, Cansino, CoronaVac, Pfizer, Oxford, Moderna, Johnson & Johnson, Abdala y BioNTech son algunos de los antídotos que los países desarrollaron para disminuir las muertes por Covid-19.
En 2020 y 2021, México ocupó el tercer lugar en decesos, por debajo de Brasil y Argentina.
Llegó la cuarta ola y Gatell sin reaccionar
En la primera ola del Covid-19 (de marzo a junio de 2020), el promedio semanal de contagios fue de siete mil casos y el máximo alcanzó nueve mil 556. En la segunda ola, el promedio fue de 17 mil 559 contagios y el máximo de 22 mil 339. En la tercera ola, el promedio fue de 18 mil 493 contagios y el máximo de 24 mil 975. En la cuarta ola, iniciada el seis de enero de 2022, se registraron 25 mil casos de Covid-19, la más alta desde agosto de 2021, y el 10 de febrero se contabilizaron 34 mil 261 contagios en un solo día y 927 defunciones, la cifra más alta en este rubro.
Pese a estos números, el subsecretario López-Gatell no reaccionó. Sin duda su frivolidad comienza a pesarle. En enero de 2021, se le vio en la playa de vacaciones, pocos días después de recomendar a la gente “quedarse en casa”. En otro momento, se le vio en la calle sin cubrebocas y festejando junto a su novia. Del Secretario de Salud, Jorge Alcocer, nada o muy poco se sabe.
A mediados de 2021, este semanario dio voz a varios especialistas que alertaban en torno a que la tercera ola sería más contagiosa y letal; pero López-Gatell y el titular de la Secretaría de Salud afirmaban que los contagios y muertes eran menores e invitaban a la población a que los estudiantes de todas las edades y niveles escolares regresaran a clases presenciales.
La pandemia nunca fue “domada”, como varias veces presumió AMLO; y sin temor a caer en exageración, puede decirse que ella misma “se domó”, ya que las medidas de restricción sanitaria en lugares públicos fueron pocas y no se respetaron; la campaña de sana distancia fue un fiasco y la vacunación fue tardía, lenta, incompleta y hecha con tintes político-electorales, como lo evidencia su aceleración ahora que se acercan las elecciones del seis de junio.
Tan incompleta e incierta ha sido la vacunación en México que, en una ocasión, López-Gatell dio la siguiente respuesta a la pregunta sobre por qué algunos padres de familia se habían amparado contra la decisión del Gobierno Federal de no aplicar biológicos a los niños: porque con “cada niño vacunado con amparo se le quita la oportunidad a un adulto”.
Las protestas de médicos en todo el país por falta de insumos para combatir el Covid-19 se produjeron desde la primera ola. Éste fue uno de los sectores más lastimados por el Gobierno Federal, porque se les negó la vacuna a pesar de que mantuvieron contacto directo con los pacientes de Covid-19. El exceso de muertes por el virus saturó los crematorios: “si viene otra ola de pandemia de Covid-19 o peor, pues vamos a colapsar en cremaciones, peor que en mayo”, mencionó en diciembre de 2020 el trabajador de un crematorio.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que en la segunda ola, durante el primer trimestre de 2021, aumentaron 82 por ciento las muertes por Covid-19 respecto al mismo periodo de 2020. En 2022 se cumplieron dos años del inicio del “infierno” para miles de mexicanos. En plena cuarta ola, de acuerdo con las actas de defunción, autoridades sanitarias reconocen que el número de fallecimientos puede llegar a los 460 mil. El pasado siete de marzo, los contagios fueron 10 mil y los fallecimientos 461.
La adquisición de vacunas anti Covid-19 ha sido igualmente lenta y a cuenta gotas, igual que su aplicación, ya que el gobierno insiste en no dotarla a menores de edad, un sector vulnerable ante la variante Ómicron y a pesar de que los organismos internacionales ya aprobaron su uso en pequeñas dosis a infantes de cinco años en adelante.
El doctor en ciencias físicas Arturo Erdely escribió, en su cuenta de Twitter, que de la población total de México (127 millones 996 mil 51 mexicanos), el 33.36 por ciento (42 millones 703 mil 898) no ha recibido ni una dosis contra el Covid-19; el 61.73 por ciento (79 millones 14 mil 513) tiene esquema completo de vacunación; el 4.9 por ciento (seis millones 277 mil 640) tiene solo una dosis del biológico y el 21.69 por ciento (27millones 766 mil 278) tiene dosis de refuerzo.
La doctora Ann Ximénez, autora del libro Un daño irreparable: la criminal gestión de la pandemia en México, señaló que la actuación del gobierno de AMLO durante la pandemia ha sido negligente, irresponsable y desastrosa. “No se hicieron pruebas, nunca se estableció un protocolo para el rastreo de contactos, esto hizo imposible detectar los casos asintomáticos que era los que empujaban el motor de los contagios en las comunidades”, señaló.
En cuanto a la vacunación, la investigadora insistió en que no ha sido suficiente para mitigar la cantidad de vidas que se están perdiendo, ya que México es el país con menor cobertura de vacunación en el continente americano. Lo ideal, aseguró, sería que ahora el 90 por ciento de la población ya estuviera vacunada.
Pero la Secretaría de Salud ya actualizó el Semáforo Epidemiológico para las semanas del siete al 20 de marzo; y “pintó” de verde a casi toda la República, con excepción de Querétaro, que continuará en amarillo. Es decir, se regresará a las actividades normales porque, según la dependencia, los casos de Covid-19 disminuyeron, así como hospitalizaciones y muertes.
El Semáforo verde desaparece las restricciones de movilidad y permite el aforo del 100 por ciento a los espacios públicos. El domingo seis de marzo, México reportó 35 nuevas muertes y mil 905 contagios por Covid-19.
Por lo menos 224, 244 vidas se hubieran salvado de haber existido un manejo diferente de la pandemia.
El coronavirus (Covid-19) trastocó las relaciones internacionales y es evidente que nada volverá a ser igual, pues sus efectos presagian el inicio de un nuevo orden mundial.
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Escrito por Citlali A. Ramírez M.
Periodista