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Todo partido representa los intereses del grupo o la clase social que lo ha formado; el objetivo principal de todo partido siempre ha sido conquistar el poder político y convertirse en un instrumento para llevar a la práctica su filosofía y programa de acción.
En teoría, ese plan de acción se debe ejecutar tal y como se ha planteado; pero una vez al mando, los dirigentes de los partidos políticos, así como candidatos y personajes destacados (gobernadores, diputados, senadores o presidentes municipales) suelen interpretar libremente los estatutos de su partido; y esto ocurre sin importar el color de los partidos. Un verdadero plan para gobernar con responsabilidad a un grupo numeroso de la población debería recoger las necesidades y lo que a la sociedad le interese, ya sea resolver los principales problemas sociales y asegurar con ello un futuro de bienestar para toda la población.
Los partidos políticos se volvieron “indispensables” para la sociedad desde hace varias décadas, cuando el derecho a participar en política “se traducía” en soberanía nacional y también cuando se consideró más necesario al parlamentarismo para articular mejor las posturas de grupos y organizaciones políticas; esto sucedió, por ejemplo, desde los Tories y los Whigs en el parlamento inglés, los primeros vinculados a la corona inglesa y los segundos al parlamento.
Durante la Revolución Francesa aparecieron grupos políticos como los monarquicos constitucionales, los girondinos y los jacobinos; poco a poco, los partidos se fueron convirtiendo en pieza clave de la relación entre el Estado y la sociedad; quienes conquistaban la simpatía de los electores y ascendían al poder mediante el voto mayoritario iban imponiendo su plan de acción, que debía conservar la aprobación mayoritaria para que el voto periódico refrendara su poder.
Aparentemente, los principios y el programa de acción han perdido importancia para casi todos los partidos políticos mexicanos; sus representantes, especialmente en los procesos electorales, ya no se preocupan por ocultar sus propósitos; no persiguen el poder para lograr justicia y equidad social, sino para satisfacer sus intereses personales o del grupo al que representan, traicionando sus principios, su programa y a todos sus agremiados.
En estos días, los partidos políticos vuelven a la escena mediática; en el estado de Puebla habrá nuevas elecciones y la telenovela se volverá a repetir. Durante la campaña, para conquistar el poder estatal, las promesas se multiplicarán. Pero en Puebla los acuerdos ya llegaron hasta Palacio Nacional y el candidato morenista, Miguel Barbosa, después del show electoral, gobernará unos seis meses o un año cuando más, antes de pasar la estafeta a algún político priista con máscara morenista.
El PRI ha entrado en una contienda interna para elegir a su nuevo dirigente; hasta ahora, ningún ciudadano se ve interesado en el tema y parece que tampoco los priistas; aunque su dirigente actual, Claudia Ruiz Massieu, haya dicho que habrá piso parejo en la contienda y que la renovación será justa para todos los aspirantes; aún no hay convocatoria y esperan que el INE defina las reglas del proceso. Pero más allá de la elección y los candidatos, el PRI se ve muy desgastado y sin rumbo claro; para darse cuenta de la debacle del priismo nacional bastan los videos de la renuncia de René Juárez Cisneros o de Ulises Ruiz. El cambio de dirigencia del PRI no ayudará en nada al partido, que poco a poco se irá encaminando a su desaparición, a menos que algún grupo o político joven saque del rincón y desempolve los principios heredados de la Revolución Mexicana y los ponga en práctica, velando, ahora sí, por los intereses de los mexicanos; esto se ve muy difícil de realizarse porque los priistas, viejos y jóvenes, están convencidos de que el PRI les pertenece y no debe pasar a otras manos.
En esto tampoco ayuda la política de oídos sordos y de prepotencia gubernamental en tres entidades gobernadas por viejos priistas: en Hidalgo, Omar Fayad Meneses; en Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa y en el Estado de México, Alfredo del Mazo Maza. En la última semana, los tres gobernadores fueron blanco de la denuncia pública por no atender las demandas de obra social (vivienda, educación, salud, apoyos al campo, entre otras) en sus respectivos estados, en donde la población ya no aguanta y podría entrar en una verdadera crisis. El 26 de marzo, ocho mil campesinos marcharán en Oaxaca; en Toluca, 50 mil personas protestarán el 28 de marzo contra el gobierno del Estado de México; y el 10 de abril, 40 mil hidalguenses se presentarán en las oficinas del priista Omar Fayad para reclamar soluciones a sus problemas más urgentes.
La partidocracia mexicana y todas sus instituciones, incluido el partido que ahora gobierna el país, están en crisis de credibilidad; sus gobernantes no han demostrado capacidad para resolver los problemas de 130 millones de mexicanos; sus pugnas internas, algunas muy violentas y el frecuente cambio de camiseta ha hundido a algunos como el PRI, el PAN y especialmente al PRD en una profunda crisis de la que difícilmente podrán salir. Por el momento, querido lector, es todo.
La tragedia que el huracán Otis generó en Guerrero hizo más evidente el afán de lucro político del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Apenas amanece, y los menores ya se encuentran en los surcos. Para los más pequeños, da lo mismo si se cosecha chile serrano, tomate, jitomate, pepino; o si se prepara la tierra para después sembrar.
Este miércoles 4 mil estudiantes protestarán en la Cámara de Diputados para denunciar el poco incremento en materia educativa planteado en el PEF 2024.
El Presidente no puede atenerse únicamente a los discursos morales, debe combatir la pobreza en serio; debe abatir la marginación de fondo y no con programas asistenciales que apuntan al cálculo electoral y a los dobles juegos políticos.
A tres años del sismo del 19 de septiembre del 2017, miles de damnificados aún viven con familiares, vecinos, en campamentos callejeros o rentan viviendas porque las suyas siguen en proceso de reconstrucción debido al burocratismo.
"Será considerablemente justo reducir el impuesto sobre beneficios de las empresas tecnológicas".
La Coparmex consideró que el regreso a clases es posible siempre y cuando se cuente con las condiciones para que sea seguro.
Evidente que el gran problema de México y el mundo, que sobrepasa con mucho al de la corrupción, es la injusta distribución de la riqueza.
Ese incremento al salario equivale a un “no me ayudes compadre”. Éste será otro resultado fallido de la política del gobierno de la 4T.
Entre las asociaciones delictivas que se han conformado en la 4T del presidente Andrés Manuel López Obrador están el Cártel de Caborca, en Sonora; la Unión de León en Guanajuato; y Pueblos Unidos en Michoacán.
En su registro como candidata para la Presidencia por la Alianza Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez hizo un llamado al Presidente a quitar las manos del proceso electoral en curso.
Llamamos a todos los mexicanos, conscientes de esta problemática a luchar sin descanso por un proyecto de país que recoja las reivindicaciones de las mayorías.
“Las mentiras de la administración pasada han quedado expuestas ante las abundantes pruebas del uso de Pegasus”: R3D
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Las Universidades del Bienestar no solo han generado quejas entre la opinión pública, también entre los órganos auditables del Estado para constatar su funcionamiento (ASF) por los escándalos de opacidad, sus únicos logros.
Protestan locutores y artistas del doblaje contra la IA
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).