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Abel Pérez Zamorano
Crecen la desigualdad económica y el poder de la plutocracia
El número de ultrarricos mexicanos se duplicó en el sexenio de AMLO: Oxfam.


El número de ultrarricos mexicanos se duplicó en el sexenio de AMLO: Oxfam.

El gobierno de Morena mintió a los mexicanos al ofrecer el reparto de la riqueza. La desigualdad se ahondó a niveles no vistos y florecieron como nunca las grandes fortunas. Oxfam ha publicado un informe donde consigna y mide el incremento de la desigualdad. De ahí El Economista destaca: “El número de ultrarricos en México se duplicó durante el sexenio pasado, de 10 a 22 personas […] 14 nuevos milmillonarios desde el 2018 son herederos o sucesores en vida de milmillonarios” (El Economista, cuatro de febrero). Al respecto, se destaca que en México no se aplican impuestos a las grandes herencias, en una obsecuente política gubernamental con los magnates.

El año pasado, el mismo medio publicaba: “Fortunas de Slim y Larrea equivalen a la riqueza de la mitad de la población más pobre de América Latina. De los 14 ultrarricos que hay en México, 11 se han beneficiado, y lo siguen haciendo, de privatizaciones, concesiones y permisos que les ha otorgado el gobierno mexicano en las últimas décadas, lo que ha representado la transferencia masiva de riqueza de lo público a una pequeña proporción de personas en lo privado […] El reporte El Monopolio de la Desigualdad mostró que la fortuna de los 14 ultrarricos mexicanos –con más de 1,000 millones de dólares de riqueza– casi se duplicó desde la pandemia […] concentran 8.18 de cada 100 pesos de la riqueza privada nacional […] [reunida la fortuna de Carlos Slim] con la de Germán Larrea, en comparación con el inicio de la pandemia las fortunas aumentaron 70%, representando seis de cada 100 pesos de la riqueza privada del país” (El Economista, 23 de enero de 2024). Y efectivamente, como dice el informe, se benefician de jugosas concesiones y permisos; como es sabido, el sexenio anterior fue el más generoso en asignación directa de obras a los empresarios más acaudalados, traspasando así riqueza pública a fortunas privadas.

López Obrador (ignorando de manera supina la historia y la economía política) pregonó que separaría el poder económico del político… e ilusionó a muchos ingenuos. Pero ¿qué ocurrió realmente? Dice Oxfam: “Esta excesiva concentración del poder económico guarda una estrecha relación con el poder político: los ultrarricos en México lo son, sobre todo, por décadas de gobiernos que han renunciado a regular su acumulación de poder e influencia. Las grandes empresas son una de las principales fuentes del poder económico y, al tener poder monopólico, tienen la capacidad de fijar los precios en los principales sectores de la economía, lo cual afecta el bolsillo de la población restante […] En México, 93% de los activos físicos está en posesión de apenas el 10% de las empresas. Este poder económico se traduce además en poder político, que les permite influir en las reglas del juego de su relación con el Estado mexicano. También afecta a las micro, pequeñas y medianas empresas, porque nuestras reglas del juego parecen tratar por igual a actores muy desiguales” (El Economista23 de enero de 2024). López Obrador jamás aceptó limitar ni un ápice los fabulosos ingresos de los multimillonarios, y hoy, más que antes, el poder político pertenece a estos últimos, regla hace mucho advertida por Marx. Conque, ¿dónde quedó aquello de separar el poder político del económico?

Y el futuro no se aprecia mejor; la riqueza se concentrará más todavía: “La población millonaria [más de un millón de dólares] en México crecerá 24% hacia 2028. Cálculos de UBS Global Wealth Management ubican a nuestro país en el top 10 de los que verán un mayor crecimiento en su número de millonarios. En México, la riqueza promedio por individuo aumentó 150% entre 2008 y 2023” (El Financiero, 11 de julio de 2024). ¿Dónde quedó entonces aquello de que “los pobres primero”? Una verdadera tomadura de pelo, burla sangrienta a los pobres, y a los crédulos.

Ciertamente, México no es excepción en esta tendencia concentradora. Estamos ante los efectos de una inexorable ley general del desarrollo capitalista, que opera en cada país con diferencia de forma, profundidad y celeridad. Desde los años ochenta, la desigualdad aumentó. “En todo el mundo, el 10% con mayores ingresos se lleva más del 50% de todos los ingresos percibidos, mientras que el 50% más pobre sólo se lleva el 5% […] Dentro de la OCDE, Estados Unidos es el país más desigual, con un 21% de la renta nacional destinada al 1% más rico, igual que en México (21%)” (El Viejo Topo25 de enero). Consecuentemente, según el Banco Mundial, ésta será “una década perdida para la guerra contra la pobreza mundial”. En correspondencia con lo anterior, “el último Informe sobre la Riqueza Mundial de UBS muestra que el 1.5% de los poseedores de riqueza personal más ricos se lleva alrededor del 48% de toda la riqueza personal mundial, mientras que el 40% de la población mundial más pobre no posee nada (después de las deudas)” (Ibid.). Y agrega que 147 empresas controlan 40 por ciento de la riqueza mundial, según el Instituto Suizo de Tecnología, y 737 empresas controlan el 80 por ciento. Según Oxfam “la riqueza de los multimillonarios creció tres veces más rápido en 2024”. Y las fortunas de los magnates de Estados Unidos aumentan a razón de dos millones de dólares por día.

La concentración de la riqueza es una tendencia inmanente al capitalismo. Marx lo formuló en “La ley general de la acumulación del capital”, a la que dedica un capítulo especial de El Capital, y que tiene su necesario correlato en la progresiva depauperación de la clase trabajadora. Por tener carácter de ley es de acción necesaria, no algo casual o incidental, que ocurra por una “desviación” del sistema.

Por eso es falsa la tesis de la democratización del capitalismo, según la cual éste, por sí solo distribuirá equitativamente la riqueza, como rezaba la engañosa “teoría de la filtración”, propuesta en tiempos de Reagan, según la cual, con sólo haber crecimiento económico, este se derramaría beneficiando a todos. Así como es un formidable productor de riqueza, este sistema es terriblemente concentrador. Es su profunda contradicción.

Lamentablemente, en términos ideológicos, no pocos profesores en las escuelas ilusionan a los estudiantes diciéndoles que si son emprendedores se enriquecerán; que la riqueza los espera, sólo con que sean audaces y creativos. ¿Y por qué estos profesores que conocen el secreto de hacerse ricos, no lo aprovechan y van ellos mismos a El Dorado que prometen? El capitalismo ilusiona también a la clase media con el engañoso enriquecimiento, como si la riqueza estuviera disponible para todo aquel que la busque; se le venden ilusiones con el claro propósito de que en lugar de que se organice y luche para cambiar este sistema concentrador, busque imitar a los ricos queriendo ser como ellos. A este respecto, Marx advirtió que, en una sociedad dividida en clases, la ideología dominante será la ideología de la clase dominante. Buñuel lo llamó “el discreto encanto de la burguesía”.

Todos los sectores del pueblo, no solamente los obreros, que nada tienen, sino también quienes algo poseen, sea un pedazo de tierra, un pequeño negocio, una máquina o vehículo para trabajarlo y ganarse la vida; todos ellos deben entender que el capitalismo, en su irrefrenable desarrollo hacia el monopolio, tiende a adueñarse de todo, a arruinar a los pequeños negocios y proletarizar a sus dueños. Dentro de las reglas del juego impuestas por el gran capital no hay esperanza para los pequeños propietarios, menos para los desposeídos. Como dijo Dante: “Abandonad toda esperanza quienes aquí entráis”. La única salida realmente viable es que el pueblo sume fuerzas y tome el poder, para así cambiar el capitalismo neoliberal y organizar una economía más justa que permita realmente a todos una vida de paz, digna y con la satisfacción plena de sus necesidades. Sólo la unión de los débiles puede ayudarlos a salir de la trampa. 


Escrito por Abel Pérez Zamorano

Doctor en Economía por la London School of Economics. Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Chapingo.


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