No existe un solo rubro, en el funcionamiento del sistema mundial, que la pandemia de SARS-COV2 no haya trastocado. El inesperado tsunami sanitario mostró los frágiles cimientos político-económicos en que se asienta nuestra civilización y cuyos efectos psico-sociales aún están por determinarse. Sin liderazgo político ante este vuelco global, las grandes empresas trasnacionales han capitalizado la angustia, el deterioro socio-económico, el enojo y la incertidumbre de miles de millones de personas en el planeta.

Este año, y por primera vez en la historia moderna, el problema sanitario adquirió un carácter universal. El mortífero Covid-19 llegó en enero a la ciudad china de Wuhan. Dos meses después, cientos de personas morían en el norte de Italia por el efecto privatizador del sistema hospitalario; en Ecuador se acumulaban miles de víctimas en las calles. Los contagios en Estados Unidos (EE. UU) se cebaron en la clase trabajadora y, en diciembre, tres mil personas murieron diariamente en la ciudad emblemática de la superpotencia.

El mundo no estaba preparado, el 11 de marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) caracterizó como pandemia al brote del SARS-COV2. “Vivíamos en la sociedad del bienestar y por ello nuestra baja tolerancia a la frustración y a afrontar el confinamiento”, explicó la experta del Colegio de Psicólogos de Madrid, Mónica Pereira.

Todas las personas y centros de poder mundial fueron blanco del virus y debieron recluirse. Se confirmó la “teoría del cisne negro” del filósofo Nassim Taleb que advertía: “De forma no prevista, existen y aparecen fenómenos sorpresivos que, aunque no se hayan visto nunca antes, pueden ocurrir”.

La distancia social como control sanitario masificó la telecomunicación, el teletrabajo, la reorganización urbana e impuso nuevas formas de socialización. La reclusión llevó a la parálisis económica y al desplome en el precio de hidrocarburos hasta un nivel inferior del que se registrara 30 años atrás. El efecto dominó rompió el alza imparable de las cadenas de suministro en China.

Quiebras de pequeñas y medianas empresas en todo el planeta causaron la pérdida de 352 millones de empleos de tiempo completo (enero-septiembre). Se esfumaron 143 millones de plazas en países de ingresos medios inferiores (América Latina, África subsahariana y sureste de Asia), según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En países de ingresos medios superiores se disiparon 128 millones de empleos y 43 millones en estados de ingresos altos. Países de ingresos bajos (Afganistán, Burundi, Somalia, Tadjikistán), que carecen de toda protección social, perdieron 19 millones de plazas, informó el analista Gilbert Achcar.

El aislamiento de estudiantes reveló el desigual acceso a computadoras de millones de alumnos, que por eso se rezagaron. Se fortaleció el terrorismo de mercado: maniobras especulativas llevaron al quebranto social a países endeudados, denunció el sociólogo Álex Boso.

La prensa hegemónica reveló el contagio de los jefes de Estado de Alemania, Brasil, Bolivia, Canadá, Guatemala, EE. UU., Reino Unido, entre otros, y del aplazamiento de las Olimpiadas en Japón. Silenció la nula atención médica a pueblos originarios y que mil 300 millones de musulmanes suspendieron su peregrinaje anual a la Meca.

“La historia demuestra que el mundo no mejora después de un desastre, tiende a empeorar”, refirió el historiador de la Universidad de Salamanca, Esteban de Vega. Y así fue: al final de 2020 hay 73 millones de contagios, 1.64 millones de decesos y 47.4 millones de personas recuperadas del Covid-19.

El ocho de diciembre marcó un hito: en Coventry, Reino Unido, Margaret Keenan, días antes de cumplir 91 años, era la primera persona del mundo que recibía la vacuna. Tres días después, México rompía su récord de contagios con 12 mil 253 en un día.

Donald Trump depuesto

Este año comenzó bien para Donald John Trump. En enero pactó con China la tregua a la guerra comercial y, el cinco de febrero, el Senado lo absolvió del juicio político por abuso de poder. La indolencia ante la pandemia hundió al magnate, como cuando invitó a sus conciudadanos a ingerir desinfectante.

A ello se sumó su pésima gestión frente a las protestas antirracistas tras el asesinato de George Floyd en Minneapolis a manos de un policía. En junio-agosto, unos 14 mil ciudadanos fueron arrestados y en más de 30 estados realizaron actos de desobediencia civil que contuvieron 62 mil elementos de la Guardia Nacional.

Entre 15 y 26 millones repitieron la consigna: “Las vidas de los negros importan” (Black lives matter). La ira se acalló debido a la cercanía de la elección presidencial y la reofensiva de Trump contra China, pero volvió en octubre al trascender que el presidente, enfermo por Covid-19, recibía cuidados de excelencia, mientras miles carecían de atención.

Y aunque en EE. UU. el voto popular no determina el proceso electoral, el tres de noviembre, la mayoría ciudadana decidió deponer a Trump. ¡Hasta los republicanos se alejaron de él!, afirmó el editor Finian Cunningham.

Asia ejemplar

Centros de análisis como Stratford y Forbes coinciden en que Asia oriental y Oceanía fueron ejemplo de cómo enfrentar al SARS-COV2. Surcorea, Japón, Malasia, Indonesia, Taiwán, Tailandia e India optaron por férreas medidas de higiene, el estricto confinamiento y uso de avances tecnológicos.

Sin embargo, empeoró la situación en países del suroriente, ya con preocupantes niveles de crisis humanitarias previas. Camboya, Filipinas, Myanmar, Laos y Timor-Leste necesitaron ayuda exterior urgente.

EE. UU. denunció acciones “hostiles” de Beijing en el mar de China meridional, contra sus agentes, que “solo ejercían ahí su soberanía marítima”, explicó Collin Koh, de la Universidad de Singapur. A su vez, manifestantes pro-occidentales en Hong Kong desafiaron las restricciones sanitarias y celebraron el aniversario de su oposición al proyecto de ley de extradición, ya retirado.

Dilema de AL

El Índice de Movilidad del Foro Económico Mundial (24 de enero) anticipó que, en la región latinoamericana, la gente “tiene más posibilidades de prosperar”. Entre 100 Estados, México figuraba en el sitio 58 y Brasil el 60, pero el pronóstico erró porque la pandemia agudizó la endémica crisis socioeconómica regional.

Cuba fue la excepción, pese a sufrir la dramática combinación del impacto por el Covid-19 y el bloqueo de EE. UU., se perfiló como la nación regional de mayor fortaleza. Su desarrollo biomédico le permitió desplegar en 22 países –incluido México– a las brigadas médicas “Henry Reeve” especializadas en graves epidemias.

En cambio, Colombia vivió el año más difícil para sus líderes políticos, sociales y comunales con los 411 actos violentos en Nariño, Cauca, Antioquía y La Guajira. Se registraron 282 asesinatos producidos debido a 71 masacres en zonas donde el gobierno de Iván Duque incumplió la reforma rural del Acuerdo de Paz, denunciaron Indepaz y la Misión de Observación Electoral.

Argentina y el naciente gobierno de Alberto Fernández no pasaron la prueba de la crisis sanitaria, porque fue el sexto país con más contagios en Latinoamérica. Ello acentuó la brecha social, las tensiones internas y la presión de acreedores extranjeros. Sorpresivamente, votó contra Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al respaldar el informe de Michelle Bachelet. Fue una actitud “abiertamente complaciente con la política exterior estadounidense”, criticó el analista argentino Carlos Aznárez.

Perú escenificó la destitución del presidente Martín Vizcarra y su sucesor, Manuel Merino, con las protestas ciudadanas. Francisco Sagasti asumió el cargo y ofreció elecciones. En Guatemala, miles de ciudadanos exigieron la dimisión de Alejandro Giammattei, quien se mantuvo al frente de la Presidencia.

Brasil, epicentro de la pandemia, superó los cinco millones de contagios y 180 mil muertes. Jair Bolsonaro, quien había desdeñado la enfermedad, otorgó subsidios de 110 dólares a más de 67 millones de personas y así batió su récord de popularidad. Entretanto, el Partido de los Trabajadores (PT) siguió en la depresión política.

Hubo tres buenas noticias. A un año del golpe contra Evo Morales, en Bolivia, regresó al poder el Movimiento al Socialismo (MAS), con Luis Arce; pero quedó impune la golpista Jeanine Áñez por sus masacres contra indígenas. El triunfo del “Apruebo” en Chile durante el plebiscito del 26 de octubre cambiará la Constitución impuesta por el genocida Augusto Pinochet. En Venezuela ganó la opción bolivariana en las legislativas y se esfumó la presencia de Juan Guaidó.

Medio Oriente

El asesinato del general iraní Qasem Soleimani, gran estratega antiterrorista que venció al Estado Islámico, presagió un año terrible para esa región. EE. UU. lo ejecutó con un dron y la ayuda táctica de Israel, que lo consideraba como su gran enemigo. Por ello, antes de dejar la Casa Blanca, Trump ordenó a su aliado sionista ejecutar al más importante científico nuclear iraní, Mohsen Fakhrizadeh.

La alianza Washington-Tel Aviv bloqueó toda esperanza de establecer el Estado de Palestina. No hay visos de que Joe Biden opte por la distensión, explicó el experto en seguridad, Murtaza Hussain.

Además, mientras los palestinos denunciaban que Israel cambia los nombres palestinos en los poblados que ocupa, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin establecen relaciones con el gobierno sionista. Trump anunció que Marruecos se alió con Israel y, en breve, Arabia Saudita hará lo mismo para consolidar el bloque contra Irán.

A nueve años del conflicto que le impuso Occidente, Siria recibió la pandemia con enormes costos. Pese a la acción de paramilitares y el acoso turco, las fuerzas de Bashar Al Assad dominan más del 70 por ciento del territorio. La pandemia ocasionó un millón de contagios en Yemen y empeoró la emergencia humanitaria de seis años de guerra con los países ricos del Pérsico.

Europa en vilo por el Covid-19

El Covid-19 rebasó todo debate sobre el Brexit, el consenso sobre una política migratoria y la relación con China y Rusia en la Unión Europea (UE). En diciembre, el bloque europeo sumaba 68.1 millones de contagios y 1.5 millones de decesos.

En junio, al buscar un acuerdo para reactivar la economía de la eurozona, la canciller alemana Angela Merkel anunció: “La UE está en la situación más difícil de su historia” y esto obligó al Parlamento Europeo a aprobar un plan anticrisis que rechazaron Polonia y Hungría.

La pandemia derribó el mito de “ejemplos modelo” de los países nórdicos (Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega) sobre el dominio del virus, luego de que miembros de esos gobiernos dieron positivo. Por la segunda ola del Covid-19 recurrieron a medidas más estrictas.

Por primera vez en la historia de Francia, su Fiscalía pidió dos años de prisión para un expresidente: Nicolás Sarkozy, acusado de corrupción y tráfico de influencias al intentar sobornar a un juez a cambio de información privilegiada.

Vladimir Putin cumplió 20 años como estadista clave de la euroasiática Rusia. El país sufrió un primer golpe por la pandemia, ocupando el cuarto lugar mundial de contagios. La baja en el precio de hidrocarburos (que representan el 39 por ciento del Producto Interno Bruto de Rusia, y la crisis sanitaria pusieron en riesgo la posibilidad de que Putin se mantuviera en el poder hasta 2036.

Pese a todo, Putin logró ofrecer la seguridad de sus ciudadanos al imponer medidas de protección sin volver al confinamiento, toques de queda o parálisis de la economía. El 11 de diciembre comenzó a aplicarse en la población rusa la vacuna Sputnik V.