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Sanciones a Rusia
Las sanciones pueden tener un efecto boomerang contra EE. UU., la UE y el mundo: se abre la puerta para que estrechen más sus relaciones Rusia y China y sean “el contrapeso” que evite al buitre estadounidense mantener su hegemonía imperialista.
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Joseph Goebbels, publicista del dictador alemán nazi Adolfo Hitler, afirmaba que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad en el plano perceptual. Con la manipulación a través de los teléfonos celulares, las verdades y las mentiras pueden ser reproducidas de inmediato no mil veces, sino millones y millones de veces. De esta suerte, los usuarios de teléfonos celulares y redes sociales dominantes como Facebook, Instagram, Twitter, Whatsapp, entre otras, han sido bombardeados literalmente con una batería de noticias falsas con el propósito de persuadirlos de que “los malos” son los rusos y los chinos, y que “los buenos” son los estadounidenses, ucranianos, británicos, los ciudadanos de la Unión Europea (UE) y los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). 

En las películas del Siglo XX, como las que contaban historias de la Guerra Fría de los años 60 a 80, los rusos eran los “malos” y ahora a éstos se han agregado los chinos y los norcoreanos, en tanto que los estadounidenses son los “buenos”. Por ello, en estos días, y a causa de lo que repiten a cada momento los periodistas, mucha gente en el mundo ha puesto en sus perfiles la “bandera de Ucrania” para respaldar a este país frente a la supuesta “arbitrariedad rusa”. Pero lo más grave de esto es que esas personas no se han detenido a investigar el fondo del conflicto entre Rusia y Ucrania; y ya manipulados prejuzgan y, lo peor, generan opinión a favor de los que más han invadido y asesinado gente en el mundo: los gobiernos estadounidenses.

¿Es que ya se nos olvidó que quienes nos invadieron y quitaron más de la mitad de nuestro territorio fueron los soldados de Estados Unidos (EE. UU.)? ¿Ya olvidamos que las bombas atómicas lanzadas contra los japoneses fueron obra de los gringos? ¿No recordamos la terrible guerra contra Vietnam? ¿O las invasiones contra Cuba y Panamá? ¿Las que sufrieron los pueblos de Irak y Afganistán? ¡Por ello hay que tener cuidado con la manipulación!

Como advirtió el músico Silvio Rodríguez: “y comprendió que la guerra, era la paz del futuro: lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso, nos cuesta la vida”. Efectivamente, hay que quitarle la máscara al imperialismo y ver las cosas con objetividad. Rusia está luchando por la paz mundial. En el marco de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), EE. UU. y la OTAN se comprometieron a no incrementar su poderío militar contra Rusia y a no crear más bases en las fronteras con esta nación. Este compromiso no fue respetado por la OTAN y duplicó sus bases militares en los alrededores de Rusia.

Hay que recordar que en la Segunda Guerra Mundial la URSS salvó al mundo del nazismo con sus 27 millones de muertos; que en ese periodo, miles de ucranianos se alistaron en el ejército de Hitler y que en el pasado más reciente, en 2014, fueron los estadounidenses los que impulsaron un golpe de Estado contra el gobierno ucraniano de Víktor Yanukovich, quien era prorruso, para instalar uno incondicional al gobierno estadounidense y que favoreciera el cerco imperialista de la OTAN contra Rusia. Hay que recordar la frase que repetía el hijo del expresidente de EE. UU. George Bush: “quienes no están con nosotros, están contra nosotros”.

Desde 2014, los gobiernos de Ucrania han favorecido las apetencias imperiales de EE. UU. y, en 2019, impusieron en calidad de títere a un comediante de nombre Volodímir Zelenski. En su artículo Banda de drogadictos y neonazis, Thierry Meyssan explica las razones por las que el actual presidente de EE. UU., Joseph Biden, está interesado en Ucrania y nos revela que “drogadictos como Hunter Biden, su hijo, en asociación con Zelenski copó el poder en Kiev para robarse los fondos provenientes de las ventas del gas ucraniano; que aquél dictó una ley racista y que se han erigido monumentos públicos que glorifican al colaborador nazi Stepán Bandera y a dos batallones nazis que se integraron a las fuerzas armadas ucranianas…”. Meyssan reconoce además que “el 12 de mayo de 2014, Hunter Biden, el hijo drogadicto de Joe Biden, fue incorporado al consejo de administración de Burisma Holdings, empresa de gas natural con intereses económicos importantes en Ucrania.

Este hecho es otro de los móviles ocultos tras los ataques contra Rusia y, lo peor: de las sanciones políticas y económicas que el gobierno de EE. UU. promueve. Sin embargo, los estadounidenses deben considerar que estas sanciones son un signo más de su descomposición como imperio, ya que, desde que Cuba se declaró como nación socialista, aplicaron sanciones de la misma naturaleza; y aunque el bloqueo comercial y político aún no ha concluido, Cuba sigue de pie y no se ha rendido ante su enemigo imperialista. Las sanciones pueden tener, como indica Inna Afinogenova, un efecto boomerang contra EE. UU.,  la Unión Europea y el mundo, pues se abre la puerta para que estrechen más sus relaciones Rusia y China y se conviertan en “el contrapeso” que evite al buitre estadounidense mantener su hegemonía imperialista.

Éstas son las sanciones que le han impuesto a Rusia:

Cierre al sistema financiero occidental. La prohibición de hacer o recibir transferencias internacionales a través del sistema de pagos globales SWIFT. Esta sanción impide a Rusia cobrar sus exportaciones de gas, petróleo, minerales y trigo, y pagar la importación de otros bienes.

Limitación de acceso a los bancos rusos a créditos internacionales. Esto se traduce en el encarecimiento de la deuda ya contraída y la deuda soberana rusa. Esta medida ha provocado una rápida depreciación del rublo (la moneda oficial rusa), que en una primera etapa cayó un 30 por ciento. Con la segunda ronda de sanciones, la moneda cayó 12 por ciento adicional.

Presión a las empresas rusas en los mercados bursátiles internacionales. Esta medida ha provocado la caída del valor en bolsa de bancos y empresas rusas. Observamos un desplome en el valor de las cotizaciones hasta del 40 por ciento.

Paralización de los activos del Banco de Rusia y de bancos públicos y privados. También se han impuesto sanciones contra líderes políticos y un número importante de oligarcas rusos. La acción afecta el patrimonio de la élite política y económica rusa y, por consiguiente, al apoyo interno a la acción militar.

Prohibición de movilidad a las aerolíneas rusas. Restricciones al uso del espacio aéreo de la Unión Europea por aeronaves comerciales rusas, así como a aviones privados de la cúpula política y económica de Rusia. Estas medidas estrangulan la conectividad aérea del país, fundamental en un mundo globalizado[1].

También sancionaron a medios de comunicación rusos para evitar que lleguen noticias a la población, incluso, en una universidad de Italia cerraron una cátedra dedicada a Fiódor Dostoyevski solo porque era ruso y pese a que es uno de los grandes escritores de la literatura universal.

Fuera de este ridículo, los pueblos del mundo deben ver a Rusia en su justa dimensión: los rusos ya salvaron a la humanidad de la invasión napoleónica, que León Tolstoi describe en La guerra y la paz; ya nos salvaron de la invasión nazi de Hitler y, ahora, busca salvarnos del poderío hegemónico que quiere imponer EE. UU. pero ya sin máscara, porque son los verdaderos herederos del nazismo de Hitler. Por ello, lejos de adoptar una posición sin información, es recomendable analizar a fondo el problema; y nuestra posición consiste en afirmar que el pueblo ruso es el “bueno” de la película y los “malos” son los estadounidenses. Que no nos engañen.

 

[1] https://theconversation.com/podra-resistir-rusia-las-sanciones-economicas-en-su-contra-178487

 


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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