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El 25 de febrero comenzó a circular profusamente en los medios de comunicación la noticia de que Jorge Ramos, conocido periodista de la cadena estadounidense Univision, había sido detenido en Caracas por el gobierno venezolano; luego se supo que, según afirmó el periodista, había sido deportado por Maduro y había vuelto a Miami sano y salvo. No fueron unos pocos medios marginales quienes, casi minuto a minuto, le dieron cobertura a este caso; en los noticieros televisivos, en la radio, en los portales de internet, y en las redes sociales, prácticamente en todos lados, se sostuvo la misma consigna: el dictador Nicolás Maduro, haciendo gala de su autoritarismo cuasi monárquico, había mandado detener al periodista mexicano-estadounidense, le había robado su equipo de trabajo, y lo había expulsado del país. La cara de Ramos denunciando el “atropello” dio la vuelta al mundo. Todo en menos de 24 horas.
La versión del periodista “expulsado” es la siguiente: Maduro no soportó que, en la entrevista que le estaba haciendo en el Palacio de Miraflores, Ramos le mostrara un video en el que se observa a tres jóvenes venezolanos comiendo de los desechos orgánicos que transporta un camión de basura. “Maduro explotó, se levantó y anunció que la conversación se había terminado. El ministro Rodríguez me dijo que el gobierno no había autorizado esa entrevista y enseguida ordenó a los agentes de seguridad que nos confiscaran todo nuestro equipo de producción. Me llevaron a un cuarto pequeño donde me ordenaron que les diera mi celular. Mi colega fue llevada a la misma habitación. Alguien apagó las luces, un grupo de agentes entró y me quitaron a la fuerza mi celular y mi mochila. [Luego él y su equipo fueron custodiados hasta su hotel y al día siguiente los llevaron al aeropuerto para que abandonaran el país]” narra el periodista en su artículo “Jorge Ramos: el dictador de Venezuela se gana su título”, publicado por The New York Times el 27 de febrero.
No hace falta pensarlo mucho para caer en la cuenta de que este episodio es, en realidad, un montaje más en la guerra contra Venezuela. Para ello, basta revisar cuál es trato que le dio uno de los principales noticieros en México, por no hablar de los de Estados Unidos. El 26 de febrero, en el noticiero matutino “Despierta con Loret”, se transmitió una entrevista que en ese momento le estaban haciendo a Jorge Ramos. “Me da mucho gusto saber que estás bien luego de que fuiste retenido cosa de dos horas por el régimen de Nicolás Maduro”, “Pararse de la entrevista e irse exhibe un nivel de desesperación bastante notable, ¿no?”, “Jorge, pudiste ver a Maduro con todo el poder: ¿realmente se le nota que tiene al ejército de su lado?”, “¿Todos están bien, Jorge? Tú y todo tu equipo, ¿todos están bien?”. Estas son solo algunas de las intervenciones que hicieron los tres periodistas del noticiero de Televisa en la mencionada entrevista. Como se ve, se trata de apuntalar la imagen de que Maduro es un dictador en toda plana, que está desesperado y no sabe qué hacer ante la crisis que vive su país. Crean la visión de un Maduro frágil, indeciso, a punto de caer.
La realidad es muy distinta. Solo en este mes, en el que el imperialismo estadounidense ha organizado concentraciones callejeras apoyando al autoproclamado Juan Guaidó, en el mismo mes en el que se realizó un concierto en Colombia para desprestigiar al gobierno venezolano, y en el que hubo un atentado en la frontera colombo-venezolana bajo el supuesto de introducir “ayuda humanitaria” a Venezuela, tan solo en este mes, Maduro ha concedido seis entrevistas a importantes medios internacionales. El 4 de febrero fue entrevistado por Jordi Évole, del programa español “Salvados”; al día siguiente, entrevista con Russia Today; el 13 de febrero con Euro News; el 15 con la BBC; el 21 con Hispan Tv; y el 25 de febrero con ABC News. Todas estas entrevistas para medios internacionales se pueden encontrar fácilmente en internet. Por lo visto, para estas cadenas Maduro no es el dictador que “se gana su título”.
El montaje mediático protagonizado por Jorge Ramos es una embestida desesperada que llega en un momento en el que la intervención en Venezuela ha entrado en una fase de estancamiento. Maduro y el pueblo venezolano han logrado sofocar el fuego que los Estados Unidos y sus títeres locales intentaban iniciar. Derrotados en todas las batallas, incluso en la arena diplomática, hoy el imperio carga nuevamente contra el timonel de la Revolución Bolivariana e intenta asestarle un nuevo golpe. Solo que Maduro no está solo, hay un pueblo que lo sostiene y lo fortalece. Los gringos deben entender: ahora son los propios venezolanos quienes ponen a su gobierno, y son también ellos quienes lo mantienen o lo quitan. ¡Fuerza, Venezuela!
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Escrito por Ehécatl Lázaro
Columnista de politica nacional