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Italia oscila entre la ultraderecha y la izquierda
Por su importancia geoestratégica, Italia es un valioso actor internacional. Sin embargo, en 17 meses, su política exterior fue espejo de un gobierno heterogéneo ideológica y políticamente, que sucumbió el 20 de agosto.
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Colapsó el gobierno más ultranacionalista y disfuncional que Italia haya tenido en décadas con la dimisión del primer ministro Giuseppe Conte. Se juega el destino de una de las 10 más grandes economías mundiales y su desenlace impactará en Europa y los aliados de Roma, incluido México. Al crear esa crisis gubernamental, el líder de la radical Liga del Norte, Matteo Salvini, ha caído en su propia trampa, pues la alianza de sus adversarios esfumará su afán por dirigir el país. Hay tres escenarios posibles: un gobierno de unidad con todas las fuerzas, la reedición del pacto centro-ultraderecha o un espinoso acuerdo del centro con la izquierda.

México-Italia

La relación diplomática entre ambos países se concretó en 1870 cuando tras su reunificación Italia decidió abrir un consulado en México y dos años después, una embajada. El vínculo se formalizó en 1874. México declaró la guerra a los miembros del Eje (Italia, Alemania y Japón) por atacar dos buques petroleros suyos en el Golfo de México el 22 de mayo de 1942. Ambos restablecieron relaciones en junio de 1946. En 2018, el comercio bilateral alcanzó 8.3 mil millones de dólares e Italia ya es nuestro tercer socio comercial en la Unión Europea. La petrolera ENI ha invertido mil 100 millones de dólares en campos petrolíferos.

La polarización política no es exclusiva de Italia, sino que parece un fenómeno emblemático de nuestro tiempo. Conflictos similares se dan en Estados Unidos (EE. UU.), Reino Unido, Francia, México y otras naciones, aunque en el país mediterráneo esos vaivenes, que parecieran un afán de autodestrucción política, ya derivaron en una profunda crisis que encendió las alertas en la Unión Europea (UE) y entre los socios de Roma.

La trama parece incomprensible y la clave para descifrarla es la personalidad del ministro del Interior y líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini. El político milanés se propuso derribar al gobierno del que forma parte, y anunció desde la playa, donde vacacionaba, que su partido rompía con el Movimiento Cinco Estrellas (M5S). En un segundo acto, el populista pidió moción de censura contra el primer ministro Giuseppe Conte, quien dimitió nueve días después.

Esta maniobra impulsó una crisis gubernamental en Italia que puede tener impensables consecuencias. El Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, inició consultas con representantes legislativos y de partidos para formar nuevo gobierno o, en caso contrario, convocar a elecciones en otoño. Ése es el objetivo real de Salvini quien, según las encuestas, tiene gran prospección para asumir como Primer Ministro.

Sin embargo, al poner a Italia en el umbral de este cambio drástico, contribuyó al caos político. Esta nación, una de las 10 economías más importantes por el volumen de su producto interno bruto (PIB), está ante el dilema de reorientar su rumbo hacia Europa o retornar al co-gobierno de Salvini con los antisistémicos. Esto ocurre cuando organismos nacionales e internacionales vaticinan que el país apenas crecerá un mediocre 0.1 por ciento este año.

La otra guerra de Salvini

El gobierno de La Liga y el P5S libró una guerra contra los inmigrantes, a quienes ni siquiera considera humanos. Cerró sus puertos a navíos que los ayudan en alta mar y exigió a la UE una política común que administre el fenómeno, de ahí la odisea del barco de bandera española de la ONG Open Arms.

30 julio-21 agosto: El buque rescata a inmigrantes en el Mediterráneo. Espera que Italia los reciba, pero se le prohíbe atracar y Malta lo amenaza con multa de 50 mil euros. Ha socorrido a 151 inmigrantes y está a 25 millas de Lampedusa, donde espera desembarcar.

8-14 agosto:    Salvini insiste en que el navío está en aguas internacionales y Madrid es responsable, pero el gobierno de este país dice que no le toca intervenir.  Open Arms pide a España, Francia y Alemania interceder ante la UE para desbloquear el caso. Un tribunal del Lazio autoriza al navío a entrar en aguas italianas, pero Salvini prohíbe el desembarco.

15-16 agosto:  El barco fondea ante Lampedusa. El primer ministro Conte critica a Salvini por su “enésima deslealtad”. El capitán advierte que la situación “va a explotar” y pide el desembarco inmediato de pasajeros en Lampedusa.

17 agosto: En un video por Twitter el fundador de Open Arms, Óscar Camps, se dirige así al Ejecutivo español en funciones, Pedro Sánchez: “Perdone que lo moleste en vacaciones, presidente Sánchez, pero somos ciudadanos españoles víctimas de un secuestro y no de piratas somalíes”. Sánchez calla y la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, afirma que la posición de Italia “es absolutamente inentendible”.

18-19 agosto: Varias personas saltan por la borda e intentan llegar a tierra; son rescatadas. El abogado Fernando Pamos de la Hoz denuncia a Salvini ante la Fiscalía española por detención ilegal de personas. Quedan 83 migrantes. El gobierno de Sánchez ofrece los puertos de Algeciras y Baleares.

21 agosto: Tras 19 días, el fiscal de Agrigento, Sicilia, Luigi Patronaggio, incauta al Open Arms y a su capitán. Los migrantes desembarcan en Lampedusa y al pisar tierra, entonan el Bella Ciao. Se ignora qué decidirán las autoridades italianas sobre el futuro de los migrantes y si la UE los repartirá entre seis países dispuestos a acogerlos.

Los 60.3 millones de italianos enfrentan la incertidumbre económica. En 2018 la deuda del país alcanzó dos mil 321.957 millones de euros (superior en un 132 por ciento del PIB), la segunda más alta de la Eurozona. Así, pese a tener un ingreso per cápita de 29 mil 100 euros, los italianos son los más endeudados del mundo, con una economía estancada en el segundo trimestre de 2019.

A romper filas

Por su importancia geoestratégica, Italia es un valioso actor internacional. Sin embargo, en 17 meses, su política exterior fue espejo de un gobierno heterogéneo ideológica y políticamente, que sucumbió el 20 de agosto. Y así como provocó a socios y aliados tuvo un mayor acercamiento con Rusia y China.

Al gobierno populista le disgustó que la Unión Europea (UE) le recriminara su elevadísimo déficit y deuda estructural, y que amagara con imponerle sanciones (que no formalizó), aunque Roma llamó “injerencista” a Bruselas.

El gobierno de la Liga y el antisistema M5S decidieron romper filas con la diplomacia europea en la cumbre del Grupo de los Siete países más desarrollados (G7) de Canadá en 2018. Ahí el primer ministro italiano Giuseppe Conte –jurista sin experiencia política al frente del Ejecutivo– coincidió con el presidente estadounidense, Donald Trump, al apoyar el retorno de Rusia a G7 y que la UE levantara las sanciones contra ese país.

Eso no gustó en Bruselas y las diferencias se profundizaron en febrero de este año, cuando Italia rompió el consenso europeo por no reconocer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, como lo hizo el Parlamento Europeo.

El bloque denostó las reuniones sostenidas entre Conte y Salvini con el presidente ruso Vladimir Putin. Habló de sumisión y obediencia, aunque omitió aclarar que la cercanía de Roma con Moscú no es nueva, pues también hubo buena relación de los exprimeros ministros Romano Prodi y Silvio Berlusconi con el Kremlin.

Puntos para una Coalición

El PD de Nicola Zingeretti exige al M5S suscribir cinco puntos para que su alianza sea duradera:

1) Respeto y lealtad a la pertenencia de Italia en la UE. Ayudar al proyecto común a superar sus carencias.

2)Cambio en la gestión del fenómeno migratorio. Un “punto de inflexión” en la gestión de flujos migratorios con solidaridad, legalidad, seguridad y derechos humanos.

3)Nuevo programa económico y social con énfasis en la equidad social, territorial, generacional y de género.

4)Fomento a la inversión en crecimiento.

5)Pleno reconocimiento a las instituciones democráticas, a la Constitución y al Parlamento italiano.

Para mayor disgusto de la UE, Italia fue en marzo el primer país europeo en firmar un memorando de entendimiento con China sobre el megaproyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Conte y el presidente chino Xi Jinping lo pactaron sin la presencia de Matteo Salvini. Incómoda por la competencia de Beijing en la región, Bruselas protestó, pero para Roma la potencia asiática es su gran oportunidad de negocio.

 Populismo al alza

Italia es la vanguardia populista de Europa. Ahí hay dos fuerzas antisistema y dos formas de populismo: el de derecha de la Liga –y el de izquierda del P5S que, al superar divisiones, formaron gobierno. En 17 meses, el populismo venció al globalismo liberal del ‘centro político’ (de Georges Soros que representa a la derecha económica). El populismo crece, no solo emerge en Italia sino también en Austria, Hungría, EE. UU.; representa una nueva forma política y el pueblo es el nuevo sujeto político, pero no en el sentido comunista, sino donde la identidad es central: Aleksandr Guélievich, geopolítico y filósofo ruso entrevistado por los analistas italianos Paolo Becchi y Donato Mancuso.

El distanciamiento del gobierno italiano con Francia fue por la cuestión migratoria y los asuntos económicos, entre ellos la construcción de la línea ferroviaria de alta velocidad entre Turín (Italia) y Lyon (Francia). La Liga favorece esa obra, pero para el M5S es dispendio innecesario.

Sumida en una crisis política de final incierto, Italia llegó en agosto a la cumbre del G7 en Biarritz, Francia. Apenas tres días antes, Roma no definía su agenda de prioridades ni los miembros de la delegación que representaría al país.

Crisis del mojito

La explicación a la actual situación en Italia tiene qué ver con la “crisis del mojito”. El pasado nueve de agosto, el populista Matteo Salvini puso a su país en vilo al anunciar, desde la playa, que rompió el pacto de alianza que tenía 17 meses atrás con el M5S y pidió moción de censura contra el primer ministro Conte.

Sus simpatizantes lo vieron sonriente en el mar, montado en motos acuáticas, bailando y bebiendo mojitos en fotos y videos que subió en redes sociales. El líder del M5S, Luigi Di Magio, lamentó el gesto de Salvini: “En pleno verano, con los parlamentarios de vacaciones y, literalmente entre mojito y mojito”.

Salvini aspira a capitalizar los buenos resultados que le dan las encuestas y asumir como primer ministro en los comicios de otoño. Pero fracasó estrepitosamente, pues no contó con la eventual alianza de ese exsocio, el M5S, con el opositor Partido Democrático (PD, centroizquierda). Así, en apenas una semana, Salvini pasó de ostentarse como el verdadero hombre fuerte de Italia, en traje de baño, a estar contra las cuerdas.

Si no hay acuerdo entre el PD y el M5S se formará un gobierno provisional antes de los comicios en octubre. Sin embargo, el polémico líder de la Liga afirmó que “volvería a hacer” todo lo que ha hecho. El único que le reclamó desde el Senado fue Giuseppe Conte, cuando dimitió el 20 de agosto.

Acusó a Salvini de provocar la crisis por oportunismo político, de anteponer sus intereses al beneficio nacional y provocar una situación insuperable que debilita la posición de Italia ante las instituciones de la EU, justo cuando designa a los nuevos comisarios y se elabora el Presupuesto General de 2020.

Conte le reclamó además la falta de lealtad y grave carencia institucional, invadir competencias de otros ministros y ser incapaz de mantener su “verborrea” en asuntos internacionales. Y remató: “Matteo, esto no te lo había dicho antes, pero alguien con responsabilidad de gobierno debía evitar salir en mítines políticos con símbolos religiosos”.

Despreocupado, Salvini respondió: “No temo a la opinión de los italianos. Quien tiene miedo de esa opinión no es un hombre libre”.  Y, como si estuviese en campaña, subrayó que él quiere un país “libre y soberano, que no deba defenderse continuamente de las decisiones” de Bruselas y que solo responda a los italianos.

Pronóstico cerrado

Éste es un conflicto de difícil pronóstico. El presidente Sergio Mattarella tiene dos vías: explorar un posible acuerdo M5S-PD o reeditar la coalición de centro-derecha con La Liga.  Para los antisistema del M5S Salvini ya no es “un socio fiable” y el exlíder del PD, Matteo Renzi, apoya esa alianza que tendría mayoría parlamentaria y evitaría las elecciones.

Renzi aún controla el PD, pues la mayoría de parlamentarios fueron electos cuando él era secretario general. Esa posibilidad disgusta a Salvini, que amenazó: “Renzi solo volverá al gobierno pasando por encima de mi cadáver”. Además, aseguró que no renunciará como Ministro del Interior, porque Italia lo necesita para preservar su seguridad, “como demostró la crisis del barco Open Arms (Brazos abiertos)”.

Salvini quiere elecciones y afirmó: “Somos los únicos fascistas que queremos el voto, los únicos dictadores que queremos el voto. Imaginen qué dictadura instauraríamos, la de la soberanía de los italianos”. Pero Renzi reviró: “Tranquilo, tocayo, yo no entro en el gobierno. Por decencia hacia las instituciones y por la salvación del país me basta con que tú salgas lo antes posible”.

Para atajar cualquier riesgo, Salvini imagina un gobierno en coalición con los conservadores Forza Italia (de Silvio Berlusconi) y Hermanos de Italia. Todo puede suceder.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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