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México ya tiene dentro de su población a 130 millones de mexicanos, de ese total entre 80 o 100 millones sufren algún tipo de pobreza y miseria; también se sabe que nuestro país se encuentra en el último lugar entre los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), para ejercer recursos en rubros que igualen las oportunidades que debe tener cada mexicano.
De acuerdo a datos recientes de la OCDE, México ejerce solo el 7.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en gasto social; la misma organización mide este rubro como lo que se ejerce o gasta en salud, educación, pensiones, gasto a la familia y también se contabiliza el seguro de desempleo que en nuestro país no existe como tal, salvo lo que ahora está queriendo hacer el presidente López Obrador de darle dinero, por alguna vía, a los ninis o a otros grupos.
La OCDE está integrada por 36 países y es un organismo que busca promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas; continuamente ofrece foros de análisis y debate para luego hacer recomendaciones a los gobiernos para que trabajen en conjunto y por el interés de la población; sin embargo, esto solo se ha quedado en foros y recomendaciones.
Así que de esos 36 países que conforman la OCDE, nuestro país ocupa el último lugar en la inversión a gasto social y un ejemplo que ilustra lo vemos al realizar una comparación con Francia, país que ocupa el lugar más alto en gasto social al invertir 4.2 veces más que México, es decir un 31.2 por ciento de su PIB, solo por arriba de Bélgica, con 28.9 y Finlandia con 28.7
Sobre el tema, especialistas en Desarrollo Social, como Rodolfo de la Torre, han dicho que México gasta poco en este rubro y que esto se relaciona con "severo problema" de ingresos tributarios que no sobrepasan el 15 por ciento del PIB, mientras que la mayoría de los países integrantes de la OCDE recaudan, en promedio, el 34 por ciento. La poca inversión en gasto social como resultado, en parte por la poca recaudación -ahonda este fenómeno porque en nuestro país quienes mayoritariamente pagan impuestos son los mexicanos pobres y no los grandes empresarios, lo hacen pero no de acuerdo a sus ingresos-, hace que exista más pobreza y miseria.
Con el presupuesto autorizado para este 2019, México no va a salir del último lugar en cuanto a la inversión social porque solo se invertirán, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), 2.63 billones de pesos en la función de Desarrollo Social, 10.5 del PIB, es decir, solo unos cuantos puntos por arriba al gasto del año pasado, pero que no marcan diferencia sustancial.
La política del gobierno morenista, que arrancó el pasado 1º de diciembre y que lleva apenas dos meses, no es la más adecuada debido a que no solo no se estaría aumentando considerablemente el gasto social, sino que se reducirá; tal es el caso del desaparecido Ramo 23, bolsa de recursos que las administraciones anteriores tenían para realizar obra social en materia de vivienda, educación, salud, pavimentación y electrificación; todos estos rubros que ahora el gobierno de López Obrador está dejando sin atender y resolver. Su prioridad es dar dinero a la gente, vía apoyos “directos”, pero con miras a la recaudación de votos en tres años. Por lo pronto, la pobreza, la miseria y la desigualdad en México seguirán creciendo, le guste o no al nuevo gobierno. Pero también pronto se estará gestando una inconformidad social y el gobierno tendrá que decir qué hacer ante una gran río humano inconforme con las poca política de inversión a obra social, con la poca inversión al gasto social. Por el momento, querido lector, es todo.
Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).