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El mes pasado llegaron a Tapachula 25 mil 521 venezolanos con el propósito de transitar al territorio de Estados Unidos (EE. UU.), pero muchos no lo han logrado y se hallan en el Parque Central de esta ciudad en espera de que el Instituto Nacional de Migración (INM) los obligue a dejar suelo mexicano.
El discurso oficial de las autoridades federales en la frontera sur es contrastante, ya que por un lado les ha ofrecido oportunidades de quedarse en México y por otro les impide el paso hacia el norte, además de presionarlos para que retornen a su país al obligarlos a inmovilizarse o persiguiéndolos si intentan salir de Tapachula.
Los migrantes venezolanos que han ingresado a territorio mexicano, luego de cruzar el río Suchiate, en el municipio de Ciudad Hidalgo, creyeron que el sueño americano estaba a su alcance gracias a la serie de engaños en que sistemáticamente incurre el gobierno seudo-izquierdista del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El parque central Miguel Hidalgo de Tapachula es el sitio más avanzado al que los venezolanos han podido llegar en las últimas semanas con respecto a su meta final. Están devastados físicamente y desilusionados de la estrategia migratoria que el gobierno de EE. UU. impuso para otorgar 24 mil permisos de estancia en su territorio pero condicionados al cumplimiento de dos requisitos: llegar por vía aérea y contar con un patrocinador estadounidense.
El programa, que ha cerrado ya las inscripciones virtuales, ha dejado sin esperanzas a los miles de migrantes de Venezuela que se encuentran de manera irregular en la frontera sur de México. Están decepcionados porque saben que era mínima la posibilidad de obtener una visa humanitaria del país del norte y porque su única alternativa adicional –el ingreso por la frontera norte– se las ha cerrado el gobierno mexicano.
Por ello, algunos venezolanos saben que no tienen otra salida. Deunis Valante, joven de 27 años, ha decidido retornar a su país junto con su familia; lo harán en cuanto logren juntar el dinero que ahora piden en las calles y necesitan para su travesía hacia Sudamérica, después de atravesar el río Suchiate.
“Está muy difícil la situación. Es duro porque somos muchos migrantes y pensamos que al llegar a México se nos brindaría un asilo, un refugio”, dice en entrevista con buzos. Deunis explica que ella y sus familiares intentaron obtener un permiso de permanencia regular en México con la mediación de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), pero que esta oficina les dio cita para 2023.
“No hay posibilidades de quedarnos. Los niños están pasando trabajo, durmiendo en el piso aquí en el centro (de Tapachula). Tenemos que regresarnos nuevamente a nuestro país, porque ¿qué vamos a hacer?”.
El retorno no era lo que esperaba esta familia de venezolanos, integrada por dos padres, una adolescente, una niña y una tía. “Es duro por todo lo que uno pasa”, confiesa con voz cortada. Se limpia las lágrimas que se le escapan mientras recuerda un recorrido de 21 días a través de varios países de Centroamérica.
Una niña, su sobrina, observa con tristeza a su tía, mientras atiende la pregunta de qué siente de hallarse en Tapachula.
–Decepcionada, ésta fue su única respuesta, para luego ocultar su rostro de nueve años, en el que es posible advertir la presión física y psicológica que deben soportar todos los migrantes, pero que es mayor en los menores de edad.
INM da “oficio de salida”
El secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno Federal, Marcelo Ebrard, dijo recientemente que México ofrecería a los venezolanos oportunidades de quedarse en territorio nacional después de intentar ingresar a EE. UU. o de ser repatriados de este país. Pero este compromiso dista mucho de ser cumplido.
Los venezolanos que se hallan en Tapachula saben que han caído en una trampa. La mayoría de los entrevistados por este semanario coinciden en que el personal del INM los abordó con la promesa de que serían ayudados pero tenían que trasladarse a las oficinas de esta institución para realizar los trámites.
“Nos llevaron engañados, diciendo que nos iban a dar un permiso para poder seguir y fue mentira. Nos dijeron que el permiso era para poder seguir hasta la frontera y el permiso dice que tenemos 10 días para abandonar el país sin seguir avanzando: no podemos transitar por ninguna parte de México, tenemos que abandonar el país, pero para atrás”, explicó Keyli Cuicas.
La venezolana dice que consintió ir al INM porque confió en el personal, pero que en cuanto leyó el papel que le entregaron se dio cuenta del engaño. El documento dice:
“El extranjero deberá abandonar el territorio nacional en el plazo establecido por el Instituto y podrá regresar de forma inmediata previo cumplimiento de los requisitos que establece esta ley”.
Sigue el documento: “OFICIO DE SALIDA DEL PAÍS, para efecto de que, utilizando sus propios medios, abandone el territorio nacional en un plazo que no exceda los diez días naturales contados a partir de la legal notificación de la presente resolución a través del punto formal destinado al tránsito internacional de personas más cercano a esta Oficina Migratoria, cumpliendo con los requisitos de salida que corresponda”.
“El presente Oficio de Salida NO otorga una Condición de Estancia regular en México y por tanto NO autoriza el libre tránsito por el territorio mexicano”.
Keyli informa que antes de recibir este oficio estuvo retenida dos días en las instalaciones de la Estación Migratoria Siglo XXI, donde el trato que reciben los migrantes es inhumano y son víctimas de robo.
“Nos están dando lo peor, nos llevaron a Siglo XXI, nos llevan presos. Fue un trato denigrante, nos quitaron la plata, todas nuestras cosas; a las chicas nos trataron como si fuéramos unas criminales. Nos tratan de lo peor; a una señora la trataron de lo peor por no tener un papel que dice ‘cena’. Se le perdió el papel y la hicieron llorar y le dijeron que no la iban a dejar ir.
“Supuestamente aquí en Tapachula nos iban a brindar el apoyo para poder seguir, pero nada de eso se ha visto… cuando vienes viajando tienes la idea de que puedes avanzar; sabíamos del cierre en Estados Unidos, pero también sabíamos que aquí (Tapachula) nos iban a apoyar, que nos iban a dar oportunidades de trabajo para los migrantes”, denunció.
Ésta es la queja común de todos los venezolanos que hoy permanecen en el parque central de Tapachula, a la espera de las tres únicas opciones que tienen, pues los 10 días que les dieron de plazo para abandonar el territorio mexicano se agotan.
En el caso de Deunis la decisión está tomada y no esperará más tiempo para regresar a Venezuela. Su familia y ella habían pensado entregarse a las autoridades migratorias para ser deportados, pero ésa no es una opción viable, porque personal del INM les ha dicho que deben hacerlo por propia cuenta y porque no hay deportación para los venezolanos.
El retorno obligado
El río Suchiate, sus balsas y balseros son testigos de un hecho poco frecuente: la demanda de pasaje a Guatemala de un grupo numeroso de migrantes que hace apenas un mes había cruzado el río con rumbo a México y ahora retorna por propia voluntad y con prisa a Centro y Sudamérica.
Están desesperados después de las noches de insomnio y duermevela en la plaza central de Tapachula, ante la incertidumbre generada por la falta de información clara y las citas alargadas con respecto a sus solicitudes de permiso para legalizar su estancia en México.
A estos problemas se suman la falta de dinero, los días de lluvia al descubierto, el piso duro del parque que les sirve de cama, los abusos y robos en el INM y sus desengaños con respecto a las ofertas iniciales de los gobiernos de EE. UU. y México.
“Todo lo que uno invierte es por buscar un futuro mejor y encontrarse con un muro de cemento que no lo deja avanzar a uno, es muy duro… nos están deportando de acá mismo”, lamenta Deunis Valante.
Los albergues ya no los reciben porque su capacidad está rebasada. El albergue Jesús El Buen Pastor atiende a mil personas pero hoy alojan a mil 500 debido a la crisis provocada por el reciente alud de migrantes venezolanos.
Deunis ya no quiere dormir en la calle. En unos días volverá al río Suchiate junto con su familia. “Toca empezar nuevamente, regresar por el río, volver a hacer esa travesía es duro. Entonces toca migrar a otros países, ¿qué otras opciones tenemos, después de que acá en México no nos dicen nada? Nosotros queremos volver a Guatemala; hoy mismo lo haríamos, pero antes tenemos que juntar dinero porque no tenemos dinero”, dice con tristeza.
La Diócesis de la Iglesia Católica en Tapachula ha sido insistente, desde que inició la crisis migratoria en la frontera sur, en detener los abusos y los maltratos que cometen contra los migrantes. El obispo Jaime Calderón Calderón afirma que el INM debe brindarles una atención rápida en el trámite de los permisos que solicitan a fin de no ser detenidos y tener certeza sobre lo que deben hacer.
Calderón dijo saber que los migrantes de todas las nacionalidades sufren discriminación y malos tratos de parte de las autoridades y que su institución religiosa está obligada a asumir una posición firme frente a esta situación:
“Podemos y debemos intentar evitarlo. Los migrantes son nuestros hermanos, hijos del mismo padre, coherederos de la herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa, por lo que es necesario frenar los abusos y brindar amor y cercanía a los migrantes”.
Cacería en la frontera sur
Aún no son muchos, pero en Ciudad Hidalgo ya es ostensible la presencia de venezolanos que se embarcan para llegar el territorio guatemalteco. Luego tendrán que transitar toda Centroamérica, cruzar ríos, escalar montañas y cruzar la peligrosa selva del Darién, en Panamá.
A pesar de que el pasado 21 de octubre se llevó a cabo una reunión oficial entre autoridades de México y Guatemala para reforzar la seguridad en la frontera común y frenar el flujo migratorio, a la fecha no se advierte ningún despliegue de vigilancia adicional en ambas riberas del río Suchiate.
Los que sí permanecen son los retenes de la Guardia Nacional, el Ejército Mexicano y los agentes del INM en el tramo carretero Ciudad Hidalgo -Tapachula y otros centros de verificación que se han instalado en la carretera costera que hay entre Tapachula y Arriaga.
Estos retenes o estaciones migratorias han frenado las caravanas que partían de Tapachula hacia otros municipios de Chiapas por vía de la represión física, el aseguramiento, la tramitación fraudulenta y la expedición de los “oficios de salida”. Por ello y a pesar a su desesperación, los venezolanos no se suman a las caravanas integradas por migrantes de otras nacionalidades.
Los venezolanos varados en el parque de Tapachula confiesan que desde que el gobierno de EE. UU. cambió su política migratoria sufren de una feroz persecución de parte los agentes migratorios de Guatemala y México y muchos de ellos, ya con oficios de salida en las manos, están en espera de que en próximos días el INM inicie la revisión de documentos y empiecen los operativos para obligarlos a salir de Tapachula.
Una pareja de jóvenes, de 21 y 23 años, padres de una menor de tres años, tienen un futuro incierto en México porque ni siquiera tienen la posibilidad de volver a Venezuela, ya que el joven marido se integró a la Guardia Nacional de su país, en la que alcanzó un rango de oficial.
“… fue mala decisión decir que quería irme del país porque me encadené yo mismo. Me da miedo que me deporten y de lo que me pueda pasar, sobre todo a mi familia”, explicó.
El regreso a su país es incierto también para Deunis Valante, quien reconoce que enfrentará una situación difícil. “Pero no tenemos otra opción. Tenemos que volver y que sea lo que Dios quiera…”.
Al cierre de la frontera sur de EE. UU. a los venezolanos se ha sumado el gobierno de México. La Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP) del gobierno de esa nación dio a conocer un aumento sustancial de detenciones de venezolanos, pues pasó de cinco mil 279 en mayo, a 17 mil 811 en julio y a 33 mil 961 en septiembre.
En lo que va de este año, 227 mil 547 venezolanos han sido detenidos en el país vecino. Tan solo en la frontera sudoeste de Texas a California, la “migra” estadounidense ha detenido a dos millones 378 mil 944 migrantes de varias nacionalidades –incluidos mexicanos– cifra 37.1 por ciento mayor a la que se reportó en el mismo lapso de 2021.
“Expresamos preocupación ante las acciones de desalojos forzados, traslados a estaciones migratorias y deportaciones a los estados del sur de México", sostuvo la Arquidiócesis de México.
Los 40 migrantes fallecidos en una Estación del INM, no son las únicas víctimas de tratos inhumanos de las autoridades mexicanas. Asesinatos, amputaciones, violaciones, es lo que sufren miles de mujeres y niñas por quienes deberían protegerlas.
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Escrito por Guadalupe García
Colaboradora