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El éxito económico de China suele atribuirse a la figura de Deng Xiaoping, máximo dirigente del Partido Comunista de China entre 1978 y 1997. Su liderazgo estuvo caracterizado por una política de continuidades y rupturas respecto a la China de Mao Zedong (1949-1976). Deng continuó, y fortaleció, el sistema político, descrito en el artículo primero de la Constitución como un sistema socialista, dirigido por el Partido Comunista, con base en la dictadura democrática-popular. Las rupturas se dieron en el plano económico e ideológico.
Económicamente, Deng impulsó la Reforma y la Apertura, que significó el retorno del mercado, después de 25 años de planificación central, y la búsqueda de nuevas relaciones económicas con todo el mundo, luego de un largo periodo de aislamiento. Vale aclarar que dicho aislamiento no fue autoimpuesto, sino resultado del embargo que el bloque capitalista le aplicó a China desde el triunfo del Partido Comunista, por un lado, y por el otro, consecuencia de la disputa con la Unión Soviética, la cual, en 1960, dejó de apoyar económica, técnica y científicamente a China.
La gran ruptura de Deng respecto a Mao se basa en su visión sobre el mercado. Para Mao, el mercado era sinónimo del capitalismo. En “Sobre la Nueva Democracia” (1940), Mao señaló que la economía, la política y la cultura de China se encontraba en una etapa semicolonial y semifeudal. Para superar esa etapa, el Partido Comunista planteó una revolución en dos etapas: “Primero, la revolución democrática, y segundo, la revolución socialista; éstos son dos procesos revolucionarios cualitativamente distintos”. Durante la etapa de la Nueva Democracia, China necesitaría del mercado y de una burguesía nacionalista para desarrollar las fuerzas productivas, pero después, al entrar a la etapa propiamente socialista, el mercado sería sustituido por la economía centralmente planificada y la burguesía por el Estado. En Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo (1957), Mao planteó que se había culminado básicamente la transformación socialista en lo tocante a la propiedad. Desde 1958, cuando comenzó el Gran Salto Adelante, y hasta su fallecimiento, Mao se opuso terminantemente al desarrollo del mercado, pues consideraba que esa etapa había quedado superada y China debía avanzar hacia la consolidación socialista.
Deng Xiaoping tenía una idea diferente. Para Deng, el mercado era una fuerza que China necesitaba pasa seguir desarrollando las fuerzas productivas. Podía coexistir con la planificación central, siempre y cuando el Partido Comunista garantizara que la economía planificada fuera lo principal y el mercado lo secundario. Esta visión no era exclusiva de Deng, sino que la compartían varios dirigentes al menos desde una época tan temprana como 1962. Ese año, cuando quedó demostrado el fracaso del Gran Salto Adelante, Mao se replegó del liderazgo del Partido y dejó espacio para que otros dirigentes aplicaran políticas que corrigieran los daños económicos. Liu Shaoqi, Chen Yun y Deng Xiaoping impulsaron una política que introdujo mecanismos de mercado en la agricultura y obtuvieron resultados positivos durante dos años. El experimento no avanzó más porque en 1964 Mao comenzó a criticar el surgimiento de una vía capitalista dentro del Partido, representada por Liu Shaoqi y Deng Xiaoping; en 1966, estas tensiones desembocaron en la Revolución Cultural y ambos líderes fueron purgados.
Deng impulsó el retorno del mercado desde 1978, cuando se realizó el Tercer Pleno del XI Comité Central del Partido Comunista. En 1979 declaró: “No queremos el capitalismo, pero tampoco queremos un socialismo pobre, sino un socialismo con fuerzas productivas desarrolladas y que haga al país próspero y poderoso. Creemos que el sistema socialista es superior al capitalista. Esta superioridad debe manifestarse en la existencia de mejores condiciones que las del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas”. Y el mercado era fundamental para ello. Aunque su línea de reintroducir el mercado triunfó en 1978, Deng tuvo que combatir teóricamente durante muchos años a una parte importante del Partido que se mantenía fiel a los preceptos maoístas de equiparar al mercado con el capitalismo.
En 1979, Deng señaló: “Es incorrecta la afirmación de que la economía de mercado sólo existe en la sociedad capitalista, que únicamente hay economía de mercado capitalista. ¿Por qué el socialismo no puede practicar la economía de mercado? Lo que hacemos es tomar la economía planificada como lo principal y combinarla, además, con la economía de mercado, la cual, sin embargo, debe ser socialista. Pese a que en los métodos ésta se asemeja en lo fundamental a la de la sociedad capitalista, hay diferencias, pues está conectada con la propiedad de todo el pueblo y, por supuesto, también con la propiedad colectiva, así como con el sector capitalista extranjero, pero en definitiva es socialista, y pertenece a la sociedad socialista. No se puede afirmar que la economía de mercado sea exclusiva del capitalismo. Ella tuvo su embrión ya en la sociedad feudal. El socialismo también puede practicarla” (Deng Xiaoping, El socialismo también puede practicar la economía de mercado).
En 1985, Deng reflexionó sobre las implicaciones ideológicas de reintroducir el mercado: “Hemos sintetizado la experiencia acumulada en decenios de construcción socialista. En el pasado no comprendíamos con toda claridad lo que significaban el socialismo y el marxismo. Al marxismo también se le llama comunismo. Por el comunismo venimos luchando desde hace años. Nuestra convicción y nuestro ideal consisten en hacer realidad el comunismo. Nunca, ni en los momentos más difíciles, el ideal comunista dejó de ser nuestro soporte moral, y ¡cuántos hombres no dieron su vida para hacerlo realidad! El comunismo significa ausencia de todo sistema de explotación del hombre por el hombre, suprema abundancia de productos y vigencia del principio de “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”. Sin una gran abundancia de productos como condición material, es imposible llevar a cabo la segunda mitad de este principio. A fin de hacer realidad el comunismo, es indispensable cumplir las tareas de la etapa del socialismo. Son muchas estas tareas, pero lo fundamental es el desarrollo de las fuerzas productivas para echar los cimientos materiales del comunismo (…) Es cierto que nos animan buenas intenciones y pugnamos por llegar cuanto antes al comunismo; pero esto con frecuencia nos impide analizar con serenidad las condiciones subjetivas y objetivas y, en consecuencia, nos empuja a proceder en contra de las leyes que rigen el desarrollo del mundo objetivo. En el pasado China incurrió en errores de precipitación” (Deng Xiaoping, La reforma, camino imprescindible para el desarrollo de las fuerzas productivas en China).
En 1992, luego de 14 años de reforma, Deng sentenciaba: “En cuanto a que haya más planificación o más mercado, no es allí donde radica la diferencia esencial entre socialismo y capitalismo. Economía planificada no es sinónimo de socialismo, pues en el capitalismo también hay planificación; y economía de mercado tampoco es sinónimo de capitalismo, ya que en el socialismo también hay mercado. La planificación y el mercado son mecanismos económicos. La esencia del socialismo radica en el desarrollo de las fuerzas productivas, la eliminacion de la explotación, la erradicación de la polarizacion, y alcanzar la prosperidad común” (Deng Xiaoping, Puntos esenciales de conversaciones sostenidas en Wuchang Shenzhen, Zhuhai y Shanghai).
En resumen, puede decirse que Deng Xiaoping coincide con Mao Zedong en que el mercado es una herramienta importante para desarrollar las fuerzas productivas en la primera etapa del socialismo chino. Mao dio a esa etapa el nombre de Nueva Democracia y la consideró concluida en 1957. Para Deng esa primera etapa no podía ser tan breve en un país que en 1949 todavía tenía un sistema económico precapitalista. En el XIII Congreso del Partido Comunista, celebrado en 1987 se detalló que el socialismo era la primera etapa del comunismo y que China estaba en la primera etapa del socialismo. El informe aclara: “Serán al menos cien años, desde 1950, hasta que la modernización socialista se complete, y todos estos años corresponden a la primera etapa del socialismo”. Todo ese tiempo, que puede cubrir cuatro generaciones, según Deng (Deng Xiaoping, Lo que estamos haciendo es una obra totalmente nueva), el mercado puede prestar sus servicios al socialismo, pero el Partido debe evitar que caiga en la liberalización (Deng Xiaoping, Liberalización burguesa significa camino capitalista) y debe cuidar que se apegue a los cuatro principios fundamentales: 1) el camino socialista, 2) la dicatadura democrático-popular, 3) la dirección del Partido Comunista y 4) el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong.
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Escrito por Ehécatl Lázaro
Columnista de politica nacional