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La idea de que el mundo se encamina a una nueva Guerra Fría ha sido ampliamente difundida por los principales medios de comunicación occidentales para infundirla con un nuevo sentido común. La fuente de este discurso se halla en las universidades y tanques de pensamiento estadounidenses, que funcionan como instrumentos teóricos al servicio de las élites de Estados Unidos (EE. UU.). De acuerdo con este discurso de factura imperialista, el enemigo común al que deben derrotar los países libres y democráticos del mundo en esta nueva Guerra Fría es China.
Retomando la idea que planteó Samuel Huntington sobre un choque de civilizaciones entre Occidente y el mundo árabe, ahora se presenta a China como un enemigo de los fundamentos culturales y políticos del mundo occidental. En lo cultural, acusan a China de no respetar los derechos humanos; en lo político, de implementar un sistema dictatorial incompatible con la democracia liberal de Occidente. Estas diferencias entre la organización social china y los estamentos de esta región son presentadas como irreconciliables, mientras se denuncian afanes expansionistas e imperialistas de la potencia asiática. Planteado así el problema, resulta inevitable un conflicto de amplio espectro entre los dos actores principales de esta disputa: EE. UU. y China. En este paradigma se funda la idea de una nueva Guerra Fría.
¿Se apega este discurso a la realidad de una posible reedición del conflicto bipolar del Siglo XX? Sencillamente no. A diferencia de la Unión Soviética, China no declara la guerra al capitalismo y, al contrario, busca desarrollarse con las reglas de este sistema mundial. Es verdad que el régimen gobernante es el Partido Comunista de China (PCCh), pero en su discurso público no existe una confrontación ideológica con los países capitalistas, no hay un aislamiento para no “contaminarse” con la cultura capitalista, no se persigue a la burguesía china, no se alienta a las clases trabajadoras a tomar directamente el control de los medios de producción y no se presenta como líder de los países anticapitalistas que buscan hacer una revolución mundial para construir el socialismo. China no es la Unión Soviética.
En lo referente a los derechos humanos y a la democracia, el discurso de la nueva Guerra Fría tampoco se apega a la realidad. Las acusaciones contra China, en estos temas, giran básicamente en torno a Taiwán, Hong Kong y Xinjiang. En el caso del primero, el Estado chino busca tomar el poder de lo que considera una provincia rebelde, aunque Taiwán se considera a sí mismo un país independiente; en Hong Kong se reprime a los movimientos democráticos y se busca instalar un sistema dictatorial controlado por Beijing; y en Xinjiang, la población musulmana es obligada a concentrarse en centros de reeducación y es sometida a trabajar en condiciones de esclavitud. Por supuesto, el gobierno chino niega tanto la violación a los derechos humanos como la represión política de los movimientos democráticos.
Puede cuestionarse la versión oficial china, pero no interesa aquí si efectivamente estas acusaciones tienen fundamento o no. Lo interesante es si la violación a los derechos humanos y a la democracia es lo que efectivamente estaría obligando a EE. UU. a desarrollar una nueva Guerra Fría. Y esto no es así: como se ha documentado, este tipo de violaciones ocurren como política de Estado en países aliados de EE. UU. (Israel, Arabia Saudita, etc.) y ocurren también en la propia sociedad estadounidense. El argumento de la violación a los derechos humanos es solo un instrumento de una estrategia política más amplia.
El principal motivo por el que EE. UU. está acondicionando y difundiendo el discurso sobre una nueva Guerra Fría, es que siente amenazada su hegemonía mundial por el avance económico y tecnológico de China. El problema no es un supuesto ataque general lanzado por China contra Occidente, sino simplemente el éxito de los chinos en sus esfuerzos por convertirse en un país desarrollado.
Para desactivar la supuesta amenaza china, las élites estadounidenses están reagrupando a las potencias occidentales (incluyendo a Japón, Australia, etc.) en un solo bloque y, al mismo tiempo, hostigan al gobierno chino con ejercicios militares cercanos a su territorio. ¿Está dispuesto EE. UU. a lanzar una guerra de exterminio contra China, montada en la mentira de que es una amenaza para la democracia y la libertad, cuando en el fondo solo busca preservar su hegemonía? No hay duda de ello. Es tarea de los revolucionarios desenmascarar el discurso de una nueva Guerra Fría y combatir las aventuras bélicas del imperialismo estadounidense.
El inmueble podría ser incautado por las autoridades, por lo que dejaría de operar como el gran centro de mercancías que es hoy.
El embajador de la República Popular China en México, Zhu Quinguiao, afirmó que Estados Unidos interviene en los asuntos de Taiwán para mantener su estatus hegemónico.
El suministro tiene lugar mientras que no hay avances en las negociaciones entre Pekín y Nueva Delhi sobre medidas de distensión.
Los costos de la guerra y lograr la paz es el mensaje preservado en Nanjing, China, en el memorial dedicado a la masacre de 1937, en la ocupación japonesa, que mató a 300 mil chinos.
El Presidente de la República Popular China, Xi Jinping, llamó a recuperar la lucha por la paz y el desarrollo como únicas garantías para darle auténtico bienestar a los pueblos del mundo.
El gobierno chino ha decidido paralizar autobuses y transportes ferroviario en cuatro ciudades de Hubei, con el pronóstico de evitar la propagación del virus.
Xi Jinping pronunció este lunes un discurso en Pekín con motivo del 50.º aniversario de la membresía del país en la ONU.
“Siento un cariño especial de parte del pueblo de Tecomatlán hacia China. Nunca he tenido esta experiencia única en mis tres años aquí en México", dijo Wang Huijun, representante del Embajador Zhang Run.
En el sexenio de Luis Echeverría México se abrió camino hacia China, convirtiéndose en el primer país a nivel mundial en reconocer a Beijing en lugar de Taipei como representante de toda China ante la ONU.
China es hoy un gran ejemplo para la humanidad porque, además de ser la segunda potencia económica del mundo, gracias a su extraordinaria eficiencia ha erradicado la pobreza extrema de las entrañas mismas de su enorme población.
Se ha restablecido el suministro de energía eléctrica al 90% de los usuarios afectados en los estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo y San Luis Potosí tras el segundo impacto del huracán Grace en territorio nacional.
Al evento asistieron más de 200 personas, incluidos jefes de más de 10 países y organizaciones internacionales.
Si la presidenta Pelosi visita Taiwán, violará seriamente el principio de Una sola China y las estipulaciones de los tres comunicados conjuntos chino-estadounidenses dañará seriamente la soberanía y la integridad territorial del gigante asiático.
El cine sí puede utilizar la ciencia ficción con un enfoque humanista y de aliento progresista.
El sistema chino, inédito en el mundo, llevó al gigante asiático a crecer en 30 años de forma continua y declarar hace meses el fin de la pobreza extrema, mientras se perfila a la siguiente meta: construir una sociedad medianamente próspera.
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Escrito por Carlos Ehécatl
Maestro en Estudios de Asia y África, especialidad en China, por El Colegio de México.