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De entrada no parece tan mala la intención que existe del Gobierno Federal y de la Secretaría de Educación Pública (SEP) al firmar un convenio con TV Azteca, Televisa, Grupo Imagen y Grupo Multimedios, para arrancar el nuevo ciclo escolar vía la televisión o por la vía digital; sin embargo, lo que sí se ve es que es un anuncio improvisado y que no se ha calculado bien lo que implica, cuáles pueden ser los saldos y cómo se abarcará al resto de los niños o jóvenes estudiantes que pertenecen a hogares que ni siquiera tienen luz eléctrica en sus hogares y mucho menos una televisión o internet.
¿Qué puede haber de fondo en esta nueva propuesta de Esteban Moctezuma y López Obrador?, ¿es que ya están conscientes de que la pandemia del Covid-19 va a durar muchos meses y por tanto el regreso a clases presenciales está muy lejos de ejecutarse? Las respuestas no parecen tan obvias y sí pueden ponernos a pensar o reflexionar. Primero, que el regreso a clases a distancia puede ayudar, aunque no en el grado que debiera ser, porque de por sí, miles de niños mexicanos ya perdieron una parte importante del ciclo escolar 2019-2020 y hay amenazas serias de que también pierdan el inicio del nuevo ciclo.
La "nueva" propuesta educativa más bien parece ir ocultando lo que en la realidad ya existe, una afectación real a la educación de millones de estudiantes en todos los niveles, desde preescolar, nivel básico y hasta nivel universitario; pero también nos estaría adelantando que la pandemia por el coronavirus está muy lejos de erradicarse en el mundo y en México. Por ejemplo, la Organización Mundial de la salud (OMS) ya señaló que quizá nunca haya solución contra el Covid-19; en términos rancheros, eso sería que la sociedad y una, dos o tres generaciones de hombres y mujeres, nunca volverán a su vida normal.
Si esto fuera así, todos los gobiernos, de México y del mundo, debería estar pensando en hacer verdaderos planes para ir atacando, más de fondo, los problemas que se enfrentará la humanidad; problemas como la educación de millones de estudiantes, la reactivación y el crecimiento de la economía de las naciones, y una estrategia seria para dar empleo a todos los trabajadores, formales e informales, para que no vean afectados sus ingresos económicos y no empiecen a presentar problemas de falta de alimentos y luego hambruna, como ya sucede en México donde hay 12.5 millones de desempleados formales y al menos 70 millones de mexicanos que no tienen acceso a la canasta básica alimentaria porque han visto reducidos su ingreso económico.
Segundo. En México no se sabe cuándo podrán regresar a las aulas los niños; analistas y epidemiólogos serios aseguran que la pandemia no se irá tan rápido y la pérdida en la instrucción, aun de los que tienen televisión o computadora con internet en sus hogares, será fuerte y de alarma, y debería llevar a las autoridades educativas y de gobierno a presentar estrategias, planes y acciones educativas que no sean temporales, sin que vayan a fondo para modificar la educación en México; pero esto, lamentablemente, y así se tiene que aceptar, está muy lejos de suceder, porque si en tiempos normales la educación era mala, como se ha visto en las pruebas PISA, hoy estaríamos muy lejos de esperar cambios reales en materia educativa.
Por ejemplo, se sabe que en los resultados de la prueba PISA 2018 que se hizo en el país, ejercicio que se lleva a cabo cada tres años, la resultante fue de alarma: en México sólo 1% de los estudiantes mostró un nivel de desempeño que los ubica en los niveles de competencia más elevados en al menos una de las áreas de conocimiento y 35% no tuvo un nivel mínimo de competencia adecuado en las tres áreas de conocimiento.
Y uno de los aspectos destacados fue que el nivel socioeconómico de los jóvenes que presentaron el examen tiene una fuerte correlación con su rendimiento en lectura, matemáticas y ciencias. Los estudiantes de mejor nivel de ingreso superaron a los de menor nivel de ingreso en cerca de 81 puntos en la prueba; o sea, los estudiantes más pobres tienen menor desempeño y su educación es muy mala, el fenómeno se explica solo. ¿Qué podemos esperar si en México hay ya 100 millones de mexicanos que viven con algún grado de pobreza?
Tercero. De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares, alrededor de 32.2 millones de hogares cuentan con al menos un televisor, lo cual representaría 92 o 94 por ciento, como dice la SEP, del total en el país; pero solo el 72 por ciento tiene televisor digital, dato del Inegi. Además, se sabe que 7 de cada 10 mexicanos dedican al menos 4 horas al día a ver televisión.
Los consumidores se han vuelto "más selectivos" de lo que ven en televisión y las preferencias están en TV Azteca con el 54 por ciento, Televisa, con 32 por ciento e Imagen TV, con 13 por ciento. Los contenidos de mayor preferencia son deportes, noticieros, caricaturas, reality shows y programas de revista. ¿Cómo se va a hacer para que ahora los estudiantes y los padres o madres de familia den prioridad a la programación de contenidos educativos para sus hijos? Tampoco esto es tan sencillo y no dice nada el gobierno.
La intención del gobierno morenista de la 4T es buena, pero oculta la realidad; el esfuerzo tampoco está mal, pero se necesita más que eso porque no hay certeza ni seguridad de que la instrucción a distancia o por televisión, sin el apoyo y guía de un maestro presencial o un padre bien capacitado, vaya a dar resultados o sea eficiente, sobre todo en los niños menores de 15 o 12 años. En México y el mundo hay críticas sobre las deficiencias y eficacia de este tipo de sistemas o modalidades de educación.
Por lo pronto, las televisoras recibirán 450 millones de pesos por su servicio "sin fin de lucro" como dijo el mandatario mexicano López Obrador, pero la mismísima Secretaría de Educación Pública reveló que la difusión en casa tendrá un costo de 15 pesos para cada alumno, lo que va a generar un total de 450 millones de pesos, pues según la dependencia son 30 millones de estudiantes los que usarán el servicio. No cabe duda, el pueblo siempre paga todo, hoy también pagará su pobre educación y el apoyo del gobierno, con buenos planes educativos para preparar a mexicanos competitivos en la ciencia y a nivel mundial, siguen brillando por su ausencia. Por el momento, querido lector, es todo.
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).