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Aprende en casa, programa fallido
“Esto está lejísimo de ser educación virtual; es simplemente la reproducción en pantalla de la educación presencial, no hay una pedagogía sobre ese soporte electrónico”.
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Aprende en casa (AC) es un programa de educación virtual improvisado, fallido y enfocado a salvar el actual ciclo escolar y quizá el siguiente, pero no representa una opción alternativa viable para muchos estudiantes de educación básica, explicaron especialistas consultados por buzos.

El doctor Manuel Gil Antón, profesor-investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México (Colmex) señaló que la educación virtual y la presencial comparten objetivos académicos, pero tienen métodos y recursos pedagógicos distintos, por lo que la primera no consiste simplemente en transportar un salón de clases a un medio electrónico.

“Hay que distinguir lo que es educación virtual, una educación producida para que sea empleada por la persona en cualquier sitio que lo quiera hacer y otra cosa es la educación a distancia. Lo que hemos vivido en estos meses de pandemia, y creo que eso es lo grave del problema, es que se han hecho salones a distancia; es decir, se emula un salón a través de  plataformas como Zoom.

“Esto está lejísimo de ser educación virtual; es simplemente la reproducción en pantalla de la educación presencial. Es decir, la situación en que un profesor o profesora habla y el alumno toma notas, pregunta, pero no hay una pedagogía sobre ese soporte electrónico”, refirió Gil Antón a esta revista.

Destacó que en las universidades de México y del mundo se han desarrollado plataformas digitales con su propia pedagogía para alcanzar puntualmente paso a paso y de manera sistematizada sus objetivos académicos con sus estudiantes.

Pero en el desafortunado caso del AC –explicó el especialista– “se buscó hacer no tanto un aprender en casa, sino meter a la escuela en casa. En la educación superior no fue tan notorio (estudiantado presencial que tuvo que migrar abruptamente a la modalidad virtual para continuar el semestre, pasando dificultades para su adaptación), pero en la educación básica sí, tratando de hacer una replicación con un tipo de escuela en casa y ahí nos topamos obviamente con la desigualdad social, pues la mitad de los hogares no tienen una computadora conectada a Internet”.     

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La Secretaría de Educación Pública (SEP) del Gobierno Federal activó el AC el 20 de abril para intentar salvar el año escolar iniciado el 26 de agosto de 2019, que debe terminar el seis de julio de 2020 y para que inicie el siguiente ciclo escolar a finales de agosto.

En su trabajo La Educación Virtual en México, el maestro Jorge Alejandro Silva Rodríguez de San Miguel, de la Sección de Estudios de Posgrado e Investigación de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), advierte:

“(…) si no se cuenta con el equipo necesario ni con el conocimiento del manejo de esta tecnología difícilmente se puede llevar a cabo la educación virtual a gran escala, porque a pesar de que varias universidades de México se han desarrollado tecnológicamente aún falta mucho por hacer para que muchas personas puedan acceder a la educación virtual (…)”.

Un alcance muy reducido

Cuando la SEP reportó, el cuatro de mayo, que el AC estaba llegando al 40 por ciento de los alumnos de educación básica confinados en sus casas por la emergencia sanitaria, hablaba de 11 millones 111 mil 458 alumnos de un total de 28 millones de estudiantes de primaria, secundaria y bachillerato.

El conteo de la SEP corresponde al número de registros al programa AC mediante la plataforma Google Classroom, que incluye a los alumnos del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) –que funciona como un sistema de educación abierta y a distancia mediante el uso de recursos digitales y asesorías personales– y los adscritos al Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe).

La dependencia informó también que, con el personal docente en los estados, estaban registrados 890 mil 537 “figuras educativas” –docentes, directores y supervisores– del millón 200 mil que hay en el país, que se coordinaban para operar el AC. De acuerdo con este informe, al menos 74 por ciento de los maestros mantenía comunicación constante con sus alumnos. Sin embargo, las quejas de los padres de familia y las críticas recurrentes de los especialistas denuncian la existencia de “otros datos”.

Según el informe de la SEP, el AC se basa en los contenidos de los libros de texto gratuitos, “ése es el eje del aprendizaje a distancia, ya que 10 de cada 10 alumnos cuentan con ellos”.  Explicó, incluso, que la página de Internet de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Coaliteg) registra hasta 420 mil consultas en un solo día.

Aseguró que para atender a los estudiantes que viven en lugares lejanos y están prácticamente incomunicados, la Conafe estaba distribuyendo más de 300 mil paquetes con materiales escolares y que se ha cubierto el 99.7 por ciento de la población a la que están destinados.

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También, de acuerdo con la SEP, se ofreció capacitación en educación a distancia a docentes y padres de familia mediante la impartición de cuatro seminarios en línea o webinars, en los que se registraron dos millones 351 mil 57 participantes, cuyo objetivo fue mejorar sus habilidades en el uso de las herramientas digitales.

Afirmó además que el AC estaba llegando al 94 por ciento de los hogares por medio de la televisión abierta y de paga, mientras que, a través de la radio, se trasmiten programas en 15 lenguas indígenas, con diversos contenidos educativos en los niveles de preescolar, primeria, secundaria y bachillerato.

El 21 de mayo, el titular de la SEP, Esteban Moctezuma Barragán, informó que el AC continuará como va: “Como hemos comentado no vamos a reanudar clases hasta que tengamos semáforo verde y ésta es una decisión de la Secretaría de Salud, del Consejo de Salubridad General, y hasta entonces podríamos reiniciar clases”.

Lo anterior significa que los alumnos de la educación básica no volverán a clases presenciales en lo que resta del ciclo escolar 2019-2020, que termina el seis de julio y que, dependiendo de la situación, probablemente se mantendrá en operación el esquema de AC en el inicio del ciclo 2020-2021 a finales de agosto.

Situación extraordinaria

La SEP aún no ha aclarado cómo validará la conclusión del actual ciclo escolar, lo que seguramente se debe a que, durante los primeros días de mayo, el AC apenas registraba poco más de 11 millones alumnos, cifra equivalente al 40 por ciento de los 28 millones de niños y jóvenes de educación básica, una de las causas por la que los expertos sostienen que los alumnos no están aprendiendo.

La vicerrectora académica de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México (CDMX), Sylvia Schmelkes, declaró a un diario capitalino, el 27 de abril, que el programa AC está enfocado más a la evaluación que al aprendizaje y que, dadas las circunstancias extraordinarias en el país, la SEP debería declarar este ciclo escolar como “excepcional” y todos los alumnos inscritos pasar al siguiente ciclo escolar. 

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Por su parte Marco Fernández, especialista de la organización México Evalúa, en una declaración periodística del 19 de mayo, cuestionó a la SEP por no haber distribuido una guía para el estudio en casa, ni capacitado en pedagogía virtual ni el uso de tecnología digital básica a un número importante de profesores, deficiencia que también padecen muchos alumnos.

La SEP anunció la distribución de materiales educativos de los niveles preescolar, primaria, secundaria y bachillerato para su enseñanza por la radio, la televisión y la Internet.  Para su transmisión rentó espacios en la plataforma Google Classroom, de servicios educativos virtuales (en la nube); pero las cosas no han salido bien porque olvidó capacitar a la mayoría de los maestros y alumnos, y porque no cuentan con servicio y equipos digitales.

Por eso surgieron las protestas de muchos padres de familia y las críticas de los especialistas en educación presencial y virtual.

Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) afirmó que la manera abrupta en que la SEP impuso el 20 de abril la educación virtual y a distancia sobre 26 de millones de alumnos, “no garantiza el derecho a la educación a toda la niñez y adolescencia mexicana, porque excluye a quienes viven en condiciones de pobreza extrema”.

Pérez García apuntó que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que solo 44 por ciento de las viviendas en México tienen una computadora y no todas están conectadas a Internet, lo que representa una forma de exclusión para niñas, niños y adolescentes. Sugirió a la SEP que se haga cargo de este problema y que dote con estos instrumentos digitales a los alumnos que carecen de medios para adquirirlos, si desea instruirlos en el futuro mediante el uso de la educación virtual.

El legislador del Movimiento Ciudadano, José Ramón Enríquez, convocó el cuatro de mayo a la SEP para que, en el marco del programa AC, diseñe una estrategia para reducir la brecha educativa entre los estudiantes inscritos en los planteles públicos con acceso a los medios de difusión requeridos y los que no disponen de televisión y computadoras con servicio de Internet. Su propuesta, presentada como “punto de acuerdo”, fue turnada al Grupo Plural de Trabajo que da Seguimiento a la Pandemia del Virus Covid-19. 

maestra

En su propuesta, Enríquez afirmó que el proyecto de AC “puso en evidencia las disparidades de conectividad que tiene nuestro país. Toda vez que solo 57 por ciento de las familias tienen Internet mediante conexión fija o móvil, por lo que este programa no llega a todos los hogares mexicanos, dejando en una situación de vulnerabilidad a muchos estudiantes, principalmente a aquellos que viven en zonas rurales o marginadas”.

El senador precisó que, del citado porcentaje, la proporción calculada de estudiantes con computadora corresponde al 44.9 por ciento y que solamente el 72.9 por ciento tienen al menos un televisor. El legislador destacó también que los alumnos con capacidades diferentes requieren adaptaciones tecnológicas en este tipo de aparatos y citó, a modo de ejemplo, la falta de lectores de pantalla para personas con problemas visuales y descripciones escritas para quienes tienen dificultades en el oído.

El modelo de educación virtual

La educación virtual, que viene desarrollándose de 1998 a la fecha en universidades e instituciones de educación superior de México y del mundo, representa una alternativa al modelo presencial que predomina en la enseñanza básica, y profesional, pues jóvenes y adultos recurren a ella porque no pueden acudir a clases presenciales.

En la educación superior representa una modalidad socialmente incluyente. Los especialistas de la educación virtual precisan que no debería ser una adecuación mecánica de la presencial.

 “Cuando hablamos de una cultura queremos decir que no basta con cursos de formación y capacitación que se centren exclusivamente en su aplicación, también se requiere que los docentes desarrollen habilidades pedagógicas y diseñen contenidos y nuevas estrategias de enseñanza y de aprendizaje, como se llevan a cabo en algunas instituciones educativas, pues los procesos de virtualización no son el paso mecánico de contenidos a diferentes medios”, aclara el especialista de la Universidad Autónoma de Chiapas, Rodolfo Ramírez León en su análisis Los Retos que impone la educación a distancia en México.   

“Un aspecto, estrechamente vinculado a lo anterior, y que sin embargo no es exclusivo de propuestas virtuales, se refiere a la importante necesidad de construir modelos educativos que efectivamente estén centrados en el aprendizaje. Hoy los requerimientos de la sociedad así lo demandan, pues el estudiante es responsable de su proceso de formación”.

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Rafael López Castañares, exsecretario ejecutivo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior de México, editó en 2006 su estudio Hacia un sistema virtual para la educación en México, destaca:

“Es difícil que el sistema tradicional tenga la capacidad de absorber y albergar de manera eficiente y eficaz este número de alumnos. Por tanto, con la universidad tradicional, solo se cumplen parcialmente las metas propuestas. El sistema es una opción favorable para complementar el esfuerzo de las instituciones en funcionamiento tradicional”.

Las universidades mexicanas, públicas y privadas –entre ellas la Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional– cuentan con plataformas educativas para licenciaturas y cursos virtuales. Se han ocupado en el desarrollo de la modalidad virtual de 2003 a la fecha, como un complemento de la modalidad presencial que predomina ahora.

Estas instituciones decidieron, por si mismas, la suspensión de clases con la SEP, transportando temporalmente a su estudiantado escolarizado a sus propias plataformas virtuales, lo que ocasionó también problemas porque los estudiantes presenciales no están habituados a trabajar en modelos diferentes, aunque ahora se adaptan a marchas forzadas.

Durante la presentación oficial del programa AC se mencionó que no solo serviría para que alumnos de nivel básico continuaran estudiando, sino que debía “aprovecharse para aprender en familia, porque la suspensión de clases no significa un periodo vacacional, sino un aislamiento voluntario para evitar el contagio y la propagación del Covid-19”. 

El AC se trasmite por los canales y estaciones de la televisión y la radio privadas, el Canal 11, el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, la Dirección General de Televisión Educativa y la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México, A.C. Los contenidos son para enseñanza preescolar, primaria, secundaria y bachillerato.

Se abrió el sitio https://www.aprendeencasa.mx/aprende-en-casa, cuya presentación dice: “Para proteger tu salud, la de tus maestros, amigos y la de tu familia, la SEP, a través de la Autoridad Educativa de la Ciudad de México, ha suspendido las clases presenciales. ¡Esto no significa que sean vacaciones, ¡Juntos vamos a estudiar desde casa!”.

La brecha digital

Según el Inegi, en México, solo el 57 por ciento de la población tiene acceso  a una conexión y en zonas rurales solo 23.4 por ciento de los hogares tiene acceso a Internet.

Esto significa que tres de cada 10 alumnos no pueden conectarse a sus clases, lo que afecta a un total de 13.8 millones de estudiantes, entre educación básica y superior.

El confinamiento por el Covid-19 acentuó  las desigualdades educativas en México, sobre todo en las zonas rurales donde solo cinco de cada 10 personas tienen acceso a una computadora.


Escrito por Martín Morales


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