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En el sistema capitalista, el proceso de producción está gobernado por la lucha de clases. Los dueños de los medios de producción, además de tener todo lo necesario para la producción (materias primas, materias auxiliares, locales, máquinas, aceite y combustible, luz, calefacción si se requiere, etc.), tienen dinero suficiente para adquirir también “fuerza de trabajo”, es decir, la mano de obra que mueva esas máquinas y lleve el proceso de producción de principio a fin hasta que el producto elaborado esté listo para lanzarse al mercado.
El obrero no vende al patrón su trabajo, pues cuando acuerdan cuánto tiempo trabajará y cuánto le pagarán por ello, no ha trabajado aún; por tanto, vende su fuerza de trabajo, es decir, la capacidad que tiene el obrero, por término medio, para la realización de una actividad productiva determinada. Así, la mercancía fuerza de trabajo vale lo que cuesta reponer las energías del obrero para que esté listo al día siguiente para trabajar en la fábrica y el valor de uso de la mercancía fuerza de trabajo es el trabajo, es decir, ponerle a hacer una determinada labor en el proceso de trabajo al obrero.
Pues bien, gracias al perfeccionamiento de los medios de producción, derivado del desmedido afán de lucro, que no tiene punto de saciedad, se producen una gran cantidad de mercancías que deben ser llevadas al mercado. El proceso de distribución de las mercancías contrasta con el de producción y Marx le llamó “el gran contraste”. Efectivamente, a la hora de producir todo es rigor y disciplina científica. A la hora de distribuir las mercancías, se aplica la ley de todos contra todos, el caos, la anarquía, el desorden, la competencia leal y desleal; como es la guerra, se vale de todo.
En este mecanismo de la distribución, como en el mecanismo de la producción, hay monopolios que son los que gobiernan fundamentalmente los procesos. Por poner un ejemplo, Walmart llegó a México en el año de 1991 y una vez que se estableció, resulta que ha recibido grandes beneficios del gobierno mexicano. En 2009, gracias el régimen de consolidación fiscal, las empresas podían presentar sus estados de resultados en conjunto, como una sola empresa, por lo que, si había inversiones nuevas, había “pérdidas” y al final, la base gravable quedaba tan pequeña que en ese año pagaron sólo 179 pesos de Impuesto Sobre la Renta. Para que nuestros amables y pacientes lectores tomen nota, Walmart en el mundo tiene 10 mil 600 tiendas y en México dos mil 850, es decir, el 27 por ciento de las empresas de Walmart están ubicadas en México.
Todo mundo sabe que cuando una tienda Walmart llega a una zona, por lo regular las pequeñas tiendas comienzan a verse en apuros o a fracasar. Pero hay un mecanismo de trabajo que permite al capital acercarle los productos a la gente en nuestro país y en muchos otros: el comercio ambulante. En virtud de la dificultad que implica entrar a competir con Walmart, pues para ello se requeriría ser monopolio o tener una suma de capital lo suficientemente grande para hacerlo con ventaja, mucha gente opta por acercarle a la gente los productos vendiéndolos en la calle.
Dicen los grandes empresarios del comercio monopólico que los vendedores ambulantes les hacen competencia “desleal”. ¿Perdón? Ahora resulta que los pequeños comerciantes ambulantes se convierten en grandes competidores de Walmart. Se trata a los comerciantes ambulantes como un mito, como un tabú. Se les ataca como “economía informal”, como “fuera de la ley”; se les acusa de que “afean” los centros históricos, etc., y, se lo propongan o no, estén de acuerdo expresamente o no con los grandes empresarios, los gobiernos “combaten” con todas sus fuerzas a esos comerciantes que están “fuera de la ley”, mientras ajustan la ley para que Walmart pague muy pocos impuestos.
Según el Inegi, “por cada 100 pesos del PIB del país, las personas ocupadas formales generaron 75 y las ocupadas en informalidad, 25 pesos”. El mismo Inegi “sumó la población económicamente activa (en) 60.8 millones de personas, en diciembre de 2024, 66 mil personas más que en diciembre de 2023”, de ellas, trabajan en la informalidad el 53.7 por ciento, es decir, 32 millones 649 mil 600 mexicanos.
En algunas ciudades se realizan operativos contra los ambulantes, sin embargo, parecen no percatarse de que, por poner un ejemplo, “casi la mitad de la población ocupada en Toluca se encuentra en la informalidad laboral” (adnoticias.mx, 12 diciembre 2022) y como esta ciudad, otras más están en esta condición. Por ende, si a los comerciantes ambulantes no se les da una alternativa en el sistema capitalista, ellos se encargan de distribuir las mercancías con el 25 por ciento del valor total producido en México, de tal suerte que los gobiernos, o resuelven en favor de los desprotegidos o deben dejar de perseguirlos. Mandar a la policía con “operativos”, golpear a los trabajadores ambulantes, quitarles por la fuerza la única posibilidad de hacerse de un ingreso sin robar, ofreciendo un producto que se puede comprar o vender según las leyes del mercado, es aventarlos a las manos de la delincuencia. Mal negocio.
Los grandes negocios se quejan de que los ambulantes ofrecen productos más baratos, pero está demostrado que aunque “el costo de producción de un par de tenis Nike, según estimaciones, ronda los 28.50 dólares, el precio de venta al público puede ser significativamente mayor, llegando a 100 dólares, dependiendo del modelo y las características específicas (sinembargo.mx, 2016), por ende, si un comerciante ambulante vende un producto de calidad similar, hecho en México, sin la marca Nike, pero en 30 dólares, entonces le dará una oportunidad a un mexicano de bajos recursos de poder adquirir unos tenis de buena calidad a bajo costo; en cambio, el precio de los tenis de marca está elevado artificialmente, se trata de un engaño, una trampa, una mentira y una muestra más de la ambición capitalista.
Así que, con base en las propias reglas del capitalismo: producción científica y distribución anárquica, perseguir a los comerciantes no tiene más objetivo que favorecer a los poderosos. Al impedir a los vendedores ambulantes –que no son magnates, como los dueños de Walmart– ofertar sus mercancías, también se castiga a quienes no pueden adquirir más productos que los que se venden así, pues son definitivamente más baratos y de buena calidad.
Compañeros comerciantes de Toluca, de Puebla, y comerciantes en general. Únanse, luchen y defiendan sus intereses y cuenten con el respaldo social del Movimiento Antorchista del Estado de México. Pero reflexionen que sólo dejarán de ser perseguidos el día en que el gobierno de este país esté en manos del pueblo educado y organizado. Por eso, súmense a Antorcha, organícense y luchen por una sociedad mejor.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.