Esténtor Político
Más becas en educación sólo para asegurar votos
Los testimonios difundidos por los propios padres de familia son muy claros cuando se refieren a que destinan el recurso a la compra de alimentos porque los ingresos al hogar resultan insuficientes debido a los elevados costos de los productos.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su información más reciente sobre las becas del programa de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez, publicó que más allá de respaldar a jóvenes estudiantes de bajos recursos, en realidad se ha usado para resolver problemas de la economía familiar, sobre todo para alimentos; entonces, las becas no están mejorando las oportunidades educativas o la calidad de los estudios de niños y jóvenes.
Los testimonios difundidos por los propios padres de familia son muy claros cuando se refieren a que destinan el recurso a la compra de alimentos porque los ingresos al hogar resultan insuficientes debido a los elevados costos de los productos; y aunque algunas familias afirman que lograron adquirir una parte mínima de los útiles escolares o abonar para los uniformes, reconocen que “el apoyo” no alcanza para cubrir los gastos que permitan mejorar la educación.
Definitivamente, la entrega anual de millones en apoyos no ha eliminado las carencias en la brecha educativa, inclusive se advierte que el porcentaje de quienes reciben la beca es menor, pues pasó de 28.2 en 2016 a 22.7 por ciento en 2020, ya con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador; y aunque en 2022 repuntó a 25.9 por ciento, los recursos destinados resultan insuficientes.
Entonces, ¿es bueno o no que el gobierno reparta becas? El mismo Coneval da la repuesta cuando reconoce que es “una estrategia necesaria, pero aún insuficiente” y recomienda que se implementen medidas como tutorías, acompañamiento escolar, becas de manutención y transporte gratuito o a bajo costo; recordemos, por ejemplo, que el propio Gobierno Federal morenista suprimió las Escuelas de Tiempo Completo, modelo institucional que sí ayudaba a las familias porque los niños disponían de más tiempo para su educación, incluida la promoción de actividades culturales y deportivas.
Las familias de las zonas rurales con índices mayores de marginación y escuelas alejadas de su población, son las más afectadas; en estos lugares –señala el Coneval– el dinero de las becas “no permite a las familias cubrir los gastos que supondría mandar a los menores a estudiar fuera de sus localidades” y el dinero es usado para sobrevivir entre la pobreza, más que para estudiar.
El tema de la educación mexicana es delicado y debe ponerse en la agenda de los gobernantes porque representa un reto y una prioridad para la política pública. Más cuando es vox populi que, al comienzo del ciclo escolar, la matrícula de estudiantes en los niveles escolares más altos disminuyó; así lo reporta el estudio Panorama de la Educación 2025 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reporta la disminución de la calidad educativa en México, comparada con otros países de economías similares; además, califica a México como el país con el gasto público en educación más bajo, sólo arriba de Perú.
Otro dato significativo brindado por la OCDE consiste en que, por cada estudiante, durante la educación básica (de primaria a media superior), se destinan 51 mil 833 pesos, gasto cuatro veces menor al promedio de los países pertenecientes al organismo. Un dato más refiere que el gasto en educación, respecto a los ingresos en México, también es de los más bajos, pues sólo cuatro de cada 100 pesos se gastan en educación (4.3 por ciento).
En el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026, la Secretaría de Educación Pública (SEP) recibirá 515 mil 15 millones de pesos, de los cuales 341 mil millones (66.5 por ciento) irán a programas sociales, es decir, a las becas; no obstante, ese dinero sirve más a las familias para “mitigar” los efectos de la pobreza o para comprar alimentos, pero no para mejorar la calidad educativa.
La educación no ha sido una prioridad en el gobierno de Claudia Sheinbaum; y sus discursos sobre “calidad educativa” están muy alejados de la realidad, porque sólo el 61.7 por ciento de las escuelas primarias y 65.5 por ciento de las secundarias cuentan con los cuatro servicios básicos de electricidad, agua potable, lavabos y sanitarios; los planteles de educación media superior están igual: sólo seis de cada 10 cuentan con servicios elementales.
Para 2026, la SEP recibirá más recursos; pero la educación, con la dispersión de becas como si fuera “maíz para gallinas de corral”, solamente garantizará el voto de los jóvenes, de cara a las próximas elecciones. La educación de calidad para la niñez y la juventud tendrá que esperar. Por el momento, amigo lector, es todo.
Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).