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Del nazismo moreno o estigmatizar al enemigo en dictadura
Así, en este imperio de la mentira oficial, ¿cree usted que sea remota la posibilidad de que Morena eche mano de la fuerza pública o del ejército para eliminar a sus contrincantes?
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En su obra autobiográfica El mundo de ayer. Memorias de un Europeo (1934-1942), el vienés Stefan Zweig reveló con amargura cómo, en medio de la destrucción dejada por la Primera Guerra Mundial, emergió y ascendió implacable el nazismo en Alemania. El silencio e inacción de las potencias triunfantes de 1918 (Inglaterra y Francia), la desesperanza de los derrotados, las clases altas y las fuerzas armadas germanas libraron el poder absoluto a un agitador de cantinas poco instruido: Adolf Hitler. Pero el encumbramiento del Partido Nazi no fue un proceso de política de gabinete. Entre sus primeras apariciones ante el público en 1918 y su llegada al poder, los fieles del nazismo fomentaron el infundio para diseñar a sus enemigos. La mentira se divulgó ampliamente a través de una prensa fiel y después se usó como argumento suficiente para perseguir y nulificar políticamente cualquier intento de cerrar filas contra el nacionalismo fascista. Si no lograban esto los nazis, dotados de un armamento extrañamente nuevo en una época de constantes bancarrotas como el de la entreguerras, suprimían físicamente al enemigo. Una vez en el poder, la mentira y virulencia hitlerianas se oficializaron.

Uno de los infundios más empleados por el nazismo fue estigmatizar al enemigo acusándolo de judío o comunista. No importaba si el sujeto lo era o no, bastaba adjetivarlo así para perseguirlo y exterminarlo. El enemigo aislado, pues nadie seguía al estigmatizado, tenía como opciones huir, someterse o perecer linchado a manos de los paramilitares nazis. Zweig, quien era judío y antimilitarista, sufrió ese tipo de persecución. Su obra fue prohibida y sus libros sufrieron el fuego con los de otros escritores pacifistas, comunistas, judíos, etc., en las famosas piras públicas de Goebbels (1933). Austria fue anexada a Alemania en 1938 y Zweig tuvo que exiliarse en Brasil, donde se suicidó el 22 de febrero de 1942, cuando lo agobió la incertidumbre de los primeros años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Lo antedicho viene a que, hoy, la desesperanza, la desigualdad, la pobreza, la corrupción, etc., que fomentaron en México las pésimas administraciones de los gobiernos pasados, abrieron las puertas al absurdo institucionalizado: la autodenominada Cuarta Transformación (4T). El gobierno absoluto de Morena, la dictadura de los caprichos del Ejecutivo, se impone hoy sobre el país con la colaboración fiel de los otros poderes, especialmente del Legislativo, en poder de la bancada morenista. No se pone ningún alto a las mentiras que sistemáticamente lanza el Presidente, ya en sus conferencias matutinas o a través de la prensa, cuando florea, ante los ojos de los espectadores, un México que está en quiebra; ni se hace nada para frenar nuestra triple crisis: la de nuestra economía –según el Banco de México (Banxico) el Producto Interno Bruto (PIB) caerá entre el -8.3 y -12.8, y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) declaró que solo en abril 12.5 millones de personas perdieron su empleo–; la de la inseguridad pública, en cuyo ámbito el crimen organizado ha llegado a un apogeo inédito con 35 mil 588 homicidios, un promedio diario de 97.5 asesinatos y la nominación de 2019 como el año más violento de nuestra historia; y la crisis sanitaria, en la que el Covid-19 ha superado el escenario catastrófico de 60 mil muertos previsto por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.

En el centro de esa catástrofe nacional, los dictadores se resisten a solucionar esos tres problemas, los más apremiantes de nuestro país, porque prefieren dedicarse a preparar su enraizamiento en todos los niveles del Estado mexicano ante las próximas elecciones de 2021. La administración del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ha sido pésima y, como es natural, la gente que lo sufre diariamente en la bancarrota, en su pobreza rampante, en las crecientes pérdidas por Covid-19 o por homicidio, no volvería a votar por el caos absoluto de hoy. Así, aunque no estamos en la Alemania del Siglo XX, la dictadura mexicana se nazifica: Morena quiere eliminar a sus adversarios políticos diseñándolos a su gusto frente a la opinión pública. Por eso los acusa, muchas veces sin pruebas, como en el caso de Antorcha Campesina, frente a la prensa, pero no de judíos o comunistas, sino de corrupción, etc., y no ante la justicia. Así, en este imperio de la mentira oficial, ¿cree usted que sea remota la posibilidad de que Morena eche mano de la fuerza pública o del ejército para eliminar a sus contrincantes?


Escrito por Anaximandro Pérez

Doctor en Historia y Civilizaciones por la École de Hautes Étus en Sciences Sociales (EHESS) de París, Francia.


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