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El ocaso se tiñó de una especie de rojo pálido. En minutos, fue opacado por nubes de un gris intenso que se oscurecían con la llegada de la noche. La precipitación de la lluvia era normal y generó confianza. En la Sierra Norte se dormía.
¡Levántate, está corriendo mucho viento!
Gabriel abrió los ojos y vio la lámina de su cuarto vibrar, mientras su madre buscaba los documentos oficiales. El viento retorcía las ramas del guayabo, aflojaba los clavos y el alambre con el que se ataron las láminas; en un santiamén las barajó y se las llevó. “Fue cuando agarré a mi sobrina y fuimos a abrir una casa abandonada”. Instaló a su sobrina y regresó a su casa. Tomó un colchón, lo puso en su espalda y lo bajó.
La zona donde vive Gabriel es la pendiente de una loma, que pertenece a la cuarta sección de la cabecera municipal de Huitzilan de Serdán. Eran como las dos de la mañana, no supo cómo bajó, pues entre su vivienda y su refugio hay una altura de por lo menos un metro; recuerda haber resbalado en varias ocasiones. En una hora se ocupó de llevar los colchones, cobijas, un poco de ropa y algunos libros. Puso a salvo a su madre, a su hermana y a sus dos sobrinos. No pudo hacer más, era peligroso, pues en la oscuridad no vería los objetos que sin dirección llevaba el viento.
“Escuché cómo se levantó la lámina de mi vecino. Se llevó la mitad de su casa. Ellos se fueron a refugiar con una de sus sobrinas que tiene casa de loza. Se escuchaba muy fuerte el viento; vi cómo se llevaban las ramas. Todo lo destruyó. Le hablé a mi vecino para preguntar si estaban bien, si necesitaban ayuda: contestaron que estaban a salvo”. El guayabo se cayó, fue sobre su refugio; los escamó, pues permanecían taciturnos.
“En la parte de Talcuaco se escuchaba como rodaban los rotoplas. Me di cuenta que la policía municipal de Huitzilan estaba trabajando, andaban de aquí para allá, se veían patrullas por Talcuaco, por el centro, se veía movimiento”. El reloj marcaba las 7:00 am, el viento ya no soplaba, solo llovía. Ahí estaba su vivienda: sin techo, con sus enseres mojados, con ramas por todos lados. Alrededor, un escenario desolador.
Desastre natural para 68 municipios de la sierra norte
La madrugada del sábado 21 de agosto, ingresó por el golfo de México el huracán “Grace”, como categoría 3. Con fuertes lluvias y rachas de viento de hasta 205 km/h entró por el estado de Veracruz y pasó por la Sierra Norte del estado de Puebla, dejando graves daños en los 64 municipios que la conforman, la mayoría indígenas donde se habla náhuatl o totonaco, así como en cuatro de la sierra negra.
El informe de la secretaria de Gobernación (Segob) del estado de Puebla Ana Lucía Hill Mayoral, detalló que del millón 277 mil 682 habitantes de los municipios afectados, un 30 por ciento (casi 400 mil) tuvieron algún tipo de afectación. También se dio a conocer que el ciclón dejó como saldo el fallecimiento de cinco personas, daños en 63 unidades de salud de cuatro jurisdicciones sanitarias y 28 escuelas de 13 municipios; 31 municipios permanecieron casi una semana sin el servicio de energía eléctrica ni telefonía celular, y a pesar de que ya se restableció en la mayoría, existen varias comunidades a las que aún no llega. En 34 municipios la conexión fue pronta.
El gobernador Miguel Barbosa Huerta anunció que solicitó al gobierno federal emitir la declaratoria de desastre natural en 64 municipios afectados por “Grace”, para que la Coordinación Nacional de Protección Civil libere los recursos federales. Al respecto, el consejero jurídico del Gobierno del Estado de Puebla Ricardo Velázquez Cruz reveló: “lo que estamos haciendo es un procedimiento para una declaratoria de desastre natural, porque nuestra capacidad financiera ha sido rebasada”.
Agricultura, un golpe más
La Secretaría de Gobernación del estado comunicó que hasta hace una semana se habían cuantificado 41 mil 413 hectáreas perdidas en 55 municipios. El viernes 27 de agosto, el gobernador precisó los datos: 37 mil son de maíz y ocho mil de árboles frutales.
Sobre los municipios más afectados: Olintla, Cuetzalan, Huehuetla, Jopala, etc., el paisaje es devastador. Árboles frutales arrancados de raíz, milpa sobre el suelo, cafetales entre los derrumbes, y los cultivos que resistieron la fuerza del viento no pudieron con la caída de árboles de ocote, de chacas.
¡No hay apoyo. Nada! No termina de hablar cuando rompe en llanto. Marcelina Alonso cubre su rostro con su mano atezada y continúa: “toda la milpa se acabó de tirar, de por sí quién sabe por qué no nos dan apoyo. El presidente dice que quiere constancia, el papel; no tenemos terreno, trabajamos a media, no nos dan un comprobante”. En su vivienda, ubicada en la comunidad de Ahuacatlán, Huauchinango, también se produjo un derrumbe; sin embargo, denunció que nadie les ha avisado a dónde deben ir a anotarse o con quién.
“La milpa del mes de junio es muy delicada, no más tantito la dobla el viento y así se queda, como que se espanta. Va a ser pérdida, en algunos lados ya estaban brotando elotitos”, explicó Manuel Francisco Salazar, campesino olinteco, que perdió alrededor del 70 por ciento de su siembra. “No más en una sembrada son como siete mil pesos que se le invierte”, resaltó.
El viento acabó con la milpa de don Felipe Alonso, oriundo del municipio de Huauchinango. Mucho le costó invertir en el abono, pues no recibió apoyo de ningún programa de gobierno: “con trabajitos lo compramos y, ahorita, ¿de dónde vamos a agarrar? Yo donde tenía, apenas estaban naciendo elotes, pero eso ya no se va a dar, se va a pudrir y, ¿cómo le vamos a hacer para de aquí a un año?”.
Afectaciones en 21 mil viviendas
En la conferencia matutina del viernes 28, el gobernador morenista Miguel Barbosa pronunció que fueron entre 17 y 21 mil las casas dañadas por el ciclón, y anunció: “a partir de ayer están saliendo camiones ya, camiones, desde Puebla, donde se están adquiriendo todas las cosas, de láminas; se van a comprar más de 300 mil láminas, para reponer las techumbres pérdidas de las casas. Las maquinarias llevan dos días trabajando en los puntos neurálgicos, ya están trabajando de manera ordenada. Y lo que estamos haciendo es empezar a pagar las cosechas perdidas”.
El gobernador no precisó ni cuándo, ni a qué municipios se dirigió la ayuda; no obstante, las familias poblanas han tenido que arreglárselas para reparar sus viviendas, pues las lluvias continúan.
En Zaragoza, Olintla, sobre la última calle, justo en la esquina de la que colinda con la principal, está la casa de Víctor Salazar Vázquez. Quedaron desnudos los tarros que ocupó de estructura para su casa, con unos cuantos pedazos de nailon colgados. Su esposa ha tendido la ropa sobre el tarro para que se seque. Sus niños alcanzaron a refugiarse en una casa “allá, abajo”, contó don Víctor; “así pasó aquí hace 15 años, pero esta vez no llovió tanto, pero vino con corriente”.
Delató al gobierno de no prestar ayuda: “no debieran hacer eso, la gente no puede solventar. Muchos ya están echando su techo, ya se mojó. ¡Ya qué! Ya no queda igual. La verdad, que se le ayude a toda la gente, como seres humanos. Si quieren apoyar a todos, bienvenido; pero el gobierno no hace eso, solo escoge, debería apoyar parejo”.
“El día sucedido, del aire fuerte, me la pase cerca, en la esquina de la casita, en el tlecuile ahí sentado, detrás del bracero, esperando todo mojado a que no pasara a más fuerte, a mayores, porque no podía salir por la ramason de los árboles”, dijo en entrevista, Claudio Cano Fernando, habitante de Zuapilaco, Santiago Yahuitlalpan, Cuetzalan. A su casa no ha pasado ni personal de la presidencia ni de ninguna dependencia de gobierno. Solo un grupo de personas, que deduce son de alguna organización, le proporcionaron una despensa.
En Pinahuista, localidad del mismo municipio, doña Julia Hernández Mateo narró en su lengua materna náhuatl, frente a su vivienda completamente destechada, que fue a la casa de cultura de su municipio a pedir apoyo y dijeron que “esperara”; “y cómo me iba a esperar, si cómo está mi casa. En tiempo de elecciones nos vienen a buscar, ahorita no vemos a nadie, y pues no estamos diciendo mentiras”, manifestó.
En el municipio de Huitzilan de Serdán la situación fue diferente: el ayuntamiento hizo entrega de más 90 pacas de lámina de cartón en apoyo a las familias que quedaron desamparadas y que sufrieron mayor daño; además de que se hizo entrega de despensas, colchonetas y otros apoyos, informó el presidente municipal Delfino Bonilla Ángel; atendió, de manera oportuna, los problemas con el servicio de agua potable y drenaje sanitario, pues varios tubos se dañaron. Con el apoyo de los trabajadores del área de Obras, los elementos de la Policía Municipal y Protección Civil, limpiaron caminos, apoyaron a las familias que quedaron en riesgo.
Abusos, incertidumbre y crisis
Las afectaciones que dejó a su paso el huracán, pusieron en jaque a las familias serranas, pues ante el desastre y la falta de apoyo gubernamental se vieron obligados a adquirir productos como clavo, alambre y láminas, de manera inmediata. No sólo se enfrentaron a su ya precaria económica, pues se trata de un gasto que no estaba considerado, sino al abuso de los comerciantes que llegaron a subir los precios hasta el doble.
Habitantes de Olintla, declararon que el precio del clavo subió de 30 a 50 pesos; luego de que se terminara en las tiendas, recurrieron a las del municipio de Huehuetla, donde lo consiguieron hasta en 100 pesos.
En Ixtepec, a través de redes sociales, denunciaron que el kilo de tortilla estaba en 25 pesos, en Huehuetla en 20, en Venustiano Carranza hasta en 35. En este último municipio también se denunció que se incrementó el precio de las velas, del maíz, de la harina para tortillas y hasta del huevo.
Llueve sobre mojado; el gobierno pide a poblanos que ayuden
“Ayudemos, todos, a los poblanos, somos muy fuertes, y vamos a responderles con solidaridad a ellos. Nunca estamos solos porque estamos juntos, podemos ser los últimos en recibir la solidaridad, pero la de nosotros es la primera”, llamó el gobernador Barbosa Huerta. Para ello, se instalaron centros de acopio en las instalaciones del DIF estatal y otros lugares.
A pesar de que en sus últimas conferencias matutinas el mandatario estatal ha expresado que está en condiciones de empezar a envíar ayuda o que ya inició la entrega, y que en una primera etapa costará 225 millones de pesos, hasta el momento aún no hay datos concretos, pero sí insisten en hacer el llamado a la ciudadanía para que colabore; mientras, los damnificados siguen clamando ayuda. De la ayuda del gobierno federal, aún no se sabe, salvo que se levantarán los padrones.
“Al gobierno del estado: si nos puede ayudar. Estamos sufriendo. Aquí, en frente de la casa cayó la tierra, no podemos salir de aquí, no tenemos dónde vamos a vivir. No hay apoyos, nada”, externó don Martín Santos González de Huauchinango.
Antonio Salazar, campesino olinteco, encontró todas sus láminas, pero varias ya no sirven, están dobladas. Lleva una semana arreglando su techo, tuvo que conseguir teja, para tapar la parte descubierta.
Así como don Antonio y don Martín, muchos campesinos tuvieron que arreglárselas para techar sus viviendas. Ahora, este no es el único problema, sino que deberán enfrentarse a dificultades económicas, porque sus ingresos se verán mermados al no contar con sus cosechas y, encima, por los gastos para arreglar los enseres que se les descompusieron o sustituir los que se les echaron a perder.
Los campesinos entrevistados por buzos denunciaron que hasta el momento no ha llegado ningún tipo de ayuda. Se sabe que se están elaborando padrones de afectados, pero no se ha inscrito a todos, pues en muchos lugares como Ahuacatlán, Huauchinango, no les han informado al respecto. En Olintla, el ayuntamiento está anotando, también los morenistas. En Cuetzalan, muchos desconocen si fueron integrados. En Huitzilan, la administración municipal realizó recorridos para levantar el censo tanto de viviendas como de cosechas afectadas.
El huracán Grace sólo vino a empeorar la situación, de por sí, precaria de los indígenas nahuas y totonacas de la Sierra Norte y Negra. No se pueden detener hasta que llegue la ayuda, por eso han comenzado a resolver, si les llega, esperan que mengue un poco la carga que llevan ahora.
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Escrito por Carmen Guevara
Reportera poblana