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Colombia decide entre continuidad o ruptura
El nuevo Poder Legislativo reflejará el ascenso de la izquierda, si bien los partidos tradicionales mostraron el músculo y no se consumó la renovación de ese poder.
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Han transcurrido seis años del Acuerdo de Paz entre el Estado y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sin que la calma y la seguridad lleguen a este país. El 29 de mayo, los electores decidirán si respaldan la continuidad o rompen el sistema de corrupción y violencia legitimada, ante un proceso en el que se pavonea el fantasma del magnicidio. Hoy, el mundo cruza los dedos porque se dé un viraje hacia la izquierda, que se consume el asalto al poder de los desclasado y acerque a esa nación al desarrollo que exigieron las protestas de 2021.

Sería inédito en la historia de Colombia que la izquierda, representada por Gustavo Petro Urrego, triunfe el 29 de mayo o en la segunda vuelta del 19 de junio. Y aunque se aprecia el auge de un fortalecido movimiento de todos los sectores sociales, es todo un desafío el gobierno de este hermano país sudamericano.

“Algo debe estar pasando con las placas tectónicas en Colombia para que, por primera vez desde nuestra independencia, un político como Petro, de izquierda y con pasado guerrillero, sea hoy el candidato con más probabilidades de ganar las próximas elecciones”, escribió hace algunos días María Jimena Durán en el conservador diario madrileño El País.

Este avance de la izquierda se produce pese a que en Colombia existen enclaves de derecha donde conviven las viejas oligarquías locales con las nuevas élites sociales ligadas a las mafias con un objetivo común: evitar programas políticos que lesionen sus intereses. No obstante, hay entusiasmo por los resultados en el Congreso de marzo pasado, tras la elección de 102 senadores y 182 miembros de la Cámara de Representantes, quienes operarán a partir del 20 de julio.

El nuevo Poder Legislativo reflejará el ascenso de la izquierda, si bien los partidos tradicionales mostraron el músculo y no se consumó la renovación de ese poder. Con el Pacto Histórico (de Gustavo Petro), el Partido Liberal y el Partido Conservador ganaron la mayoría de curules en el Senado y la Cámara.

Congreso

La coalición de izquierda pasó de ocho a 16 escaños en el Senado; y ascendió de tres a 25 curules en la Cámara de Representantes. Sin embargo, si Petro gana la presidencia, su fuerza legislativa no alcanzará para formar un gobierno de coalición. En todo caso, los colombianos envían un mensaje claro: quieren la paz con desarrollo y el fin de la subordinación al extranjero.

Rico, desigual y violento

Detrás de la penosa guerra civil del país está el amoral control político-económico de la derecha y sus élites, siempre emparentadas con el interés corporativo trasnacional que administra la Casa Blanca, todos beneficiarios de la violencia que provocan las bandas criminales (bacrim) con sicarios y la nueva generación de paramilitares.

El carácter expoliador capitalista asignó a Colombia la exportación de materias primas e importación de bienes manufacturados. De ahí la paradoja de que, pese a ser un país rico en recursos, el modelo de saqueo internacional y las élites locales impidieron su monetización, explica el analista Juan Diego Celemín.

¿Por qué sucedió esto en una nación con tantos recursos? Colombia es el primer productor de esmeraldas, café y flores; y segundo con mayor biodiversidad en el mundo, así como de níquel; y cuarto productor mundial de carbón. Es gran productor agrícola, ganadero, forestal y pesquero, además de exportar cobre y oro.

Es de los pocos países que aún posee seis tipos de agua: de lluvias, superficiales, subterráneas, termominerales, marinas, oceánicas y glaciares. Sin embargo, el Banco Mundial (BM) sintetizó así su situación: “Es rica en agua, pero con sed de inversiones”.

Colombia es un Estado muy centralizado que reforzó la informalidad con una estructura tributaria de las más regresivas en el continente, explica Antonio Caballero. En su libro La Historia de Colombia y sus oligarquías desalmadas (1498-2017), explica que éstas promueven la exclusión de los marginados y frenan el proceso de paz.

 Ellos “heredaron un país invivible, segregado, injusto, pobre y atrasado”, revela a su vez Hernán Suárez. Es uno de los países más desiguales de la región: su coeficiente de Gini es de 0.480 y la distribución de la tierra es de hasta 0.85 puntos.

Su pobreza multidimensional se ubica entre las peores del hemisferio sur desde hace dos décadas: con 40 por ciento de su población debajo de la línea de pobreza. Y aunque sus recursos se venden en el exterior y entre 2003 y 2013 vivió un auge de precios en las materias primas, sus gobiernos no invirtieron en educación y tecnología.

Los candidatos

El padrón es de 39 millones; ganará el candidato que reciba la mitad más uno del total de votos. Si no lo logra, habrá segunda vuelta; el triunfador asumirá el siete de agosto. En una lógica de “todos contra Petro”, la derecha con Federico Gutiérrez va por el cierre de filas de partidos tradicionales y los medios.

Federico Gutiérrez: Coalición Equipo por Colombia (derecha), ingeniero civil y ciencias políticas. Concejal y alcalde de Medellín.

Rodolfo Hernández: Liga de Gobernantes Anticorrupción. Ingeniero civil, alcalde de Bucaramanga.

John Milton Rodríguez: Colombia Justa Libres. Ingeniero industrial, psicólogo, pastor cristiano y senador.

Sergio Fajardo: Coalición Centro Esperanza. Matemático, alcalde de Medellín y gobernador de Antioquía.

Enrique Gómez: Movimiento de Salvación Nacional. Director del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Sociedad Colombiana de Ingenieros.

Gustavo Petro: Pacto Histórico. Economista, administrador, representante de la Cámara, agregado diplomático, senador y alcalde de Bogotá.

Luis Pérez: Movimiento Colombia Piensa en Grande. Ingeniero industrial, Máster matemático, alcalde de Medellín y gobernador de Antioquía.

Íngrid Betancourt: Partido Verde Oxígeno. Excandidata en 2002, estudios de ciencia política, comercio exterior, asesora, senadora y líder de su partido.

La corrupción sistémica y la crisis política prevalecieron en el medio siglo pasado, dejando miles de muertos y el mayor número de desplazados internos del planeta. Con la pandemia aumentó el desempleo y su moneda se devaluó, mientras la desigualdad ha agravado la violencia estructural.

Por ello, en la víspera de la elección presidencial, la sociedad colombiana desconfía de su Estado e instituciones y ve ante sí un futuro incierto. En el horizonte está la violencia sistémica que solo en el primer trimestre de 2022 afectó a dos millones de personas, más que en todo 2021.

La izquierda, ¿va?

Por primera vez en la historia electoral de Colombia, cuando no existe ya el centro y la derecha es aún fuerte, la izquierda se planta como gran protagonista. Hoy, la agenda de los candidatos a presidir el país incluye asuntos que ha defendido la izquierda: programas sociales, combate a la inequidad y la pobreza, economía menos dependiente y asuntos ambientales.

Petro, el exguerrillero del desaparecido M-19, es una figura amada y temida. Ha sido el aspirante más votado entre tres coaliciones con 4.5 millones de votos que lo acercan a la presidencia. La izquierda que representa logró así el mejor resultado en un país donde la derecha ha dominado al Ejecutivo y al Legislativo.

Sin embargo, Petro espera ahuyentar al fantasma del asesinato político que ya lo hizo suspender su campaña en dos ocasiones. Y aunque fragmentada, la derecha teje alianzas para evitar que ese candidato ocupe la Casa de Nariño. Su programa ofrece mayor igualdad, paz y respeto a los derechos humanos.

Petro

Pero las corporaciones empresariales y los terratenientes temen que aumente impuestos, que suspenda la exploración petrolera con empresas extranjeras, que otorgue mayor rol al Estado y una renta anual a los ciudadanos, afirma el experto de la Universidad de la Sabana, Johan Caldas.

Petro logró sumar a su fórmula a Francia Márquez; esta activista política, antropóloga, defensora de territorios indígenas y con ancestros esclavos, en solo dos años se convirtió en fenómeno político y social.

 Atrajo a cientos de miles de simpatizantes a su filosofía de pensamiento africanista Ubuntu, basado en la solidaridad y coexistencia social. Para los analistas es una figura cuya posición va más allá del progresismo, pues postula un gobierno para la dignidad.

Derechas y violencia

En su presidencia (2002-2010), Álvaro Uribe prometió deshacerse de la guerrilla con mano dura y devolver la soberanía al pueblo. ¡Casi logró su primer objetivo, pero nunca se propuso el segundo! Su doctrina de la “seguridad democrática” devastó al país; y aunque hoy pierde fuerza –tiene el 19 por ciento de apoyo, contra el 85 por ciento de julio de 2008– su partido Centro Democrático detenta el Ejecutivo y tiene mayoría en el senado.

El choque entre las élites, el abuso contra las poblaciones originarias y el despojo de las trasnacionales contribuyeron a la violencia en Colombia por más de cinco décadas. Y para desánimo de los promotores de los Acuerdos de Paz de 2016, entre 2016 y 2022 han sido asesinados más de 300 excombatientes después de que dejaron las armas, revela la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En esta imparable espiral de violencia y muerte, 292 de los asesinados eran exguerrilleros de las FARC (entre ellos nueve mujeres). El mayor deterioro de la seguridad se observa en el sureste: Cauca, Nariño, Valle del Cauca, según la ONU.

Tarea para el Ejecutivo

El próximo presidente de Colombia debe tener gran capacidad para avanzar en la cohesión social de un país sumamente polarizado. También deberá atraer mayor inversión nacional y extranjera y gran capacidad de gestión para conciliar sus propuestas en el Congreso donde debe buscar alianzas.

Además, deberá recuperar el espíritu de los Acuerdos de Paz, reimpulsar el diálogo con el ELN y reformular la capacidad de gobernabilidad territorial e institucional del Estado, estima Jerónimo Ríos, de la Universidad Complutense.

El Ejecutivo del próximo cuatrienio está llamado a parar la involución democrática y la falta de acción del saliente Iván Duque. En el entorno exterior debe mejorar la imagen de su país y alejarse del uribismo. En todo caso, el nuevo líder colombiano heredará un país más violento que hace cuatro años, con mayor descontento social y peor imagen internacional, afirma Ríos Sierra.

De las 13 mil personas que se desmovilizaron en noviembre de 2016, tras la firma de los Acuerdos de Paz, la mayoría se incorporó a la vida social. Otros crearon el partido Comunes, pero cientos de ellos se aislaron y son objetivo de la delincuencia organizada y de represalias ciudadanas. Solo en febrero pasado, 23 miembros de las disidencias de las FARC fueron asesinados.

El gran flagelo son las bandas delictivas. Su violencia es irrefrenable y desafía al Estado. Así se vio el cinco de mayo, cuando las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (o Clan del Golfo) impusieron un “paro armado” de cuatro días en 93 municipios. La razón fue la extradición de su líder, el hombre más buscado de Colombia, Dairo Antonio Úsuga (Otoniel) a Estados Unidos (EE. UU).

 El grupo delictivo paralizó las actividades en hospitales, escuelas, transportes y comercios en la región. El paro en autobuses significó la pérdida de 3.2 mdd. Ésta es la gran capacidad que las bandas delictivas tienen para infligir daños, advirtió la organización Colombia Risk Analysis.

La única respuesta a la población del gobierno de Iván Duque fue su oferta de recompensa por 1.2 mdd a quien brinde datos para capturar a otros miembros del grupo. Además, desplegó a 18 mil efectivos militares en el país “para garantizar la movilización de alimentos”.

En cambio, el gobierno y sus fuerzas armadas han sido efectivas en reprimir las multitudinarias protestas ciudadanas contra el régimen. En 2021, pese al confinamiento provocado por la pandemia, las ciudades colombianas conformaron un escenario de descontento por miles de ciudadanos, muchos de ellos jóvenes.

Ingrid

Rechazaron la reforma tributaria que se sumaba a las reformas de pensiones, laboral y educativa; protestaron contra la corrupción, la inseguridad pública, el nuevo paramilitarismo y el desempleo. Las expresiones de protesta fueron tan amplias, que hasta en las ventanas de las casas se colocaron banderas rojas para indicar que ahí faltaba la comida.

La iniciativa de la Universidad de los Andes “Tenemos que hablar Colombia” concluyó en pleno paro nacional para denunciar que la corrupción es uno de los problemas más apremiantes y que los sobornos son su práctica más usual. “Siempre son los poderosos los que hablan; ahora me tocó a mí”, aclaró el zapatero Carlos Suárez. “Tenemos problemas sociales qué solucionar y que nos han arrastrado históricamente”, denunció Silvia Restrepo, vicerrectora de la Universidad de los Andes.

Petro ha tenido que cancelar algunos actos públicos de campaña política debido a nuevas amenazas contra su integridad física.

EE. UU., el mejor aliado

El pasado 10 marzo, Joseph R. Biden nombró a Colombia como el “principal aliado no perteneciente a la OTAN” para contrarrestar la presencia de Rusia en América Latina, según el diario Los Angeles Times. Ese reconocimiento es muy significativo, pues Washington únicamente lo ha otorgado a dos países en la región: Brasil y Argentina.

Tal designación no solo es simbólica sino práctica, pues le otorga a Colombia beneficios comerciales y de cooperación en seguridad. Sin embargo, es más un premio de consolación; pues en este momento, Washington evalúa el levantamiento de las sanciones impuestas a Venezuela para compensar el vacío en el mercado petrolero que dejaron sus sanciones contra Rusia.

Colombia se opone firmemente a ese restablecimiento de relaciones. Y para ello ha dado gusto a Washington en la crisis de Ucrania “Nos hemos posicionado fuertemente contra el brutal e injustificado ataque de Rusia”, declaró Iván Duque, tras su reunión con Biden.

Vidas en vilo

Pandemia        3.6 millones de personas en pobreza.

Violencia         Se recrudeció en zonas históricamente afectadas.

Economía        Inflación: en abril de 2022 llegó a 9.23 por ciento.

Inmigración      Dos millones de venezolanos.

Seguridad           Inestabilidad en la frontera con Venezuela.

Conflicto:           El más lonjevo y violento del continente. Masacre número 40 en 2022, según Indepaz.

En ese marco es interesante ver cómo baraja sus cartas la Casa Blanca ante la elección presidencial en Colombia. Duque aseguró, en febrero pasado, que la Subsecretaria para Asuntos Políticos de EE. UU., Victoria Nuland, le ofreció que ambos países trabajarán juntos para evitar que “actores externos” influyan en las elecciones legislativas y presidenciales de este año.

No obstante, Petro ha ofrecido seguridad jurídica a las empresas estadounidenses; y en septiembre de 2021 envió un mensaje tranquilizador al Departamento de Estado cuando anunció: “Colombia no necesita socialismo, necesita democracia y paz”.

Los gobiernos de todo el mundo están atentos al resultado electoral en Colombia. Ya sea que se escenifique un relevo político o se refrende al régimen; ya que el futuro del proceso de paz, la relación con Venezuela, las bases estadounidenses, el pacto con la OTAN y el combate al narcotráfico son asuntos clave y de preocupación. En cuestión de días recibiremos señales de esa nación que, esperamos, sean alentadoras. 


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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