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Alexander Pope
Londinense e hijo de católico menesteroso, tal vez el factor más determinante de la vida de Pope fue la enfermedad que dificultó su desarrollo y que le dejó una deformación —una especie de joroba— de por vida.
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Londinense e hijo de católico menesteroso, tal vez el factor más determinante de la vida de Pope fue la enfermedad que dificultó su desarrollo y que le dejó una deformación —una especie de joroba— de por vida. Autodidacta en buena medida, pronto demostró un virtuosismo inusual en el manejo de la métrica y no tardó en entrar en contacto con los círculos selectos literarios de Londres. A sus dotes de virtuoso consumado, demostradas en ese monumento del arte dieciochesco llamado The Rape of the Lock (1612), añadió las de un deslumbrante traductor en la versión que hizo en dísticos heroicos de la Riada (1715-1720), completada por la de la Odisea (1725-1726) y que además, con su éxito, le proporcionaron independencia económica.

Su poema Elegía en memoria de una dama desdichada apareció en 1717. Aunque tal vez no representativo de la poesía de Pope, sí es una rara obra maestra que merece estar presente en cualquier antología de poesía inglesa. La natural predisposición a la sátira de Pope —un lazo que le unió amistosamente a Swift— brilló en sus ataques a sus enemigos, especialmente a aquellos que habían osado previamente criticar públicamente sus poemas o traducciones. La Carta al Dr. Arbuthnot (1735) condensa a la perfección esa sátira inigualable de Pope, donde introduce toda una galería de personajes y prototipos de su tiempo, víctimas de su insaciable ironía y su siempre afilada causticidad.

traducción: juan de dios torralbo caballero

 

ELEGÍA EN MEMORIA DE UNA DAMA DESDICHADA

¿Qué espectro me hace señas a la luz de la luna

y me invita a seguirlo hacia el bosque sombrío?

¡Es ella! Pero ¿por qué sangra su pecho?

                        [¿Quién lo ha acuchillado?

 

¿Y por qué brilla tan poco la espada visionaria?

Oh, siempre hermosa y siempre amiga mía, di:

¿es en el cielo un crimen haberte amado tanto?

¿Lo es ser propietario de un corazón tan tierno

o actuar en comedias como un amante fiel?

¿No hay en el cielo luminoso regalo para esos valientes

que han sabido morir o han pensando tan hondo?

 

¿Por qué, además, oh Poderes, a su alma ordenasteis

querer ir más allá de los bajos deseos?

En vuestras santas casas la ambición fue primero

por la culpa gloriosa de Ángeles y Dioses:

y por eso esas Imágenes la atraen a la tierra

y resplandece en los pechos de Héroes y Reyes.

Pero casi todas las almas hace tiempo que callan,

taciturnas prisioneras de la cárcel del cuerpo:

tenues luces de vida que arden unos años

como en sepulcros lámparas invisibles e inútiles

o como Reyes que gobiernan perezosos estados

y duermen confiados en sus propios palacios.

 

Tal vez de entre éstos –aún no había

                        [la Naturaleza ordenado su muerte–

se la llevó el destino al cielo compasivo.

Como hacia el aire ascienden los más puros espíritus,

ya lejos de la tierra y de sus restos fraternos,

así ascendió su alma a su hogar natural

sin dejar ni una virtud para redimir su Raza.

Pero tú, falso guardián de un blasón tan excelso

y vil desertor de tu sangre fraterna,

mira el trémulo aliento en esos labios rojos

o el soplo de la muerte sobre esas mejillas:

está gélido el pecho que dio calor al mundo,

y esos ojos certeros, esas flechas de amor, dejarán de mirar.

Así, si la justicia eterna gobierna nuestro mundo,

los niños morirán y también las mujeres:

una súbita venganza espera en el camino

y féretros frecuentes asediarán tus puentes.

Allí los pasajeros apuntando dirán

(mientras los largos funerales enlutan el camino):

Mirad, son aquellos cuyas almas las Furias aherrojaron

y maldijeron con corazones incapaces de dar.

Así, sin ser llorados, se van los orgullosos,

cabalgata de un día, distracción de los necios.

Así mueren todos los que jamás conocieron

la bondad de los otros o también su dolor.

 

¿Qué puede reparar (oh sombra lastimada)

tu sino despiadado, tu funeral negado?

Ni las quejas amigas ni las domésticas lágrimas

complacen a tu espectro ni adornan tu féretro.

Manos extranjeras cerraron tus ojos,

manos extranjeras cuidaron de tu cuerpo,

manos extranjeras adornaron tu tumba

y extranjeros te honraron y también te lloraron.

¿Qué importa si, vestidos de luto, no llegan

los amigos a llorar una hora? Tal vez después lloren un año

y soporten las burlas que hacen al dolor

en los bailes nocturnos y en las públicas fiestas.

¿Qué importa si dolientes cupidos no adornan tus cenizas

ni emulan tu rostro mármoles bruñidos?

¿Qué importa que no esté tu morada en tierra bendecida

ni que nadie susurre endechas en tu tumba?

Y, no obstante, se vestirá tu tumba con flores renacientes

y la verde hierba recubrirá tu pecho:

te ofrecerá la mañana sus más tempranas lágrimas

y las primeras flores se abrirán ante ti:

y con sus alas de plata los ángeles darán sombra

a la tierra sagrada que guarda tus reliquias.

 

Así descansa en paz sin una piedra, un nombre,

quien una vez tuvo fama, hermosura y riqueza.

Y de nada le sirven todos los honores, todos los amores,

ni cuál es su linaje ni por quién fue engendrada.

Un montón de polvo sólo queda de ti:

eso es lo que eres y lo que será tu orgullo.

Como aquellos a los que cantan, caerán los poetas;

sordo el oído halagado y muda la lengua melodiosa.

Aquel al que ahora ablandan las dolientes canciones

no tardará en pedir que también a él le lloren.

Entonces, de tus cerrados ojos partirá tu figura

y la última punzada te arrancará de su pecho.

Y la vida en un suspiro dejará de existir:

olvidada la Musa, nadie más te amará.

Epístola II

Entonces conócete a ti mismo,

                        [no supongas a un Dios que investigar;

el estudio del hombre es el estudio apropiado

                                                [de la humanidad.

Situado en este istmo de estados intermedios,

un ser oscuramente sabio y rudamente extraordinario:

con bastante conocimiento de la orilla escéptica,

con bastante debilidad por la soberbia del estoico,

pende en el medio; dudando de actuar o descansar;

dudando de juzgarse Dios o animal;

dudando si por su mente o cuerpo optar;

nacido solamente para morir y razonando solamente para errar;

igual que su ignorancia su razón es tal,

bien sea que piense poco o piense asaz:

caos de pensamiento y de pasión, todo confundido;

aún por sí mismo abusado o desmentido;

creado en parte para elevarse y en parte para caer;

gran amo de todas las cosas, si bien presa de todas;

único juez de la verdad, arrojado al error interminable:

¡la gloria, broma y enigma del mundo!

 

¡Ve, maravillosa criatura! Cabalga a donde la ciencia lleva,

ve, mide la tierra, pesa el aire y delimita las mareas;

instruye a los planetas en qué orbitas correr,

corrige el tiempo antiguo y regula el Sol;

ve, elévate junto a Platón hacia la esfera celestial,

hasta el bien primero, la perfección primera y la justicia primera;

o pisa el círculo intrincado que sus seguidores pisaron

y perdiendo el juicio llama imitando a Dios

como sacerdotes de oriente corriendo en torpes círculos

y girando las cabezas para imitar al Sol.

Ve, enséñale a la Sabiduría Eterna cómo gobernar

¡Y luego cae en ti mismo y sé un idiota!

 

Seres superiores, cuando vieron hace poco

a un Hombre mortal desdoblar toda la ley Natural,

admiraron tal sabiduría en una forma terrenal

y mostraron a un Newton como mostramos a un Simio.

 

¿Podría él, cuyas leyes atan el rápido cometa,

describir o fijar un movimiento de su cabeza?

¿Quién vio sus fuegos aquí alzarse y allí descender

podrá explicar su propio origen o su fin?

¡Ay, qué maravilla! La parte superior del hombre

puede alzarse sin control y escalar de arte en arte;

mas cuando su propia gran obra ha tan solo comenzado,

lo que hila la razón por la pasión es deshilado.

 

Sigue a la ciencia, pues, con la modestia como guía;

primero desnuda todo su bagaje de orgullo;

deduce lo que es sólo vanidad o atavío

o el lujo del aprendizaje o la pereza;

o trucos para mostrar el alcance del cerebro humano,

simple placer curioso o dolor ingenioso;

purga todo o poda las partes sobrantes

de todos nuestros vicios que han creado artes;

luego mira cuán poca la suma restante,

¡la que sirvió al pasado y debe hacerlo

                                    [en los tiempos por venir!


Escrito por Redacción


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