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Los estragos del virus SARS-COV2, que causa el Covid-19, han sido advertidos por la comunidad científica desde hace al menos 17 años. La aparición de los virus zoonóticos –que pasan de animales a humanos y causan epidemias con potencial para convertirse en pandemias– venía documentándose con detalle. Entre ellos destacan, por ejemplo, el virus SARS1 en China (2002); el de la gripe aviar H5N1 en Tailandia y China (2004); el de la influenza H1N1 o influenza “porcina” en Estados Unidos (2009); el MERS en Arabia Saudita (2012); el Ébola en África (2014) y ahora el SARS-COV-2, cuya pandemia estamos padeciendo.
Hay información genética suficiente para asegurar que todos los virus citados pasaron de animales –cerdos, monos, murciélagos, camellos o pangolines– a seres humanos. Es posible afirmar categóricamente que la pandemia no fue producto de un invento de laboratorio sino de una zoonosis y que estas transferencias tienen, como telón de fondo, el tráfico indiscriminado de animales, las condiciones insalubres de los sistemas de producción y consumo de carne y, lo más preocupante, la constante destrucción de los ecosistemas terrestres donde habitan numerosas especies animales. Algunas de las especies arriba enlistadas, como el pangolín y varias de murciélagos, están en peligro de extinción.
Hasta este momento se estima que 75 por ciento de los ecosistemas terrestres y 65 por ciento de los marinos han sido alterados por las actividades humanas. Es decir, esta pandemia tiene, como causa, la pérdida acelerada de la biodiversidad en todos los niveles: local, regional y global. Los patrones de daño que el cambio climático está causando en el medio ambiente y en la biodiversidad alcanzan magnitudes nunca antes vistas.
Antes de la pandemia del Covid-19 hubo varios eventos que conmocionaron al mundo: el 13 de mayo de 2019, la concentración de CO2 (dióxido de carbono) en la atmósfera superó las 415 ppm, acercándonos al punto sin retorno fijado en 450 ppm, para el mejor de los escenarios, y en 550 ppm, para el peor; en agosto de 2019, los incendios en el río Amazonas arrasaron 2.5 millones de hectáreas de selvas; en el inicio de 2020, las llamas consumieron, en Australia, más de 10 millones de hectáreas de árboles y mil millones de animales; y el pasado 13 de febrero, se difundió que la Antártida superó los 20º C de temperatura por primera vez en la historia.
Los estragos de la pandemia del Covid-19 eran predecibles en términos de los patrones y antecedentes antes mencionados; así como el peligro para los sectores sociales más vulnerables. Tampoco es novedad la forma en que se está polarizando la sociedad, producto de la excesiva acumulación de la riqueza en unas cuantas manos. A este problema se suma la falta de voluntad política de los gobiernos locales y del nacional para prevenir las consecuencias; desafortunadamente, actuaron de manera reactiva.
Si bien es cierto que se cuenta con información científica sobre los daños potenciales que el cambio climático está causando en la sociedad, los beneficios de ese conocimiento no llegan ni llegarán a ésta mientras prevalezca el modelo económico neoliberal, ya que quienes lo encabezan, los acaparan para provecho propio. La ciencia y la tecnología adecuadas para prevenir y combatir los efectos de la pandemia ya existen; pero su destino inmediato depende de decisiones políticas que la mayoría de las veces no buscan satisfacer las necesidades del pueblo, es decir, de las personas que viven al día.
La pandemia del Covid-19 es la primera advertencia de un cambio ecológico global al que nos acercamos peligrosamente ¿Cómo sabremos que hemos alcanzado el punto sin retorno? El aumento del nivel de mar, generado por el derretimiento de los polos Ártico y Antártico: si llega a superar más de medio metro en promedio antes del 2100, todas las especies que habitan el planeta, incluida la del ser humano, estarán en peligro de extinción.
El hábito tan frecuente de beber café ha traído consigo una gran polémica acerca de si es bueno o malo beber café. Ante esto, múltiples investigaciones se han centrado en responder tal cuestión
Ota Benga fue un congoleño de 1.25 metros de alto que llegó en 1906 al zoológico de Nueva York. Fue vendido como esclavo y comprado por Samuel Verne, un antropólogo que viajaba para colectar “razas exóticas” para una feria en EE. UU.
Esencialmente el método filosófico propuesto por René Descartes tenía una inspiración matemática, a saber: No admitir nada absolutamente evidente.
Nuestras características físicas son resultado de la combinación de nuestros genes y entorno. Cada quien es distinto: tiene una combinación única de genes y ha sido moldeada por la realidad en que se desarrolla antes y después de nacer.
El famoso Axioma de elección juega un poco con la intuición humana, ya que demuestra que todo conjunto puede ser bien ordenado, aunque no se muestra cuál es ese orden.
El arribo de la mariposa constituye uno de los mayores atractivos turísticos de la entidad, el cual genera empleo y recursos económicos.
La potencia del telescopio Hubble logró captar imágenes de la galaxia conocida como UGC 8091 que, según la NASA y la ESA, es parecida a una “bola de nieve” cósmica.
Alan Turing no fue un estudiante brillante, pero si talentoso, perseverante en los problemas que quería resolver. Se hizo famoso cuando inventó una máquina capaz de descifrar los códigos secretos de comunicación usados en la SGM.
Con sus ataques a las instituciones educativas y culturales, López Obrador pretende eliminar el pensamiento crítico, una actitud retrógrada muy parecida a la que hace varios siglos desembocó en el asesinato de judíos en la primera mitad del Siglo XX.
Se trata de "una zona que está cubierta con nieve 10 meses al año, de difícil acceso por la altura y geografía que ostenta una tupida vegetación y bosque valdiviano".
La idea de aprender sin esfuerzo hace que el conocimiento adquirido en los menores sea volátil, superficial, en desmedro de su capacidad intelectual; y preocupa que cada año el nivel académico e intelectual de niños y jóvenes está decayendo a sitios alarmantes.
La pobreza y la marginación social son la principal causa del incremento de enfermedades relacionadas con la nutrición.
La variedad de ratones transgénicos es muy amplia y, dependiendo de las necesidades de investigación que se requieran, será el tipo de ratón que se utilice.
Robot supuestamente harto de trabajar decidió terminar con su existencia
Las estatuillas de Venus caracterizaron el arte europeo del Paleolítico, la etapa prehistórica más antigua y larga del Homo sapiens.
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Escrito por Jorge Adrián Serrano
Colaborador ciencia