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Los maestros en el olvido
Los hechos revelan que la educación camina hacia un abismo; y porque ha llegado el momento de organizarse y luchar para corregir el rumbo. 
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Cuánta razón hay en la frase “por sus obras los conoceréis”, cuyo contenido parece haber sido hecho a propósito de estos tiempos de campaña en que se hacen promesas sin ton ni son. Y como “prometer no empobrece”, todo indica que la titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Delfina Gómez, en comparsa con el Presidente, ha prometido un aumento a los salarios de los maestros que ganan menos de 20 mil pesos, lo que sin duda forma parte de su estrategia política ahora que está a punto de entrar plenamente a la campaña por la gubernatura del Estado de México (Edomex). Esa noticia, sin embargo, solo ha despertado suspicacias porque, en muchos sexenios, el magisterio ha sido uno de los sectores más abandonados por el Estado y porque durante la pandemia de Covid-19 los maestros fueron abandonados a su suerte, obligados a regresar a las aulas en condiciones sanitarias deficientes y tuvieron que acondicionar espacios dentro de sus hogares por cuenta propia, invertir en equipos de cómputo y contratar servicios de Internet para ofrecer educación a distancia a sus alumnos, sistema en el que ni éstos y ni ellos estaban preparados. Nunca fluyeron los recursos federales para atender esta contingencia; y el resultado ha sido un retroceso en todos los niveles escolares y la deserción de más de cinco millones de estudiantes. Pero, además, el actual gobierno desapareció el Programa de Escuelas de Tiempo Completo, afectando la educación de 3.6 millones de niños; modificó el contenido de los libros de texto para adaptarlo a los caprichos e ideologías del gobierno de la “Cuarta Transformación (4T); y ahora tiene la puntada de desaparecer los grados escolares. Todo esto lleva a concluir que el reciente anuncio de incremento al salario es solo una más de las ocurrencias del Presidente y el ofrecimiento de la permanente campaña electoral en la que éste y su partido se hallan desde 2018.

Los maestros tienen varios pendientes impostergables, entre los que destaca un salario suficiente; una mejor preparación académica y una genuina organización social y política. Su salario promedio no rebasa los 10 mil pesos mensuales; para completarlo, muchos maestros deben dedicarse a otras actividades y su precarización es tal que, incluso, el de los doctorados no alcanza para comprar la canasta básica, ya que les descuentan impuestos, cuotas de servicios de salud y otros pagos. Además, una quinta parte del gremio no tiene estabilidad laboral, sus contratos de trabajo son temporales; la mayoría de los programas de actualización y capacitación docente son caducos y superficiales, porque se dan únicamente para cumplir con determinada cantidad de cursos. La organización gremial de los maestros resulta deficiente o nula, porque los que están sindicalizados se encuentran atrapados por dirigentes “amafiados” que solo actúan en beneficio propio; y cuando otros miles intentan organizarse al margen de los sindicatos “oficiales”, el gobierno los reprime o corre del trabajo, omitiendo la Constitución. Es decir, la mayoría de los maestros deben tolerar condiciones degradantes de trabajo, salarios muy bajos y acoso laboral permanente.

Por todo esto, los recientes comentarios de Delfina Gómez y el Presidente solo provocaron sonrisas forzadas en los maestros, que no cayeron en el engaño porque saben que un gobierno verdaderamente progresista les garantizaría un trabajo y un salario decoroso; porque los hechos revelan que la educación camina hacia un abismo; y porque ha llegado el momento de organizarse y luchar para corregir el rumbo. 


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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