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La psicología de Gottfried Leibniz
La personalidad de Gottfried Leibniz, lo convertía en un brillante diplomático.
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Entre los grandes personajes que han contribuido a la creación del Cálculo diferencial e integral, se encuentra el alemán Gottfried Leibniz (1646-1716), quien tuvo una disputa por la paternidad del Cálculo con el mismo Isaac Newton. En este artículo nos centraremos al lado personal de este polifacético personaje.

Gottfried Leibniz era radicalmente diferente a la personalidad de Isaac Newton. Mientras que Newton siempre vivió reducido a Cambridge y Londres, Leibniz visitó varios países europeos y viajaba a distintas partes del interior de Alemania.

Mientras que Newton era hermético y solitario, Leibniz era sociable, asistía a fiestas y se relacionaba con diferentes cortes alemanas. Newton se resistía a publicar sus hallazgos, no respondía cartas, por el temor a la polémica, mientras que a Leibniz le encantaba la polémica, el debate y la confrontación alturada. Mientras que Newton se enterró con los honores de un rey en Inglaterra, Leibniz murió muy solo, apenas asistieron a su funeral su mayordomo y su perro. Quizás la única coincidencia entre estos dos grandes personajes es que ambos murieron sin casarse y sin formar familia. Newton nunca tuvo interés por el matrimonio, Leibniz lo tuvo a los 50, sin embargo, mientras la dama analizaba la propuesta de Leibniz, éste desistió de casarse.

Gottfried Leibniz es considerado el último de los universalistas, por las diferentes ocupaciones en las que logró destacar; fue historiador, ingeniero de minas, poeta, diseñador, geólogo, diplomático, músico, alquimista, político, agricultor, bibliotecario, filósofo, lógico, matemático, y abogado de profesión. En la diversidad del conocimiento, era mucho más que Isaac Newton.

La personalidad de Gottfried Leibniz, lo convertía en un brillante diplomático. Su contribución para la paz y unidad de Europa fue fundamental en un momento histórico de conflicto y enemistades entre varios países europeos. Esta gran carrera diplomática lo llevó a ser considerado asesor de la corte alemana y consejero de grandes príncipes. Todos reconocían su extensa cultura y lo consideraban un genio universal.

Desde niño, Gottfried Leibniz heredó la gran biblioteca de su padre –jurista y profesor de filosofía moral–. A los 12 años dominaba el latín y conocía el griego lo suficiente para leer a los clásicos en su lengua original. Como niño genio, a los 17 años se graduó de bachiller en leyes y a los 20 defendió su tesis doctoral. No quiso dedicarse a la docencia universitaria, prefirió una vida cortesana y la diplomacia. Desarrolló su enorme trabajo académico gracias a una gran capacidad de trabajo intelectual, lograba concentrarse en cualquier lugar –por ejemplo, viajando– bajo cualquier condición, leía y escribía intensamente; hasta el día de hoy, su producción en escritos y artículos no ha podido ser estudiada en su totalidad. Se calcula que escribió más de mil 100 cartas con personajes de 16 países. Como diplomático siempre tuvo un trato agradable, franco y abierto. Desde el punto de vista político, Leibniz propuso el equilibrio de poderes y una transformación social hacia un nuevo sistema basado en la igualdad de todos los ciudadanos. También defendía la pluralidad y la interdisciplina. Además, llegó a proponer una reforma para la moneda, la reorganización de la economía, la mejora del comercio y la manufactura textil, la creación de un fondo para seguros y de impuestos sobre vestidos de lujo, creación de un archivo estatal central, la firma de un concordato de Estado y la creación de una biblioteca de referencia general, así como una propuesta para el alumbrado de las calles de Viena con lámparas de aceite de colza. Ideas políticamente interesantes para Alemania.

El pensamiento teológico de Gottfried Leibniz estuvo influenciado por las ideas del gran filósofo Baruch Spinoza al afirmar: “Dios es un gran matemático. El mundo en que vivimos es el mejor de los mundos posibles. Debe haber una razón suficiente, que no necesita ya ninguna razón, fuera de cosas contingentes… y esta razón final se llama Dios”. El filósofo francés Dennis Diderot, en el Siglo XVIII, llegó a afirmar: “Quizás nunca exista un hombre que haya leído tanto, estudiado tanto, meditado más y escrito más que Leibniz (…) Lo que ha elaborado sobre este mundo, sobre Dios, la naturaleza y el alma es de la más sublime elocuencia”.


Escrito por Dr. Esptiben Rojas Bernilla

Colaborador


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