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La propiedad privada sobre los medios de producción
A propósito del centenario de la muerte del gran revolucionario ruso V. I. Lenin, el maestro Aquiles Córdova lanzó un importante reto intelectual para los revolucionarios del mundo que tienen el propósito serio de construir el socialismo. Veamos.
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El Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, a propósito del centenario de la muerte del gran revolucionario ruso Vladimir Ilich Lenin, lanzó, como acostumbra, un importante reto intelectual para los revolucionarios del mundo que tienen el propósito serio de construir el socialismo y, posteriormente, el comunismo. Efectivamente, el Maestro Aquiles aludió al planteamiento marxista esencial que se encuentra en la Contribución a la crítica de la economía política, de 1859.

Inserto en esta publicación el planteamiento al que hace referencia Marx y que el Maestro Aquiles retoma: “El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. (Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política).

Como se ve, la clave del párrafo anterior está aquí: “Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí”. (Ibidem). La propiedad privada sobre los medios de producción ha llevado a la sociedad a un gran nivel de concentración de la riqueza. Ejemplos de ello hay muchos, pero vale la pena poner de relieve lo que señala la propia Oxfam: “La riqueza de los cinco hombres más ricos se ha duplicado, muestras que casi cinco mil millones de personas se han empobrecido desde el inicio de la década” (Oxfam, publicado el 15 de enero de 2024); otra nota del mismo órgano, pero del 16 de enero de 2023, señala que “el 1% más rico acumula casi el doble de riqueza que el resto de la población mundial en los últimos dos años”.

Esta excesiva concentración de la riqueza tiene su polo opuesto, excesiva pobreza que reconoce el propio Banco Mundial: “Casi 700 millones de personas en todo el mundo viven en situación de pobreza extrema y subsisten con menos de 2.15 dólares al día, esto es la línea de la pobreza extrema. Más de la mitad de esta población se encuentra en el África subsahariana” (Banco Mundial, 17 de octubre de 2023). “Los niños y niñas son los que más sufren a causa del estancamiento en la reducción de la pobreza extrema en el mundo” (Banco Mundial, 12 de septiembre de 2023).

Pues bien, el mal de males que hace que el trabajo del hombre se enajene y se logre una concentración de la riqueza como la aquí descrita, es la propiedad privada sobre los medios de producción; y los revolucionarios debemos analizar y discutir a profundidad el camino para la liberación de este flagelo. Recuerdo que la propaganda norteamericana, sumamente intensa y efectiva, porque atacaba justo los miedos de la sociedad, era que el comunismo te quitaría tu casa, te expropiaría todo: tu pasta de dientes, tus zapatos, tu ropa, todo, tus propiedades personales. Además, te decían que vivirías bajo la bota del asedio del autoritarismo, de una dictadura y que no tendrías libertades. Mucha gente, efectivamente, cayó en el cuento, pero no descubrió la navaja escondida en el pan. 

Ese combate enérgico contra el comunismo, no era otra cosa que una defensa a ultranza de la propiedad privada sobre los medios de producción de los privilegiados de siempre que son, para desgracia de la humanidad, sólo unos cuantos; se trata de una defensa a ultranza de la libertad de explotar a los trabajadores mediante la extracción de la plusvalía, es decir, comprando al trabajador, no su trabajo, sino su fuerza de trabajo, con lo cual el ser humano despliega toda su fuerza y genera más valor de lo que le retribuyen en forma de salario.

Después de la caída de la Unión Soviética y con un aparente control de las inversiones privadas de Estados Unidos en China, los señores del dinero, los señores de los cañones, como dice Silvio Rodríguez, creyeron que había llegado el momento del paraíso de la propiedad privada sobre los medios de producción y que el sistema capitalista mostraría al mundo su capacidad para liberar a la humanidad de todos los males, ya sin el contrapeso de los países comunistas; sin embargo, la realidad le dio a los poderosos de la Tierra un gran revés: no esperaban, que la nación rusa, derrotada, pudiera salir adelante sobre las nuevas reglas capitalistas, creyeron que podrían controlarla y no esperaban, definitivamente, un desarrollo tan acelerado y una buena administración de sus fortalezas: los recursos naturales como el gas, el petróleo, etc.

Tampoco esperaban la inteligente y potente respuesta de China después de la Reforma y Apertura, que logró un desarrollo impactante sobre la base de las leyes del propio capitalismo, pero bajo el control del Partido Comunista de China, que tiene en su poder los eslabones principales de la cadena productiva: la energía eléctrica, el petróleo, la energía nuclear, etc. La primera señal de alerta para los poderosos del mundo fue en 2009, cuando China rebasó a Japón y se convirtió en la segunda economía. El ritmo de desarrollo ha puesto ya en predicamento a los norteamericanos, pues China no sólo es su segundo acreedor de Bonos del Tesoro, sino que los norteamericanos dependen de las manufacturas chinas para la vida cotidiana.

Entonces, como dice Marx, “al llegar a una fase determinada de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes”; en los tiempos que corren, esa contradicción se anuncia en la pérdida de fuerza de la economía norteamericana, antes hegemónica; en el incremento de la pobreza en Estados Unidos, en los tiroteos que anuncian descomposición social, en la drogadicción de la gente y en la emergente fuerza de un grupo de países con una filosofía multipolar y la forma en que los poderosos, promotores de la idea de un mundo unipolar, pretenden resolver esa contradicción es mediante el uso de la fuerza, porque no aceptan que haya naciones que compitan en buena lid y con éxito, menos que los derroten en concreto. 

La Operación Especial Rusa y los esfuerzos de China por lograr la paz mundial van a tener una victoria definitiva en el momento en el que, agotado el desarrollo de las fuerzas productivas, se combata eficientemente a la propiedad privada de los medios de producción, se destruya, por tanto, la ambición y entremos en una nueva era de desarrollo social, donde el desarrollo garantice una vida mejor para toda la humanidad. La tarea, entonces, consiste en estudiar los mecanismos para lograr, en concreto, este propósito.


Escrito por Brasil Acosta Peña

Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.


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