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Ha pasado un año desde que el titular de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, declaró la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus de Wuhan (China). Su parte médico del 30 de enero de 2020 fue el siguiente: el número de casos confirmados en China asciende a siete mil 711; 170 personas que han muerto, y la enfermedad se ha extendido a 19 naciones... nuestra mayor preocupación es la posibilidad de que el virus se propague a países con sistemas de salud más débiles y que no estén preparados para tratarlo”. Fatídicamente, la prevención de Tedros se ha cumplido con creces. A un año del “azote de la peste”, sus efectos han rebasado las expectativas y puesto a la humanidad en el peor cataclismo de los tiempos recientes.
En el mundo, la catástrofe se mide con 101.2 millones de contagios y más de 2.1 millones de muertos, pero la mayor letalidad se da en los países pobres. La Oxfam afirma que el virus de la desigualdad es tan mortífero como el Covid-19. Los países ricos tardarán nueve meses en recuperarse de los efectos nocivos de la pandemia, pero las naciones pobres lo harán en una década; la misma institución explicó que la pobreza aumentó en 500 millones de personas. En el interior de muchos países, la forma de sobrellevar la enfermedad es diferente en cada estrato social. Los ricos la afrontan con atención sanitaria y confinamientos llenos de lujo; los multimillonarios han tenido oportunidad para hacer buenos negocios y la Oxfam ha calculado en 3.9 billones de dólares sus ganancias entre mediados de marzo y finales de diciembre. Para el sistema económico, la pandemia ha representado un alivio momentáneo, porque las masas están entretenidas en salvar la vida y sobrevivir a la debacle económica. No cuestionan ni luchan para que haya recursos suficientes ante la emergencia sanitaria; muchos han perdido sus empleos; no tienen nada que llevar a sus mesas y no pueden recibir atención médica de calidad y oportuna que les salve la vida. La letalidad en los adultos mayores es superior en un 75 por ciento; en los pobres 35 por ciento y si son atendidos en hospitales públicos, el 70 por ciento.
La mortalidad ha sido diversa en las naciones. En China, donde se inició la enfermedad y reside un cuarto de la población mundial, pero donde prevalece un sistema económico más humanitario, hay 82 mil 774 contagios y cuatro mil 639 muertos; Estados Unidos (EE. UU.), líder de los países capitalistas, registra 25.6 millones de contagios y 429 mil muertes; México, con un gobierno “enloquecido”, un millón 800 mil contagios y 154 mil muertos. En las naciones pobres, la letalidad es mayor. En México, por ejemplo, corresponde a 10.2 por ciento, mientras que el promedio representa el cuatro por ciento. Los países desarrollados destinan, en promedio, el 10 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) para enfrentar la pandemia y México no llega al uno por ciento.
Las vacunas han convertido a la industria farmacéutica en la principal protagonista de un nuevo mercado donde hay fuerte competencia. Los millones de ciudadanos desesperados por adquirir estas medicinas constituyen un nicho de mercado global, donde los países ricos tienen mayores posibilidades de vacunar a sus habitantes y de proyectar en breve su recuperación económica. En los Estados pobres, en contraste, las masas esperan que sus respectivos gobiernos o las empresas particulares adquieran los placebos para ser salvados. La pandemia demuestra que la desigualdad “natural” del sistema capitalista representa la principal causa de los fallecimientos; la política neoliberal de gastar lo menos posible en la atención de los contagiados no permite “desperdiciar” capitales para curar a la mano de obra barata. Si en las economías desarrolladas invierten más en la crisis sanitaria, lo hacen para no paralizar sus aparatos productivos. Pero en medio de esta crisis sistémica, surge la esperanza de países de corte socialista como Rusia y China, que se están afianzando con políticas humanitarias ante el mundo. La desconfianza sembrada por los capitalistas hacia estos países ha sido superada rápidamente; y la llama de la justicia social brilla en los ojos de los desvalidos. Porque, parafraseando a Eduardo Galeano, los pobres deben saber que, en el mundo de los capitalistas, la vida de los pobres vale menos que el virus que los mata.
México acumula un total de 4 millones 942 mil 590 casos activos por el virus y 306 mil 91 defunciones.
A pesar de ello, el Gobierno advirtió que el récord se desacelerará el próximo mes debido a una escasez de suministro.
El coronavirus (Covid-19) trastocó las relaciones internacionales y es evidente que nada volverá a ser igual, pues sus efectos presagian el inicio de un nuevo orden mundial.
El primer envió de ayuda salió de Reino Unido el domingo y se prevé que llegue el martes y también en toda la semana realizarán más envíos.
De acuerdo con la estadística, en número total de infectados hasta el momento asciende a un millón 11 mil, 490 casos positivos. De ellos, 51 mil 485 contagiados han muerto y 208 mil 949 se han recuperado.
En el país aún existen más de 4 millones de personas sin empleo, por eso es muy importante considerar en serio la propuesta del Ingreso Vital de Emergencia.
En comparación con las entidades del centro y sur del país, las entidades del norte recuperaron más rápido los empleos y los salarios perdidos durante la pandemia.
Sheinbaum confió en que las dosis de vacunas lleguen pronto a pesar de que el Gobierno Federal aún no da a conocer las fechas para que México reciba los biológicos.
Los biológicos chinos y rusos tienen la misma o mayor eficacia que las vacunas occidentales.
Durante los dos años de pandemia y el bienio que siguió, hubo un aumento significativo en el número de “ideaciones” o intentos de suicidio.
Con casi seis siglos de existencia, su supervivencia se debe a que es el único mercado en el que miles de comerciantes indígenas asisten a ofertar directamente sus productos agrícolas y artesanales.
En un mensaje dirigido al al Bundestag (el Parlamento federal), Merkel se ha mostrado a favor de cerrar los comercios entre Navidad y el 10 de enero y ha pedido a los ciudadanos que hagan un sacrificio adicional en las fiestas navideñas.
A pesar de la expansión de la protección social durante la crisis generada por la COVID-19, más de 4 mil millones de personas siguen estando completamente desprotegidas, según informe de la Organización Internacional del Trabajo.
El responsable por las muertes de mexicanos en pandemia, Hugo López Gatell, debe pagar ante la justicia sus omisiones en el servicio público durante la gestión de la pandemia.
En México también tenemos sanguijuelas que están ganando al por mayor gracias al confinamiento sanitario y a la educación virtual: desde que quitaron la señal analógica, la única forma en que la gente puede estar comunicada es con la televisión de paga y
Tabasco, Michoacán y Campeche enfrentan desaceleración industrial
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Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA