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El reconocimiento al talento matemático, siempre ha estado presente a lo largo de la historia. Sin embargo, fue desde la creación de las sociedades científicas y luego en las universidades cuando se empezó a reconocer de manera oficial a aquellos matemáticos que resolvían problemas famosos o planteados por otros matemáticos. Estos ganadores de concursos no sólo recibían los honores, sino también eran requeridos para ocupar puestos académicos en las instituciones más prestigiosas. Aunque estos reconocimientos eran básicamente europeos, a principios del Siglo XX el desarrollo de la investigación matemática había alcanzado otras latitudes de nuestro planeta. Se hizo necesario un reconocimiento más universal, el momento propicio para plantear esta idea fue en los primeros Congresos Internacionales de matemáticos.
Desde 1936, los matemáticos de todo el mundo reconocen entre dos a cuatro matemáticos jóvenes que hayan obtenido resultados trascendentes, sin restricción de área o nacionalidad. El artífice de esta idea de premiar al talento matemático fue del canadiense John Charles Fields, nacido el año 1866 en Ontario, en el seno de una familia escocesa e irlandesa. Estudió matemática en la Universidad de Toronto y se doctoró en la Universidad John Hopkins en Estados Unidos. Desde 1892 asistió a cursos avanzados en París, Berlín y Alemania, en donde conoció y admiró a los grandes matemáticos europeos de la época. Fue ahí donde entablo una amistad con el gran matemático sueco Mittag-Leffler. Después de 10 años de viajar por Europa decidió regresar a la Universidad de Toronto.
Fue en 1924 cuando al profesor Fields le tocó organizar el Congreso Internacional de Matemáticos en Toronto, en donde propuso la creación de una medalla para reconocer internacionalmente al talento matemático, su idea fue que se convirtiera en un premio no asociado a alguna persona, independiente del país o institución. Sin embargo, ocurrió algo inesperado que hizo personalizar el premio.
En 1931, el Comité Organizador del Congreso Internacional anterior tenía un superávit de dos mil 700 dólares canadienses; Fields propuso que este dinero fuera destinado a la elaboración de dos medallas de oro como premio a los matemáticos reconocidos por un Comité Internacional formado por matemáticos. Un año después, Fields logró contar con la aprobación del Comité Organizador de Congreso Internacional, que se celebraba en Zúrich, para otorgar este reconocimiento. Lamentablemente, cuatro meses antes de celebrarse el evento, el profesor Fields murió de un ataque al corazón. Según testigos, en su convalecencia dejó instrucciones para que todos sus bienes, que ascendían a 47 mil dólares canadienses, fueran destinados al premio y encargó al matemático John Synge presentar esta propuesta en el Congreso que se celebraría en Zúrich. La propuesta fue aprobada por el Comité y, desde 1936 y cada cuatro años se otorga este premio, que recibió el nombre de Medalla Fields en honor a su creador y se entrega en una ceremonia especial dentro del Programa del Congreso Internacional de Matemáticos.
Los premiados son escogidos por un Comité Internacional, nombrado cada cuatro años y que permanece en el anonimato hasta la entrega del premio, que consiste en una medalla de oro y una cantidad de dinero. Esta medalla tiene la imagen del matemático griego Arquímedes y una inscripción que dice “Trascenderse a uno mismo y dominar el mundo”, al reverso de la medalla hay una inscripción en latín que dice “Matemáticos congregados de todo el mundo, la conceden por sus notables escritos”, además del dibujo de una esfera inscrita en un cilindro (la misma figura que Arquímedes hizo grabar en su tumba). En el canto de la medalla se inscribe el nombre del galardonado.
En 1936 se otorgaron dos medallas, una al finlandés Lars Ahlfors y otra al norteamericano Jesse Douglas.
La medalla Fields se otorga a matemáticos menores de 40 años; aunque no existe un escrito explícito con esta restricción, es un criterio por el que se opta, puesto que, al redactar la propuesta del premio, Fields escribió: “al conceder las medallas se debe tener en cuenta que, aunque se hace un reconocimiento del trabajo realizado, también debe servir de acicate para futuros logros por parte de los galardonados”. Es una creencia que la solución de problemas matemáticos difíciles está reservada sólo para mentes jóvenes, muy discutible, desde mi punto de vista.
Fourier consideraba que toda función continua puede representarse como una serie infinita de senos y cosenos.
Cada 14 de marzo se celebra el a la Matemática. Esta fecha fue elegida en virtud de que hace alusión a 3.14, que es el valor aproximado del enigmático número Pi (π).
La matemática es un producto cultural.
Los modos del pensamiento matemático influyen en su hacer, el Siglo XX ha sido testigo de al menos dos formas de este hacer, con marcada influencia ideológica.
Ninguno de estos libros me parece copia o similares a los libros estándar.
Es posible crear una matemática filosófica desde el hacer de un matemático que sea realmente relevante y visionaria. Debe de ser una reflexión humanizante, pero a la vez esclarecedora del mundo de las ideas formales.
En la ruleta los resultados son equiprobables, no hay predilección por ningún número o color.
La teoría de la medida es una parte de la matemática contemporánea.
La recta geométrica como objeto matemático tiene una naturaleza distinta a los números.
Fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1983; entre 1991 y 1993 fue presidente de la Comisión Internacional de Instrucción Matemática (ICMI).
Es considerado el más prolífico de los matemáticos; su nombre figura en fórmulas, teoremas, números, integrales y constantes en distintas ramas de la matemática.
La tenacidad en su trabajo le acompañó hasta una edad muy avanzada.
Un matemático chileno dijo en una entrevista: “una cosa es escribir papers y otra cosa es saber matemática… recomendaría a los jóvenes que primero se dediquen a saber matemática y después se dediquen a escribir papers si desean”.
Los objetos matemáticos, como constructos, se conciben en la mente humana; para ello se debe tener una idea precisa para formalizarlos y que luego emerjan sus propiedades.
Hoy día, Azucena Cordero cursa el séptimo semestre de la carrera de ingeniería en Gestión Empresarial. Su disciplina, tenacidad y voluntad la llevaron a colocar muy en alto el nombre del Instituto Tecnológico de Tecomatlán.
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Escrito por Dr. Esptiben Rojas Bernilla
Colaborador