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El Presidente sepulta la economía nacional 
Mientras la clase política en el poder se desespera por ganar las elecciones del 2021, el pueblo sigue muriendo.
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México ha vivido su peor pesadilla, no solo en casi un semestre de pandemia por Covid-19, sino en los 20 meses de desgobierno de la llamada “Cuarta Transformación” (4T). Aspectos fundamentales en la vida de los ciudadanos como la alimentación, la seguridad pública y la salud, se han hecho trizas. El atrevimiento del Presidente para mentir es cada vez más descarado. No importa cuándo y cómo lo dice, pero siempre es la misma cantaleta: “Ya salimos de la pandemia y el pueblo está feliz, feliz”. El eco de esta fraseología, repetida por los más connotados morenistas que han diseñado la estrategia de combate contra el Covid-19 es insultante, incluso burlón para un pueblo lacerado por la enfermedad y sus terribles efectos en la economía; negaron la peligrosidad del actual coronavirus; insisten en que el cubreboca no sirve para nada; afirman que los mexicanos tienen genes de resistencia; que “solo los ricos se contagian” y que el virus “se cura con un caldito de pollo” o “con mole de guajolote”. Los resultados: hoy los pobres son más pobres; la desnutrición impera cada vez en más mexicanos; aumenta la asimetría en el ingreso de la población; el sistema de salud se desmantela y hay miles de muertes que pudieron evitarse.

Quien defienda al Presidente por su premeditación de dejar al pueblo a su suerte, se hace su cómplice. Esta conducta criminal de lesa humanidad será juzgada en algunos años, no solo por los tribunales judiciales sino también por el colectivo de las generaciones más jóvenes que sobrevivan al actual holocausto mexicano. En una estructura económica donde el empleo formal es mínimo y prevalece el trabajo informal, la suma de millones de desempleados nuevos representa un tiro de gracia a las clases populares. En esta caída de más del 10 por ciento en el Producto Interno Bruto (PIB) es el titular del Poder Ejecutivo quien toma la pala para enterrar a la economía nacional y a los muertos; pues conforme pasan los días, cada vez más nos acercamos, según el conteo oficial, a los 70 mil muertos y al medio millón de contagiados. Pero si aun con los datos del Presidente, la pandemia resulta una verdadera tragedia, cómo podremos llamarla si multiplicamos esos números por ocho o por 32, como proponen los especialistas, para conocer con precisión la magnitud real de la pandemia. Sin duda, nos estremeceremos de espanto e indignación cuando esto ocurra y cuando, asimismo, haya una cuantificación final de los estragos del Covid-19 en la economía, donde aún antes de la aparición de la pandemia había tres millones de personas que laboraban sin recibir sueldo –entre ellos los “cerillos”, los trabajadores de los estacionamiento de los centros comerciales o los aprendices; 11 millones percibían menos de 123 pesos diarios y 21 millones entre 123 y 246 pesos al día en labores inestables y de sobrevivencia para malcomer y malvestirse. En total hay 35 millones de trabajadores que con sus familias ocupan los estratos sociales más bajos y sus ingresos son nada, si los comparamos con la riqueza de Ricardo Salinas Pliego, quien ocupa ya el segundo lugar en la lista de los magnates del país. ¿Qué esperaban las autoridades que la pandemia provocara sobre un pueblo sumido en la pobreza? La deficiente alimentación hace presa fácil del Covid-19 a esos mexicanos y su letalidad corresponde a 10 por ciento mayor en las personas pobres. La esperanza de vida en Europa es de 83.4 años y el promedio de edad de los fallecidos por Covid-19 fue de 81 años; es decir, las víctimas ya estaban en el límite de su esperanza de vida. En México, en cambio, la esperanza de vida es de 75 años y el promedio de edad de los fallecidos corresponde a 61 años. Es desesperanzador observar años que muchas de estas personas tenían por delante, y que además del dolor causado en sus familias, el país desperdició, con su pérdida, muchas actividades de vida productiva. Además, un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México reveló que 71 por ciento de las personas fallecidas tienen una instrucción máxima de primaria. 

Morir en México es solo cuestión de tiempo y del azar. Mientras la clase política en el poder se desespera por ganar las elecciones del 2021, el pueblo sigue muriendo.


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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