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El verdadero drama de Chile es el neoliberalismo. Este modelo, inequitativo y expoliador, alentó la corrupción y riqueza ilícita de las élites, además de concentrar los ingresos en unas manos. Este fue el combustible que, en octubre, detonó el estallido social que persiste hasta hoy, y que suma a sus demandas el repudio a la pésima gestión gubernamental de la pandemia por Covid-19.
Cuando la pandemia llegó al país andino en pleno invierno, contagió a más de 100 mil personas y se cebó en los chilenos más pobres. La emergencia sanitaria reveló que la percepción de que es una nación boyante es falsa, que en realidad es menos que tercermundista.
Las protestas se mantienen a ocho meses de que explotara el descontento de los chilenos contra su gobierno y de que el Covid-19 impactara letalmente sobre la población, que al 22 de junio acumulaba 236 mil 748 contagios y cuatro mil 295 fallecidos. Del repudio al aumento de 30 pesos en el pasaje del metro en octubre, que se expresó con lemas como “No son 30 pesos, son 30 años”, hoy en medio de la pandemia, miles de ciudadanos gritan: “si no nos mata el coronavirus nos mata el gobierno” y “que quede claro: antes del coronavirus no éramos felices”.
Durante décadas se percibió a Chile, internacionalmente, como un país eficiente, menos corrupto que otros, y cuya sociedad era cada vez más rica. Era un emblema del éxito neoliberal. Sin embargo, más de la mitad de los 20 millones de chilenos apenas satisfacen sus necesidades diarias con menos del salario mínimo mensual y las pensiones.
En este Estado centralizado, con gran monopolio de la fuerza y con un nivel de cobertura de salud y educación muy bajo, la pandemia halló las condiciones socioeconómicas adecuadas para profundizar la desigualdad y la falta de decisión política. El resultado: cifras críticas de contagio y un sistema de salud al punto del colapso, explican los analistas Inés Nercesian, Roberto Cassaglia y Vanessa Morales.
El SARS-COV2 visibilizó lo que por décadas ocultaron los voceros del libre comercio, la desestatización y privatización de recursos a ultranza: los perjuicios del modelo neoliberal en Chile y su inestabilidad. Hoy, su deuda equivale al 70 por ciento del Producto Bruto (PIB), según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los pregoneros neoliberales también ocultaron al mundo que ahí los más ricos ganan como los más ricos de Alemania y los pobres son como los de Mongolia. “Olvidamos que el crecimiento económico es un número promedio que no implica la desaparición de los problemas”, explica el exfuncionario del BM y académico Branko Milanovic.
Entre octubre y marzo, las protestas rechazaron el modelo privatizador de pensiones, educación y la creciente desigualdad, que los gobiernos de Estados Unidos (EE. UU.) y sus aliados celebraron. Para acallar estas expresiones, las fuerzas del orden reprimieron con “guanacos” (tanques que lanzan agua a gran presión) y “zorrillos” (vehículos que lanzan gases lacrimógenos). El resultado fue dramático: más de 350 jóvenes que perdieron sus ojos por el impacto de balas de goma, 22 muertos y dos mil 200 heridos.
Peor para los trabajadores
Mientras sube el desempleo, la ministra del Trabajo anunció que el gobierno “no tiene forma de obligar al empleador a pagar los sueldosˮ y que vienen tiempos duros. ¿Entonces, cuál es el rol del Estado?, preguntaron miles de chilenos indignados.
En este país, más del 80 por ciento de las empresas carece de sindicatos. Entre 2014 y 2016 desapareció el 65 por ciento, de los cuales la mitad estaban formados con menos de 40 personas. Los empresarios obligaron a los trabajadores a retornar a la actividad en condiciones sanitarias muy peligrosas. Es previsible que la próxima recesión asfixie a la clase trabajadora sin empleo, medios de subsistencia, endeudada y sin condiciones que contrarresten ese avasallamiento, anticipan analistas. Para garantizar su gestión en la transición a esa nueva era, Piñera podría prolongar la presencia militar y la represión de las protestas. Para el economista Dante Contreras, éstas se extenderán porque el país se está haciendo más pobre.
Tras el cambio del ministro de Salud, el Partido Comunista de Chile (PC) consideró que “Las ayudas económicas insuficientes son el Talón de Aquiles”, pues para evitar protestas el gobierno blindó su modelo político-económico con un marco legal que reafirma el desequilibrio entre clases y sustenta al empresariado.
A pesar de que el presidente Sebastián Piñera suspendió el aumento a esa tarifa y ofreció un Fondo de Ahorro Colectivo Solidario en las pensiones, las protestas persisten. En medio de la pandemia, miles han denunciado que el gobierno neoliberal desoye las peticiones para la renta básica de emergencia, un impuesto a los más ricos y protección a trabajadores desempleados y a las pequeñas y medianas empresas (Pymes). De acuerdo con el coeficiente de Gini, Chile es más desigual que Argentina y Perú.
Esos reclamos exhiben la débil estructura de equidad en el país, sobre todo en salud, otros servicios básicos y la justicia, que empeoró con la pandemia por Covid-19. Entretanto Piñera, fiel aliado de su homólogo estadounidense Donald John Trump, copió el discurso del magnate y en abril calificó como “terroristas” a los manifestantes.
Las revueltas contra la brutalidad policial que han sacudido a EE. UU. son similares en alcance y radicalidad a las que recorren Chile desde octubre. El discurso matón e incendiario de Trump parece un calco del libreto de Piñera, escribió el politólogo Francisco Figueroa. “La oposición democrática hace bien en denunciar el uso de la pandemia para expandir las facultades coercitivas del Estado”, agregó.
País de papel
El Chile neoliberal está en medio de la confrontación geopolítica de EE. UU. con China. Además de sus yacimientos cupríferos, pesqueros, forestales y de agua subterránea, el país comparte con Bolivia inmensas reservas de litio, que Goldman Sachs define como “la nueva gasolina”. De ahí que en el intento de EE. UU. por marginar al país asiático de la región, Chile juegue un rol importante.
En su crítica al perfilamiento de Piñera con EE. UU., Fander Falconi destaca la permanencia en la Alianza del Pacífico (AP), que integra con Colombia, México y Perú: “Ese grupo aparenta intereses librecambistas pero oculta el interés geopolítico de EE. UU. para contener el potente ingreso comercial, financiero y tecnológico de China, además de consolidar la interdependencia energética de la región”.
“Aún podemos oír, como enfermizo susurro, aquellas mentiras lanzadas de forma perversa e irresponsable: Chile país modelo, ejemplo para la región. Los casos de Chile y México –el otro colado en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)– son para llorar”, recuerda el periodista y escritor chileno Paul Walder.
Es innegable que Chile retorna al sitio del que no salió la mayoría de su población: la pobreza, precariedad, miedo al futuro y al hambre, agrega Walder. La derecha también critica a Piñera: para José Miguel Alonso Trabanco esos “toques de queda, despliegue de tropas y policías, hacen del país un literal Estado de sitio”.
En ese clima enrarecido llegó a Chile el SARS-COV2. Tardíamente y tras confirmar 43 casos de Covid-19 y dos mil sospechosos de contagio, el gobierno inició el 13 de marzo la que llamó “cuarentena dinámica para proteger la economía”. Cuando ya escalaban el contagio y las muertes, marginó a las comunidades con más riesgo y cerró colegios. Las políticas de aislamiento fueron más laxas que en otros países.
Hoy Chile es el tercer país de América Latina en casos registrados por Covid-19. Entre otras causas, el empeoramiento se atribuye a que solo el 30 por ciento de la población acató el aislamiento. Apuradas, las autoridades evalúan controlar la movilidad de las personas mediante sus teléfonos celulares, reportó Prensa Latina.
Piñera y su gabinete sabían que el privatizado sistema de salud chileno sería incapaz de atender a los ciudadanos durante la emergencia. Todos callaron ante el aumento de precios en los planes de protección de instituciones de Salud Previsional y las empresas privadas. En esta crisis, los trabajadores pagan con sus ahorros y seguro de cesantía, bajo la nueva “Ley de Protección al Empleo” que no cuesta nada al empresariado.
Dependencia e incapacidad
Chile depende medianamente de EE. UU.: el 21 por ciento de sus exportaciones van a ese país y es el principal inversionista extranjero en el sector minero del país andino.
Tiene alta dependencia en seguridad. Entre 2016-2018 Chile compró armas e insumos de seguridad a EE. UU. por 122 millones 295 mil 197 dólares. Además participó en 24 eventos del Comando Sur y mil 601 miembros de sus fuerzas fueron entrenados en el país del norte. Esa dependencia se afirmó cuando Piñera aprobó medidas represivas contra las movilizaciones.
15 de septiembre de 2019. El canciller chileno Teodoro Ribera advierte que hará un bloqueo total a Venezuela si no hay elecciones libres en 2020.
30 de octubre de 2019. Trump y Piñera conversan por teléfono. El magnate respalda la hipótesis de que “los extranjeros socavan instituciones, democracia y sociedad chilenas”
1º de enero de 2020. Tras un año sin embajador en Chile, EE. UU anuncia que su futura representante será Leora R. Levy.
Febrero Michael Kozak, director adjunto para el hemisferio occidental del Departamento de Estado, afirma: “identificamos en redes sociales cuentas falsas que emanan de Rusia, fingen ser chilenas y tratan de socavar las instituciones y la sociedad chilenaˮ.
10 de abril. Piñera anuncia la entrega de un bono familiar por 317 dólares a unos 4.5 millones de las personas más vulnerables. En mayo no se había entregado.
Siete de mayo. Trump ofrece a Piñera ayuda en paquetes de cuidados “crucialesˮ y agradece su “firme apoyo a la democracia y la libertad en la regiónˮ.
12 de mayo. Chile solicita al FMI un crédito flexible por 23 mil 800 millones de dólares. La directora del organismo, Kristalina Georgieva, pronostica que repuntará la aprobación.
24 de mayo. Piñera anuncia reparto de 2.5 millones en despensa tras el retorno de las marchas.
Junio. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEALC) anticipa que la pobreza aumentará al 13 por ciento. “Los chilenos están sentados sobre una bomba de tiempo.
Fuentes: Celag, US Embassy.gov.
Piñera solo atiende exigencias empresariales, afirma Tamara Muñoz, vicepresidenta de asuntos internacionales de la célebre Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Estima que, si dio inicio en 2019 el pulso callejero por un Chile inclusivo que deje atrás, en definitiva, el nefasto legado de la dictadura pinochetista, hoy esa medida sigue latente.
“El pueblo chileno reclama por el hambre y el gobierno le envía represión”, señala la sindicalista. Se suma a esta consideración la alcaldesa Claudia Pizarro, del barrio Villa Nacimiento, con cientos de viviendas de 12 metros cuadrados, quien explica que cuando “el virus llega a esos hogares, todos se infectan de inmediato. La gente ya no da más, es el hambre o el coronavirus; el Piñeravirus es más mortal”.
Esta visión se ha mantenido en redes sociales y manifestaciones relámpago. En su retorno paulatino a la Plaza Italia de Santiago, los chilenos revindican el derecho social a la salud, piden nueva Constitución –que no quiere la derecha– y la renuncia de Piñera.
No hay credibilidad en el gobierno, ni en la clase política, las demandas sociales están a flor de piel”, menciona Jorge Saavedra, experto en movimientos sociales de la Universidad de Cambridge. En este contexto se prevé un periodo electoral con la “utilización mezquina” del hambre por la clase política, en una bien organizada propaganda.
Habrá “cohecho, acarreo y compra de votos por una caja de alimentos”, advierte Paul Walder. Mientras el oficialista partido Renovación Nacional estima que en julio habrá “condiciones adecuadas” para un plebiscito y el opositor Frente Amplio pugna por elecciones.
Cinismo de vasallos
Confiados en la propaganda mediática, el 22 de febrero de 2019, cientos de colombianos esperaban en Cúcuta, frontera con Venezuela, el ingreso de venezolanos por la ayuda humanitaria anunciada en el concierto Venezuela Aid Live. Protagonizaban el acto el presidente de Colombia y anfitrión, Iván Duque, su homólogo de Paraguay, Mario Abdó y el de Chile, Sebastián Piñera. Tras el fallido reparto, el chileno criticó la inexperiencia del autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, reveló en marzo el diario chileno El Mercurio.
El objetivo real del concierto era minar al gobierno del presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro. Horas antes, Guaidó detalló, prolijo, cómo sería la entrega de alimentos y ayuda a venezolanos que cruzaran la frontera. Aseguró que serían miles. Sin embargo, al día siguiente el flujo de venezolanos era escaso. Los mandatarios empezaron a “ponerse nerviosos, particularmente Piñera, quien vio que el operativo vestía malˮ.
Entonces Piñera confrontó a Guaidó: “Le enrostró su falta de experiencia, el poco oficio del que daba cuenta ese episodio y le señaló que debió planificarse mejor pues dañaba la reputación, prestigio y apoyo de gobiernos de Chile, Paraguay y Colombiaˮ, poco después retornó a su país, según el diario.
Meses después, Guaidó aseguró a la emisora T13 que Piñera “ha sido fundamental para la causa venezolanaˮ y el chileno volvió a reconocer a Guaidó como presidente legítimo del país vecino.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.