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La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y la Unión de Usuarios de la Zona Industrial (UUZI) de San Luis Potosí impulsan un proyecto denominado “dormitorios obreros”, cuyo objetivo consiste en tener más horas disponibles a los miles de obreros que laboran en esta área fabril de la capital potosina.
En principio, el proyecto aprobado por la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) del gobierno estatal contempla la habilitación de albergues para 600 trabajadores, con lo que probará su eficacia para ampliarlo posteriormente.
En la Zona Industrial (ZI) de San Luis Potosí se asientan 520 empresas de manufacturas, principalmente automotrices, que contratan a más de 120 mil trabajadores, de los que al menos 36 mil (30 por ciento) proceden de municipios distantes de la capital potosina.
Algunos obreros viajan muchas horas al día para llegar a la ZI o bien contratan pequeñas casas-habitación donde, en un mismo cuarto, se hacinan hasta cinco, quienes deben soportar problemas de convivencia, el alejamiento de sus familias, además de cubrir gastos para alimentos, sanidad y salud.
El proyecto de la Coparmex y la UUZI está enfocado a resolver estos problemas, porque las empresas requieren mano de obra y, en muchos casos, deben transportarlos en vehículos propios. Por ello saben que los recorridos duran entre una hora y media, tres o hasta cuatro horas.
A estos horarios de viaje se agregan las ocho horas de labores fabriles o más, en caso de que se les requiera para jornadas extras. De acuerdo con sus lugares de residencia, los viajes en redondo pueden durar entre tres y ocho horas, cuyo desgaste físico se refleja en su rendimiento laboral.
La mayoría de los trabajadores son oriundos de los municipios Villa de Zaragoza, Villa de Arriaga, Santa María del Río, Río Verde, Mexquitic de Carmona, Ahualulco y Salinas, de acuerdo con datos de 2019 de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS); pero hay algunos que vienen de Guanajuato y Zacatecas.
El proyecto surgió en 2017, cuando los directivos de la UUZI y la Coparmex anunciaron que se proponían crear dormitorios en la Zona Industrial donde habría literas, servicio de lavandería y cocina para los cerca de 36 mil obreros que viajan de sus lugares de origen a esta área laboral todos los días.
En 2018, Ricardo Pérez Castillo, presidente de la UUZI, explicó que la idea provenía del proyecto Ciudades Containers, cuya finalidad está en auxiliar a los trabajadores y elevar su calidad de vida. También señaló que, al inicio, se alojarían por lo menos 600 obreros y que con el paso del tiempo el plan se ampliaría.
“Es un proyecto con costo para las empresas, en donde se necesita el apoyo de las autoridades con los permisos correspondientes”, precisó. Por otro lado, reveló que la iniciativa era compartida por más de 10 empresas interesadas en la obra; y que la inversión inicial sería de 10 a 15 millones de pesos (mdp).
En 2019, el titular de la Sedeco, Gustavo Puente Orozco, informó que el proyecto avanzaba y que estudiaban dos lugares para ubicarlos, los cuales deben estar cerca de los centros de trabajo. Uno es Ciudad Satélite, en el área metropolitana de San Luis, y otro en el municipio de Villa de Reyes.
El presidente de la Asociación de Ejecutivos de la Gestión del Talento Humano A.C. (Aderiac), Juan Carlos Cadena Solís, indicó que hay varias empresas interesadas en el proyecto y que, en su caso, desean atender los problemas de los obreros que viajan todos los días desde Guanajuato.
No funcionan los dormitorios
buzos platicó con algunos trabajadores sobre este proyecto y su presunta intención de “mejorar su calidad”, como afirman los empresarios de la UUZI y Coparmex. La mayoría teme, sin embargo, que su propósito real sea otro: crear las condiciones para que acepten trabajar “tiempos extras” y “doblar turno”, ya que muchos de los obreros se niegan a estas propuestas porque suelen regresar a sus municipios.
José Luis Aranda Martínez trabaja en la armadora de automóviles General Motors (GM); es originario de Salinas de Hidalgo, San Luis Potosí, y todos los días recorre 222 kilómetros –unas tres horas de camino– para ir y venir de su municipio a su centro de trabajo. Es decir, se halla entre los 36 mil obreros itinerantes de la ZI potosina.
Aranda dice que aguanta sus jornadas laborales de “11 horas” –ocho en la GM y tres de viaje– porque en Salinas no hay oportunidades de empleo y en las pocas que existen, los salarios son malos. Por ello, cuando cumple el turno matutino en la fábrica, sale de su casa a las 3:45 de la mañana y entra a trabajar a las siete en punto de la mañana.
“Es una rutina es muy desgastante, el tiempo de traslado es muy largo y llegamos muy cansados a laborar. Pero cuando no asistes al trabajo pierdes los vales de despensa, los bonos de puntualidad y asistencia…sí, es mucho el desgaste físico, lo que conlleva levantarse mucho antes para tomar el transporte, el viaje tan largo y la llegada a laborar, sumado el regreso a casa sin energía y con un acumulamiento de estrés y cansancio. Es un gran desgaste, la verdad. Cuando llego no tengo ánimo para socializar con la familia o amigos. Solo quiero descansar, comer y se acabó”, destaca José Luis.
¿Por qué no consigue un empleo en Salinas?, preguntamos.
“En Salinas no hay empleos y los que existen son muy mal pagados, 350 pesos semanales. En cambio en la zona industrial de la capital, en el caso de GM, pagan por semana mil 100 pesos y si hay bonos, dos mil pesos. Si con esto apenas logramos cubrir los gastos de la casa, ¡imagínese con 350 pesos semanales... nos morimos de hambre!”, explica.
Otro de nuestros entrevistados, don Rubén –de quien se omiten los apellidos para evitarle represalias de la empresa (industrias Mabe)– cuenta a este semanario, que fue uno de los “beneficiados” por la iniciativa empresarial que busca mejorar la calidad de vida de los obreros.
“Al principio nos llevaban y traían en el transporte. Hacíamos dos horas de trayecto hasta la planta y de regreso igual, era mucho desgaste físico. Así fue por algún tiempo y muchos trabajadores se rehusaron a doblar turnos por esta razón, por lo que la empresa optó por rentar viviendas a los alrededores de la planta, casas pequeñas, de dos recámaras, para habitarlas entre cinco o hasta siete personas”, reveló.
Hace un año, don Rubén fue informado de que podría ocupar, junto a otros cinco compañeros, una habitación rentada por la empresa. La idea es que no tuviera que trasladarse a su casa en Ahualulco (a dos horas de la ZI) y pudiera disfrutar más de su tiempo libre y de descanso. Ésta, le advirtieron, sería una medida temporal mientras se concreta la construcción de los dormitorios obreros.
Sin embargo, tiene la convicción de que el verdadero objetivo de estos es obligarlos directamente a trabajar horas extras o doblar turno para satisfacer las demandas de la empresa. Éstas son el verdadero problema que se halla detrás del proyecto de los dormitorios obreros.
“Según los jefes ya no hay pretexto para negarse a trabajar horas extras… pero no es un pretexto, porque es un problema que está afectando nuestra vida diaria, así como ahora lo son las condiciones en las que vivimos los obreros fuereños en estas casas provisionales, a donde llegamos hartos de las largas horas de trabajo que no son bien remuneradas”, indicó indignado.
Es la misma actitud de muchos trabajadores, que al principio vieron bondadosa esta medida y que ahora deben convivir con sus compañeros de trabajo en espacios mínimos y donde, además, deben hacer gastos extraordinarios aparte de sus compromisos familiares para complementar su propia alimentación.
“Nos damos cuenta que el patrón no piensa en nosotros, sus trabajadores, sino en su ganancia. Tener transporte le implicaba un gasto considerable: pagar el sueldo de los choferes, la gasolina, etc., el que no pudiéramos quedarnos a rolar turno, en fin. Ahora nos tienen en unas pequeñas casas que rentaron sin las condiciones adecuadas para habitarlas, además de que estamos lejos de nuestras familias y solo las podemos ver un día a la semana, si es que nos queda tiempo. En realidad nuestra calidad de vida no ha tenido una mejora, es destapar un hoyo para tapar otro”, argumenta.
Rubén, como sus compañeros hacinados en los dormitorios rentados por Mabe, no tiene otra opción: “No hay empleos. Si dejamos éste ¿de qué vamos a mantener a nuestra familia? Hemos buscado otras opciones, pero están en las mismas condiciones de traslado. Otras tantas ni siquiera cuentan con este servicio. La situación en el país es dura. No podemos darnos el lujo de perder nuestros empleos, a pesar de las malas condiciones”, expuso finalmente a buzos.
Elizabeth Montes Pecina, especialista en psicología y desarrollo humano, ha estudiado el proyecto y, sobre el mismo, comenta lo siguiente: “lo que no toman en cuenta (los patrones) es que esta medida generaría problemas de convivencia entre los moradores de estos dormitorios y provocaría desintegración familiar, así como problemas emocionales, entre otras situaciones”.
La psicóloga asegura, además, que el obrero potosino no tiene ninguna satisfacción en sus lugares de trabajo porque, después de cumplir sus agotadoras jornadas laborales en la fábrica, deben cubrir largos trayectos de viaje, vivir lejos de sus familias y compartir su tiempo con personas extrañas. Es una bomba de tiempo para la persona que vive en estas condiciones: acumulando estrés, deterioran su salud.
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Escrito por Érika Herrera
REPORTERA