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Forma y contenido son dos categorías filosóficas fundamentales. Se relacionan íntimamente con categorías también significativas como fenómeno y esencia. “Toda ciencia estaría de más, si la forma de manifestarse las cosas y la esencia de éstas coincidiese directamente”, explica Carlos Marx. Resulta claro que la ciencia no sobra en tanto que la esencia de las cosas no coincide directamente con su forma de manifestarse. La categoría “esencia” indica precisamente que lo sensible o fenoménico no constituye toda la realidad. Que el medio social y material no se reduce a su parte sensible o fenoménica; y que la médula de las cosas se halla más allá de su superficie sensible. La esencia de los fenómenos no se mueve entonces en el plano aparente e inmediato de las formas (muchas veces incluso “las apariencias engañan”), sino en uno mucho más profundo e inaparente. Dar con ella exige un bisturí mucho más sutil y penetrante que la lógica de las formas.
¿Y qué expresa la categoría contenido? Expresa, en términos generales, que el significado profundo y verdadero de los fenómenos sociales y materiales debe buscarse más allá de la forma que revistan (recordar, si no, a la mona vestida de seda). De ahí la importancia crucial de las categorías de “forma y contenido”, cuando se trata de separar la cizaña del trigo o de distinguir la verdadera naturaleza de monas ataviadas ricamente de seda. Identificar forma y contenido confundiendo una con otra expresa uno de los instrumentos más afortunados y efectivos utilizados por las armas ideológicas de las clases en el poder. La eficacia de estos dispositivos ideológicos deriva de su capacidad para meter a tirios y troyanos en el mismo costal conceptual, consiguiendo desviar la atención de sus diferencias de fondo y dirigiéndola hacia sus semejanzas formales.
Uno de los recursos más practicados por la coctelería conceptual en boga son las analogías de forma. En realidad la han menudeado desde hace mucho tiempo: su proliferación data por lo menos de la revolución bolchevique de 1917, acontecimiento que apuró el surgimiento de toda una industria de producción ideológica que contrarrestara y pusiera démodé las conceptualizaciones marxistas más combativas y precisas; y desde entonces han sido pasto favorito de intelectuales de toda laya. Varias figuras y figurines del mundillo académico en todo el mundo han labrado su prestigio intelectual, acuñando alguna pomposa analogía de forma.
Menudean actualmente conceptos perfectamente ideológicos y ampliamente manoseados como los de “totalitarismo” y “populismo”, convertidos en verdaderos comodines conceptuales, buenos para todo, pero particularmente para estigmatizar, en corto y a bajo costo, a cualquiera que se salga del huacal de la ortodoxia liberal. Títulos como Los orígenes del totalitarismo de Hanna Arendt, tan aplaudidos como cumbres del pensamiento crítico, practican analogías a escala industrial. El fascista Adolfo Hitler y el comunista José Stalin son fulminados de un solo golpe por intelectuales como Arendt con el matamoscas del concepto “totalitarismo”. Las diferencias entre ambos son despreciadas olímpicamente por la inteligencia “crítica” antitotalitaria. Después de todo, pontificar no cuesta nada.
El término “populismo” se ha basado también en comparaciones formales. Figuras políticas tan divergentes como Vladimir Putin, Jair Bolsonaro, Nicolás Maduro, etc., son caracterizados como una y la misma cosa, importando un soberano cacahuate sus ostensibles diferencias de fondo. ¿Qué más da si se les puede someter a la horma ideológica del “populismo”? Legiones de “espíritus ultracríticos” se las gastan similarmente con conceptos como “socioimperialismo”, muy de moda en tiempos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) o del “imperialismo chino”.
Todas las analogías formales presentan el rasgo común de contentarse con rasgos e indicios puramente exteriores, entresacando el sabihondo resultado en torno a que “todos los gatos son pardos”. Las semejanzas entre las figuras públicas y tendencias políticas agrupadas mediante expedientes como “populismo” y “totalitarismo” son ciertamente innegables. Pero el contenido de dos fenómenos puede ser perfectamente distinto, aunque su forma exterior sea indiscutiblemente análoga.
“No queremos deuda, queremos apoyo emergente”. Comerciantes denuncian que el jefe de gobierno de la CDMX, Martí Batres, dijo que ya los había apoyado, pero solo se le ha dado recurso emergente a una mínima parte.
De las nueve personas que se inscribieron para encabezar la Fiscalía capitalina, sobresale el nombre de Bertha María, hermana de Luisa María Alcalde.
“Es increíble que el gobierno de la 4T no haya alertado a la población civil sobre la intensidad 5 del huracán; López Obrador y la 4T eliminaron el FONDEN dejando abandonados a los mexicanos a su suerte”, denunciaron diputados de oposición.
La suerte de los mexicanos no cambiará mientras no unamos esfuerzos y, entre todos, construyamos un partido de nuevo tipo, con políticos de nuevo tipo y que ponga a gobernantes que salgan del mismo pueblo.
La causa principal del fracaso del gobierno de AMLO es la falta de un programa económico sólido y viable, ya que su “proyecto” regala dinero mediante programas sociales, que no se fiscalizan ni se miden.
La carencia de vivienda entre los mexicanos es un problema que, a pesar de los años, no se ha podido resolver.
Pretenden trasladar ilegítimamente a los particulares que rentan inmuebles (y que no siempre son grandes inmobiliarias), la obligación de dotar de vivienda a los capitalinos.
La escalada de violencia en el estado continúa, pese a que se ha fortalecido la presencia de elementos de la Guardia Nacional y del Ejército.
AMLO trata de ocultar los temas que le quitan popularidad, pero sigue sin conseguirlo. Por ejemplo, en sus mañaneras evita hablar de la Línea 12 o el fallido regreso a clases y de -los contagios y muertes por Covid-19.
Hasta el 18 de julio, Sheinbaum Pardo había dado a conocer en cinco bloques a 20 integrantes de su gabinete.
La anterior sumisión del exministro Arturo Zaldívar y su actual filiación morenista evidencian los intentos del Presidente de debilitar y controlar al Poder Judicial.
Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador señala que los homicidios en México van a la baja, cifras advierten que durante los primeros dos años de su gobierno, 10 mil menores de 30 años perdieron la vida, víctimas de la violencia.
La Fiscalía General de Justicia del Estado de México formuló imputaciones y solicitó la vinculación a proceso de los detenidos; además, impuso a todos ellos la medida cautelar de prisión preventiva justificada.
El próximo 1° de diciembre se cumplen cuatro años de "transformación", con un incremento de la pobreza; estancamiento de la economía; fracaso en el combate a la corrupción y la inseguridad pública; con la todavía promesa de un sistema de salud eficiente.
El fotoperiodista tijuanense Margarito Martínez es uno de los comunicadores asesinados por la negligencia gubernamental; había solicitado protección del MPP, sin embargo, éste aún no era instalado en Tijuana por el gobierno morenista de Marina del Pilar.
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Escrito por Miguel Alejandro Pérez
Maestro en Historia por la UNAM.