Los recursos se destinarán en servicios de saneamiento y acceso a agua potable; así como atención médica.
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El cuatro de octubre se iniciaron los trabajos para la “revisión” del Tratado Comercial México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC) que, en realidad, será una renegociación sujeta a las mismas presiones y reglas que Donald Trump impuso a su versión vigente desde el 1o de julio de 2020.
Desde 2009, México mantuvo un acercamiento comercial muy fructífero con la República Popular China (RPCh); pero el presidente estadounidense le “pisó los talones” al gobierno de Morena, le acortó los pasos y le marcó el alto al “segundo piso” de la “Cuarta Transformación” (4T).
Así se evidenció el seis y siete de julio de 2025, cuando el gobierno mexicano apareció como “país observador” en la XVII Reunión de presidentes del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), celebrada en Río de Janeiro, Brasil, donde la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo brilló por su ausencia y en su lugar asistió Juan Ramón de la Fuente, Secretario de Relaciones Exteriores (SRE).
Pero el affair en Brasil sólo fue una anécdota distractora, porque el objetivo real del gobierno morenista consiste en fortalecer la dependencia de México con el “gigante del norte”, no con el “gigante asiático”, como lo mostró el inesperado anuncio de un arancel del 50 por ciento a los vehículos fabricados en China, la principal amenaza comercial para Estados Unidos (EE. UU.).
Consultado al respecto, el doctor Gregorio Vidal, académico e investigador del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Iztapalapa), reveló a buzos que la medida está alineada con el interés estadounidense.
“El Gobierno mexicano está diciendo que impondrá los aranceles a aquellos países con los que no tenga tratado… está poniendo un arancel a lo que viene de China… se trata de mantener el espacio para los autos hechos en América del Norte.
“Y eso está alineado con los intereses de las empresas estadounidenses en primer lugar. No lo está objetando Trump, pero él quiere que algunas de las actividades de la industria automotriz regresen a EE. UU. Eso es lo que ha estado impulsando; veremos cuál es la reacción de las empresas (estadounidenses)”, agregó.
“Trump está buscando nuevamente un papel preponderante de su país en el mundo. De manera fundamental implica salir al frente de una disputa que se produjo desde su primera presidencia (2017-2021), y que se mantuvo con el expresidente Joseph Biden, que es la disputa con China”, destacó el especialista.
La “revisión” del T-MEC está programada oficialmente para el 1° de julio de 2026, conforme al calendario oficial impuesto por Donald Trump, dentro de la “Cláusula Sunset” que introdujo en el convenio vigente desde el 1° de julio de 2020.
Esta cláusula fue impuesta por Trump para que el nuevo tratado fuera “revisado” a los cinco años; aunque luego aceptó dejar el plazo a seis años, que se cumplen en el mes julio de 2026. Aunque en la realidad será una renegociación integral bajo las reglas estadounidenses.
El ocho y nueve de julio de 2020, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) celebró en Washington, con Trump, la activación del T-MEC, que se concretó el 1° de julio.
En su “mañanera” del ocho de agosto de 2023, AMLO reconoció su obediencia ante las órdenes de su homólogo gringo cuando, en respuesta a la pregunta de si México asistiría a la XV Cumbre de los BRICS, a celebrarse en Johannesburgo, Sudáfrica, del 22 al 24 de agosto de ese año, se deslindó de la posibilidad de que México se integrara a ese grupo.
En aquel momento se especulaba que debido a la supuesta posición “antiestadounidense” de AMLO, México podría sumarse a los BRICS como lo harían otros seis países a partir de 2024: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Pero el anuncio de AMLO fue contundente:
“No vamos a participar en este bloque, esta asociación. Desde luego, celebramos que lo hagan otros países; sin embargo, por razones económicas, de vecindad, por razones de geopolítica, vamos a continuar fortaleciendo la alianza de América del Norte y de toda América.
“Nuestra propuesta es fortalecer el T-MEC con EE. UU. y Canadá, consolidarnos como región, fortalecernos, ayudarnos mutuamente, complementarnos, que se comparta la inversión.
“Tenemos ventajas comparativas. Estamos muy cerca, juntos, y nos une mucho tiempo de historia… a veces ha habido discrepancias, diferencias; pero también hemos logrado acuerdos”, dijo AMLO en aquella ocasión.
El T-MEC “negociado” entre 2017 y 2018 realmente fue impuesto por Donald Trump en su primer turno como presidente estadounidense, luego de poner a temblar a la dependiente economía mexicana.
Acorraló al presidente saliente, Enrique Peña Nieto (2012-2018) y también al entrante AMLO (2018-2024), amenazándolos con sacar a EE. UU. del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado en 1994 y promovido por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
Instalado en la Casa Blanca, Trump calificó al TLCAN, entonces con 23 años de aplicación, como “el peor acuerdo comercial de la historia”, porque según él sólo beneficiaba a México, en perjuicio de EE. UU.
Finalmente, Trump “reventó” el TLCAN y obligó a Enrique Peña Nieto a renegociarlo entre 2017 y 2018, de manera bilateral entre México y EE. UU. y en tercer plano con Canadá. El convenio se suscribió bajo sus condiciones y lo denominó United States-Mexico-Canada Agreement(USMCA).
Después de los comicios de julio de 2018, AMLO designó al economista de origen libanés Jesús Seade, pariente de Carlos Slim, como su representante en el “equipo negociador” mexicano encabezado por Ildefonso Guajardo, Secretario de Economía (SE) del gobierno de Peña Nieto.
Mediante Seade, actualmente embajador de México en China, AMLO reconoció directamente y avaló el T-MEC, que Peña Nieto firmó con Donald Trump y el entonces primer ministro canadiense Justin Trudeau, en el marco de la Cumbre de Líderes del G-20, realizada el 30 de noviembre de 2018 en Buenos Aires, Argentina.
“El ritmo y la agenda del proceso están influenciados por el papel preponderante de EE. UU. Su Ley de Implementación del T-MEC establece un cronograma interno que, en la práctica, es el motor de los demás calendarios”, dictamina el análisis Revisión T-MEC 2026: Anatomía del Proceso, publicado el dos de septiembre de este año por el Observatorio Legislativo de Asuntos Globales de la Cámara de Diputados.
El 26 de septiembre, en un encuentro con empresarios, académicos y funcionarios mexicanos, Robert Lighthizer, exjefe del equipo negociador estadounidense del T-MEC-2020, informó que Trump no estaba pensando en una revisión del Tratado en 2026, sino en una renegociación de éste, por la que el gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum haría bien en prepararse adecuadamente “porque será muy difícil”.
Al comentar las afirmaciones de Lighthizer, Juan Pablo Spinetto, de la agencia Bloomberg, experto en finanzas, escribió en una columna periodística que el exnegociador aclaró la perspectiva trumpista de que el orden comercial, económico y político establecido después de la Segunda Guerra Mundial “está muerto”.
“Lo que parecía una revisión rutinaria de seis años del tratado, en vigor desde 2020, se está transformando en una renegociación completa. Para México implicará paciencia y excepcionales habilidades de negociación si quiere llegar a buen puerto”, escribió Spinetto.
Lighthizer sabía también que Trump tiene una agenda firme para controlar el crecimiento de China y reduciendo el déficit comercial que EE. UU. tiene con el mundo, incluso con México; porque según él, su país le está comprando más al “socio” mexicano de lo que éste le compra.
En el T-MEC-2020, Trump introdujo la Cláusula Sunset que otorga a EE. UU. el control de la vigencia del tratado, así como su revisión o renegociación, como lo anticipan los especialistas, entre ellos Robert Ligthizer.
De 2017 a 2018, Trump impuso la renegociación completa del TLCAN, vigente desde 1994, para crear otro con una vigencia de 16 años y que terminó siendo el T-MEC, con una evaluación a seis años que se cumplen el 1° de julio de 2026, cuando la Comisión de Libre Comercio del T-MEC, conformada por representantes de los tres países “socios”, deberá determinar si este tratado se mantiene en los mismos términos hasta 2042 –los 16 años previstos en 2020–, o si debe ser renegociado, como de hecho se anticipa desde ahora.
La “revisión” quedó establecida en el Artículo 34.7.2 del T-MEC de 2020, en el que se establece que, en el sexto aniversario del convenio, la comisión se reuniría para evaluar su funcionamiento.
Se revisará “cualquier recomendación de tomar medidas presentadas por una Parte y decidir sobre cualquier medida apropiada. Cada Parte puede proporcionar recomendaciones para que la Comisión tome medidas, al menos un mes antes de que tenga lugar la reunión de revisión conjunta de la Comisión”.
También establece que, si en la reunión de la Comisión del 1° de julio de 2026 alguna de las tres partes rechaza prorrogar el tratado por otros 16 años, entonces empezarán revisiones anuales durante el resto de la vigencia del T-MEC de 2020, que originalmente vencería en 2036.
El analista financiero Kristóbal Meléndez advirtió a buzos: “EE. UU. es el país más importante del bloque occidental y quiere poner sus condiciones; pero el mundo se está trasladando hacia un sistema multilateral, donde hay otros países que están enfrentando al bloque occidental”.
Y añadió: “Considero que el cambio sustancial que puede darse es que le tratarán de impedir a México que sea trampolín de los países BRICS, en el sentido de que establezcan empresas aquí y exporten a EE. UU.”.
Gregorio Vidal, especialista de la UAM, dijo a este semanario que “la negociación será más firme entre pares… entre México y EE. UU., en una multitud de contenidos que tendrá el T-MEC, que se aplicarán a estos dos países.
“Habrá otra negociación de EE. UU. con Canadá, y probablemente haya una de México con Canadá, que será de muy segundo orden, porque son pocos los sectores en donde se involucran estos dos países”, indicó el especialista.
Se está confirmando la muerte del orden mundial construido en 1945, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial y de la “globalización” económica impulsada a principios de los 80 por los exmandatarios de EE. UU. Ronald Reagan y la británica Margaret Thatcher.
Ese mundo globalizado se caracterizó por las fronteras abiertas al libre comercio internacional, que ahora se cierran para liberar al “proteccionismo” y la industria de los países desarrollados, un multilateralismo con varios liderazgos internacionales y la formación de bloques económicos.
Ante este panorama, Donald Trump no solamente pretende “revisar” el T-MEC en 2026 con México y Canadá para ratificarlo al cumplirse seis años de su expedición, sino pretende sujetar a México y Canadá al bloque de América del Norte para “hacer a EE. UU. grande otra vez”, pasando por encima de China, que le disputa el liderazgo mundial.
Trump ha actualizado sus presunciones imperiales para el segundo turno en la presidencia estadounidense (2025-2029), entre las que destacó su amenaza de anexar Canadá a EE. UU. y las presiones para mantener “entre la espada y la pared” a México, país altamente dependiente de la economía estadounidense.
En este segundo mandato, Trump encontró desprevenido al “socio” mexicano, sometido al invento de la 4T, que en siete años ha destruido instituciones públicas, duplicado el gasto oficial y la deuda pública, enriqueciendo más a la vieja oligarquía comercial, industrial y financiera para la que trabaja y que está acusado de haber aumentado la corrupción gubernamental al extremo.
Consultado al respecto, el especialista en economía de la UAM, Gregorio Vidal, explicó a buzos: “no sé cuánto de todo eso se ponga en la mesa de negociación de EE. UU.; no creo que nadie lo sepa, porque eso lo decidirá independientemente el gobierno estadounidense y quienes lleven adelante su negociación”.
El magnate estadounidense también ha amenazado con invadir ahora a Groenlandia; anunció que le cambió el nombre al Golfo de México para llamarlo Golfo de América y al cierre de esta edición hizo alardes del poder militar de su país intensificando la presencia armada de EE. UU. en Venezuela y el Caribe.
En el marco de estas asechanzas, el pasado seis de septiembre, el gobierno morenista comenzó sus preparativos burocráticos para la “revisión” y “ratificación” del T-MEC en julio de 2026.
Los puntos críticos de la renegociación, según los especialistas del Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO), serán las reglas de origen del sector automotriz, las disposiciones laborales, el acceso a mercados agrícolas, la energía, la propiedad intelectual y las inversiones chinas, que “tienen una alta probabilidad de ser elementos controversiales durante el proceso de revisión”.
En su estudio del ocho de julio de 2025, y a cinco años del lanzamiento del T-MEC, el IMCO anticipó que en la discusión de las reglas de origen del sector automotriz es “previsible que Trump impulse medidas más estrictas para el montaje de vehículos en México”.
Con respecto a las “disposiciones laborales” –marco en el que se menciona 37 veces el uso del “mecanismo de respuesta rápida” del T-MEC para solucionar controversias en materia de trabajo– “existe el riesgo de que EE. UU. promueva un endurecimiento de estas disposiciones”.
En cuanto al “acceso a los mercados agrícolas”, el estudio subraya que México ya perdió en el “panel de solución de controversias” del T-MEC abierto por el conflicto con EE. UU., porque el gobierno mexicano había prohibido la importación de maíz amarillo.
En materia de “política energética”, México enfrenta controversias con EE. UU. porque ha interpuesto quejas, que a la fecha no se han resuelto, contra sus inversionistas.
En “derechos de propiedad intelectual” la Oficina del Representante Comercial de EE. UU. incluyó a México en las listas de los países con deficiencias en la protección de patentes, derechos de autor y marcas.
Un punto central de posible tensión durante las renegociaciones, de acuerdo con los analistas consultados por buzos, son las inversiones y relaciones comerciales de China con México que, según denuncias de Trump y canadienses, ha usado al país como “trampolín” para comerciar en el mercado de América del Norte.
Este señalamiento le sirvió a la Casa Blanca para que el gobierno de México empezara a cerrar las puertas comerciales a China.
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Escrito por Martín Morales Silva
@mor_martil