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Stalingrado, la ciudad que derrotó al Tercer Reich
Hoy gracias Hellbeck, es que se puede considerar que la fama de Beevor se debe a su obra con visión occidental cargada de prejuicios.
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“Los rusos han cometido un error concentrando toda su fuerza en Stalingrado”, comentaba Hitler el 6 de septiembre de 1942 en una sus charlas íntimas (Las conversaciones privadas de Hitler, Crítica, 2004). El líder nazi ya cantaba victoria en la ciudad y con ese optimismo fue que sus soldados irrumpieron en la ciudad en un intento por completar la conquista de Europa. Sin embargo, se topó con hierro. Después de seis meses de lucha encarnizada, el 2 de febrero de 1943 entregaba las armas en nombre del Ejército alemán Friedrich Paulus, a pesar de que el 31 de enero el propio Hitler lo había ascendido a mariscal de campo.

Stalingrado fue la batalla más letal y sangrienta en la historia de la humanidad, con una cifra de muertos estimada en más de un millón, desde el inicio del ataque alemán que parecía irresistible hasta el total aniquilamiento de su punta de lanza, el Sexto Ejército. El balance de la sangrienta batalla habla de un millón de muertos y otro millón de heridos, desaparecidos o capturados de ambos bandos; de 40.000 civiles fallecidos; de 91.000 alemanes hechos prisioneros, de los que solo volvieron a casa (12 años después) 6.000.

Con todo y eso fue una completa victoria de los soviéticos y el comienzo de la derrota definitiva del III Reich. Tal fue la importancia que las autoridades soviéticas enviaron una delegación de historiadores con el fin de registrar la batalla. Dirigida por Isaac Mints, la Comisión de Historia de la Gran Guerra Patriótica, realizó entrevistas en profundidad con generales, oficiales, simples soldados y civiles.

Esta batalla ha sido plasmada en libros, ensayos, memorias, novelas y, por supuesto, películas, como la hollywoodense Enemigo al acecho (2001) del director franccés Jean-Jacques Annaud, y la alemana de 1993, Stalingrado, de Joseph Vilsmaier, sin olvidarnos de la reciente (2013) rusa del mismo título, de Fedor Bondarchuk, candidata para representar a Rusia en la 86ª Gala de los Premios Óscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, pero obviamente, sin éxito alguno.

El 75 º aniversario del final de la batalla, que se cumplió el 2 de febrero del 2018, puso en las librerías novedades editoriales entre las que se encuentra el libro que hoy recomiendo, editado por Galaxia Gutenberg, y a mi juicio el más destacable por lo que voy a exponer.

Jochen Hellbeck, un profesor alemán de la Universidad de Rutgers, Estados Unidos, se da a la tarea de narrar esta batalla, pero con un enfoque desde el bando soviético, lo interesante es que lo hace recuperando una serie de sensacionales testimonios de primera mano, las denominada transcripciones de Stalingrado, una colección de 215 entrevistas realizadas precisamente por aquella comisión moscovita. Las entrevistas (que se presentan en español por primera vez) fueron relegadas al olvido en la URSS por considerarse demasiado espontáneas, y Hellbeck las recuperó para saber cuáles eran los mecanismos y reflejos que explican el heroísmo extremo, la tenaz voluntad y la disposición al sacrificio que animaban a los combatientes soviéticos.

El lector puede darse cuenta cómo Hellbeck polemiza con Antony Beevor, autor de la que sigue siendo la gran historia popular de referencia de la batalla, Stalingrado (Crítica, 2000). Afirma que Beevor “se equivoca al subrayar la crueldad con la que las autoridades soviéticas empujaron a resistir a los suyos y opina que en realidad no hubo tanta coacción ni castigos sumarios y que la defensa de Stalingrado fue verdaderamente una causa popular”. Hellbeck dice que Beevor repite los propios argumentos que los nazis establecieron para explicar su aplastante derrota y llega a reprocharle el “hacerse eco de clichés originados en la propaganda de la era nazi”.

El libro de Beevor es considerado un best seller elogiado por dos historiadores britáticos, Orlando Figes, autor de La Revolución rusa: la tragedia de un pueblo (1998), quien ha estado más interesado por demostrar el sufrimiento del pueblo ruso a causa de la revolución, y Robert Conquest, “el hombre que le reveló al mundo los horrores de Stalin”, quien multiplicó por diez las cifras esenciales de víctimas de la represión estalinista hoy perfectamente documentadas. Hoy gracias Hellbeck, es que se puede considerar que la fama de Beevor se debe a su obra con visión occidental cargada de prejuicios. Por poner un ejemplo, citando vagos “informes”, Beevor dice que en el 62 ejército el General Vasili Chuikov hizo ejecutar a 13.500 soldados, cuando los documentos del NKVD solo mencionan 278 en todo el frente de Stalingrado, solo una parte de ellos adscritos al ejército de Chuikov.

Ahora bien, hoy que se conmemoran 75 años de la caída de Berlín o la Gran Victoria, en el que el mundo se encuentra todavía cegado por la narrativa histórica proyankee, adentrarse a los documentos de primera mano, es imprescindible para responder a las siguientes preguntas: ¿cómo fue capaz el Ejército Rojo de imponerse a un enemigo considerado superior en planificación operativa, disciplina militar y técnicas de combate y que hasta ese momento tenían a Europa de rodillas? ¿Cómo se explica que dos años después los alemanes fueran vencidos en su propio territorio? Para dar respuesta a estas preguntas, es que les recomiendo la obra de Jochen Hellbeck que viene a hacerle frente a los prejuicios contra el pueblo heroico de la URSS y su valiente Ejército Rojo de 1945, gracias al cual muchos de nosotros no existiéramos, que además contiene fragmentos de cartas y declaraciones de los soldados alemanes hechos prisioneros por los soviéticos, todas inéditas hasta ese momento.


Escrito por Editorial Esténtor

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