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Los olvidados (II de II)
Los olvidados es un filme sin concesión alguna a la moral dominante, a la hipocresía de esa misma moral podrida del orden social existente.
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Buñuel no solo centra la historia en la relación El Jaibo-Pedro, también nos lleva por la vida de otros personajes de ese mundo de Los olvidados. El ciego (Miguel Inclán) es la visión alegórica de esa parte de la sociedad que es ciega no en sentido fisiológico, sino porque “ve” las causas de la vagancia, la delincuencia y de la descomposición de la sociedad, no en el orden social, sino en los mismos seres humanos, responsables únicos y absolutos de sus deformaciones morales y de su estado de perdición. El ciego, de forma constante en la historia de Buñuel, hace hincapié en que en “los tiempos de Porfirio Díaz” había “otras costumbres” y a los que violaban las leyes y las “normas” morales se les castigaba, lo que no obsta para que ese ciego “justiciero” tratara de abusar sexualmente de la nieta del dueño del establo. El ciego es, precisamente en su afán de meter el orden y castigar a esa juventud descompuesta, el que denuncia a El Jaibo ante la policía. Es evidente que la alegoría de Buñuel es una crítica muy dura a la ceguera de la derecha cavernaria que justifica, sin ninguna base objetiva, al sistema social vigente.

Los olvidados es un filme sin concesión alguna a la moral dominante, a la hipocresía de esa misma moral podrida del orden social existente. En una escena, aparentemente aislada y fuera de contexto de la narración, se evidencia esa crítica a las clases pudientes. Pedro está huyendo en la noche, se detiene frente al aparador de un comercio, un individuo adulto, de clase pudiente, elegantemente vestido se acerca y le ofrece dinero para que lo acompañe; un pederasta que no logra su objetivo dado que, en ese momento, se acerca un policía y Pedro tiene que huir. Sin duda alguna es una escena significativa en el mundo de Los olvidados.

A 65 años de haberse estrenado Los olvidados de Buñuel, esta cinta conserva plena vigencia por su cruda y profunda denuncia sobre la marginación de los niños y adolescentes en los barrios de las grandes y medianas ciudades de México; la historia de millones de niños y jóvenes está plenamente reflejada en este documento fílmico, ahora como en la historia de El Jaibo y de Pedro, muchos niños y jóvenes están olvidados por sus padres, el sistema educativo, las oportunidades para desplegar sus energías en la ciencia, el deporte, la cultura y olvidados en el arte; ahora, como a mediados del siglo pasado, a millones de niños solamente les queda el camino de la vagancia, la delincuencia y los vicios. Son producto de un sistema social que deshumaniza, degrada las almas desde la tierna infancia y las hunde en la marginación, que no solo produce miseria, hambre, sino conlleva el desamparo social en todas sus crueles y brutales facetas; y trae consigo la destrucción ética y espiritual de millones de niños y jóvenes, víctimas de un sistema basado en la profunda desigualdad social, incapaz de darle a los seres humanos que más lo necesitan condiciones económicas y culturales que eviten su degradación física y moral.

Los olvidados es la única cinta de habla española que forma parte (junto a Metrópolis, de Fritz Lang, la obra de los hermanos Lumiere y el Mago de Oz, de Víctor Fleming) de La memoria del Mundo de la UNESCO. Sin duda lograron un retrato vivo, vigente, hecho con estupendas actuaciones, del México real. 


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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