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La crisis migratoria y las aspiraciones de Trump
El presidente de EE. UU. ha ordenado a sus tropas impedir que traspasen la frontera sur de Estados Unidos
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El presidente de la mayor potencia militar de la historia ha ordenado a sus tropas impedir que traspasen la frontera sur de Estados Unidos (EE. UU.) miles de migrantes centroamericanos. Este endurecimiento anti-inmigrante apuntala la agenda de Donald J. Trump para lograr su reelección, mientras en el llamado “Triángulo del Norte” (Honduras, El Salvador, Guatemala) el hambre, la corrupción y la violencia expulsan a sus pobladores. No hay capacidad de respuesta institucional para detener ese flujo migratorio y es obvio que el imperialismo corporativo no dará la necesaria solución política y económica para administrar el fenómeno. Por eso hoy es el momento de los pueblos. 

Aunque no hay conflictos armados activos, hoy América Latina atestigua la mayor huida masiva de migrantes de todos los tiempos desde Centroamérica. De San Pedro Sula, Honduras, partió el 13 de octubre, la segunda caravana con destino a EE. UU. con unas cinco mil personas, a la que se sumaron cientos de ciudadanos salvadoreños y guatemaltecos. 

A muchos analistas inquieta el momento en que se dio la migración multitudinaria, toda vez que se inició a una semana de que los gobiernos del  “Triángulo del Norte” y EE. UU. revisaron los avances del Plan Alianza para la Prosperidad de Centroamérica (con el objetivo de fortalecer la frontera sur de EE. UU., donde Guatemala, El Salvador y Honduras fungen como la primera línea de defensa contra la inmigración indocumentada). 

Otros críticos no ven razón para ese éxodo trasnacional, pues alegan que existen pactos (como el Convenio Centroamericano de Libre Movilidad, entre El Salvador, Nicaragua, Guatemala y también con EE. UU.).  

A la vez, consideran temerario que grupos tan numerosos de centroamericanos caminen miles de kilómetros en territorio mexicano cuando faltan menos de 45 días para que un nuevo Gobierno Federal asuma el poder en este país. El seis de noviembre, cuando en EE. UU. están programadas elecciones legislativas,  la caravana transitará por Oaxaca o Veracruz; y resulta paradójico que tras su paso por Guatemala, este  país acoja la XXVI Cumbre Iberoamericana y que del dos al cuatro de noviembre, México sea sede del 8º Foro Social de las Migraciones. 

Saldo de la dependencia  
Desde el siglo XIX, Centroamérica es objetivo geopolítico de EE. UU. y por su importancia geoestratégica busca perpetuar su dominio. El capitalismo internacional le asignó dos roles a esta zona: proveedor de bienes agrícolas para exportación y consumidor de manufacturas estadounidenses y europeas. De ahí que sea básico controlar ese mercado de alimentos, bienes y materias primas. 

Por ello, aunque Centroamérica se distingue por sus espléndidas culturas, enormes riquezas y  creatividad popular, sus siete países integrantes están en crisis. Atraídos por su capacidad agroexportadora, consorcios estadounidenses y europeos monopolizan la comunicación y el transporte. Así, la economía regional es muy vulnerable a los cambios del mercado internacional y solo se benefician las oligarquías cafetaleras, cacaoteras y bananeras, que están aliadas a intereses extranjeros.  

La mayoría indígena de la región, sin embargo, vive en el subdesarrollo. Por falta de efectividad gubernamental, existen severa inequidad social y volatilidad económica con crecimiento estancado. De ahí que los más de 32 millones de habitantes (Honduras, nueve millones; El Salvador, 6.18 millones y Guatemala, 17.5) no tengan oportunidades de vivir mejor, explicaba  desde 1986 Carlos Granados Chaverri. 

La odisea de los migrantes

Al abrir las puertas a las trasnacionales y los tratados de libre comercio, los gobiernos neoliberales dejaron de cobrar impuestos y la inversión extranjera no ha impulsado el desarrollo, denuncia el Partido Socialista Centroamericano (PSC). “Detrás de la emigración masiva está el auge de la maquila, donde los trabajadores retroceden a niveles de esclavitud. Es el trabajo intenso por un plato de mala comida”, acusa. 

Honduras escenifica la situación más dramática. “Es la  típica república bananera y el país más peligroso del planeta”, escribió en The Telegraph, Philip Sherwell, en 2013. Ese año, la tasa de asesinatos fue de 90 por cada 100 mil residentes y en 2014 detonó a la mayor tasa mundial de asesinatos. La causa de este hecho fue la conversión de Honduras en paso estratégico de la cocaína, contrabandeada de Sudamérica hacia EE. UU. “Es la epidemia de cárteles de la droga”, según Sherwell. Hoy la situación empeora.

 “Imagine que un líder opositor fuera asesinado o secuestrado a pleno día por guardias enmascarados, en Bolivia, Ecuador o Venezuela. Y que esos agresores sirvieran a un simpatizante del gobierno ¡Sería portada en The New York Times (NYT) y otros medios!”, escribió hace un año Mark Weisbrot  en The Guardian. 

En su artículo Honduras simboliza la gran desgracia de la política exterior de EE. UU. el también codirector del Centro para Investigación Política y Económica, añadió: “En 2016 hubo 59 asesinatos en Honduras y 61 en 2017 ¡Conste, hablamos de Honduras, no de Venezuela o Bolivia!”. 

A su vez, Jennifer Faulkner, del Proyecto Borgen, pregunta ¿por qué es pobre Honduras? Explica que más de la mitad de los 11 millones de hondureños viven en pobreza y un tercio de la población sobrevive en el subempleo, pues la economía del país no crece lo suficientemente rápido. Sí, es difícil vivir en ese país. 

La violencia en Tegucigalpa, San Pedro Sula y la región de Gracias a Dios, llevó en marzo de 2018 al Departamento de Estado de EE. UU. a pedir a sus ciudadanos restringir sus visitas a Honduras; y le asignó el Nivel 3 de riesgo (reconsiderar todo viaje). La violencia ahuyenta a inversionistas y los desastres naturales impactan en su economía basada en la agricultura, apunta el Banco Mundial (BM), que sitúa a Honduras en el sitio 125 de 185 países. 

Geoestrategia 
Es inexplicable que actores tan violentos campeen en todo el “Triángulo del Norte”, cuando EE. UU. tiene fuerte presencia militar a través del Comando Sur y sus bases en Palmerola y Soto Cano (Honduras), Comalapa (El Salvador) y las de Panamá, además del espionaje cibernético que realiza en el Golfo de Fonseca (Nicaragua).  

En agosto, el Comando Sur lanzó su Estrategia de Teatro de Guerra 2017-2027 para América Latina, con el objetivo de “defender las rutas de acceso del sur del continente a su interior, para degradar las redes ilícitas transregionales y trasnacionales y responder a todo tipo de crisis”,  según el comandante Kurt Walter Tidd.  

Un mes después, las fuerzas armadas de Honduras, Guatemala, Panamá, El Salvador, Belice, Nicaragua y EE. UU. participaron en el Ejercicio CENTAM Smoke 2018 en la base aérea Soto Cano, informó la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo (JTF-Bravo). Les siguió la Misión Humanitaria SOS, 2018, entre EE. UU. y Honduras, para “atender el cuidado táctico de víctimas de combate y prevención de enfermedades transmitidas por insectos”. 

Varias agencias estadounidenses actúan en Honduras con gran discreción. En su informe Estrategia de Cooperación con el Desarrollo, de julio pasado, la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo (USAID) alardeó logros en sus programas de seguridad alimentaria, apoyo a la energía renovable y conservación ambiental en el rubro Participación de grupos marginales.  

“Esa retórica de defender la democracia y dar ayuda humanitaria solo mantiene la hegemonía regional de Washington”, apunta el antropólogo Gilberto López y Rivas. 

Consultores como Marcos Agiar, de Grupo Boston, afirma que también prosperan las llamadas firmas Multilatina en el  “Triángulo del Norte”, que por conocer la idiosincracia local se vinculan  con los consumidores. “Esa retórica de defender la democracia y dar ayuda humanitaria solo mantiene la hegemonía regional de Washington”, apunta el antropólogo Gilberto López y Rivas. 

En Honduras el gobierno de EE. UU. ha renovado su estrategia de apoyo a dictadores, que tantas críticas le ganó en el siglo XX. Trump apoyó la reelección de Juan Orlando Hernández, quien con su ministro de gobierno, Arturo Corrales, prometió mantener las bases y tropas del Pentágono en ese país. 

Tras la polémica reelección de Hernández, la encargada de negocios de la embajada de EE. UU. en Honduras, Heide B. Fulton, pidió calma a los hondureños indignados y la firma de imagen Keybridge Communications lanzó una campaña que atribuyó a la oposición la muerte de una docena de personas en las protestas; a la vez, el mandatario declaró el Estado de Emergencia y amagó con desplegar a las Cobras, fuerzas entrenadas por Washington.  

El informe del Pew Research Center revela que cada año crece la cifra de inmigrantes hondureños hacia EE. UU. “Es claro que su mal gobierno los hace huir; así que los estadounidenses deben preguntarse ¿no es tiempo de parar de apoyar a dictadores como Juan Orlando Hernández?”, preguntó el cineasta Silvio Carrillo en The New York Times.  

La caravana le conviene a Trump 
Para el analista Mirko C. Trudeau, las crisis migratorias son económica y políticamente rentables para el trumpismo. Donald Trump es beneficiario de esta crisis migratoria y no está solo. Sus posturas misóginas, racistas, clasistas y homófobas son apoyadas por líderes y movimientos de derecha en todo el mundo, explica el profesor chileno de periodismo, Pedro Santander.   

De ahí que Trump declarase “ésta es la elección de la caravana” y que el vicepresidente Mike Pence reafirmara que la caravana de migrantes “es un tema en esta elección”. Para los sectores xenófobos estadounidenses, los migrantes significan rentabilidad política; por eso, al revivir el discurso antiinmigrante y amenazar con construir el muro fronterizo, el magnate-presidente apostó al triunfo  republicano en los comicios parlamentarios. 

Por ello ensayó la fórmula del terrorismo al afirmar que personas de Medio Oriente se infiltraron en la caravana, pero para su frustración debió aceptar que carecía de pruebas. Pence refrendó que es “inconcebible” que no haya árabes entre los migrantes. De ahí que el analista Trudeau apuntara: “Posiblemente no sepa que Honduras no está en el Medio Oriente”.  

Trump no es el único que ha desplegado su fuerza militar contra los migrantes; Bush y Obama también lo hicieron

Y para garantizar la “seguridad nacional” de EE. UU. Trump envió a su frontera sur 800 tropas que se añaden a los dos mil 100 miembros de la Guardia Nacional. El actual presidente estadounidense no es el único que ha ordenado tal despliegue. También lo hicieron George W.Bush, quien en 2006 situó ahí a seis mil miembros de la Guardia Nacional, y Barack Obama, que en 2010 destinó a mil 200 efectivos de ese mismo cuerpo. 

“Ordeñar las crisis migratorias es un arte político y Trump es un maestro en usarlas de forma muy calibrada”, explica el académico mexicano Claudio Lomnitz. El negocio tras la inmigración indocumentada fue revelado en junio por The New York Times. Contratistas y proveedores del Pentágono (como MVM Inc. y General Dynamics), operan centros de detención de migrantes.  

En julio anterior, The Wall Street Journal reportó que Trump solicitó 2.8 millones de dólares al Congreso, presupuesto que en 2019 se destinaría a aumentar la capacidad de esos centros. Por ello subió la cotización bursátil de las corporaciones CoreCivic y Geo (que contribuyeron con 250 mil dólares cada una al festejo de la inauguración del gobierno de Trump), denuncia Lomnitz. Migración, muerte y sufrimiento para las mayorías: negocio para racistas. 


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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