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Entre la basura y los sueños recolectores aspiran a un futuro mejor
Miles de familias pobres hallan en los basureros un medio informal de supervivencia que heredan a sus hijos sin que el Estado haga nada para mejorar sus labores ni su situación social.
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En México se producen diariamente más de 102 mil toneladas de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) —equivalentes a 53.1 millones al año— cuyo destino inadecuado contamina tierras, agua y aire, y genera fauna nociva. Miles de familias pobres hallan en los basureros un medio informal de supervivencia que heredan a sus hijos sin que el Estado haga nada para mejorar sus labores ni su situación social.

El manejo de la basura en México representa un problema mayúsculo para los gobiernos municipales de toda la República, ya que carecen de los recursos suficientes y el personal capacitado para operar, de manera adecuada, los RSU de su recolección diferenciada, acopio sanitario y reutilización o valoración energética.

A pesar de que su tratamiento idóneo puede ser un negocio altamente rentable, cada año se depositan más de 16 millones de toneladas en tiraderos a cielo abierto, por lo que su operación incorrecta genera focos de contaminación ambiental en más de 30 mil hectáreas de suelo y subsuelo y 200 cuerpos de agua, provocando daños a los sistemas inmunológico, nervioso y reproductivo de las comunidades humanas cercanas.

Para el especialista en gestión de RSU y cambio climático, Carlos Álvarez Flores, el problema de la basura radica en la falta de preocupación e irresponsabilidad de los tres niveles de gobierno en el país –Federal, estatal y municipales– para coordinarse y evitar que los mil 643 tiraderos a cielo abierto, que funcionan en el país, sigan operando.

“Debemos abandonar el modelo obsoleto y contaminante del relleno sanitario para iniciar la separación y aprovechamiento de los residuos que nos recomienda la economía circular. Mediante una cruzada nacional encabezada por el Ejecutivo Federal con este nuevo modelo de gestión, promoviendo la educación ambiental y la industria del reciclaje... a través del cual se podrían generar 10 mil 900 gigawatts/año con 11 plantas termovalorizadoras utilizando 18 millones de toneladas/año de la fracción inorgánica no reciclable de los RSU, que equivale al 23 por ciento de la energía eléctrica que genera la CFE… lo cual ayudaría también a reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)”, revela Álvarez Flores en su estudio Crisis Ambiental en México por el mal manejo de los residuos.

El Programa Especial para Basureros 2021 del Estado de México estima que nacionalmente se recolectan a diario 107 mil toneladas de RSU, pero que solo el 12.1 por ciento es recogido selectivamente. Esta entidad, que rodea casi integralmente a la Ciudad de México (CDMX), acopia un promedio diario de 12 mil toneladas de basura, de cuyo tratamiento manual dependen más de cinco mil familias.

 

La explosión de Tlatel Xochitenco

Hasta hace un par de décadas, las “montañas de basura” formaban parte del escenario cotidiano de la región oriente del Valle de México, donde el área más concurrida por los carretones cargados de basura y los pepenadores se hallaba en el municipio de Chimalhuacán.

Fue el 15 de junio de 2010, a eso de las tres de la tarde, cuando esta situación hizo crisis, porque se escuchó un fuerte estruendo que echó a volar el basurero a cielo abierto ubicado en Tlatel Xochitenco. La explosión afectó los hogares de 406 vecinos de ese barrio y dejó sin fuente de ingresos a 250 pepenadores. En ese entonces, el alcalde de Chimalhuacán, Jesús Tolentino Román Bojórquez, asumió el compromiso de construir un nuevo relleno sanitario y ayudar a las familias damnificadas.

El director municipal de Desarrollo Social en ese periodo, Miguel Ángel Sánchez Díaz, reveló a buzos que se entregaron 276 viviendas nuevas, 500 tinacos y más de mil despensas semanales, además de que se repararon 239 recámaras de casas afectadas. Se creó también un Programa de Empleo Temporal (PET) para contratar a 250 pepenadores que habían perdido sus medios de vida.

“El munícipe formó todo un ejército de servidores públicos para ayudar a los damnificados; se realizaron jornadas médicas a través del Desarrollo Integral para la Familia (DIF) y la dirección de Salud. También ayudamos a la gente con el PET, a través del que recibieron en promedio 640 pesos semanales; además de la despensa. Posteriormente, este programa creció a favor de mil 500 personas, quienes percibían un ingreso de más de 800 pesos y en el año 2014 la cifra de beneficiarios incrementó a tres mil; los recolectores terminaron ganando mil 44 pesos… incluso, una parte importante de ese sector de la población obtuvo un empleo en el Ayuntamiento de Chimalhuacán por su esfuerzo y dedicación. Esto sucedió luego de que el programa concluyera en 2018; pero la ayuda continuó de una u otra manera”.

La continuidad en el municipio del gobierno del proyecto Nuevo Chimalhuacán —conformado por más de 100 organizaciones sociales— hizo posible la construcción de un relleno sanitario en 2013, con una inversión superior a 70 millones de pesos (mdp). La obra tiene tres celdas con capacidad aproximada de 750 mil toneladas de basura y una laguna de lixiviados; se encuentra en el Corte Escalerillas del Ejido Santa María, a 13 kilómetros de distancia de la CDMX.

El relleno sanitario de Escalerillas recibe, en promedio, 650 toneladas diarias de basura, 297 personas se dedican a la recolección y venta de residuos sólidos, de las cuales más de 170 son habitantes de Chimalhuacán; 44, vecinos del Ejido Santa María y el resto proviene del municipio de La Paz y de la alcaldía de Iztapalapa, informó el actual director de Servicios Públicos de Chimalhuacán, Juan Covarrubias Hurtado.

Aclaró que pese a los riesgos sanitarios que implica el trabajo en el tiradero, hay pepenadores que llevan a sus hijos: “En realidad son pocos, casi 20 menores que algunas veces ayudan a sus padres; poco a poco esta situación va cambiando, ya que en Chimalhuacán hay más oportunidades de desarrollo profesional, cultural y deportivo para todos”.

Covarrubias Hurtado desmintió que algunos de estos pequeños reciban clases en los basureros. “Mediáticamente se estuvo manejando que algunos niños toman clases debajo de los árboles en esta zona; pero no es así. Hay una asociación (Fundación para la Asistencia Educativa) que lleva a los menores a una escuelita ubicada en el barrio Tlatel Xochitenco, los instruye y después los regresa al basurero, donde son recibidos por los padres. El resto seguramente está en casa tomando clases o asiste a alguna de las tantas escuelas que hay en Chimalhuacán”, aseveró.

 

Pepenadores forjan una nueva realidad

Cuando la tierra se abrió y sacudió todo en el entorno de Tlatel Xochitenco, algunos pepenadores sintieron la necesidad de tener un proyecto de vida que les permitiera romper con la cadena generacional de vida y trabajo en la basura. Entre quienes comparten esta visión se hallan Joan Manuel Mendoza Islas y Jorge González quienes luchan por forjar un mejor futuro en beneficio de sus hijos.

Joan Mendoza tiene 36 años y es vecino del barrio Tlatel Xochitenco. Comenzó a recolectar basura cuando tenía 16 años; estaba convencido de que ése era su destino. “Aquí crecí, aquí estoy trabajando y tal vez aquí me voy a morir encerrado en este mundo… la mayoría de mi familia se dedica a esto, desde mis abuelos, mi mamá, tíos y primos. Por ello no veía más allá de lo que me rodeaba”.

El joven chimalhuacano contrajo nupcias a los 23 años. Dos años después, explotó el tiradero. Este acontecimiento y el análisis que hizo de éste con su esposa lo llevaron a un “sueño guajiro”: estudiar para salir adelante y, gracias a las oportunidades educativas del municipio, concluyó la preparatoria en la Escuela Oficial 85 Halcones.

“Agarrándole sabor continué con la licenciatura en criminalística. Ahora realizo trabajos particulares como perito en grafoscopía, balística y tránsito terrestre. Por cada contribución me pagan entre tres mil y cinco mil pesos. Todavía trabajo en el basurero; porque me gusta recordar de dónde vengo. Sin embargo, conmigo se rompe la tradición de que los hijos también se dediquen a trabajar la basura. Soy el ejemplo para mis sobrinos y mi hija, a quienes aliento a estudiar para salir adelante”.

Por su parte, Jorge González no recuerda de dónde es originario y tiene más de 20 años que no ve a su familia, pues una mala decisión le cambió la vida: fue engañado y sustraído de su hogar por un hombre que le prometió comida, casa y juguetes. “Me fui con la persona sin saber que todo era falso. Solo me maltrataba y obligaba a pedir dinero… un día íbamos en el Metro, se quedó dormido y me escapé. La policía no halló ningún rastro de él y fue entonces que me enviaron a una casa hogar; más bien estuve en cuatro; pero huí porque nos trataban mal. En la última hasta el responsable del lugar se drogaba.

“Dormía en las calles y mis cobijas eran de cartón o periódico. A los seis años llegué al tiradero y trabajé con una familia a la que se le murió un hijo. Pero tampoco funcionó. Así que mejor me quedé ahí en el basurero. Comenzaba a trabajar a las nueve de la mañana y terminaba a las 11 o 12 de la noche. El dinero llegaba rápido y rápido se iba, lo gastaba en comida y maquinitas. Así fui creciendo… luego comencé a andar de novio, pero me sentía desilusionado de la vida y conocí el mundo de las drogas; me envicié con el activo y así estuve de los 14 a los 17 años.

“Cuando explotó el tiradero creí que era parte de mi alucine. Fue entonces que dije ‘basta de mi desmadre: voy a cambiar el rumbo de mi vida’. Con el apoyo de varias personas, a quienes les estoy muy agradecido, entré al programa empleo temporal. Primero en el área de panteones, después en imagen urbana y posteriormente en comunicación social. Ahí conocí a gente muy valiosa que me dio un trabajo, un hogar, mi primera acta de nacimiento y credencial de elector… lo más importante es que me ayudaron a dejar el activo y gracias a ello hoy tengo también una familia, mis tres hijos y mi esposa son el motor de mi vida”.

Jorge logró obtener, gracias a su ingreso al PET, un lugar en el Ayuntamiento por su trabajo, esfuerzo y dedicación. En sus ratos libres aún recolecta basura en el tiradero para obtener un ingreso extra, con el que cubre los gastos de su hogar.

Tanto el licenciado en criminalística como el servidor público sufrieron un accidente con un camión de volteo que les desprendió parte de los dedos; por lo que están convencidos de que el tiradero no es un lugar seguro para niños. Este hecho es un motivo suficiente para terminar el legado de la recolección de basura en su hogar, y esforzarse para brindar educación a sus hijos. “Chimalhuacán cambió favorablemente. En 21 años se han hecho obras que nos permiten tener una mejor calidad de vida; para estudiar una carrera no hace falta salir del municipio; las prepas están cerca de casa; tenemos planetario, albercas, deportivos y mucho más que es producto de un sueño, un municipio mejor. Si no sueñas, estás perdido y claro que cuesta trabajo, pero querer es poder”, coincidieron.

En Chimalhuacán hay más de 700 escuelas, de las cuales alrededor de 500 son de nivel básico, cerca de 200 de medio superior y ocho universidades con 45 licenciaturas e ingenierías. En el Ejido Santa María se ubican 22 preescolares, 25 primarias, 18 secundarias, cuatro preparatorias y una de capacitación laboral. En suma, son 70 centros escolares, de los cuales 16 cuentan con techumbre, a los que pueden acudir los hijos de los pepenadores para impulsar su desarrollo profesional.


Escrito por Carolina Ruvalcaba

Periodista con casi 20 años de experiencia en el medio.


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