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Entendiendo la política exterior de China
China no pretende sustituir a Estados Unidos como gran superpotencia hegemónica, sino que simplemente quiere seguir persiguiendo sus legítimos intereses nacionales.
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La política exterior es la que diseña un Estado para relacionarse con otros Estados, con base en objetivos que considera de interés nacional. ¿Cuáles son los intereses nacionales de China? Primero, la seguridad e integridad territorial; segundo, mantener el sistema político vigente desde la fundación de la República Popular China; tercero, promover su desarrollo económico, social, tecnológico y militar. Estos tres han sido los intereses nacionales de China desde 1949.

La política exterior de China puede dividirse en cuatro etapas: la de Mao Zedong, dos de Deng Xiaoping y la de Xi Jinping.

La política exterior de Mao Zedong abarca de 1949 a 1971. Desde la fundación de la República Popular, Estados Unidos (EE. UU.) afectó su seguridad e integridad territorial al amenazarla constantemente con invasiones militares, afectó la conservación del sistema político con el fuerte anticomunismo impulsado por EE. UU. y afectó el desarrollo de las capacidades chinas al imponerle un férreo bloqueo económico. En esas condiciones, China optó por establecer una alianza con la Unión Soviética para salvaguardar su seguridad, mantener su sistema político e impulsar su desarrollo.

La primera política exterior de Deng Xiaoping abarca de 1971 a 1991. En ese periodo, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) amenazó los tres intereses nacionales de China: ambos países protagonizaron un conflicto armado fronterizo que obligó a China a reforzar su seguridad; el conflicto ideológico entre sus respectivos partidos comunistas llevó a China a sentir amenazada la estabilidad de su sistema político y la URSS cortó toda cooperación económica y tecnológica previa. Entonces China decidió fortalecer sus relaciones con EE. UU. La cooperación militar le permitió a China protegerse de las amenazas soviéticas, EE. UU. se comprometió a respetar el sistema político de China a pesar de su carácter comunista y se estableció una cooperación económica que abrió nuevos mercados para China y llevó inversiones al país.

La segunda política exterior de Deng inició en 1991, al terminar la Guerra Fría, y terminó en 2012. Al desaparecer la URSS, EE. UU. se quedó como la única superpotencia y su poder adquirió dimensiones incontestables. Las enormes capacidades militares de EE. UU. llevaron a China a sentir amenazada su seguridad nacional, aunque eso no afectó el mantenimiento de su sistema político ni el desarrollo de sus capacidades, de hecho, en ese periodo –2001–, el país fue admitido en la Organización Mundial del Comercio, lo que potenció sus relaciones comerciales con todo el mundo. Para salvaguardar su seguridad y tener más opciones de desarrollo, China comenzó una lucha contra la hegemonía estadounidense y llamó a construir un mundo multipolar. En ese periodo se acercó nuevamente a Rusia e impulsó la formación del grupo de los BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

La política exterior de Xi Jinping abarca de 2012 a la fecha. En este periodo, EE. UU. amenazó los tres intereses nacionales de China: comenzó a desafiarla militarmente y apoyó a las fuerzas independentistas de Taiwán, atacó el sistema político de China por supuesta falta de democracia y derechos humanos y diseñó políticas económicas para contener el desarrollo de China: primero, mediante el Tratado Transpacífico, con Obama, y después con la guerra económica, con Trump y Biden. En respuesta, China fortaleció su cooperación militar con Rusia, impulsó con más fuerza la multipolaridad y lanzó ambiciosas iniciativas para no ser marginada de la dinámica económica mundial, tales como la iniciativa de la Franja y la Ruta y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.

En resumen, la política exterior de China se explica por la persecución de tres intereses nacionales: proteger su seguridad nacional e integridad territorial, mantener su sistema político y promover el desarrollo de sus capacidades. China no pretende sustituir a Estados Unidos como gran superpotencia hegemónica, sino que simplemente quiere seguir persiguiendo sus legítimos intereses nacionales. En la búsqueda de sus objetivos, China no ha establecido relaciones de dominación con los demás países, sino relaciones de cooperación en términos de igualdad y respeto. Así ha sido hasta ahora y no hay motivos para considerar que esa política vaya a cambiar en el futuro próximo. Las iniciativas de Desarrollo Global, de Seguridad Global y de Civilización Global, lanzadas recientemente por China, en lugar de proyectarla como una potencia hegemónica, la presentan como una defensora de la coexistencia pacífica de las diferentes culturas del mundo y de su derecho a desarrollarse de manera autónoma, sin seguir un patrón impuesto por Occidente. Para los países de América Latina, África y Asia, China representa una oportunidad económica y política que debemos aprovechar para desarrollarnos.


Escrito por Carlos Ehécatl

COLUMNISTA


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