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La gran depresión económica de 1929 se inició en Estados Unidos (EE. UU.) y se extendió a todos los países del mundo. Fue una de las crisis más largas y profundas de que se tenga memoria. Duró una década y la búsqueda de sus explicaciones teóricas no evitó que el fracaso del sistema económico fuera exhibido. El azote sufrido por las capas populares se narra magistralmente en Las uvas de la ira, la novela de John Steinbeck. Y, lo que son las cosas, la rueda de la historia nos ha colocado nuevamente en una encrucijada similar, en la que la pandemia del Covid-19 ha funcionado como el catalizador que la crisis económica y el declive del gran capital necesitaban para acelerarse.
Los especialistas en economía afirman que la recesión mundial será más devastadora ahora por la interdependencia entre las naciones. En México, sus efectos comienzan a resentirse y se espera una disminución del Producto Interno Bruto (PIB) de más de 10 por ciento; pero el gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) niega, esconde y miente descaradamente sobre la realidad social y económica del país. La negación llega a tal grado que su estrategia para enfrentarla es solo “espiritual”. En este contexto coincido con Enrique Quintana, el analista de El Financiero, quien publicó que si esta es la estrategia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para enfrentar a la crisis económica, entonces no tiene caso discutir.
Durante los primeros 17 meses de su administración, AMLO no solo se ha mostrado incapaz de llevar una gobernabilidad aceptable, sino que, además, se ha visto de un tamaño menor más despreciable que el de sus antecesores y se ha evidenciado como un mentiroso compulsivo. Sus improvisaciones han dañado la paz social y la economía. Su ineptitud e irresponsabilidad son criminales, porque han propiciado más pobreza y más muertes, todas innecesarias. Y como ya no tiene ningún caso insistir en sus errores, la sociedad debe exigirle por lo menos mesura en su locuacidad y que cumpla sus promesas de campaña.
En una de sus últimas ocurrencias declaró que la pandemia ya está domada, pese a que notables especialistas han demostrado que las estadísticas que su gobierno defiende a diario están manipuladas y resultan insultantes frente a la dramática realidad que viven hoy los enfermos y los médicos. Y qué decir de las porras que le ha echado a su sonrosado subsecretario de Salud –“¡no está solo, no está solo!”– cuando ha dejado a su suerte a millones de familias que se ven forzadas a quedarse en casa sin alimentos, sin trabajo y sin ingresos. Con la pandemia, la pobreza está aumentando y haciendo más pobres a los pobres porque millones de trabajadores en México son informales tanto en la ciudad como en el campo y el gobierno de la 4T los ha dejado en el olvido.
En Las uvas de la ira, miles de familias desplazadas viajan en carcachas viejas del este al oeste porque suponen que encontrarán trabajo. Durante mucho tiempo, en nuestro país, oleadas de personas de las comunidades rurales y las colonias populares se mueven hacia las ciudades con mayor desarrollo con la esperanza de encontrar ahí un trabajo mejor. En una parte de la novela de Steinbeck, algunas familias acampadas sobre la carretera platican de sus planes llenos de felicidad y esperanza por la tierra prometida; pero un vagabundo que viene de regreso del oeste les dice que nada es cierto, que ya estuvo allá y que su familia solo encontró miseria y muerte.
Con la pandemia, algunos pobres que habían invadido las ciudades regresaron a sus comunidades de origen tan pobres como siempre y muchos con una enfermedad a cuestas que ahora propagan en las áreas rurales. Una vez terminada la emergencia sanitaria, seguramente un número mayor de familias se desplazarán con nuevos bríos a las ciudades en busca de la “tierra prometida”, pero ésta se hallará más lejana a causa de la recesión económica. Los empleos serán más escasos, los salarios más bajos y los pobres se verán condicionados a aceptar trabajos más miserables, a cambio de unos cuantos pesos, para no morirse de hambre.
Esta situación, sin embargo, puede llevar a muchos mexicanos a la conclusión de que si el mal es de todos, la solución también está en todos. Esto es lo que ya estamos viviendo y, por tanto, ha llegado la hora de que las capas populares de este país comprendan, de una vez por todas, que sus enemigos no se encuentran entre sus iguales y que vean con claridad que la pandemia exhibió a sus amigos y a sus opresores.
Es tiempo ya de que los engañados votantes reconozcan y enmienden su error, rechazando la tiranía, aunque ésta mude sus colores para engañarlos.
Los padres de familia han señalado que existe un doble discurso en el gobierno federal
El censo que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ordenó levantar entre las 34 millones de familias mexicanas para integrar los padrones de los programas de la Secretaría de Bienestar.
Ante este adverso panorama, el Presidente buscará que la elección gire en torno a su figura como representante del cambio a favor del pueblo.
En este país, como en todos aquellos en que existe explotación capitalista, el Estado se halla al servicio de la clase dominante.
Destaca el número de feminicidios, el cual aumentó 3.3 por ciento, al pasar de 492 casos en el primer semestre del año pasado a 508 en 2021.
La “guerra contra el huachicol” de AMLO se asemeja a la que el expresidente Felipe Calderón Hinojosa lanzó en 2006 contra el narcotráfico; no funcionó.
Los medios locales varían en la cifra de muertos por las complicaciones de seguridad para llegar a Tila.
La Policía amedrentó a campesinos, quienes protestan en la Cámara de Diputados porque se reasignen recursos para obras y servicios
A la clase patronal se le exige muy poco: que colabore con un 3.15 por ciento del salario del trabajador.
El problema ha alcanzado las dimensiones de una crisis social que se manifiesta en las fronteras norte y sur de nuestro país
Las tarjetas de bienestar que el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) usa para distribuir apoyos asistencialistas forman parte del proyecto “Inclusión Financiera”.
Miguel Barbosa está reprobado como gobernador y sin cumplir aún el primer año de su administración no ha podido echar andar políticas públicas que le aseguren un desarrollo económico y político favorables al estado.
El 61 por ciento de entrevistados afirmó que votarían por el nuevo partido que forme el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La demagogia y el carácter antipopular de la 4T quedaron suficientemente exhibidos; sin embargo, nuestro más profundo deseo en este nuevo año es que el pueblo mexicano siga luchando
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Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA