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Imperialismo, fase superior del capitalismo fue escrito por Lenin en 1916. En su obra, el revolucionario ruso explica que la política colonial y el imperialismo existían desde antes del capitalismo (por ejemplo, en Roma), pero el fenómeno que él investiga no es ése, sino el imperialismo capitalista moderno surgido a principios del Siglo XX. Según lo define, “el imperialismo es la fase del capitalismo en la que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por las asociaciones internacionales monopolistas y ha terminado el reparto de toda la Tierra entre los países capitalistas más importantes”. Esta lógica económica lleva a las potencias a luchar entre sí para repartirse el mundo en colonias, semicolonias y esferas de influencia. Para Lenin, “las guerras entre potencias imperialistas son absolutamente inevitables sobre esta base económica, en tanto subsista la propiedad privada de los medios de producción”.
Una de las críticas que han hecho al análisis de Lenin es que en las décadas posteriores no se verificó una guerra permanente entre las potencias imperialistas, sino que dichas potencias lograron convivir armónicamente bajo el liderazgo de Estados Unidos. ¿Cómo se explica esto? ¿Se equivocó Lenin? No exactamente. El análisis lógico y empírico de Lenin daba cuenta de la realidad del imperialismo a principios del Siglo XX; sin embargo, es verdad que el imperialismo como se había venido desarrollando durante los siglos XIX y XX no continuó igual hasta nuestros días. La razón de fondo es que el imperialismo analizado por Lenin fue abruptamente interrumpido con el triunfo de la Revolución Rusa de 1917.
La victoria de los bolcheviques modificó irreversiblemente el desarrollo “natural” del imperialismo por dos razones: primero, porque Rusia, una de las grandes potencias imperiales, que había intervenido en la repartición del mundo al menos desde el Siglo XIX, abandonó la dinámica económica capitalista y su política colonialista; y segundo, y más importante, porque las potencias imperialistas entendieron que las luchas entre ellas habían pasado ahora a segundo plano y tenían que cerrar filas para combatir a un enemigo común: el primer Estado socialista de la historia. La posibilidad de un mundo dividido entre países socialistas y capitalistas no estaba en la teoría del imperialismo de Lenin.
La forma del imperialismo que analizó Lenin en Imperialismo, fase superior del capitalismo dejó de existir en 1917. Entre la Primera y la Segunda guerras mundiales, si bien los países imperialistas mantuvieron su lógica económica y política de dominación, existía una coordinación entre ellos para combatir conjuntamente a la Unión Soviética. Después de la Segunda Guerra Mundial, el imperialismo adoptó una forma nueva. Estados Unidos, que se coronó como gran superpotencia imperialista, condicionó al resto de las burguesías imperialistas: podrían reconstruirse siempre y cuando lo hicieran aceptando la dominación estadounidense. La burguesía de Estados Unidos no sólo creó un orden económico que garantizaba la subordinación de las burguesías imperialistas y del resto del mundo a sus propias exigencias, sino que mantuvo su presencia militar en Europa y Japón después de la guerra, como permanente recordatorio y amenaza de que podía emplear la violencia en el momento que quisiera.
Con la caída del bloque socialista, el imperialismo adquirió una nueva forma, la tercera. Esta forma mantuvo la estructura de dominación posterior a la Segunda Guerra Mundial, pero ampliada. Salvo contadas excepciones, el capitalismo en su forma neoliberal penetró en todos los países del bloque socialista y los integró al bloque de países dominados por el imperialismo. A grandes rasgos, ésa es la forma en la que nos encontramos hoy.
En resumen, un siglo después, las tesis centrales de Imperialismo, fase superior del capitalismo mantienen plenamente su vigencia. Aunque la forma del imperialismo ha cambiado, el contenido del fenómeno sigue siendo el mismo: la dominación del capital financiero como pauta principal y el uso de la fuerza por parte de las potencias capitalistas para incrementar su riqueza a costa de los países débiles y dependientes. Lenin nos ayuda a entender por qué Estados Unidos envía armas a Ucrania, Israel y Taiwán, pero, más importante, nos recuerda que dentro del capitalismo no puede haber relaciones de paz entre los pueblos y que sólo construyendo el socialismo podemos escapar del apocalipsis nuclear al que nos empuja el imperialismo.
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Los países del BRICS+ están impulsando una histórica transformación en el escenario financiero internacional.
El arte le ha servido a la Iglesia, a las élites económicas y políticas y ahora sólo a los propios artistas. Como tesis, el arte renacentista cumplió su función de adoctrinar, pero fue superado con la síntesis que realizó el muralismo mexicano.
El libro invoca con frecuencia el índice de oportunidad, el cual plantea que si todos los individuos murieran a la misma edad y tuvieran el mismo número de hijos no habría selección natural porque ésta es propiciada por la mortalidad.
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El texto de los historiadores es una vertiente de una rama del marxismo mexicano, mismo que perdura hasta la fecha, se trata del Movimiento Antorchista.
El saqueo (de parte del G7) ha dejado en la indigencia a las naciones de África y América Latina y, para colmo, el escarnio: nos ofrecen que sigamos dejándonos saquear para… prosperar. Verdaderamente kafkiano.
Esta biografía resalta los rasgos de carácter más sobresalientes del general Vicente Guerrero: su inquebrantable voluntad de lucha.
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Escrito por Carlos Ehécatl
Maestro en Estudios de Asia y África, especialidad en China, por El Colegio de México.