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De la misma forma en que se lanzan los paracaidistas en caída libre antes de abrir la tela que los sostiene, así se encuentra Estados Unidos cuando observa cómo algunas potencias económico-financieras han ido avanzando en el planeta y le están cercenando el unipolarismo que impuso tras la desaparición de la Unión Soviética.
Cada vez son más los especialistas que llegan a esa conclusión, mientras Washington, al ver acercarse ese desenlace, se vuelve más agresivo y trata por cualquier medio, sobre todo el militar, de preservar sus privilegios.
En estos días, una de las declaraciones más destacadas, no sólo por lo que dice, sino por lo que representa por ser un defensor a ultranza del más rancio sistema capitalista, es la del alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell, quien afirmó: “Estados Unidos ha perdido su estatus hegemónico, mientras China se eleva a la categoría de superpotencia”.
Borrell sentenció, durante una conferencia en la Universidad de Oxford en el Reino Unido, que “el sistema internacional al que estábamos acostumbrados después de la Guerra Fría ya no existe: veo el crecimiento de China como algo ‘único en la historia de la humanidad’, con cierta superioridad sobre la UE y Estados Unidos en muchos aspectos y el gigante asiático se eleva a la categoría de superpotencia”.
Para justificar su análisis, indicó que en los últimos 30 años la cuota de China en el Producto Interno Bruto mundial, en cuanto a paridad de poder adquisitivo, pasó del seis por ciento a casi el 20 por ciento, mientras que los europeos pasamos del 21 por ciento al 14 por ciento y Estados Unidos del 20 por ciento al 15 por ciento, lo que representa un cambio drástico del panorama económico.
Por último, el político español admitió que hoy el mundo es mucho más multipolar, donde están surgiendo potencias intermedias como La India, Brasil, Arabia Saudita, Sudáfrica o Turquía. Claro que no mencionó a Rusia, debido a que es un acérrimo enemigo de Moscú.
Una de las consecuencias directas en este escenario es el alarmante aumento de la deuda pública de Estados Unidos, que alcanzó la histórica cifra de 34.1 billones de dólares, que sobrepasa en 24.5 por ciento su PIB y contribuye al creciente índice de pobreza en el país.
El doctor en ciencias políticas por la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE) Pedro Gustavo Cavalcanti Soares explicó que la persistencia de Estados Unidos en invertir fuertemente en los conflictos internacionales para dinamizar su economía, perpetúa un enfoque que se remonta al periodo posterior a la Primera Guerra Mundial y conlleva consecuencias negativas, las cuales se desconectan de las necesidades internas del país.
En esa misma dirección habló el multimillonario Elon Musk al predecir “el fin del dólar, en el caso de que Washington no se ocupe de su deuda nacional. Necesitamos hacer algo con nuestra deuda o el dólar no valdrá nada”.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) fue un poco más profundo en su preocupación por el gasto excesivo del gobierno estadounidense y advirtió que se está socavando la estabilidad financiera en todo el mundo.
Mientras toda esa incertidumbre tiene lugar en Estados Unidos, en el mundo está ocurriendo un proceso de desdolarización, al sumarse varios países a la diversificación de sus reservas monetarias. Esa medida va encaminada a prevenir catástrofes financieras, como la ocurrida durante la crisis económica que se inició en Estados Unidos (y sacudió al mundo) en 2008.
La desdolarización va dirigida a ofrecer protección ante posibles crisis, permite una relación más equilibrada en el sistema financiero mundial y disminuye la influencia económica-política ejercida por Washington desde hace más de medio siglo.
El Grupo BRICS+, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y la nueva incorporación de Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, ha trabajado fuertemente en utilizar sus monedas nacionales en las transacciones comerciales.
En este primer cuarto del Siglo XXI, esa reconfiguración económica significa una revolución financiera para que otras naciones reconsideren mejor sus alianzas comerciales sin padecer la fuerte presión que ha ejercido el dólar a nivel internacional.
En la actualidad, el BRICS+ está desarrollando un sistema de pagos que utiliza tecnologías digitales y blockchain, una estructura de datos descentralizada y distribuida que registra transacciones de manera segura y transparente a través de una red de computadoras.
En 2023, los cinco pioneros del BRICS+ sólo realizaron el 28.7 por ciento de las operaciones de importación y exportación mediante el billete verde; y ya en 2024 Moscú y Beijing ejecutarán casi todo su intercambio comercial (cerca de 220 mil millones de dólares) en sus monedas nacionales.
Es innegable, los países del BRICS+ están impulsando una histórica transformación en el escenario financiero internacional y la próxima Cumbre del Grupo, a efectuarse en octubre de este año en Kazán, Rusia, podrá marcar otro punto de inflexión en la concreción del mundo multipolar más inclusivo y equitativo.
Francia ha perdido influencia en sus excolonias debido a la precaria situación socioeconómica donde viven sus habitantes.
El andamiaje institucional internacional, parte de la superestructura político-jurídica, entra en crisis al perder el imperio el inmenso poder económico y político del que gozaba.
El mundo se está reconfigurando, la correlación de fuerzas ha cambiado drásticamente; ni Estados Unidos ni Europa encarnan hoy la hegemonía que durante décadas ostentaron.
No hay duda, los pueblos del mundo están hartos. Parafraseando a Nicolás Guillén, el imperialismo se revuelve en su lecho de dólares y se le cuaja la risa.
El pasado cuatro de julio más de 46.5 millones de electores aplicaron voto de castigo a la élite británica liderada por los Tories del Partido Conservador.
Recomiendo la lectura de esta obra a las personas de buen corazón y que deseen conocer las entrañas de la “explotación del hombre por el hombre”.
Nos enfrentamos ahora a un “nuevo” estado de excepción. Ante el desplome inminente de un sistema, no tardaron en limpiar la “pizarra mágica” en la que antes escribieran “nazismo” para poner en su lugar “Moscú”.
La catedral del mar nos recuerda lo que dicen Marx y Engels en el primer capítulo del Manifiesto del Partido Comunista.
Los defensores del libre mercado, que han impuesto el neoliberalismo en muchos países, hoy están perdiendo la batalla en su propio terreno.
Los embates del imperialismo podrán parecer débiles, pero tiene fuerza suficiente aún para aprovechar los conflictos internos y hacer valer sus intereses.
Un siglo después, las tesis centrales de Imperialismo, fase superior del capitalismo mantienen plenamente su vigencia.
Nos encontramos ante una nueva contradicción: una derecha liberal y una izquierda "woke" o neoliberalismo políticamente “correcte”. ¿Qué las distingue? Casi nada, ¿o acaso notó alguna diferencia entre los candidatos del debate presidencial pasado?
El saqueo (de parte del G7) ha dejado en la indigencia a las naciones de África y América Latina y, para colmo, el escarnio: nos ofrecen que sigamos dejándonos saquear para… prosperar. Verdaderamente kafkiano.
Pero los pueblos del mundo nunca se han rendido.
El imperialismo no está dispuesto a renunciar a su sueño hegemónico y ha desatado una campaña en sus medios de comunicación para descalificar a los BRICS.
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Escrito por Hedelberto López Blanch / Rebelión
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