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Tecno-geopolítica: capitalismo de control informático en auge
Al manejar la Cuarta Revolución Industrial, la tecno-geopolítica controla procesos de recopilación y procesamiento de datos para dominar la vida pública y privada.
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En un mundo cuyas relaciones multisectoriales giran en torno a la información, el rostro del nuevo capitalismo son las empresas tecnológicas. Al manejar la Cuarta Revolución Industrial, esa tecno-geopolítica controla procesos de recopilación y procesamiento de datos para dominar la vida pública y privada. México, sin invertir en capacidad tecnológica suficiente, es dependiente de los productos y servicios de esas corporaciones al enorme costo de arriesgar su soberanía.

El dominio imperialista de la comunicación civil ha trastocado la historia de las relaciones entre estados, individuos y organizaciones. Convertidos en actores dominantes en las últimas décadas, las grandes compañías tecnológicas han impuesto un nuevo orden económico-social que no es democrático ni apunta al desarrollo de las mentes.

Esas tecnologías, cuyas plataformas digitales tienen el doble uso: militar y social, sirven a la expansión capitalista. Desde una mirada geopolítica, las múltiples prioridades de uso de esas herramientas han sido explotadas por Estados Unidos (EE. UU.) China, Rusia y potencias europeas, que han identificado once áreas clave.

 

 

Se trata de sistemas de control totalmente dependientes de su conexión a la red como: todo lo relativo al desarrollo de la tecnología de Quinta Generación (5G), las tecnologías hipersónicas, de guerra cibernética/guerra de información, de energía dirigida (a través de partículas atómicas o subatómicas), micro-electrónica, autonomía, inteligencia artificial/aprendizaje automático, espacio, ciencia cuántica y biotecnologías.

Así, el capitalismo de plataformas practica un inédito e intenso extractivismo: el de datos. Con esa capacidad operativa, las gigantes tecnológicas han transformado las vidas de ocho mil millones de habitantes del planeta a través de la economía digital.

Ese capitalismo conforma el tecno-feudalismo; concepto, acuñado por el economista greco-australiano Yanis Varoufakis. Alude al capitalismo de datos, operado por un puñado de plutócratas y sus monopolios, que toman el control de determinados sectores en la era del comercio electrónico.

En el novísimo universo de las tecnologías de la información, las plataformas digitales se han posicionado ya como actores de colosal poder político. Ese sector ya tiene el dominio del 90 por ciento del flujo de la información, y posee enorme capacidad de sistematizarla a su favor.

Esas empresas, mayoritariamente estadunidenses, reflejan su influencia en todo el planeta. En su puja por ganar leyes a su favor, Google de Alphabet Inc, Facebook (Meta), Microsoft, Amazon y otras, abonan fortunas para mantener su ascendencia en las normas y reglamentos de gobiernos y organizaciones.

Para ello despliegan a sus grupos de presión. Solo Apple gastó 2.5 millones de dólares para ganar favores con políticos de EE. UU. al primer trimestre de 2022. Tras aumentar 34 por ciento su gasto del año anterior para dádivas a legisladores, ganó frente a su competencia en la Ley de Mercados Abiertos de Aplicaciones del Comité Judicial del Senado.

Lo mismo hacen en la Unión Europea (UE). En septiembre dedicaron 97 millones de dólares para influir en instituciones y legisladores de ahí. Actúan a través de unos mil 452 empleados (cabilderos), más que los de sectores poderosos como petroleras, farmacéuticas, químicas y financieras.

 

 

Esos empleados presentan sus propuestas a congresistas, políticos, organismos de “protección” a consumidores y otras instituciones. Y por ello, han obtenido garantías de la Comisión Europea, informó el Observatorio Europeo Corporativo y la organización Lobby Control.

Por ello, urgen alternativas públicas a esa expresión de dominio imperialista de la comunicación civil. en las empresas tecnológicas asentadas en Silicon Valley, enclave californiano de esos gigantes tecnológicos.

 

Cooptación digital

Un hito en el capitalismo corporativo fue la invención del microprocesador. Su capacidad de movilidad, rapidez y memoria creó atractivas plataformas para nuevos clientes. Esas tecnologías, consideradas el principal factor de cambio del Siglo XXI, dispersan ideas imperiales fascistas y neoliberales en provecho del capitalismo imperial.

Es la geopolítica del cambio, donde el modelo neoliberal se posiciona a través de las plataformas digitales. Usadas para lanzar ideología a través de dispositivos, desmantelan el flujo tradicional de la información (textos, mensajes, imágenes) en favor del capitalismo individualista y salvaje, estima el experto J. M. Fernández Ros.

Para mantener su predominio en el sector y evitar todo control gubernamental y social a su operación, esos gigantes tecnológicos despliegan campañas propagandísticas contra estados que intentan limitarlos.

De ahí las críticas a los controles de instituciones en Turquía, China y Venezuela. Esta ofensiva de desregulación, promovida por el neoliberalismo, intenta impedir todo control político, económico y social sobre esas corporaciones.

Gran parte de las alertas de especialistas mundiales se enfoca en los riesgos que implica para los adolescentes el uso masivo de esas tecnologías. En dos décadas, esas empresas –cuyo enclave es Silicon Valley, California– se enfocaron en el sector juvenil a través de plataformas instaladas en computadoras y dispositivos o teléfonos móviles.

Los estudiosos de la conducta explican que el uso masivo de estas tecnologías, confiere a esos jóvenes usuarios la falsa sensación de invulnerabilidad. Por su natural deseo de socializar, vacían en la red información personal –y de su colectividad– renunciando a su derecho a la intimidad.

A la vez, a cambio de un costo económico que de momento no están conscientes que día con día aumenta, los usuarios de esas plataformas son víctimas de información falsa o seleccionada fríamente para mantenerlos en un perfil que les condiciona a leer, jugar, comprar, vestir y comportarse de un modo determinado por los centros de análisis de esas empresas.

Las plataformas de la información interfieren en el tiempo que los usuarios deben estudiar, hacer deporte o socializar. También influyen en la conducta de los usuarios, pues los exponen a nuevas formas de acoso, juegos que alientan el sedentarismo y sobrepeso o a aceptar las adicciones, señala el analista Juan C. Romero Rodríguez.

 

 

Tecno-negocio

Los estudiosos han reunido en las siglas GAFAM a las cinco grandes tecnológicas de la información estadunidenses (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft). En el contexto del capitalismo corporativo, todas esas empresas ganan con la información de sus usuarios (big data), advierte el analista Nick Srnicek.

Las plataformas de las empresas GAFAM, viven de la publicidad. Para atraer a los anunciantes, estudian los perfiles de sus usuarios en dispositivos (en inglés: wearables; relojes) inteligentes que recopilan sus datos biométricos, contactos en redes sociales y ubicación en celulares, computadoras o teléfonos móviles.

Así, mediante anuncios que corresponden al perfil recopilado, les muestran mensajes destinados a satisfacer sus necesidades económicas, políticas y sociales y ofrecerles bienes y servicios acordes con sus preferencias.

Una disección de cómo operan esas plataformas, revela que lo hacen como máquinas productoras de ganancia. Al conformar una nueva infraestructura digital, las empresas de GAFAM han diseñado gobiernos, ciudades inteligentes y trabajadores flexibles. Así se reorganiza el sistema capitalista ante la caída paulatina de la rentabilidad; describe Srnicek.

Ése es el éxito que los monopolios estadounidenses han protagonizado en este siglo, señala el especialista Ignasi Gozalo. De ese modo, las tecnologías de la comunicación han reducido la aldea global al patio trasero. Y en ese nuevo orden hay otro fenómeno, que se desarrolla muy lejos del horizonte de los mexicanos: el cambio en el orden tecnológico.

Entre 2016 y 2021, EE. UU. cuadruplicó su inversión en inteligencia artificial, biología sintética, materiales avanzados, fototónica y electrónica, robótica y computación cuántica; en ese mismo periodo, en América Latina este sector no se movió, indican el Grupo Boston de Consultoría y la organización Hola Mañana.

 

 

Si desde México se avanza a pasos lentos en inteligencia artificial, parece incapaz de desarrollar tecnologías profundas en el mediano plazo. Entretanto, van en auge las fusiones entre esas corporaciones y su estrecha relación con universidades y laboratorios de investigación.

El alcance de esa interacción, supera la imaginación. El beneficio de las corporaciones con el esfuerzo conjunto de infraestructura académica y de investigación pública y privada se traduce en una fórmula de poder global de control de tecnologías críticas.

Así, desde México observaremos cómo el llamado capitalismo del big data deja atrás la utopía de las tecnologías al servicio de la humanidad. En su necesidad de lucrar con la información, la plutocracia encontró en nuestros países el mercado ideal para controlar los intercambios de personas, gobiernos y el sistema bancario-comercial planetario.

Bajo la visión capitalista imperial, esos desarrollos ya no serán públicos ni se socializarán; es decir, no se democratizarán, al ser objeto del usufructo económico y militar, lo que resultará socialmente desestabilizador. Ese panorama es lo que Srnicek bautizó en 2017 como “capitalismo de plataformas”.

 

Dependencia total

Las sedes en México de Google y Facebook crecieron 20 por ciento en una década. Sus ingresos por ese concepto ascienden a casi 214 mil millones de dólares, según el informe de economía digital de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

Es un hecho que las firmas de GAFAM concentran Internet en nuestro país. En 2021 ese dominio de la red implicó que, para conocer noticias o conversar con sus contactos, los usuarios consultaron plataformas de redes sociales y mensajería instantánea de forma tan intensa y masiva que representaron enormes ganancias a esas empresas, señala el Observatorio Latinoamericano de Regulación de Medios y Convergencia.

En México es total el dominio de tecnológicas de EE. UU. debido a la falta de desarrollo tecnológico. Su dependencia es tal que no ha participado en ninguna revolución tecnológica, advertía hace tiempo el académico Salvador Medina.

 

Hoy es su último día de trabajo

 

 

La mañana del 18 de noviembre, la plataforma californiana Twitter cerraba “temporalmente” sus oficinas tras reportes de masivas renuncias (al menos dos mil 500) de sus trabajadores. Esas dimisiones llevan casi a la ruptura total de las cadenas de mando y obedece a las nuevas medidas impuestas por Elon Musk, el hombre más rico del mundo.

Ese “viernes negro” se veía venir desde octubre, cuando el magnate sudafricano adquirió la empresa por 44 mil millones de dólares. Una semana después, el tres de noviembre, el propietario de Tesla y SpaceX, anunció el recorte del 50 por ciento de su plantilla. Además, prometió lanzar su Twitter 2.0, pero exigió a su personal ser “extremadamente duro” en su desempeño para ser competentes.

El cuatro de noviembre, la mitad de empleados (unos tres mil 700) recibió un documento interno que les informaba: “hoy es su último día de trabajo”. En reacción, empresas simbólicas del capitalismo global como General Motors y Volkswagen, suspendieron su publicidad en Twitter.

Del 14 al 18 de ese mes aumentó la presión con el ultimátum de Musk, quien por correo pedía a sus empleados “estar preparados” para laborar en jornadas de “alta intensidad” o dejar la empresa. El personal ya laboraba entre 60 y 70 horas en promedio. El jueves 17 era la fecha límite para aceptar ese “compromiso”; de no asumirlo, serían indemnizados con tres meses de salario.

Los trabajadores reaccionaron con renuncias masivas que difundieron con el hashtag #AmaTuLugarDeTrabajo. Otros demandaron la violación a la Ley Warn (de previo aviso de despido). Para evitar esa fuga, Musk –que se autodescribe como “absolutista de la libertad de expresión”– ordenó el cierre inmediato de los edificios de la poderosa compañía, en todo el país.

Facebook/Meta, otra gran tecnológica, también ha prescindido de 11 mil de sus trabajadores, lo que significa el 13 por ciento de su plantilla mundial. Como los ejecutivos de todas las corporaciones, el fundador de esta plataforma, Mark Zuckerberg, afirmó que fue una decisión difícil tras 10 años de encabezar la compañía.

Entre otras tecnológicas de la información malas empleadoras figuran Stripe, Salesforce y Lyft. Por ello, noviembre de 2022 fue el mes con más despidos (21 mil) en ese sector, donde 46 empresas tienen su sede en EE. UU. Todas atribuyen su situación a la recesión de los mercados, a pesar de que los usuarios aumentan día con día.

 

Así, en mensajería instantánea, dominan WhatsApp y Messenger, con 91.3 por ciento y 70.49 por ciento, respectivamente. Facebook concentra el 80 por ciento de usuarios, así como YouTube; en tanto que Twitter e Instagram tienen el 42 por ciento. El motor de búsqueda más recurrido es Google.

Los países desarrollados lo son por su capacidad de generar condiciones no solo satisfactorias, sino avanzadas. Lo han logrado por invertir en profesionistas en ciencias y sus aplicaciones prácticas para solucionar problemas específicos de su sociedad; tal visión garantiza la seguridad nacional, asociada con el poder tecnológico.

Sin embargo, esa dependencia de tecnología trasnacional impide el logro de los Objetivos Nacionales que contempla nuestra constitución, advierte el experto Jonathan R. Maza. Tal omisión es imperdonable cuando la demanda de estos servicios aumenta tal como indica la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDURIH) 2021, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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