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Cada vez es más raro ver a alguien leyendo el periódico en el transporte público o encontrar antenas convencionales para ver televisión, incluso la publicidad se enfoca ahora en los servicios de streaming; y lejos ha quedado esa práctica de tener que subir a la azotea a “mover la antena” para ajustar alguna señal y ver las noticias.
Ahora, los servicios de streaming se han apoderado de la información audiovisual; y hasta finales del año pasado, por primera vez en la historia, el número de suscriptores a servicios de video por esa vía se duplicó respecto a los de televisión de paga; y alcanzó los 110 millones de usuarios en México; Netflix es la plataforma más utilizada en casi todo el continente. Esto fue revelado por datos de Statista.
En contraste, la lectura de medios impresos y libros disminuye anualmente. De acuerdo con el Módulo de Lectura (Molec) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del 2016 al 2022, el porcentaje de lectores de periódicos pasó de 57.6 a 33.9 por ciento, mientras que, en el mismo periodo, los lectores de páginas web, foros o blogs, mostró un incremento, porque pasaron de 45.2 a 57.6 por ciento. También la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), detalla que, en 2023, 87.7 por ciento de los mexicanos usó el teléfono para informarse, y el 36.8 por ciento desplazó al formato impreso, leyendo periódicos, libros o revistas en esta aplicación. Esto ha provocado que la industria del periodismo evolucione y se adapte a la situación.
“En estos tiempos, los jóvenes ya no compran periódicos ni revistas impresas; sin embargo, están bien informados. Ya casi nadie compra computadoras, sino tabletas donde ven videos y hacen consultas. Ni el mismo televisor, todo el mundo ve Netflix o aplicaciones de streaming. Antes, para hacer una televisora, se necesitaban muchas cosas. Ahora no: basta con tener un teléfono. ¿Cuántos muchachos se han vuelto millonarios?; jóvenes de la nada se han vuelto influencers y tienen millones de vistas (…) ahora todos somos periodistas”, señala Marco Antonio Munguía, precursor de los medios impresos a color, de las unidades móviles para periódicos, experto en las tecnologías de la comunicación y asesor pionero en la impresión de este semanario.
¿Cómo te enteraste de que no había servicio en el metro con dirección a Pantitlán? –preguntamos a un usuario del Sistema de Transporte Colectivo (STC), Metro, el pasado tres de marzo, cuando la Línea 9 de Pantitlán a Tacubaya, tuvo complicaciones técnicas– “Pues me llegó la notificación por X”, respondió.
La proliferación de los servicios de Internet también ha crecido velozmente. En 1990, sólo tres millones tenían acceso a Internet (73 por ciento vivía en EE. UU. y 15 por ciento en Europa Occidental); en la actualidad, más de cinco mil 500 millones, 68 por ciento de la población mundial, están conectados a la red, así lo precisa el documento, Estadísticas mundiales de Internet (2018) y la Unión Internacional de Comunicaciones. En cuanto a teléfonos celulares, tan solo en México, en 2023, 97.2 millones de personas, es decir, 81.4 por ciento de la población nacional usaba ya un dispositivo móvil, superando las expectativas de los expertos como Statista que calculaba 95 millones en ese año.
La consulta de libros y en hemerotecas para hacer periodismo quedó en el pasado. “eso de la información ya no es como antes. Manuel Caballero (padre del periodismo en México) tenía sus periódicos… el periodista conservaba su archivo físico: era tener un bonche de cosas; las oficinas de los periodistas eran así, como la oficina de Carlos Monsiváis, libros arriba de libros… arriba de sillas. Ahora, las cosas son diferentes: se hacen archivos digitales, ya no hay que ir a la hemeroteca o a la biblioteca a consultar. La tecnología ha aportado mayor precisión y reducción de tiempos”, advirtió Martín Morales, periodista que inició en la profesión desde 1986.
La información ahora se mueve más rápido; antes era necesario ir a la fuente: consultar a las agencias de noticias, etc. Pero hoy, cuando la información se mueve rápidamente y por diferentes canales, el usuario, lector o escucha se vuelven la fuente misma de la información.
Según Morales, la información ahora es más fácil de encontrar, pero también, y debido a que existen más plataformas por dónde verter opiniones, el contenido pierde calidad. “con la tecnología surgen nuevos riesgos, crecen las fuentes informativas, pero también la información falsa”, lamentó.
El folleto Qué son las Fake News, guía para combatir la desinformación en la era de posverdad de la Federación Internacional de Periodistas, sostiene que “siempre han existido las noticias engañosas; pero a partir de que surgió Internet y de nuevas tecnologías de comunicación e información, las fake news han proliferado mundialmente. Las redes sociales permiten que los usuarios sean productores y consumidores de contenidos al mismo tiempo, y han facilitado la difusión de contenido engañoso, falso o fabricado. Así se genera un círculo vicioso, y una noticia falsa se replica miles de veces en cuestión de segundos (…) provocando que los hechos objetivos se degraden al modelar la opinión pública”.
Un artículo de la periodista Abigail Orús, publicado en Statista, afirma que las fake news “han proliferado en los últimos años debido, entre muchos factores, a la aparición de figuras como ‛periodista ciudadano’ e influencer: la cada vez mayor desesperación por la exclusiva y la creciente influencia de los intereses comerciales e ideológicos”.
En este sentido es importante destacar la existencia de agencias noticiosas y los medios de comunicación formalmente establecidos. “No es lo mismo la información vertida en una revista fundamentada con datos oficiales, que la información de una Wiki”, aclara Martín Morales.
En el libro Periodistas en la Era Digital: Innovación, desafíos y nuevas narrativas,el periodista brasileño, Rosental Alves, cuestiona, por ejemplo, “cómo el periodismo, con su función social y política tan importante para una sociedad abierta, puede ubicarse en un ecosistema, en un ambiente de comunicación que se ha transformado tanto”.
La misma pregunta cabe si se considera lo destacado por Raúl Magallón en su artículo Medios de comunicación y redes sociales: entre el conflicto, la (in)dependencia y la cooperación, en el que advierte que “durante la última década, pudimos vislumbrar cómo los medios de comunicación y los actores políticos tradicionales ya no tenían el monopolio de la agenda pública y social, así como la capacidad para orientar y canalizar de forma unidireccional las conversaciones de lo público (…) en un escenario reciente se planteó incluso la posibilidad de que compañías como Alphabet, X o Facebook sean consideradas empresas mediáticas. Al respecto, la denominación de empresas mediáticas no sólo tendría consecuencias para las empresas tecnológicas en cuestiones como la libertad de expresión e información, sino que podrían esperarse efectos indeseados para los propios medios”, porque fungirían ya no sólo como actor intermediario, dispuesto a ocultar o “filtrar” información, como ocurre recientemente con los algoritmos, sino que además podrían generar mensajes de desinformación.
Por ello, resulta fundamental que el periodista acuda a la fuente: “otra parte muy importante de la comunicación son las agencias de noticias tanto en radio como en televisión, periódicos y revistas, éstas siempre han existido… desde la guerra civil estadounidense, una de las primeras agencias, la AP, ya transmitía el estado de guerra de EE. UU., inventaron y aún lo usamos, el código Morse, etc. Ahí empieza la industria de nosotros: periódicos y revistas que han influido mucho en el desarrollo de la comunicación del ser humano”, comentó, entrevistado por buzos, Marco Antonio Munguía.
“En 1994 llevé una unidad móvil a Chiapas, cuando iniciaba el movimiento zapatista, hicimos la primera transmisión de ese suceso; y la gente de El Sol de México fotografió al subcomandante Marcos. Fue la primera fotografía en el mundo que se tuvo de él; y luego vinieron las agencias de noticias para que le vendiéramos la foto; pero nunca se las vendimos (…) lo cierto es que ahora ya cualquiera toma una fotografía, las agencias de noticias ya no tienen la primicia que tenían antes”, concluyó Munguía.
Otro reto del periodismo digital radica en la opacidad de la información, característica que también ha existido en los medios tradicionales, pero que se intensifica en esta era de avances tecnológicos y se agudiza si consideramos lo expuesto sobre las redes sociales en El vendedor de silencio, donde Enrique Serna narra, por ejemplo, la forma en que uno de los personajes del medio más trascendentes del periodismo, Carlos Denegri, vendía “su silencio”, manipulando a las cúpulas del poder. En un fragmento de la obra se lee: “Denegri lo atacaba (a Manuel Lombardo Toledano), sobre todo por fidelidad a la línea editorial de Excélsior, dictada por los empresarios y la clase media conservadora, que habían convertido a Lombardo en la bête noire de la arena política. A título personal, él estaba a favor de las luchas obreras; pero desde que entró al juego de los embutes y las igualas tenía dos conciencias: la propia, enmohecida por falta de uso, y otra de alquiler, sujeta a los vaivenes de la política cortesana”.
Hoy, esos intereses permean todavía en los medios tradicionales y los digitales. Lo que marca la agenda: “son intereses personales; y los medios comerciales responden a esos intereses específicos… algo que valdría la pena diferenciar; hablamos de la agenda, pero no existe una agenda sino varias: tenemos una agenda de medios, una pública y una política, y cada una de ellas intenta imponerse sobre las demás”, planteó el periodista Gerardo Albarrán del Alba durante entrevista para Radio Educación quien, en 2017, escribió Perro no come perro, un artículo que relata cómo los medios tradicionales ocultan información.
Y continúa: “lo vivimos de una manera brutal en el sexenio pasado, con una disputa por la narrativa entre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y los medios comerciales, especialmente en radio y televisión”, advirtió Gerardo.
“El poder económico en México nunca ha dejado de influir y poner sus propios temas en la agenda”. Pero con AMLO, y ahora con Claudia Sheinbaum, cambiaron los actores: sí se excluye a medios tradicionales que sirvieron a los regímenes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN); pero AMLO crea sus propios monstruos a través de la publicidad oficial y con privilegio de acceso a la Presidencia, con sus corifeos, algo que la prensa comercial llama las focas aplaudidoras, que son todos los grupos proclives a Morena, a AMLO y a eso que llaman ‘Cuarta Transformación’ (4T)”, narró durante una entrevista para el programa “El fin justifica a los medios” en marzo pasado.
“Otro reto fue el color. Me tocó toda esa evolución: anuncios más atractivos con color y fotografías a color; en México empezaron con las primeras planas y luego el color invadió los impresos”, señala Martín Morales.
“De cualquier forma, el color en los impresos aún tardó un par de décadas más, porque había quienes se oponían al cambio, y primero colocaban la foto de primera plana a color; esto ocurrió durante los 80 y 90, hasta entonces se empezó a meter color”, añadió.
Los periodicos y las revistas seguirán en los puestos de periodicos o en las manos de los lectores mientras los ciudadanos las sigan consultando como una fuente de información. No todos los medios impresos transmiten la verdad, decenas de ellos estan sujetos a intereses, pero algunos, como buzos, seguirán dando voz a los ciudadanos, comentó Morales.
Ante los retos impuestos por la nueva era tecnológica sobre la emisión de contenido, Martín Morales concluye: “en el terreno periodístico, los objetivos son los mismos; lo que cambia son los medios para lograr el fin último que consiste en informar con la verdad a la población; además se agiliza la información, se facilita el trabajo. Ahora se hacen cosas que no se hacían en los 90: ahora no es necesario buscar dato por dato, año por año, eso era engorroso; ahora todo se localiza con mayor facilidad, pero el periodista debe ser “pepenador de la información”, extrayendo datos valiosos de la basura que hay en Internet, incluidas las redes sociales, para elaborar productos informativos que sirvan a los lectores. Eso es lo que realmente hace buzos de la noticia”, apuntó Martín Morales, reportero de este semanario desde hace casi 20 años.
Los medios de comunicación se adaptan naturalmente a las nuevas formas de ofrecer la información; ahora mediante las páginas web, las redes sociales, incluso apoyándose en la Inteligencia Artificial (IA), “fenómeno tecnológico que empieza a convertirse en un elemento cotidiano también en el periodismo (…) y si bien de momento la penetración de la IA en América Latina es más lenta de lo esperado, ya son varios los canales de televisión, periódicos y sitios de Internet que apelan a estas herramientas para agilizar procesos”, concluye Diego Zúñiga en un artículo publicado para Deutsche Welle (DW) en 2024.
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Escrito por Fernando Landeros
Periodista