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A la mayoría de las mujeres del país –incluidas madres trabajadoras–, no le importa que una mujer esté al frente del gobierno mexicano si no lo ve reflejado en su vida cotidiana. Aspectos como reducción al acceso a la salud, menores oportunidades laborales, eliminación de apoyos para las mujeres y cada vez menos recursos y programas institucionales en beneficio de la mujer, evidencian el desinterés del gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) por este sector.
Las mujeres son víctimas de políticas gubernamentales que en nada las benefician, realidad que se contrasta con el discurso y los “programas destinados para las mujeres” anunciados por el gobierno anterior y el actual, el de la presidenta Claudia Sheinbaum. La mayoría de las madres solteras debe cubrir los servicios básicos, porque “hace magia” para sacar dinero de donde sea y solventar sus gastos.
La situación se complica luego de que los gobiernos de “izquierda” quitaran las Escuelas de Tiempo Completo, las Guarderías, capacitaciones para el trabajo y los servicios de salud gratuitos para las madres trabajadoras.
En 2012, el Artículo 123 de la Constitución se actualizó e incluyó la “Igualdad de oportunidades y salarios justos” en la Ley Federal del Trabajo, es decir, la igualdad laboral entre hombres y mujeres. Prohibió la discriminación por género, pero la realidad muestra otra cosa; hoy, millones de mujeres continúan desplazadas en el campo laboral; ellas ganan 11.9 por ciento menos que los hombres por cada hora de trabajo, según las economistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Virginia García y Violeta Rodríguez del Villar.
Además, las mismas investigadoras exponen que el 50 por ciento de las mujeres nunca alcanzará la independencia económica.
En diciembre pasado, la Cámara de Diputados aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2025 propuesto por Claudia Sheinbaum Pardo, con la cifra de 9.3 billones de pesos (bdp), éste prioriza la entrega de dinero mediante programas sociales, la construcción de mega obras, como el Tren Maya, y descuidó rubros como la salud o el medio ambiente.
Del total de presupuesto, apenas 508 mil 727.4 millones de pesos (mdp) están destinados a reducir la brecha entre mujeres y hombres, según el Anexo XIII “Erogaciones para la Igualdad entre Mujeres y Hombres” del PEF 2025. Un presupuesto mayor comparado con lo aprobado para el ejercicio 2024, que fue de 468 mil mdp.
En un análisis, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) difundió que 52.5 por ciento de los 508 mil millones están destinados a pensiones, es decir, menos recursos para lo aprobado. “Las transferencias monetarias, si bien ayudan a reducir ciertas brechas económicas inmediatas, no transforman las dinámicas de desigualdad, tales como trabajo no remunerado o el acceso limitado de las mujeres a un empleo formal y educación”, explica la institución. En otras palabras, consideró necesario ampliar la inversión en servicios esenciales para lograr un impacto real y garantizar que las políticas de igualdad de género sean integrales y sostenibles.
El CIEP advierte que únicamente cinco programas concentran 76.7 por ciento del total, dos pertenecen al ramo del Bienestar: la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, que recibe 49.6 por ciento de los recursos; y uno enfocado a las mujeres, la Pensión Mujeres Bienestar, con apenas 2.9 por ciento. Por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), solamente uno se enfoca en las mujeres, la Beca Universal de Educación Básica Rita Cetina (12 por ciento) y la Beca Universal para Estudiantes de Educación Media Superior Benito Juárez (3.9 por ciento).
Por otro lado, según el Instituto Nacional de las Mujeres, durante el sexenio pasado hubo al menos 15 programas federales con enfoque de género. Pero, ¿dónde están esos programas?
Para sustentar la duda, datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en su reporte de 2018-2022, reveló que las transferencias de los programas sociales no ayudaron al desarrollo de las familias mexicanas, en cambio, fueron regresivas, pues beneficiaron a una población con mayores ingresos.
La Red por una Política Fiscal Feminista, integrada por más de 15 organizaciones de todo el país, establece que, sin una política fiscal con perspectiva de género, un enfoque interseccional e intercultural y una ética feminista capaz de reducir las abismales brechas de desigualdad, con garantías para todos los mexicanos, incluidas las mujeres, que reciban los recursos y oportunidades correspondientes al bienestar integral, la política fiscal subsistirá como un instrumento que perpetúe la desigualdad y la violencia.
“… la austeridad fiscal y el avance hacia la igualdad sustantiva de género son incompatibles. El sexenio anterior presenció el debilitamiento de las políticas para la igualdad sustantiva y la erradicación de la violencia de género, en parte debido al desfinanciamiento hacia los programas e instituciones que debían garantizar su implementación efectiva. Por ello es fundamental reconstruir aquellas políticas que cumplen con el objetivo de promover la igualdad sustantiva de género, para lo cual es imprescindible que se cuente con dinero público suficiente y que éste sea presupuestado adecuadamente”, criticó la organización a través del Centro de Análisis e Investigación Fundar en su momento.
Asimismo, en cuanto a servicios de salud, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) refiere que, de cada 100 mujeres, 49 carecen de seguridad social y 37 no reciben servicios de salud.
El mismo reporte revela también que, de cada 100 mujeres, 19 presentan rezago educativo; 18 no tienen una alimentación considerada saludable; 17 carecen de servicios básicos; y ocho no viven en un espacio digno.
Millones de madres solteras se las ingenian para salir adelante. Un ejemplo del esfuerzo es el de Guadalupe, vive en Culiacán, Sinaloa, en una colonia popular, se desempeña como trabajadora doméstica y limpia casas. Tiene 38 años, es madre soltera de un niño de 10 años. “Todos los días tengo que salir a trabajar, así que dejo al niño en la casa luego de que regresa de la escuela. Lo dejo solo porque no tengo a nadie más que lo cuide, mi hermana y yo somos las que vivimos aquí y ella también es madre de una niña y es empleada doméstica”, informó.
“No gano nada bien, pago cuatro mil pesos de renta, más la luz eléctrica, el agua, la comida, los gastos de la escuela. Me alcanza para lo mínimo”, señala Guadalupe.
Datos del Inegi sobre el primer trimestre de este año revelan una amplia brecha en la inclusión de las mujeres en el aspecto laboral, con 45.6 por ciento de participación frente a 75 por ciento de los hombres. Estos datos son sustentados por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), a través de su director, Juan José Sierra Álvarez, quien precisó que la situación es preocupante, pues, en 20 años, la productividad registró un descenso anual promedio de 0.1 por ciento, lo que frena el crecimiento económico, así como la generación de empleos de calidad y el consiguiente bienestar para millones de trabajadores, incluidas las mujeres.
Un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) reporta que México se aleja cada vez más de la tendencia internacional a reducir la brecha de género en el mercado laboral, ya que la cifra de participación económica de las mujeres sólo creció tres puntos porcentuales, de 43 a 46 por ciento en 10 años (2014-2024), muy por debajo del promedio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con 67 por ciento de participación femenina. Si esta pesada tendencia continúa, a México le tomaría 56 años alcanzar tal promedio internacional.
Según la investigación, la participación del sector femenino en la economía representaría un factor importante para el crecimiento económico, sobre todo porque reduciría la informalidad y mejoraría la productividad: “Sumar a más mujeres a la economía podría aumentar el Producto Interno Bruto (PIB) de México en 6.9 bdp durante la próxima década” (2025-2035), pero, ¿cuántas mujeres más? 18.6 millones para 2035, según el IMCO. De tal forma que, si se acelera la inclusión femenina, el PIB sería 3.7 por ciento mayor en 2035; además, el valor económico de su trabajo aumentaría 35 por ciento, al pasar de tres billones a 4.1 bdp.
Para alcanzar ese 67 por ciento de la OCDE, el Centro de Investigación en Política Pública, en su investigación “Más mujeres, mayor crecimiento. Impacto económico a nivel nacional y estatal”, señala que todos los estados tendrían que implicarse en algún grado, unos más que otros de acuerdo con el nivel de participación femenina de su estado. Por ejemplo, mientras que Colima (57 por ciento) o la Ciudad de México (55 por ciento) tendrían que aumentar en 40 por ciento su población de mujeres económicamente activas, Chiapas (30 por ciento) y Tabasco (39 por ciento) tendrían que incorporar a más del doble de mujeres al campo laboral.
En Atlixco, Puebla, Delfina Ortega, madre de dos niños y trabajadora en una fábrica textil, afirmó que ve cierta preferencia por el trabajo masculino, “es como si ellos tuvieran más oportunidades que nosotras. Incluso no sólo en el trabajo, también dentro de la casa, porque como mamás, a pesar de nuestro horario laboral, cumplimos con las tareas domésticas. Mi rutina, por ejemplo, empieza desde las cinco de la mañana porque debo preparar el desayuno, el uniforme (ahorita ya crecieron y pueden hacer más cosas solos, pero en su momento fue muy difícil), la comida; luego llego del trabajo a la casa a lavar ropa, hacer el aseo, preparar la cena e ir a veces rápido al supermercado para hacer las compras del siguiente día. Y todo eso no se nos paga”, lamentó.
Y a pesar de ser trabajadora formal, no cuenta con seguro médico ni beneficios médicos, lo que se vio reflejado hace unos meses, cuando su hija se enfermó del estómago y debió llevarla al médico particular, comprarle medicamento, faltó dos días al trabajo y no le pagaron.
Con un salario de mil 200 pesos a la semana, sin pago de servicios básicos, ropa, alimentación, transporte, demandó con tristeza: “vivimos al día y nos limitamos en muchos aspectos, por ejemplo, la alimentación de mis hijos se basa más en que se llenen, prepararles frijoles, lentejas y tortillas, y no los nutrientes que realmente necesitan, como pescado o pollo, luego me piden naranjas, mangos, y a veces cedo, pero lo descuento de la renta. Es muy difícil”, alertó.
Respecto a esto, el Inegi registró 3.6 millones de madres que desean trabajar, pero no pueden debido a la falta de espacios donde puedan dejar a sus hijos pequeños, como las guarderías; por lo que dedican todo su tiempo al trabajo doméstico. Datos oficiales señalan que en promedio las mujeres dedican 2.5 veces más tiempo respecto a los hombres a tareas del hogar y deben buscar actividades que les generen ingresos, aunque sea pocos y sin protección laboral.
A pesar de que la Ley Federal del Trabajo contempla igualdad salarial por trabajo, cifras del IMCO detallan que las mujeres obtienen al mes mil 665 pesos menos que sus pares hombres. A esto se suma que mientras los hombres tienen 99 por ciento más probabilidades de encontrar empleo, la posibilidad se reduce a 70 por ciento para las mujeres.
Virginia García y Violeta Rodríguez del Villar, economistas de la UNAM, concuerdan en que la brecha salarial únicamente se eliminará con políticas públicas que incluyan enfoque de género, una redistribución del trabajo de cuidados, así como cambios culturales profundos. Sin esto, la promesa de una autonomía económica para las mujeres quedará solamente como promesa.
El testimonio de doña Yareli Carranza, operadora de prensas de troquelado en el Parque Industrial Querétaro, no es muy diferente: “he metido solicitud para apoyos, pero me han rechazado porque dicen que trabajo y que prácticamente ‘no necesito ese apoyo’. Mi hija apenas entró al programa Rita Cetina; ella tenía la beca del gobierno de Querétaro por buen aprovechamiento; pero se la quitaron porque entró esa nueva beca, entonces mi hija dice: “qué injusto es el gobierno, mamá, porque una le echa muchas ganas para sacar un dinerito más para apoyar a los papás, y el gobierno te la quita para dar otra que quién sabe cómo funcione”.
Pero las becas también resultan insuficientes para atender el problema de la brecha salarial entre mujeres y hombres. Aunque Delfina Ortega ha intentado varias veces obtener ayudas económicas, como la de Madres solteras, no lo ha conseguido, “me decían que sólo estaban activas para el Estado de México (Edomex). La segunda vez que hice solicitud fue para la beca Benito Juárez, pero también rechazaron a mis hijos. Luego volví a presentar solicitud para la de Madres Solteras, pero me rechazaron nuevamente porque tenía seguro social. La verdad es muy injusto, si uno está requiriendo el apoyo es porque en verdad se necesita”, denunció.
Las tres madres trabajadoras, dos de ellas solteras a cargo de hijos pequeños, entrevistadas por este semanario, tienen algo en común: se les ha dificultado conseguir un apoyo económico gubernamental, pues piden requisitos difíciles de cumplir para justificar la negativa, aunque la solicitante realmente necesite la ayuda, como el caso de Guadalupe, quien refiere que le han negado el apoyo de madres solteras.
“Me dicen que en el estado no hay esa ayuda; he buscado también la beca del niño, pero ésa sale en septiembre; también he metido para despensas, pero me han negado esa ayuda porque en la colonia donde yo vivo, según dicen, no es apta para recibirla; o que tiene que ser una colonia de más bajos recursos, o simplemente no me llaman, he insistido, pero me dicen “ahí le hablamos”, y nunca lo hacen. Casi toda la colonia está en la misma situación que yo, que no nos alcanza el dinero”.
La encuesta de marzo del Inegi sobre la percepción de inseguridad, advierte que 61.9 por ciento de la población de 18 años y más consideró que resulta inseguro vivir en su ciudad; el 67.5 por ciento son mujeres y 55 por ciento hombres. Culiacán fue la segunda ciudad donde la población se sintió más insegura, con 89.7 por ciento. Villahermosa ocupó el primer lugar en percepción de inseguridad, con 90.6 por ciento. El tercer lugar pertenece a Fresnillo, con 89.5 por ciento; le siguen Uruapan, con 88.7; Irapuato, con 88.4; y Chimalhuacán, con 86.1 por ciento. La ciudad de Puebla se mantiene con una percepción de inseguridad de 74.7 por ciento; y Querétaro, 39.8 por ciento.
“Uno ya no se siente segura en ninguna parte; ahorita la inseguridad está pareja: donde quiera te puede tocar, te puede pasar algo; aquí en la colonia pasan muchas cosas: a cada rato se oyen disparos, a cada rato hay muertos; pero qué se puede hacer, una se encomienda a Dios, pues ni modo, uno tiene que salir”, refiere Guadalupe.
En 10 años, de enero de 2015 a marzo de 2025, México registró 841 feminicidios con edades de los cero a 17 años, de los cuales 119 fueron con arma de fuego y 136 con arma blanca. De estos feminicidios contra niñas y adolescentes, 138 fueron en el Edomex; 65 en Veracruz, y 62 en Jalisco, entidades donde se concentraron tres de cada 10 feminicidios registrados durante este periodo, de acuerdo con la Organización Red por los Derechos de la Infancia en México.
Lo que piden las madres es seguridad y “que nos den un poquito de apoyo, que nos ayuden en algo, porque no quieren, ahora se justifican con que no tienen dinero, no tienen lo otro. Más apoyos que nos faciliten las cosas en algo; o que nos den más oportunidades de empleo para superarnos por nosotras mismas”.
Las madres trabajadoras recuerdan a la nueva administración, que el hecho de tener a una mujer al frente del país debe redundar en mayor empatía con las mayorías, sobre todo con las mujeres que hacen hasta lo imposible por salir adelante, sin descansos, solas en muchos casos.
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Escrito por Citlali A. Ramírez M.
Periodista