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SINOVAC, el ejemplo de China en la lucha contra el Covid-19
Adentrarse a la huella de Sinovac, en Beijing, acerca no solo a su tecnificada fabricación, sino a la filosofía de una empresa estatal que convirtió la lucha contra la pandemia de Covid-19 en un tema de seguridad nacional.
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Las millones de dosis de vacunas Sinovac que llegaron a México dejaron atrás un titánico esfuerzo para permitir que las vacunas llegaran a países en desarrollo cuando el mercado farmacéutico –dominado por empresas privadas– capitalizaron la producción de los activos y las vendieron al mejor postor. Es por ello que adentrarse a la huella de Sinovac, en su sede matriz en Beijing, acerca no solo a su tecnificada fabricación, sino a la filosofía de una empresa estatal que convirtió la lucha contra la pandemia de Covid-19 en un tema de seguridad nacional. 60 países recibieron sus vacunas, lo que materializó el apoyo directo de China al mecanismo COVAX y salvó la vida de millones de personas.

 

 

“Sinovac solo tiene dos oponentes: los virus y las bacterias, porque cree que las vacunas pueden cambiar el destino de las enfermedades infecciosas causadas por virus y bacterias, y que las vacunas pueden proteger la salud de los seres humanos”, revela el presidente y CEO de la compañía, Weidong Yin, durante un encuentro con un grupo de científicos y enlaces regionales de los cinco continentes.

Cada vez que estalla la epidemia, los miembros de Sinovac se encuentran en la primera línea de la prevención de epidemias, asegura Yin. “Nuestra experiencia antiepidémica de 20 años ha sido testigo de la mejora gradual del sistema de prevención y control de enfermedades de China, así como del historial de desarrollo de los miembros de Sinovac, que se apegaron a su intención original de establecer barreras inmunitarias para más personas con vacunas durante 20 años”. Los biológicos son 13, entre ellos contra la hepatitis A, poliomielitis, H5N1, influenza H1N1, EV71 y HFMD.

El laboratorio de Sinovac Biotech en Beijing es uno de los tres de alta bioseguridad que fabrican y comercializan la vacuna Coronavac contra el Covid-19; y desde los cuales la República Popular China (RPCH) multiplicó esfuerzos para producir los millones de dosis de vacunas que necesitaban sus ciudadanos y otras partes del mundo. Según los datos oficiales, al menos 50 por ciento de las vacunas aplicadas en el gigante asiático fueron de Sinovac.

Además de la de Beijing, Sinovac cuenta con sedes en los distritos de Haidian, Dalian y Changping, en el extremo sur de la provincia de Liaoning, con una privilegiada conexión marítima y con capacidad para producir tres millones de vacunas anuales. Tales centros de producción abarcan al menos 700 kilómetros de superficie construida con extremas medidas de bioseguridad y control en el acceso del personal, así como las medidas de protección.

La compañía celebra haber tecnificado varios procesos que no requieren la intervención humana en fases completas, reducen los errores humanos y evitan la exposición al contagio porque están libres de bacterias.

 

 

Durante el recorrido conocimos el Laboratorio de Control de Calidad, la Base de Innovación Biomédica, el Taller de granel de vacuna Covid-19 y la Sala de exposiciones que da cuenta del proceso desde sus inicios hasta la aprobación de la Administración de Productos Médicos de China y la validación por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para su uso en el mundo.

A decir de Yongjun Gao, Director de Asuntos con los medios de comunicación de la empresa, Sinovac debió superar una intensa campaña negativa liderada por Estados Unidos (EE. UU.) en varias partes del mundo, con la que se difundió que su vacuna era de nula efectividad, pese a evidencias científicas de su eficacia en territorio nacional.

En Hong Kong, por ejemplo, la tasa de protección es de 90 por ciento contra el Covid-19, mientras que su efectividad en el tratamiento de otras enfermedades es de 95 por ciento. Esta realidad ha permitido que, en esa región, se mantenga el desarrollo económico vigoroso a pesar de las medidas de la política de Covid-19 que se aplican desde el inicio de la pandemia. La vacuna ha probado su eficacia para inmunizar a menores de tres años en Chile.

 

La solidaridad de China con el mundo

Los directivos de Sinovac también hacen un balance sobre el mecanismo Covax, iniciativa global liderada por la OMS para suministrar vacunas contra Covid-19 en el mundo promoviendo la “solidaridad y la equidad”. Aunque la empresa tenía un volumen muy alto de producción, la demanda de vacunas fue inédita para China y el mundo, y superó su capacidad de producción, reveló Weining Meng, presidente del Comité de Gestión de la Calidad.

En 2021, produjeron 2.9 billones de dosis, incluyendo 1.1 billones de dosis para alrededor de 60 países, en el contexto de cooperación y no de comercialización directa del fármaco. “El suministro de vacunas siempre ha sido un problema, especialmente en países en desarrollo, la OMS estableció Covax en 2020 con el objetivo de producir dos mil millones de vacunas, pero en realidad solo se suministraron 800 millones de dosis, 118 millones de ellas provenientes de Sinovac entre julio de 2021 y septiembre de 2022”, informó Meng.

De las seis compañías incorporadas a Covax, la empresa china fue la que más dosis entregó para combatir la pandemia en los países en desarrollo. Los datos del propio mecanismo Covax confirman que AstraZeneca y Pfizer suministraron 88.6 millones y 55.9 millones de dosis, respectivamente, en la etapa más crítica de la epidemia.

 

 

La región de América Latina se convirtió en la más apoyada con vacunas de Sinovac y entre los países que la recibieron figuran México, Colombia, Ecuador, Chile, Perú y Brasil. En Chile, de los 29.2 millones de dosis de vacunas aplicadas, 19.6 millones fueron de Sinovac.

En otras regiones del mundo salvó a naciones enteras como Indonesia, donde se aplicó a los 270 millones de habitantes, ya que fue el país más afectado y uno de los epicentros mundiales de la pandemia. También la recibieron Laos, Malasia, Filipinas, cuyos gobiernos no pudieron comprar vacunas, pero contaron con el apoyo directo de Sinovac.

Las dosis de Sinovac tuvieron como principales receptores a los países que integran el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y debió hacer un inmenso esfuerzo para producir millones de vacunas por segundo.

Sus 12 líneas de producción trabajaron sistemáticamente para cumplir con los envíos, en un modelo de producción integrado que depende altamente de los avances en otra área del conocimiento, la robótica. Catorce mil vacunas diarias fueron producidas en la etapa más crítica; y se realizaron enormes esfuerzos logísticos para almacenarlas y transportarlas.

 

Una historia de independencia sanitaria

Durante la Fiesta de la Primavera de 1988 surgió una epidemia de hepatitis A en Shanghai, que contagió a más de 300 mil personas. La vacuna estadounidense entró en el mercado chino y el gobierno necesitaba entre 400 y 500 yuanes para importarlas; pero el salario medio anual de los chinos entonces era de apenas 300 yuanes.

En la década de los 70 y 80, la hepatitis A estaba muy extendida en China y la gente tenía pocos conocimientos sobre esta enfermedad. No había reactivos de diagnóstico ni vacunas. En algunas zonas era endémica y la población vivía con ansiedad y miedo ante los “enemigos invisibles”, como la denominaban los lugareños.

Para descubrirlos, un grupo de investigadores chinos se apresuró a ponerse en primera línea. Uno de ellos fue Yin Weidong, fundador de Sinovac. En 1982, después de licenciarse en medicina, Yin trabajó en Tangshan, provincia de Hebei. En esa época, comenzó a realizar una investigación sobre las zonas endémicas de la hepatitis A.

 

 

En 1985, Yin aisló con éxito la cepa TZ84 del virus de la hepatitis A. En 1996 cooperó con el Instituto Nacional de Control de Productos Farmacéuticos y Biológicos para iniciar el desarrollo de una vacuna inactivada contra la hepatitis A. Tres años más tarde, la primera vacuna contra esta enfermedad fue desarrollada con éxito en 1999 y obtuvo su certificado como medicamento.

Fue hasta julio de 2002 cuando Sinovac inició la industrialización de la primera vacuna inactivada contra la hepatitis A de China, por lo que se lanzó comercialmente en el Gran Salón del Pueblo, con el que dejaba atrás la dependencia hacia las vacunas extranjeras. Yin Weidong creó una vacuna de alta calidad que el pueblo chino podía pagar.

“Los chinos por fin tenemos nuestro propio reactivo de diagnóstico de la hepatitis A, pero la batalla contra la hepatitis A está lejos de terminar”, afirma Perry Ling, del Departamento de Sinovac Internacional. Así surgió Healive, su primera vacuna al inicio del proyecto. Su nombre se debe a la forma en que los chinos combinan sustantivos de su propia lengua con voces de origen extranjero. Por ejemplo “Hepatitis A Vaccine” u otros en los que usan “Fu”, que significa suerte, para sugerir en los pacientes la esperanza de cura.

Después de dos generaciones de investigaciones y de brindar soluciones, los científicos chinos todavía actúan sobre las vacunas muertas (inactivadas), es decir se hacen de una proteína u otros pequeños fragmentos tomados de un virus o bacteria causante de la infección, para generar una reacción. Así, miles de viales han entrado a la rigurosa verificación interna de Sinovac y luego ante los organismos internacionales como la OMS.

 

Pilares de la lucha contra las epidemias

De acuerdo con Zhou Nan, profesora de la Universidad Renmin, las políticas contra el Covid-19 se defienden con el sistema sanitario unificado y efectivo que opera en todo el territorio chino, incluidas las provincias, donde cada región exige el uso de códigos sanitarios verdes para sus trayectos y movilidad.

Esta estrategia está basada en la ciencia, pues China no opta por la inmunidad de rebaño, como en otros países –incluido México– y la actuación de empresas como Sinopharm y Sinovac fueron fundamentales para dotarlos con insumos sanitarios; y una vez desarrollada la vacuna, avanzaron en la inmunización y el monitoreo mediante la aplicación del código digital-hospitalario cada dos horas, así como el cierre de Wuhan, cuya contención en tiempo récord y habilitación de infraestructura pasaron a la historia como verdaderas políticas sanitarias centradas en la protección de las mayorías.

 

 

Es el caso de Wuhan, el cual llevó al país a delimitar áreas de prevención y control hasta la unidad mínima. Un dato poco conocido que vale la pena citar fue la respuesta que 19 provincias brindaron a Wuhan entre el 23 de enero y el ocho de abril de 2020 mediante el envío de recursos materiales, clínicos y humanos. Muchos voluntarios ayudaron a transportar estos recursos, muchos provenientes de los laboratorios Sinovac, que además habilitó laboratorios móviles con capacidad para revisar el ácido nucleico de 35 mil personas por día.

Para enfrentar el panorama adverso resultó fundamental el sistema sanitario unificado, con dos instancias claves: la Comisión Nacional de Salud y la Administración Estatal de Medicina Tradicional China, que aplicaron el protocolo de diagnóstico y tratamiento de Covid-19. Asimismo, coordinaron los esfuerzos sanitarios reconociendo las características de transmisión de las variantes del virus, incluidas Delta y Ómicron, para dar el tratamiento más adecuado y optimizar los recursos médicos del país, dando prioridad a los casos más urgentes y evitando a toda costa la saturación hospitalaria, informó la también doctora en ciencias políticas de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai.

Y mientras China se confinaba, el comercio electrónico se apoderó del mercado. Las ventas en vivo y compras en línea se masificaron, el trabajo en casa se extendió, la educación a distancia se quedó y las consultas médicas también se llevaron a la vertiente digital para seguir masificando la atención médica y detectar posibles nuevos contagios.

Además, la empresa Tencent, fundada en 1998, inventora y operadora de Wechat, desde el que se opera el Health Kit (códigos sanitarios y de movilidad), desarrolló decenas de miles de miniprogramas que hoy se emplean en la vida cotidiana de los chinos y sirven para pedir desde un taxi hasta ordenar comida.

 

 

Vacunas: un arma poderosa de la humanidad

Mientras se respira esperanza de vencer la pandemia de Covid-19, los directivos saben que nuevas pandemias acechan a la humanidad. Y aunque el suministro de vacunas, la transferencia de tecnología y la coproducción se mantienen en alerta, Sinovac ha ampliado el número de sus beneficios para la salud en China y varias regiones del mundo, pues su gobierno está consciente de que la lucha no está ganada.

Una muestra de este alto grado de conciencia puede verse en la Sala de Exposiciones del laboratorio de Sinovac en Beijing, donde se exhiben imágenes de los momentos de zozobra que el virus causó en la gente, entre las que destacan los efectos del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-COV) de 2002 a 2003; y el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS-COV) entre otros padecimientos.

“Entonces, en el futuro, sigo creyendo firmemente en la importancia de las vacunas para el mundo de los vivos; y sigo creyendo que las vacunas son el arma más poderosa de la humanidad para derrotar a las bacterias virales”, aseveró el doctor Yin Weidong en la sede matriz de Sinovac.

Los directivos de esta compañía han informado que construirán al menos 10 nuevas bases de investigación científica, para lo cual disponen de mil millones de dólares de inversión para estar alertas contra la próxima enfermedad infecciosa después del Covid-19, además de que están abiertos a la colaboración con otras naciones.

 

 

Su nueva base de distribución de vacunas en Turquía, país ubicado entre Asia y Europa, tiene capacidad para producir cada año 50 millones de dosis de la vacuna contra Covid-19, así como otros tipos de vacunas, entre ellas contra la hepatitis A y la influenza. Estos laboratorios serán fundamentales para las políticas de salud en ese país, y en toda la región en las siguientes décadas.

Una planta de llenado y envasado de vacunas contra el Covid-19 opera en Chile desde el primer trimestre de 2022, con capacidad para exportar al resto de los 46 países de América Latina. Esta infraestructura resulta esencial para el país, pero también es prometedor para el desarrollo de otras vacunas en la región latinoamericana.

La salud pública mundial tiene en este complejo un reducto de esperanza para la prevención de nuevas epidemias, esperanzas fundadas en la no mercantilización de la salud humana, como ocurre todavía en los países donde rige el capitalismo global dominado por EE. UU. y las naciones de Occidente, en contraste con la política solidaria y de cooperación de la República Popular China.

 

*Francis Martínez lleva más de una década en el periodismo en México. Ha cubierto la fuente social, política, legislativa y Presidencia. Sus entrevistas con personajes de la vida social, política y económica la convierten en una de las figuras más activas del periodismo en radio, tele y periodismo digital. Actualmente en residencia desde China, contando historias desde el Gigante Asiático.


Escrito por Francis Martínez Mateo

Periodista y reportera multimedia. Ex corresponsal en China 2022. Desde 2020 conductora en Canal 6 Tv. Síguela en X como @FranMartinezMx


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