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Salario o participación de la riqueza social
El cambio en la mala distribución de las ganancias de la riqueza no será obra de quienes ahora la detentan, ni tampoco del gobierno, sino que debe ser resultado de la lucha organizada de los trabajadores.
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La riqueza, que representa el fruto de la producción, se distribuye mediante salarios y ganancias. La producción más común se genera en la fábrica, la forma de organización social y económica donde participan obreros y capitalistas. La repartición de la riqueza, al final del proceso productivo, se realiza mediante el salario que recibe el obrero y la ganancia del capitalista. La cantidad que deben percibir los obreros es una de las cuestiones fundamentales para la ciencia económica.

La teoría dicta que los salarios deben corresponder al crecimiento de la productividad para que no generen inflación (aumento generalizado de los precios de las mercancías). Expliquemos esto. La productividad se define como la cantidad de mercancías producidas en una unidad de tiempo; verbigracia, la productividad de un zapatero se mide por el número de zapatos que produce en una hora; si habitualmente hace 10 y por cualquier razón logra 20 pares en el mismo lapso, se estipula que su productividad aumentó; y si solo produce cinco, que disminuyó.

Entonces para que el aumento de salarios no genere inflación, la productividad también tiene que aumentar. De este razonamiento se desprende que si los salarios aumentan sin que se incremente la productividad, los precios subirán porque el poder de compra de los obreros se elevará y crecerá la demanda de mercancías; y si el número de las mercancías producidas no se incrementa (mediante la productividad), los precios subirán porque su escasez provocará que la gente pague más por ellas. Ésta ha sido la letanía de los dueños del capital para no aumentar sustancialmente los salarios.

El 1° de diciembre, el Gobierno de México anunció que a partir del 1° de enero de 2023, el salario mínimo se incrementará 20 por ciento, por lo que su nuevo monto mensual será de seis mil 223 pesos; también informó que la decisión fue consensuada entre los sectores obrero y patronal. El mismo día, los empresarios confirmaron esta versión en un comunicado de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-Servitur México), en que además revelaron que “la decisión debe ir acompañada de otras medidas como incentivos fiscales a las empresas, programas para incrementar la productividad”.

Sin embargo, de los dirigentes obreros no hubo ningún pronunciamiento, actitud silenciosa que pudo interpretarse como muestra de que están de acuerdo con el aumento o que, por el contrario, lo consideran insuficiente o poco benéfico. Pero, cabe preguntar: ¿ese aumento será realmente suficiente? ¿A cuántos trabajadores beneficiará?

Visto generalmente, el incremento es bueno para los trabajadores, pero analizado con detalle tanto su monto como el entorno social y económico donde se desarrollará, configuran un panorama poco alentador para la mayoría de los trabajadores de México.

La Población Económicamente Activa (PEA) de México es de 59.5 millones de personas, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi); pero dos millones están desempleados; 32 millones son trabajadores informales, es decir seis de cada 10 trabajadores no verán aumentados sus salarios en 2023; y si, efectivamente, al cierre de noviembre pasado había 21 millones 718 mil empleados formales, según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), podemos afirmar que solo tres de cada 10 trabajadores son formales y que solo ellos se verán beneficiados directamente del citado aumento salarial.

Es decir, estos trabajadores son pocos y, además, el aumento a sus salarios será insuficiente porque el costo de la canasta básica para una familia de cuatro personas corresponde a 574 pesos diarios; y el monto del salario será de apenas 207 pesos. Estos datos evidencian que los trabajadores recibirán solo una parte insignificante de la riqueza que crean y que no les alcanzará para vivir. Pero el cambio en la mala distribución de las ganancias de la riqueza no será obra de quienes ahora la detentan, ni tampoco del gobierno, sino que debe ser resultado de la lucha organizada de los trabajadores, como lo ha demostrado la historia.


Escrito por Rogelio García Macedonio

Licenciado en Economía por la UNAM.


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