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Más guerras por el agua en el mundo 
Hace siglos que el acceso y control del agua define la política de las naciones. Hoy, la cerrada competencia por el agua empieza a generar guerras
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Hace siglos que el acceso y control del agua define la política de las naciones. Hoy la cerrada competencia mundial por este recurso entre personas, corporaciones y gobiernos causa conflictos hidro-políticos que oscurecen el panorama geopolítico global. Se encarecen los alimentos, aumentan las tensiones socio-políticas y se dificultan los flujos comerciales. El futuro de este elemento terrestre vital definirá escenarios de coordinación o confrontación, por lo que ya se habla de “hidro-diplomacia”.  México, país semi-desértico, debe definir políticas y soluciones innovadoras para administrarlo y distribuirlo pacíficamente. 

En la historia humana el agua ha tenido un rol esencial en el diseño de la política regional e internacional. Sin agua no hay paz, sin agua no hay vida. Ríos, lagos, lagunas, estuarios, estrechos, acuíferos, mares interiores u océanos intercontinentales sustentan la vida y sirven como fronteras naturales. No obstante, en esta fase imperialista el agua se utiliza cada vez más como un instrumento con el que un sector de la población puede suprimir a otro. 

Los mares

Por ello cualquier crisis en el acceso a ese recurso detona conflictos de muy difícil solución, de ahí que el escritor Mark Twain acuñara esta frase: “El whisky es para beberse; el agua es para pelear por ella”. En nuestro globalizado siglo XXI la paz global pasa por garantizar la seguridad hídrica (suministro sano y suficiente), la seguridad energética (dotación confiable de electricidad, energía motriz y calorífica), así como por la seguridad alimentaria (alimentos de bajo precio, especialmente en zonas de bajos ingresos).  

Aunque alterar este equilibrio trastoca a todo el mundo, es innegable que existe un diseño geopolítico y estratégico de los actores globales para adquirir y controlar acuíferos. Pese a que el mundo desarrollado (Estados Unidos y Europa) necesita un planeta estable en términos hídricos, ha sido incapaz de garantizar esta seguridad. 

Este año empeoró la sequía en el sureste de Estados Unidos (EE.UU.) y las planicies del sur. La situación extrema llegó de Oklahoma a Texas y Kansas, también a Arizona y Utah. En Colorado se acarreó agua para el ganado por la evaporación de los abrevaderos naturales. En Nuevo México debieron ser reubicados peces del río Bravo a tramos más húmedos. En esas zonas aumentó el riesgo de incendios. 

Europa, que no es un continente árido, ha tenido episodios de sequía desde 1976 y el más grave se dio en 2003 cuando afectó a 100 millones de personas. Entre las causas figuran el auge turístico e industrial. Por esta razón España, Italia, Bélgica, Bulgaria, Chipre y Malta han consumido el 20 por ciento de sus reservas de agua, advirtió la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). 

“Hoy el imperativo estratégico es acceder y controlar el agua. Algo tan simple como ello puede impactar las realidades geopolíticas de un país de múltiples formas”, dijo el director del influyente centro estadounidense de análisis Stratfor, George Friedman. 

Es claro que se necesita agua para sobrevivir y también para dinamizar el comercio de un país, la innovación y el éxito económico. Sin embargo, algunos analistas advierten que mientras aumentan las multitudes sedientas, políticos oportunistas y poderosas corporaciones emprenden exitosas estrategias para apropiarse del menguante recurso. 

Para evitar mayores pugnas por agua, hoy se habla de la “hidro-política”, cuyo objetivo es controlar los cuerpos de agua disponibles en el planeta, con miras a compartirlos entre naciones de una misma región.  Sin embargo, practicar la hidro-política se antoja difícil en países donde el agua escasea cada vez más. Y algo es cierto: las fuentes mundiales de agua se secan.  

El agua será más escasa, ya sea por el aumento del nivel del mar, el altísimo consumo debido a la sobrepoblación, los efectos del cambio climático o el desvío deliberado de manantiales, ríos y lagos. Por tanto los conflictos hidro-políticos ya existentes pueden escalar en sólo una década, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). 

La onu

En la próxima década la mitad de la población mundial enfrentará severa escasez de agua, pese a ser el recurso más abundante del planeta. Pero sólo el tres por ciento es agua dulce y sólo el uno por ciento es potable. De ahí que se hable de “estrés hídrico”. Falta el agua necesaria para satisfacer las necesidades de cada persona, estimada en promedio en mil metros cúbicos por año. La escasez de agua en regiones de acceso difícil causa situaciones explosivas. 

Guerras hídricas 

La historia moderna ha visto ya tres guerras de agua. “El exprimer ministro israelí Ariel Sharon, me confirmó que el agua fue la causa de la guerra de 1967 contra los países árabes. Israel sigue en las Alturas del Golan para controlar el agua”, escribió Adel Darwish en Al Jazeera. La otra guerra se libró en 1989 entre Senegal y Mauritania por los derechos del río Senegal. 

La ambición corporativa oxigenó la tercera guerra del agua en Cochabamba, Bolivia, en el año 2000. La multinacional Bechtel pactó con el gobierno de Hugo Bánzer la privatización del suministro del líquido, aumentó las tarifas 50 por ciento y prohibió captar el agua de lluvia. En respuesta, los ciudadanos lanzaron una campaña de protestas cuyo éxito se tradujo en el libre acceso al recurso.  

No sucedió lo mismo en la Reserva Natural del Kalahari Central, en Botswana, cuando en 2011 fueron desalojados de esa zona cientos de indígenas bosquimanos que la habitaban desde hacía al menos 20 mil años. Detrás de este desahucio estuvo la exigencia de firmas diamantíferas para usar esa tierra y en cuestionada decisión el gobierno de Botswana destruyó los pozos del Kalahari e impuso a los indígenas un éxodo hídrico. 

Carencia de agua

En 2014 la ciudad automotriz de Detroit cortó el suministro de agua a quienes debían más de 60 días. La medida afectó a 45 mil personas (escuelas y hospitales) que pensaron acudir a la ONU.  En India se levantaron fortalezas alrededor de las fuentes de agua y se apartó a los pobladores del líquido que se la usaba para cultivos y se construyeron hidroeléctricas. Ahí aumentaron los choques entre gobiernos y la población local. 

Hoy comunidades indígenas de Bolivia, Argentina y Paraguay que se dedican a la pesca alegan daños por los sedimentos industriales que se tiran al río Pilcomayo. Desde 1983 Argentina y Paraguay protagonizan otra crisis por agua. Paraguay construyó la hidroeléctrica Yacyretá en el río Paraná y comparte energía con Argentina, cuyo gobierno reclama el pago de 17 mil millones de dólares que aportó para esa obra; Asunción insiste en que puso la mayor parte de la inversión a cambio de “migajas” de electricidad. 

Estrategas de Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. alertan de potenciales escenarios de guerras en Asia Central, donde la sequía afectará cada vez más a China y Mongolia. También se prevén crecientes protestas vinculadas al acceso de agua dulce en Bolivia, Sudáfrica, India, México e incluso en amplias zonas de Estados Unidos. 

Agua, gota a gota 

 

  • 31 países enfrentan escasez de agua.  
  • Cada día mueren 25 mil personas por males vinculados a la carencia de agua. 
  • Existen 263 cuencas que cruzan fronteras políticas de dos o más países. Cubren la   mitad de la superficie terrestre y totalizan el 60 por ciento del agua dulce global. 
  • 780 millones de personas carecen de acceso a agua potable. 
  • En 2025 estallarían guerras por agua en Macedonia, Turkmenistán, Chile y Namibia. 
  • En 2030 el 47 por ciento de la población mundial vivirá en zonas con alto estrés hídrico: OCDE. 
  • Entre 2000-2050 aumentará en un 55 por ciento la demanda de agua. El agua adquirirá un valor global y,  ya se le alude como “el petróleo del futuro”.

 

Controlar el Nilo, el río más caudaloso de África, ha enfrentado a Egipto y Etiopía. En 1989 el presidente egipcio Hosni Mubarak amenazó con demoler la presa Renacimiento que construía Etiopía en el nacimiento del Nilo. Hoy persiste la tensión y sólo la “hidro-diplomacia” evitará la guerra y la desecación de ese cuerpo de agua. A escasos kilómetros está el río Jordán, cuyas aguas expropió Israel a los palestinos 

La operación “Protector Unificado” de EE.UU., Francia, Reino Unido e Italia en Libia tuvo una dimensión estratégica por el control del agua. Con la ocupación militar de ese país en 2012 los aliados garantizaron la conectividad marítima entre Europa y Asia, así como el abasto energético de Medio Oriente a través del Mediterráneo, dice el analista Fernando Fernández Fadón en su estudio El mar: tablero geopolítico del siglo XXI. 

La crisis hídrica de Siria favoreció a Occidente, cuyas agencias de inteligencia sabían que entre 2000 y 2010 las prolongadas sequías diezmarían la agricultura y el ganado, con lo que aumentaría el riesgo de hambruna en la población de ese país. No es casual que apenas un año después se iniciara la ofensiva contra Damasco. 

manantial

La ONU anticipa que en el año 2025 habrá escasez en 18 países de Medio Oriente y el norte de África. En Yemen, considerado el país más pobre del Mundo Árabe, el 35 por ciento de su población carece de agua. En 2010 la consultora McKinsey reveló que detrás de la violencia en esa nación no están las pugnas secesionistas o tribales, sino la escasez de agua y la presión del cambio climático. “Los recursos naturales están siempre en el corazón de los conflictos tribales”, afirma Anton Earle, del Instituto Internacional del Agua de Estocolmo. 

Esperanza líquida 

La dificultad para acceder a fuentes de agua potable se ha triplicado en los últimos 50 años, aunque aún existen enormes cuerpos de agua disponibles en todo el planeta. Uno es el Acuífero Guaraní, que comparten Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina y que se halla por debajo de la superficie a lo largo de un millón 200 mil kilómetros cuadrados.  

Para estrategas como Walter Goobar, el control de este enorme potencial sería el objetivo principal que tiene el Departamento de Defensa de EE. UU. (el Pentágono) para emplazar en esa región una base militar. De ahí la derechización de los gobiernos en la región. 

La ingobernabilidad y precarización de Libia, tras la intervención armada de Occidente que derrocó y asesinó al presidente Muammar el Khadafi, oculta el interés imperial por los acuíferos de Sirte (con más de 35 mil kilómetros cúbicos de agua dulce) y el de Piedra Arenisca (con 75 mil kilómetros cúbicos de riqueza acuática, repartida entre Egipto, Chad y Sudán). 

carencia de agua

Namibia es el país más árido de África subsahariana y ahí se ha descubierto una rica fuente de agua. Se trata del acuífero Ohangwena II, que puede abastecer el norte del país por más de 400 años al ritmo actual de consumo. El obstáculo es que una parte menor del acuífero fluye bajo el subsuelo de Angola, revelaron científicos del Instituto Federal para la Geociencia y Recursos Naturales de Alemania. Otro reto para la hidro-diplomacia.

México en estrés hídrico

Aunque la presión por agua – stress water – aumenta en nuestro país, aún no se han desencadenado crisis sociopolíticas graves. Sin embargo, analistas del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierten que en cinco años detonarán conflictos serios por ese recurso, pues el país apenas dispone del 0.1 por ciento del total mundial de agua dulce. 

 Las autoridades de la Ciudad de México cada vez toman más agua de la periferia y confiscan fuentes de agua para mantener el recurso asequible. Tras el “mega-corte” de agua de este mes por obras en el Sistema Cutzamala, más de 20 millones de habitantes de la Ciudad de México y la zona metropolitana vivieron las dificultades diarias que sufren otros 80 millones de mexicanos en el país.  

 El río Bravo - referente fronterizo entre México y EE. UU. y proveedor de agua – ha sido causa de diferendos por los derechos a sus recursos. En 2013 México accedió ante la Comisión Internacional de Límites y Agua que los texanos usaran agua del Bravo para su riego. Según el tratado bilateral de 1944, un tercio del volumen del río debe ir a la superpotencia, pero la sequía de la última década impidió a México cumplir con esa cuota. 

 Hace un lustro que no hay suministro de agua en la comunidad Villa Nicolás Romero, del Estado de México. Más de 35 colonias del municipio compran agua a pipas o la captan de la lluvia, mientras que a 10 kilómetros de distancia las zonas residenciales de Arboledas, Sayavedra, Satélite o Echegaray derrochan el líquido. 

 La región indígena de Tehuipango, Veracruz – segundo municipio más pobre de México – sufre de sequía endémica. Ahí cada amanecer las mujeres llevan sus jícaras y las posan en la pared rocosa de la sierra para atesorar, gota a gota, el agua que deposita el rocío matutino. Hace años las autoridades pactaron con sus vecinos de Puebla comprar el agua, pero hoy esa entidad ya no quiere surtirles el líquido. 

 Este noviembre el presidente municipal de Apizaco, Tlaxcala, denunció que la multinacional Coca Cola FEMSA “no paga un peso por la extracción de agua potable”, pese a explotar los mantos acuíferos locales. El informe de la Expo Ambiental en 2014 reveló que esta empresa extrajo 114 millones de litros de agua, equivalentes a 38 albercas olímpicas, para producir su bebida. 


Escrito por Nydia Egremy

Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.


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