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Hace unos días asistí a una plática llevada a cabo en la Universidad Autónoma de Zihuatanejo, a la que amablemente me invitaron directivos, docentes y alumnos, quienes han sostenido una lucha de seis años por el Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE), en una ciudad donde, para muchos, cursar una carrera es un sueño imposible de cumplir, porque sólo existen universidades privadas.
Intenté demostrar que la causa por la que no se resuelven las demandas educativas de miles de mexicanos es, en el fondo, de carácter económico, porque el modo de producción capitalista determina el funcionamiento de la sociedad toda, y con ella, también del proceso educativo. Sentí que el tema pareció un tanto alejado de la realidad de alumnos y maestros, ahora me atrevo a precisar cuestiones que, a mi juicio, importan no sólo a ellos, sino a la sociedad mexicana en general.
Carlos Marx descubrió que en las sociedades capitalistas –que se caracterizan porque los medios de producción son propiedad de unos cuantos, por lo que las grandes mayorías se ven obligadas a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir–, los grandes empresarios, al comprar la fuerza de trabajo de los obreros, sólo pagan una mínima parte de lo que éstos producen, quedándose con la mayor porción. Afirmó, además, que este sistema necesita garantizar su continuidad y eso se logra mediante un complejo sistema de ideas, creencias, prédicas religiosas, culturales, deportivas y educativas que conforman la Superestructura o Forma de la Conciencia Social. Es decir, la educación, al igual que la religión, la cultura, la política, etc., son herramientas para garantizar que los ciudadanos se formen desde niños, para reproducir las relaciones de explotación del sistema capitalista, cuyo motor principal es la producción de mercancías para extraer plusvalor o ganancia, como lo llamamos comúnmente.
Actualmente y con otras palabras, así lo evidencian varios teóricos de la educación como Daniel Tröhler (2017), quien en La historia del currículum como camino real a la investigación internacional. Historia, perspectivas, beneficios y dificultades, sostiene que las constituciones expresan las ideas dominantes y contienen mecanismos para la protección de los intereses de los poderosos, uno de los principales es la escuela, pues forma, supervisa, evalúa y rectifica las patologías de la infancia. Asimismo, Leonardo Colella y Rocío Díaz (2017), en Análisis de la Calidad Educativa en el Discurso Neoliberal, advierten que ante la crisis capitalista de la década de los 70 y cuestionando las políticas liberales de corte keynesiano –que promovían la participación del Estado en la economía, impulsando el bienestar social–, surgió el neoliberalismo, que pugnaba por la no intervención estatal y por menor inversión social, lo cual implicó menos gasto en educación, en aras de la acumulación de capital.
Ahora bien, para apreciar este proceso en el desarrollo de nuestro sistema educativo, veamos lo expuesto por Martha E. Gómez (2017), en Panorama del Sistema Educativo Mexicano desde la perspectiva de las políticas públicas. A partir de 1921, con José Vasconcelos se promovió el desarrollo cultural y democrático a través de la educación; en 1934, buscando una sociedad igualitaria, surgió la corriente de la educación socialista con Lázaro Cárdenas; de 1959 a 1976, en los gobiernos de López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría, se expandió la educación primaria y se crearon escuelas de nivel medio superior y superior; pero para 1978 se iniciaron las reformas, pasando la rectoría de la educación a los estados, buscando “eficiencia y calidad” y a partir de Salinas de Gortari en 1988, se favoreció la generación de conocimientos y capacidades para elevar la productividad. El Plan Nacional 2013-2018 hizo hincapié en usar con eficacia las tecnologías de la información y comunicación.
Aquí está, pues, la explicación de por qué las autoridades en nuestro país –en consonancia con las políticas neoliberales–, no resuelven las enormes carencias en materia de educación. Porque lo que importa es formar apenas a los profesionistas necesarios para el correcto funcionamiento de la gran empresa: la mano de obra tecnificada. La educación no es la herramienta que nos permite perfeccionar nuestra comprensión de la realidad y, gracias a ello, transformarla en beneficio de toda la sociedad, sino un mecanismo para apaciguarnos, para perpetuar el modelo de explotación sin quejarnos, sin protestar. Por ello, a pesar de que somos testigos de la flagrante violación por parte de las autoridades, de los preceptos constitucionales que dicen garantizar nuestro derecho a educarnos y, sobre todo, de sufrir en carne propia los lacerantes efectos de la pobreza en un país rico, nos resignamos a este modo de vivir.
Y en ese escenario los alumnos de la UAZI navegan contra corriente en la búsqueda de condiciones que les permitan culminar su formación profesional sin que se les vea como negocio, porque la sensibilidad llegue un día a las puertas de las autoridades y la dejen pasar, y luchando porque los derechos en papel se conviertan en realidad. Pero si eso no sucede, están prestos para hacerlo valer con la razón en la mano.
Vaya esta honesta rectificación del tema para los alumnos, docentes y directivos de la UAZI como prueba, primero, de que nos interesa que se comprendan las causas profundas de su problemática, segundo, de que un importante contingente de mexicanos de todo el país no sólo reconoce su demanda, sino que está decidido a respaldar su lucha porque, como les dije, el genuino interés suyo se identifica con el nuestro; ellos anhelan culminar una carrera profesional y, nosotros, anhelamos que la culminen, no sólo para mejorar su situación personal, sino para que se sumen a mejorar las difíciles condiciones en que vive la inmensa mayoría de habitantes en este país.
El propósito del artículo del día de hoy es, como lo dice su encabezado, tratar de emitir una opinión acerca de cómo se opera para que la juventud esté al servicio de los intereses de las clases dominantes.
La falta de empleos y oportunidades no sólo debe interesar a los afectados, sino también a los gobernantes responsables que se ocupan en garantizar que en su población haya equidad.
Los autores hacen un excelente diagnóstico del legado social y económicamente destructor del neoliberalismo mexicano.
En muchas culturas hay creencias y prácticas relacionadas con la vida después de la muerte que se expresan a través de rituales dedicados a honrar a los antepasados como espíritus o almas.
La “elección del Poder Judicial” fue una farsa política, uno de los mayores fraudes públicos y la “legitimación” del atropello con el que los morenistas quieren asumir el control de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Grupos de extrema derecha y supremacistas blancos arremetieron contra todo aquello que guardara relación alguna con la cultura musulmana.
Ante la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, numerosas empresas industriales norteamericanas se desplazaron a otros países, buscando condiciones más propicias para elevar sus utilidades.
“Verde, vete a casa” es la traducción al español de la frase inglesa con la que los ciudadanos de América Latina rechazaban, según una añeja versión popular, a los soldados de Estados Unidos.
Carlos Marx descubrió que en las sociedades capitalistas los grandes empresarios, al comprar la fuerza de trabajo de los obreros, sólo pagan una mínima parte de lo que éstos producen.
La estructura del orden internacional es determinante en el grado de soberanía que un Estado puede tener, amplía o restringe la libertad que tienen los Estados para diseñar sus estrategias de desarrollo y para conducir sus relaciones internacionales.
Andy Barr quiere “restablecer el sueño americano".
Escrito por Dimas Romero González
Estudiante de la maestría en Ciencias de la Educación en la Universidad Anáhuac. Activista social por 20 años en entidades como Quintana Roo, Oaxaca y Guerrero.