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¡Green, go home!
“Verde, vete a casa” es la traducción al español de la frase inglesa con la que los ciudadanos de América Latina rechazaban, según una añeja versión popular, a los soldados de Estados Unidos.
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“Verde, vete a casa” es la traducción al español de la frase inglesa con la que los ciudadanos de América Latina rechazaban, según una añeja versión popular, a los soldados de Estados Unidos (EE. UU.) que, desde los años 30 del Siglo XIX, eran enviados por la oligarquía a intervenir y aun ocupar sus territorios invocando la Doctrina Monroe (1823), cuya ambigua proclama “América para los americanos” sirvió (y aún lo hace) de base “legal” para el imperialismo yanqui. La mejor muestra de la vigencia de esta pretensión es ofrecida por Donald Trump que, en su regreso a la Casa Blanca, está actuando como el emperador más poderoso del mundo.

Pero la economía estadounidense no se encuentra en su mejor momento; tiene problemas de crecimiento y su hegemonía está amenazada por otros países como China, que ha preferido la innovación tecnológica para apoderarse de los mercados en lugar de formas violentas, como las armas. El proteccionismo comercial y las bravatas nacionalistas de Trump son un recurso desesperado con el que pretende intimidar a otros gobiernos para que lo ayuden a dinamizar su mercado interno.

Nuestro país es uno de sus principales blancos, como lo evidencian la demanda de renegociar el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC); las amenazas de imponer aranceles de 25 por ciento a las exportaciones si el gobierno mexicano no detiene el flujo de migrantes irregulares y el tráfico de drogas y deportar hasta un millón de migrantes al año. Las amenazas son ya una realidad: las deportaciones han comenzado; los narcos mexicanos han sido catalogados como terroristas, con lo que se acrecienta la amenaza de que agentes policiales o militares gringos entren a territorio nacional en el momento que quieran. Hace unos días, Trump declaró que México no ha hecho lo suficiente para evitar la imposición de aranceles y que, por tal motivo, éstos se aplicarán al término de la prórroga concedida por un mes al Gobierno Federal morenista, aplazamiento que fue celebrado como una victoria pese a que implicó poner a la Guardia Nacional al servicio del gobierno de EE. UU. ¡Vaya victoria!

Al gobierno morenista actual, como al anterior, esta situación le cae como anillo al dedo porque le sirve para justificar su falta de resultados. La Presidenta ya aparece en los medios de prensa como la heroína que ha logrado enfrentar al energúmeno y no se cansa de difundir que los mexicanos deportados de EE. UU. recibirán todo el apoyo legal y económico de su gobierno, mientras el empresariado afirma que ahora sí está dispuesto a darles empleo. ¡Una extraña complicidad en la que sólo falta ver que la “izquierda” morenista y la iniciativa privada corran juntos hacia la frontera norte con pancartas que digan “Bienvenidos a casa”!

Sí. De repente, empresarios y gobierno se han vuelto nacionalistas; como si el conflicto con Trump fuera inédito y no uno más de los múltiples desencuentros que México y EE. UU. han tenido desde el Siglo XIX. Por ello resultó por demás mentiroso el spot en el que la asesora económica de la presidenta, Altagracia Gómez, afirmó que México es lo mejor para invertir, estudiar y vacacionar. Sí, lo dijo alguien que estudió en el extranjero, que representa al internacional Grupo Minsa, que se ha enriquecido a costa de los mexicanos y que puede darse el lujo de vacacionar en donde se le pegue la gana. La burguesía nacional es la responsable del bajo desarrollo económico del país por su extremo apetito de obtener cada vez más ganancias y por la explotación de la mano de obra nacional. Una mano de obra que no tiene acceso a un empleo digno y bien remunerado y, por ello, debe emigrar al país vecino del norte. No es actual la advertencia de los expertos en torno a la excesiva dependencia comercial de EE. UU.; expone a México frente a un enorme peligro, y que debe insistir en modernizar su industria y el campo para fortalecer el mercado interno. Oídos sordos. La verdad es que la oligarquía, en complicidad con el gobierno, ha entregado paulatinamente el país en manos de EE. UU. Y lo ha seguido haciendo con el mismo cinismo con que lo hizo Antonio López de Santa Anna cuando, ante el Congreso, aseguró que la pérdida de la mitad del territorio no era deshonrosa. De poco sirve que ahora griten Green, go home, cuando en los hechos les dan la bienvenida. 


Escrito por Capitán Nemo

COLUMNISTA


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